Epílogo

Unos meses después, Jonnie se enteró de que el gobierno de Escocia iba a introducir los impuestos para reconstruir Edimburgo, Sabía que en los primeros tiempos de la nación escocesa el impuesto había sido algo desconocido. En aquella época, era el rey quien pagaba todo. Dudaba de que Escocia tuviera los recursos para eso. Además, sentía que el impuesto, como modo de vida de un gobierno, era algo estúpido. ¿No podría un gobierno ganarse la vida? ¿Por qué tenía que ir por allí robando a la gente?

De modo que habló con Dunneldeen y consiguió que éste propusiera al jefe del clan Fearghus la idea de reconstruir Edimburgo mediante «contribuciones». Para robustecer la ilusión de que era el pueblo escocés quien pagaba, él y Dunneldeen pusieron pequeñas cajas rojas en los caminos, en las cuales los escoceses podían poner monedas, e incluso vaciaron algunas.

Pero lo que realmente sucedió fue que quien pagó fue Jonnie. Les envió su compañía constructora chatovaria, Buildstrong Inc. De todos modos, ya habían terminado con los requerimientos industriales de Luxemburgo y las exigencias bancarias de Zurich.

Siendo chatovarios, los chatovarios enviaron un equipo de investigación por Escocia para descubrir qué era lo que deseaba tener la gente en Edimburgo, y después fueron e hicieron lo que pensaban que estaba bien, sin prestar atención a ninguna otra cosa.

Decidieron que Edimburgo se basaría en tres negocios: gobierno planetario, entrenamiento extraterrestre y artesanía escocesa. Les producía verdaderos dolores de cabeza reconciliar cosas tan distintas con la arquitectura que, según ellos, debía ser a) indígena y b) apropiada a su objetivo.

El equipo de investigación descubrió que la ciudad en sí misma se había llamado alguna vez «Auld Reekie», porque olía muy mal. Descubrieron también que hacía mil cien años que ningún escocés vivía en ella. Esto les dio carta blanca: demolieron todo, excepto Castle Rock. Rápidamente, volvieron a poner en funcionamiento varias plantas hidroeléctricas de los Highlands y después llamaron a sus colegas de la compañía Defensa Desesperada, haciéndoles construir instalaciones y emplazamientos. Después hicieron un sistema de alcantarillado y plantas filtrantes y finalmente se frotaron las manos y se pusieron a trabajar.

Dedicaron el sector norte de la ciudad a industrias —negocios y artesanías— y le dieron el aspecto general y el tipo de paisaje de las casas de piedras que los escoceses acostumbraban tener en los Highlands. Planificaron gran número de escuelas especializadas. Por fuera eran de estilo señorial escocés, con las torretas salientes. Eran castillos como los de los cuentos de hadas, pero los interiores estaban adaptados a la vida extraterrestre. Llenaron el lugar de estas escuelas con grandes parques.

El propio Castle Rock fue reservado para el gobierno. Había sido tan maltratado y destruido que tuvieron que conseguir antiguos grabados para ver qué forma debían darle; moldear y blindar la piedra no era un problema para los chatovarios, pero sí lo era saber cómo habían sido las cosas dos mil años antes. Consiguieron un dato según el cual allí había estado el castillo de un antiquísimo rey escocés, Duncan, que aparentemente había sido asesinado por Macbeth. De dónde lo sacaron era un misterio. Alguien dijo que de una vieja obra que habían encontrado entre las ruinas del Museo Británico.

Rearmaron el peñón, reconstruyeron los refugios interiores, lo cubrieron todo con mármol italiano azul, lo blindaron y después le pusieron encima el castillo de Duncan, en mármol blanco. En una antigua ciudad llamada Reims encontraron una catedral que les gustaba y que según ellos se llevaba bien con la arquitectura del castillo y la pusieron sobre el peñón, en color escarlata, llamándola otra vez «Saint Giles».

Los escoceses quedaron maravillados con el resultado de lo que habían «financiado».

A Jonnie también le pareció que se veía bastante bien, pero se planteó un problema. Como en Chatovaria había superpoblación, los chatovarios siempre contrataban un exceso de personal, y como este trabajo había sido «apresurado» y «para el jefe», habían reunido un equipo enorme. Tenían también la política de no despedir nunca a nadie. En consecuencia, quedaron con un equipo constructor casi tan grande como la población de la Tierra. De modo que Jonnie los puso a reconstruir las ciudades quemadas por los «visitantes».

Esto también planteó un problema a los chatovarios. ¿Para qué eran las ciudades? Hacía mil cien años que nadie vivía en una ciudad. De modo que sus equipos de investigación tuvieron que imaginar qué uso podrían tener esas ciudades en el futuro, basándose en los recursos, la proximidad del mar o ríos, las cosas que podían sembrarse en ese clima, con quién podrían comerciar algún día y cuánta gente habría que alojar y para qué industria. Era muy complejo y bastante difícil.

Establecer la arquitectura indígena era fácil en Asia, bastante fácil en Europa, imposible en América: este último continente se había vuelto terriblemente moderno y los chatovarios no podían soportarlo. De modo que tuvieron que buscar el tipo de edificio más notable de cada lugar, hacer duplicados y muchísimos parques. La compañía central había hecho una compra excesiva de monorrieles de cremallera para otro proyecto, de modo que los embarcaron y los chatovarios conectaron internamente las ciudades por arriba, de modo que los parques no fueran arruinados por carreteras.

Tuvieron que contratar una compañía hawvin para limpiar de radiación los alrededores de Denver. Lo hicieron con escobas magnéticas volantes. Después los chatovarios reconstruyeron la zona, incluso la aldea de Jonnie.

No había población, de modo que cuando terminaban una ciudad, sellaban puertas y ventanas, dejaban un equipo de cuidadores y la abandonaban.

Bueno, pensaba Jonnie al ver levantarse aquellas ciudades vacías, tal vez algún día alguien las habitará.

Ker se encargó de la escuela minera de Edimburgo y los psiclos que quedaban se trasladaron allí para dar conferencias y hacer demostraciones. Verdaderas hordas de extraterrestres llegaban para aprender cómo explotar los recursos mineros de sus planetas. Ker pictógrafiaba todas las conferencias, de modo que no se perdiera la tecnología. Usaba Cornwall y Victoria para las clases prácticas, y esto lo mantenía muy ocupado, yendo de un lado al otro con Chirk, que tenía la misión de organizar las bibliotecas. Ker había adquirido la costumbre de usar máscaras respiratorias que llevaban pintada la cara de la raza a la cual estaba entrenando. Según decía, esto permitía establecer relaciones más amistosas.

Había una enorme cantidad de ex planetas psiclo que tenían poblaciones de esclavos o gente que se había retirado a las montañas, y los coordinadores estaban muy ocupados dirigiendo el Colegio Coordinador de Edimburgo, donde mostraban a las antiguas razas sometidas cómo debían organizarse y prosperar. La afiliación de estas razas quedaba muy facilitada por el hecho de que el Banco Galáctico concedía tasas de interés mucho mejores a aquellos planetas que tenían coordinadores entrenados en Edimburgo.

El nuevo gobierno de la Tierra afirmó que el jefe del clan Fearghus era rey, probablemente debido a la influencia del hermano del señor Tsung. Esto hizo de Dunneldeen el príncipe de la corona, pero, por lo que Jonnie podía percibir, ni el jefe ni Dunneldeen se tomaban muy en serio esta elevación social. El gobierno era muy reacio a promulgar leyes y generalmente dejaba las cosas a los jefes tribales de cada zona, interviniendo sólo cuando no había otra manera de terminar una disputa entre ellos. Eran muy populares.

El coronel Iván gobernaba Rusia con el título de «coronel del valiente y democrático ejército rojo del pueblo». La gente de la aldea de Jonnie lo ayudaba y después algunos de los más jóvenes regresaron a América para intentar comenzar de nuevo.

El jefe Chong-won y la tribu del norte de China hicieron una alianza y empezaron a reconstruir China. Sus necesidades económicas quedaban cubiertas por la artesanía y la exportación de seda. Tenían también una escuela de cocina muy frecuentada, porque los selachees, aún más dispersos por el mundo que antes, debido a los «bancos de vecindad», juraban que era la mejor cocina del mundo, sobre todo en lo referido a platos de pescado, y estaban muy dispuestos a financiar a cualquier extraterrestre que deseara abrir un restaurante chino en su zona, siempre y cuando enviara gente a aprender cómo hacerlo. En China había por lo general más aprendices que chinos. No sólo tenían que aprender a guisar, sino también a cultivar gran parte de la comida. El trabajo y la maquinaria extras estimularon la agricultura y la industria del pescado en China, y —como observaba el jefe Chong-won cada vez que veía a Jonnie, que era a menudo— el hambre ya no era el principal producto chino. A menudo Jonnie se preguntaba cómo un extraterrestre, cuya dieta era completamente distinta, podía aprender a guisar comida que jamás comería. Pero el poder del banco y el apetito de los selachees eran portentosos.

Inmediatamente después de la gran conversión galáctica al sistema decimal, el banco distribuyó nuevas emisiones de dinero. Esto fastidió muchísimo a Chrissie: el rostro de las monedas y los billetes se parecía todavía menos a Jonnie. Habló durante varios días de cómo se parecía cada vez más a un selachee y cada vez menos a Jonnie, pero éste no le dijo que cuidadosamente había procurado que fuese así. En esos días podía ya caminar por una calle y nadie lo señalaba. Un par de emisiones más y ningún extranjero lo reconocería a primera vista.

El banco de Snautch nunca les devolvió su oro. Cuando construyeron allí un nuevo complejo bancario, lo pusieron detrás de un cristal blindado en el vestíbulo principal, con un cartel en varias lenguas que ponía lo siguiente: «Este oro fue extraído personalmente por Jonnie Goodboy Tyler y algunos escoceses. Nos lo ha dejado porque confía en nosotros. Usted también puede hacerlo. ¡Si abre una nueva cuenta hoy, se le permitirá meter la mano por una hendidura y tocarlo!».

Cuando Jonnie quiso algo de oro para recubrir la maqueta inaugural de un nuevo coche teletransportado que iba a empezar a construir Defensa Desesperada en Chatovaria, Dwight tuvo que irse a los Andes con un equipo de veteranos y abrir allí una mina para conseguirlo.

Después que el banco hizo, por sugerencia de Jonnie, las investigaciones para descubrir qué deseaba la gente, la conversión de las antiguas compañías de armamentos a la industria de consumo se hizo fluidamente. Durante un tiempo fueron pocas las patentes de Intergaláctica que se solicitaron. Descubrieron que la gente de los países civilizados querían ollas y cacerolas y cosas por el estilo, fáciles de hacer y muy rentables.

Los emisarios estaban haciéndose muy ricos y poderosos y respaldaban al máximo las medidas sugeridas por Jonnie, guiando incluso sus países hacia la socialdemocracia. Jonnie asistía pocas veces a sus conferencias, pero con frecuencia le enviaban mensajes pidiéndole su opinión sobre algo. Como se decían con frecuencia, la antiguerra era la aventura más rentable que habían conocido.

El Servicio de Inteligencia Comercial hawvin hizo circular un informe secreto sobre las veintiocho plataformas, sin saber que era el Banco Galáctico el que lo había instalado allí. Habían sido elegidos para producir la «filtración» porque era el servicio de inteligencia más infiltrado de todos los universos. El informe fue distribuido rápidamente por todas las galaxias.

Decía que las veintiocho plataformas originales se habían aumentado a cincuenta y tres teniendo en cuenta las nuevas naciones y que las plataformas estaban en el universo diecisiete.

El informe creó una nueva ola antiguerrera, pero también creó una gran confusión astrográfica al alterar los datos establecidos, según los cuales el cuadrado de cuatro era dieciséis y, en consecuencia, sólo podía haber dieciséis universos.

La consecuencia fue la acción inmediata. Varios grupos científicos iniciaron investigaciones, no necesariamente para encontrar las plataformas, sino para ver si había un universo diecisiete.

El Real Instituto Democrático de Chatovaria encontró otro universo, pero como estaba apenas en formación y no había en él evidencias de vida sensible, y como tampoco había en él huella alguna de plataformas, llegaron a la conclusión de que debía ser el universo dieciocho.

El universo diecisiete, que contiene las plataformas, ha seguido indetectable hasta hoy. Y como a veces reflexionaba Jonnie, esto no era difícil de entender. Estaba en su cabeza. Jamás construyó las plataformas.

Mac Adam había dicho a Jonnie que algunos de los planetas de reserva minera de la Minera Intergaláctica, pese a que eran habitables, eran un peso muerto en el mercado. De modo que Jonnie, valiéndose de correos especiales selachee de su propio equipo, informó secretamente a los emisarios de los diferentes planetas que había en la lista. Éstos pronto hicieron tratos con la compañía y pusieron los planetas en el mercado de propiedades con el lema: «Goce de una vida pacífica, indetectada, suburbana», e hicieron fortunas aún más vastas para ellos y sus amigos. Juraban por Jonnie. ¡La paz era uno de los descubrimientos más rentables jamás hechos!

Durante este período, las únicas noticias desagradables para Jonnie le fueron dadas por el equipo que se ocupaba de su cuenta. Mantener el registro de sus ingresos requería doscientos selachees. Le dijeron que la división Tierra de Buildstrong Inc., era la única compañía que tenía que estaba en números rojos. Todas las demás rendían beneficios. Jonnie dijo que hablaría con el gerente y lo hizo. Descubrió que habían agregado a su nómina otros doscientos obreros chatovarios. El gerente explicó que ya no estaban reconstruyendo las ciudades quemadas de la Tierra, sino que se habían extendido y estaban reconstruyendo todas las otras y tenían un proyecto de construcción a doscientos años vista, que no deseaban ver interrumpido. Jonnie le explicó —a él y a sus seis gerentes asistentes— que estaban construyendo ciudades para las cuales no había población, ni la habría durante varios siglos, y que lo mejor que podían hacer era pensar cómo obtener beneficios. Dijeron que lo harían. Pero como retribución, insistieron en que se les permitiera proseguir con su programa. No, no tenían ningún plan para repoblar la Tierra con chatovarios; sabían que esto se tragaría al Hombre. Era sólo que cuando se ponían a hacer algo les gustaba terminarlo. Jonnie pensó que de todos modos no importaba tanto y se olvidó del asunto.

Poco después de esto, Stormalong se aburrió de hacer demostraciones con los nuevos transportes atmosféricos con teletransporte que Defensa Desesperada vendía en todas las galaxias y de entrenar pilotos, y pidió a Jonnie que le dejara arreglar un viejo minero orbital de la compañía, provisto de grúas, y volar a la Luna. Jonnie respondió que primero debía conseguir trajes de presión y después otros tres pilotos tan locos como él, arreglando cuatro mineros orbitales y haciendo las cosas bien.

Stormalong tenía la excusa que deseaba para ir a ver si podía encontrar un poco más de aquel metal pesado. Imaginaba que lluvias de meteoritos habían caído sobre la Luna. Les llevó dos meses prepararse, hacer el viaje y regresar.

Encontraron los meteoritos con huellas de metal, sí, y las extrajeron, llevando de regreso unas doscientas toneladas de metal para procesar. Pero además Stormalong llegó con noticias sorprendentes.

—¡Allí hay huellas de pasos —indicó a Jonnie—, y también de neumáticos!

Como esto se relacionaba con el mundo del ojeo, Jonnie se sintió muy interesado. Especularon con la posibilidad de que se tratase de invasores. Pero la gente de Defensa Desesperada los miró despreciativamente: nada podía atravesar sus defensas. Después se preguntaron si los visitantes no habrían descendido allí durante la guerra.

Jonnie no estaba dispuesto a pasar semanas en el espacio en un minero orbital, de modo que alquiló el yate espacial de Dries Gloton por un fin de semana, y él y Stormalong fueron a echar un vistazo.

¡Sí, señor! ¡Huellas de pasos! ¡Huellas de neumáticos!

Después el ojo agudo y entrenado de Jonnie encontró un trozo de papel de envolver que debían de haber tirado y estaba allí, casi cubierto de polvo. Ponía «Goma de mascar sin azúcar, Menta verde, 15 palillos, Life Savers Inc., Nueva York». Stormalong pensó que tal vez fuera el resto de alguna catástrofe. Pero no parecía haber habido ninguna. Dries opinaba que debía usarse para reparar agujeros. Goma, ya sabe.

Jonnie no les dejó confundir las huellas con las propias. Las pictograbó, después las revisó y encontró un montículo de piedras con los restos muy difusos de lo que podía haber sido una bandera. Después, aunque tenía problemas para caminar casi sin peso, anduvo por allí y encontró otro montículo con otra bandera, difuminada también e imposible de identificar. Esto fue todo. Pero Jonnie les mostró que el borde de la envoltura de la goma de mascar estaba mucho más difuminado que la parte enterrada, y de esto dedujo que estas huellas y montículos tenían cientos de años de antigüedad. Llegaron a la conclusión de que no se trataba de un peligro inmediato y regresaron a casa.

El verdadero descubrimiento lo hicieron durante el viaje de regreso. Jonnie estaba admirando el equipo de comunicación de Dries y éste le estaba mostrando las primeras fotografías que había tomado del planeta, cuando Jonnie observó que ahora parecía haber más cobertura de nubes.

Hizo más comparaciones. Estaban bajando en dirección a Europa, por supuesto, pero todavía veían el norte de África y Oriente Medio. Éste era verde. Y el primero tenía un nuevo mar en el centro.

Otra vez en tierra, y pese a que llegaba tarde para la cena del domingo, Jonnie fue derecho a ver al oficial de servicio de Defensa Desesperada y le preguntó si era consciente de los cambios planetarios. Éste contestó afirmativamente y envió a Jonnie a ver al gerente general de Buildstrong.

—Nos ordenó que consiguiéramos beneficios —dijo defensivamente el gerente general—, de modo que contratamos más chatovarios e iniciamos una subsidiaria sanitaria. Pensamos que Buildstrong también podía significar cuerpos fuertes.

Jonnie deseaba saber qué demonios habían hecho. Según parecía, había un lugar por debajo del nivel del mar en el desierto del Sanara, de modo que habían dejado entrar al Mediterráneo, haciendo un nuevo mar que provocaría lluvias. Y habían plantado allí, con sus máquinas, ochenta y cinco mil billones de árboles, y también en Oriente Medio, y no necesitarían demasiada agua. Eran buenas variedades, de crecimiento lento pero muy sabrosas. Y habían plantado otros dieciséis mil billones en el medio oeste del continente americano. ¡Ah! ¿Jonnie no había visto esa parte del continente? Bueno: en aquella enorme planicie central sólo había árboles; esto podía probarse mediante los restos fósiles. De todos modos, lamentaba que hubiese cambiado el clima. Pero era habitual, ¿sabe? Además, limpiaba el aire.

Jonnie deseaba saber cómo produciría beneficios ese gasto de dinero y la contratación de un nuevo ejército de chatovarios. El gerente general le mostró las hojas de balance. Todas señalaban beneficios. Estaban exportando árboles comestibles a los planetas chatovarios en los que escaseaban. Jonnie lo perdonó, le subió el sueldo y se fue a casa a comer una tardía cena dominical.

Más o menos para esa época se produjo otro incidente que merece la pena contar. Jonnie, usando una máscara atmosférica extraterrestre para no ser reconocido, fue a una feria en Zurich, y allí vio a Pierre Solens. El ex piloto iba vestido con los harapos del mendicante y contaba a su público cómo él, personalmente, había visto a Jonnie Goodboy Tyler caminando en una nube, y no sólo eso, sino sacando de ella un demonio y cantando a dúo con él. Cuando terminó su historia, circuló con un platillo solicitando ayuda. Según parecía, era así como se ganaba la vida. Cuando llegó frente a Jonnie, éste se sacó la máscara y Pierre estuvo a punto de desmayarse otra vez.

Había tantas exageraciones y mentiras acerca de él en circulación, que Jonnie pensó que no necesitaba otra. De modo que obligó a Pierre a meterse en un avión, lo llevó a África y en Victoria hizo que se metiera en otro avión y volara hasta el pico donde todavía yacían los cadáveres de psiclos, aterrizar, mirar, volver a volar atravesando el nublado y bajar. Pierre lo hizo sin sufrir ningún accidente y Jonnie lo llevó de regreso a Luxemburgo. Pierre dijo «Gracias», y era sincero. Regresó a su antiguo trabajo de mover los aviones del complejo por el hangar y con el tiempo se transformó en un piloto aceptable.

En Edimburgo hubo un acontecimiento extraño. El sarcófago de Bittie Mac Leod había sido milagrosamente preservado durante los bombardeos. Tres vigas de la catedral le habían caído encima cruzadas, protegiéndolo, y los chatovarios habían vuelto a colocarlo en la nueva cripta de la catedral, en una fila de héroes muertos que incluía los restos recuperados de Glencannon.

Cuando cumplió dieciséis años, Pattie exigió que se la llevara a la cripta y se la casara con Bittie Mac Leod. Nada pudo disuadirla y se quedó allí, junto al sarcófago, vestida con un traje blanco de novia, con el relicario que le había regalado Bittie. El pastor, que no pudo encontrar ninguna ley que lo prohibiera, realizó la ceremonia de bodas. Después, Pattie se puso un traje de viuda y a partir de allí se hizo llamar señora Pattie Mac Leod.

Prosiguiendo con sus estudios médicos, fundó la Organización Sanitaria Intergaláctica Mac Leod. Jonnie la dotó y se transformó en un punto de parada habitual de las plataformas de disparo de todas las galaxias. Proporcionaba también cuidados médicos instantáneos.

Habían sucedido otras dos cosas. A Jonnie y Chrissie les había nacido un niño, Timmie Brave Tyler, y todo el mundo juraba que era una copia carbónica de Jonnie. Y dos años después tuvieron una niña, Missie, que todos afirmaban que era la viva imagen de Chrissie.

Cuando Timmie cumplió seis años, Jonnie explotó. El niño no estaba siendo educado de manera adecuada. Tenía un exceso de «tíos». El «tío» coronel Iván, el «tío» sir Roberto, el «tío». Dunneldeen. Y cualquier escocés que hubiera trabajado o servido con Jonnie era un «tío». Malcriaban al niño. Le traían cosas de todas partes del mundo. Pero ¿se ocupaban acaso de educar adecuadamente a Timmie? ¡No! El niño hablaba varias lenguas: ruso, chino, chatovario, psiclo e inglés. Cuando le convenía, hacía cálculos mentales. Y también sabía conducir un cochecito de teletransporte que Angus y Tom Smiley habían construido especialmente para él. Pero Jonnie se veía enfrentado a la imagen de un hijo que crecería ignorando por completo las cosas vitales de la vida.

Tomó una decisión. Las cosas iban muy bien… y, de todos modos, las manejaban otros. Así que cogió algunas cosas necesarias, metió a Timmie y a Chrissie y a Missie, junto con cuatro caballos, en un viejo avión de combate de marines, y se fue al sur de Colorado. Desconectó el teléfono y la radio y escondió el aparato en un bosquecillo, estableciendo campamento.

Durante todo el año siguiente, con lluvia o con sol, Jonnie trabajó con Timmie. Missie estaba estupenda y ayudaba muy bien a su madre. Aprendió a curtir pieles, a guisar y cosas así. Pero la atención se concentraba en Timmie.

Al principio a Jonnie le resultó difícil, porque el niño empezaba algo tarde, pero después de unos meses vio que estaba haciendo progresos. El niño aprendió a seguir huellas, a localizar diferentes animales y descubrir qué intenciones llevaban. Aprendió a domar caballos salvajes sin necesidad de algo tan refinado como una silla. Las cosas iban bien y todo eso le gustaba. Jonnie consiguió enseñarle a arrojar mazas con bastante precisión e incluso mató con ellas a un coyote. Jonnie comenzaba a sentir cierta seguridad con respecto al futuro del muchacho y se preparaba para posgraduarlo, haciéndolo seguir lobos y después pumas. Pero el primer día dedicado a este proyecto escuchó por la tarde el motor de un avión. No era un vuelo de reconocimiento; era un avión que avanzaba hacia el hilo de humo que señalaba el lugar de su campamento.

Jonnie y el niño regresaron al trote. Jonnie tenía presentimientos desagradables.

Eran Dunneldeen y sir Roberto.

Timmie saltó sobre ellos, lanzando alegres gritos de bienvenida.

—¡Tío Dunneldeen! ¡Tío Roberto!

Los buenos modales de Jonnie hicieron que Chrissie preparara algo para comer. Los otros no parecían tener ninguna prisa por reemprender sus actividades. Llegó la noche y la familia y los dos visitantes se sentaron alrededor de la hoguera, cantando canciones escocesas. Después Timmie les demostró que no había olvidado la danza de los Highlands, bailando tal como Thor le había enseñado.

Finalmente, cuando los niños y Chrissie se hubieron ido a dormir, Dunneldeen hizo una observación totalmente innecesaria:

—Supongo que estarás preguntándote por qué estamos aquí.

—¿Cuáles son las malas noticias? —preguntó Jonnie.

—No hay malas noticias —gruñó sir Roberto—. Hemos estado manejando dieciséis universos como si fueran de goma. ¿Por qué demonios tendría que haber malas noticias?

—Ha pasado un año —añadió Dunneldeen.

—Ustedes han venido por alguna razón —indicó Jonnie, suspicaz.

—Bueno: ya que estamos en eso, te diré que sí —respondió Dunneldeen—. Hace un par de años hiciste una gira por todas las tribus de la Tierra. Se ha propuesto que hagas una gira por las principales civilizaciones de las galaxias. Hay muchos gobiernos que desean concederte honores y propiedades y medallas a causa de la prosperidad de las condiciones galácticas.

Esto puso a Jonnie de pésimo humor.

—¡Les dije que iba a tomarme un año de vacaciones! ¿No comprenden que tengo responsabilidades familiares? ¿Qué clase de padre sería si dejara que mi hijo creciera como un salvaje educado? —Y siguió protestando.

Dunneldeen lo escuchó y después rió.

—Pensamos que dirías eso, de modo que enviamos a Thor en tu lugar.

Jonnie reflexionó y después preguntó:

—Y si lo han arreglado, ¿por qué han venido?

Sir Roberto lo miró.

—Su año ha terminado, muchacho. ¿Nunca se le ha ocurrido pensar que sus amigos lo extrañan?

De modo que Jonnie volvió a casa y, pese a que Tommie aprendió a hablar quince lenguas y a trabajar en cinco tipos diferentes de matemáticas, aunque aprendió a conducir coches de superficie como Ker y conducir y volar en cualquier cosa construida por la compañía, incluido el yate de Dries Gloton, su educación nunca quedó completada. Probablemente fue el único fracaso en la vida de Jonnie Goodboy Tyler.

El doctor Mac Dermott, el historiador que se consideraba prescindible, vivió muchísimo.

Escribió un libro: El Jonnie Goodboy Tyler que conocí o El conquistador de Psiclo, orgullo de la nación escocesa. No era tan bueno como éste, porque había sido escrito para gente semianalfabeta. Pero tenía tres retratos tridimensionales que se movían a todo color (porque tenía acceso a varios archivos) y vendió doscientos cincuenta mil millones de copias en su primera edición. Se tradujo a noventa y ocho lenguas galácticas y conoció muchas ediciones.

El doctor Mac Dermott, que recibió en concepto de derechos tanto más de lo que necesitaba su vida sencilla, fundó el Museo Tyler. Es el primer edificio que puede verse, el que tiene la cúpula dorada, cuando se sale de la Organización Sanitaria Intergaláctica Mac Leod, en la terminal de Denver.

No mucho después de su regreso de América, Jonnie desapareció. Su familia y sus amigos estaban muy preocupados, pero sabían que a él le desagradaba la adulación y la imposibilidad de moverse tranquilamente por allí sin atraer multitudes. Había observado que ya no lo necesitaban y había hecho su trabajo. Faltaban también una bolsa, dos mazas y un cuchillo. El casco del dragón y la túnica de los botones brillantes seguían colgados donde los había dejado por última vez.

Pero la gente de las galaxias no sabe que se ha ido. Si le pregunta a cualquier habitante de un planeta civilizado dónde está, es probable que le digan que está allá, al otro lado de aquella colina, esperando por si los nobles o los psiclos regresan. Haga la prueba y verá. Incluso le señalarán el lugar.

Campo de batalla: la Tierra. La victoria
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
Section0095.xhtml
Section0096.xhtml
Section0097.xhtml
Section0098.xhtml
Section0099.xhtml
Section0100.xhtml
Section0101.xhtml
Section0102.xhtml
Section0103.xhtml
Section0104.xhtml
Section0105.xhtml
Section0106.xhtml
Section0107.xhtml
Section0108.xhtml
Section0109.xhtml
Section0110.xhtml
Section0111.xhtml
Section0112.xhtml
Section0113.xhtml
Section0114.xhtml
Section0115.xhtml
Section0116.xhtml
Section0117.xhtml
Section0118.xhtml
Section0119.xhtml
Section0120.xhtml
Section0121.xhtml
Section0122.xhtml
Section0123.xhtml
Section0124.xhtml
Section0125.xhtml
autor.xhtml