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Pese a las reacciones emocionales, a Jonnie lo habían criado como cazador. La suya había sido una vida en las montañas, pasada en gran parte a solas sobre las huellas de pumas, osos grises y lobos.
Había momentos en que era posible sentir detrás de uno a un depredador que hacía sus planes, esperando un movimiento en falso, concentrado en sus objetivos.
Hacía quince segundos que sentía esa sensación. ¡Peligro! Se giró, preparándose para la acción. El hombrecito gris dijo:
—¡Oh! ¿No lo sabía?
Jonnie dejó que su mano se apartara de la culata del revólver. El hombrecito gris no pareció haberlo notado.
—Ahora se aclaran muchas cosas que antes no comprendía. Sí, me temo que Psiclo se ha ido. Por supuesto, eso lo sabíamos. No estábamos seguros de cómo había sido.
—¿Queda algún psiclo? —preguntó Angus—. ¿En alguna parte?
El hombrecito gris sacudió la cabeza.
El otro hombrecito gris, el que había llegado por teletransporte, había estado merodeando en las sombras. Ahora se adelantó.
—Controlamos y controlamos. Las sondas nos dijeron que Psiclo había desaparecido unas dos semanas después de que hubiera sucedido. Teníamos naves por todas partes…
El primer hombrecito gris le lanzó una mirada. ¿Una mirada que recomendaba cautela?
Hábilmente, el otro hombrecito cambió lo que iba a decir.
—Los equipos de transbordo estaban todos en centrales mineras o palacios de regencia: era costumbre de la compañía. Todo su personal ejecutivo y oficiales de alto rango de los planetas eran alojados cerca de las plataformas…, pura haraganería, en verdad; de modo que no tuvieran que caminar mucho y recibieran antes los despachos. Y la mayor parte de su gas respiratorio también estaba en la misma zona. Lo primero que supieron (porque nunca les interesó el viaje espacial, teniendo el teletransporte) fue cuando dispararon hacia Psiclo. Por supuesto, nosotros no podíamos examinar todos los universos, pero conociendo a los psiclos estamos seguros de que no quedan equipos de transbordo, complejos, centrales o ejecutivos. Nosotros abandonamos hace más de cinco meses. El tiempo límite hubiera sido de seis meses, por la duración del gas respiratorio. Y ese plazo expiró hace seis meses.
Jonnie había estado observándolos atentamente. Estos hombres ocultaban algo. Y querían algo. Eran una amenaza. Profundamente, lo sabía. Sus modales eran relajados. Resultaban muy agradables y gentiles, pero su franqueza era pura fachada.
—¿Cómo puede estar tan seguro de que algún ingeniero psiclo no construyó un equipo de transbordo? —preguntó Jonnie.
—¡Oh! —contestó el segundo hombrecito—, hubiera disparado de inmediato contra nosotros, si no deseaba disparar a Psiclo. El equipo más cercano a nosotros voló en pedazos. Se llevó consigo media ciudad. ¡Horrible! Por pura casualidad, ese día yo estaba a millas de distancia, viajando con mi familia. De todos modos, nuestras oficinas están a quince plantas por debajo de la superficie.
¿Estaría el hombrecito gris haciéndole una señal de advertencia? En cualquier caso, estaba interesado en las puntas de sus uñas.
—No veo aquí enumerado ningún planeta que tenga la misma atmósfera que Psiclo —indicó Angus—. ¿Hay otros planetas que tengan ese gas respiratorio?
Los dos hombrecitos grises meditaron. Después, el que había llegado segundo dijo:
—No creo que hayan puesto a Fobia. —Y los dos se rieron de algo.
El hombrecito gris que había llegado primero dijo:
—Excúsennos. Es una especie de chiste. En nuestro negocio, los secretos de estado mejor guardados de Psiclo son como un libro abierto. Que hayan omitido mencionar a Fobia es típicamente psiclo. Es donde desterraron al rey Hak hace doscientos sesenta y un mil años. Es el único planeta de ese sistema y está tanto más alejado de Psiclo que es imposible verlo desde allí sin ayuda técnica. Es tan frío que su atmósfera se ha licuificado y yace en lagos en la superficie. Construyeron allí una pequeña cúpula y desterraron a Hak y a sus compañeros de conspiración, y después les dio tanto miedo de que se escaparan, que enviaron asesinos a matarlos a todos. Típicamente psiclo. Copiaron este episodio de textos escolares. Veamos sus tablas astrográficas.
Las cogió, las miró un rato. Después rió y las mostró a su compañero.
—¡No está! ¡Han omitido un planeta de su propio sistema!
En respuesta a la mirada de Jonnie, el segundo hombrecito dijo:
—No, ni siquiera hay psiclos allí, y tampoco pasa nada en ese lugar. No es más que gas respiratorio helado, y además muy sutil. Hace un par de semanas que las sondas mostraron que está totalmente desierto. No, puede estar seguro de que es el fin de los psiclos. ¡En pantallas que he revisado aquí he visto que tienen unos pocos vivos, pero no han sido ellos quienes construyeron esto! —Y dio unos golpecitos al dragón del panel—. ¡Por razones sólo conocidas por los psiclos, se suicidarían antes! —Y meneó la cabeza—. Había unos pocos vivos. Ingenieros de las sucursales mineras. ¡Y no crea que no tratamos de convencerlos! Ahora están muertos.
¿Estaba tratando el primer hombrecito de hacer callar al segundo? Pero éste estaba un poco mejor vestido y parecía ser su superior.
—Creo —manifestó el primero— que realmente deberíamos reunimos para una conferencia formal. Hay algunas cosas que tratar.
¡Ah!, pensó Jonnie, ahora llegamos.
—No soy miembro del gobierno —insinuó.
El recién llegado dijo:
—Somos conscientes de ello, pero goza de su confianza. Estábamos pensando que tal vez, si usted y nosotros dos pudiéramos conversar, podría ayudarnos a arreglar una conferencia con su gobierno.
—Una charla sobre la posibilidad de mantener una charla seria —dijo el otro.
Jonnie tuvo una inspiración: recordó que el primer hombrecito gris había tomado té.
—Dentro de media hora cenaré. Si ustedes pueden comer nuestra comida, me complacería mucho invitarlos.
—¡Oh, comemos de todo! —contestó el hombrecito recién llegado—. Cualquier cosa que haya. Estaremos encantados.
—Dentro de media hora, entonces —propuso Jonnie, y se fue para decirle a Chong-won que tenían invitados.
Ahora tal vez descubriría cuál era la amenaza formulada por estos dos. No estaba imaginando cosas. ¡Esos dos eran peligrosos!