5
Miraron a Jonnie con sus ojos de pesados párpados. Ahora estaban muy serios.
Su excelencia Dries Gloton se echó hacia adelante.
—Es una cuestión de título claro. El banco nunca tendría nada que ver con un título confuso.
—¡Nunca! —confirmó lord Voraz.
—De hecho, la reputación del banco, en realidad la reputación racial de los selachees —dijo Dries—, se basa en la absoluta honestidad y la impecable legalidad.
—Todo legal —remachó lord Voraz—. Si alguna vez hiciéramos algo ilegal, sería nuestra ruina. Nunca forzamos las reglas. He aquí por qué incontables trillones de personas confían en nosotros.
Jonnie no estaba entre esos trillones. Allí había algo frío, duro, horrible.
—Tal vez habrían de ser más explícitos —apuró Jonnie—. Si voy a preparar una reunión para ustedes, realmente tengo que conocer los antecedentes de lo que va a tratarse.
Dries se echó hacia atrás:
—¡Ah, bueno! Eso es verdad. ¿Por dónde empezaré? Bueno: el punto del descubrimiento de este planeta es un buen inicio. El universo dieciséis —continuó— fue el último en ser descubierto, posiblemente hace menos de veinte mil años. Nunca hubo mapas completos. El gobierno imperial psiclo introdujo sondas para realizar cartografía, pero durante mucho tiempo no encontraron nada nuevo. Este planeta es parte de lo que podría llamarse un «sistema de estrella marginal», alejado, en el extremo de la galaxia. Hubieran podido ser pasados por alto si no hubiera enviado sondas propias. Daban su localización exacta. Una sonda imperial recogió estas sondas y el resto es historia. El gobierno imperial psiclo obtuvo un título, perfectamente válido, por derechos de descubrimiento. Y el título de este sistema entró en los libros por primera vez. Aquel gobierno vendió el planeta a la Minera Intergaláctica, que, al estar corta de efectivo, tomó prestado el precio de la compra al Banco Galáctico. Todo esto es muy rutinario y habitual. La Minera Intergaláctica lo ha hecho innumerables veces. Estos préstamos se aseguran depositando el título del planeta en el Banco Galáctico. La tasa de interés es por lo general de dos puntos en once. O, para no hablar de la aritmética psiclo, un dieciocho por ciento anual. El término era de dos mil quinientos años. En el pasado la Intergaláctica ha pagado sin problemas estos préstamos… Sabían bien que era mejor que lo hicieran. De hecho, éste es el único planeta que compraron en los tiempos recientes; todos los otros ya habían sido pagados. Esta transacción se llama «hipoteca». ¿Me sigue?
Jonnie lo seguía. Estaba empezando a adivinar lo que seguiría.
—Hubo también una segunda hipoteca —refirió su excelencia—. Era para pagar los gastos de la conquista militar realizada por la Intergaláctica. Pero ése era un problema menor, y como la tasa de interés era más alta, se pagó en sólo cinco años.
Jonnie comprendió. El Banco Galáctico había financiado la invasión de la Tierra, el bombardero de gas. Debieron de captar que algo en su actitud había cambiado.
—Es sólo negocio —dijo lord Voraz—. El banco se ocupa de sus actividades bancarias y los clientes de sus propios asuntos. Esto no significa que el banco sintiera ninguna hostilidad hacia ustedes. En realidad, en este momento no somos hostiles. Esto es sólo rutina. Negocios bancarios normales.
—De modo —siguió tranquilamente Dries, sin molestarse en afirmar sus prerrogativas— que a la hipoteca básica le quedan todavía mil cuatrocientos años de vigencia. Jonnie digirió esto, muy alerta.
—Pero se me ocurre que una guerra y esas cosas tenderían a eliminar esa hipoteca.
—¡Oh, no! —dijo Dries—. El simple hecho de una conquista militar no cambia la estructura básica de débito del planeta. El hecho de que cambie un gobierno no cambia la propiedad de la deuda. Si eso fuera así, entonces los gobiernos acordarían cambiar de manos todos los días y se librarían de sus obligaciones financieras —y rió—. No, no. Un cambio de gobierno o un golpe militar no modifica las deudas de un país. Los nuevos dueños tienen que pagar.
—La conquista original —rebatió Jonnie—, cuando la Interga láctica invadió la Tierra, no asumió ninguna deuda.
—Habrían sido internas —dijo Dries—. Las deudas internas no tienen nada que ver con las deudas internacionales. No, el planeta fue descubierto de manera adecuada y adecuadamente comprado al gobierno imperial psiclo por la Minera Intergaláctica. Los papeles de la hipoteca se llevaron a cabo de manera legal. Todo fue legal.
—Por completo —remató lord Voraz.
—La deuda no está en cuestión —dijo Dries—. Lo que está en cuestión es quién la paga.
—¿Convocó usted esta conferencia para ver quién paga la deuda? —preguntó Jonnie.
—No exactamente, pero casi. Verá —objetó Dries—, en la medida en que hubiera combate y uno no pudiera realmente determinar quién era y quién será el actual gobierno responsable de este planeta, yo no podía entregar este papel.
Tenía en la mano un trozo de papel de aspecto legal. Jonnie estiró la mano, pero no se lo alcanzó. Dries dijo:
—No; según su propia declaración, no es usted miembro del gobierno.
—¿Qué sucede cuando usted lo entrega?
—Bueno: tenemos una reunión para arreglar la posibilidad y los términos de pago, y si no se llega a un acuerdo, llevamos a cabo la hipoteca.
—Y entonces ¿qué sucede? —preguntó Jonnie.
—Bueno, se saca el planeta a pública subasta y se vende al que ofrece más.
Jonnie empezó a comprender el sentimiento que le inspiraban esos dos.
—¿Y qué sucede con la gente del planeta? —quiso saber.
—Bueno: eso es cosa del comprador, por supuesto. El título no prevé ninguna limitación. Podría hacer con ellos lo que quisiera. Eso está totalmente fuera de la competencia del banco.
—¿Y qué hacen por lo general esos compradores? —inquirió.
—¡Oh! Depende. Normalmente, pagarían en efectivo o usarían su crédito o pagarían por el planeta subastado… Esos compradores tienen por lo general créditos u otros colaterales y asumen el balance de la hipoteca. A menudo se instalan allí, pero, si hay protesta local, consiguen del banco un préstamo a corto plazo y se ocupan de una rápida supresión militar de la población. A veces venden la población como esclava para pagar las cuotas. Estos compradores desean instalar allí a su propia gente, ¿comprende?
Jonnie los miró:
—No creo que a un comprador le resultara fácil tomar este planeta.
—¡Oh! —exclamó Dries, desestimando la observación—. El planeta no tiene defensas que merezca la pena mencionar. Tiene muy poca gente. Las armas modernas podrían hacerlo en pocos días. Esta fuerza conjunta que tenía usted aquí era como el zumbido de los insectos. En ningún momento participaron las verdaderas notas de estos combatientes. Pero esté tranquilo. No hay razón para alarmarse. Es sólo negocio. Es sólo un asunto de hipoteca y de satisfacer las obligaciones contraídas. Un simple asunto bancario.
—De modo que ahora están esperando a ver si ganamos para poder darnos ese papel —dijo Jonnie.
—¡Oh, creo que ganarán! —continuo Dries—. Por eso estamos hablando con usted esta noche. Deseamos que prepare una reunión con su gobierno en el momento en que sepamos que realmente han ganado. Y entonces podremos entregar este papel y discutir las cosas. Eso es todo.
—Si preparo una reunión para ustedes —condicionó Jonnie—, será mejor que me muestren el papel, para saber de qué estoy hablando.
—No se lo estoy dando a usted —dijo Dries—, pero puede mirarlo.
Jonnie lo cogió.
Había páginas y más páginas de detalles legales, hablando del descubrimiento, el préstamo y los pagos satisfechos. Y tenía una enorme página agregada. Jonnie había estado levantando cada página para tener mejor luz (y para exponerla a la cámara de botón que había estado toda la noche funcionando en un rincón del cielo raso de la habitación), y ahora levantó la última. Decía lo siguiente:
Nota de delito
«A: _____________(dueños legales y ocupantes del planeta en el
momento de la entrega). Fecha: _____________Por ésta se los convoca a
una reunión con los funcionarios debidamente nombrados del Banco Galáctico para:
»a) Discutir los términos para la rehabilitación de esta urgente obligación financiera, en el buen entendido de que la fecha de pago
»se ha sobrepasado en "un______________año y________________días", sin pago
»de ninguna clase y sin ningún acuerdo previo para prorrogar o liberar.
»b) Si el Banco Galáctico encuentra insatisfactorios estos arreglos, se les conmina a entregar título, ocupación y uso rápidamente, para evitar mayores castigos dentro de la semana siguiente a la fecha mencionada arriba. El monto no satisfecho de dicho préstamo e hipoteca es de CUARENTA BILLONES, NOVECIENTOS SESENTA MIL, DOSCIENTOS DIECISIETE MILLONES, SEISCIENTOS CINCO MIL, DOSCIENTOS DIECISÉIS CRÉDITOS GALÁCTICOS (C 40 960 217 605 216), siendo lo que resta impago y el interés del préstamo inicial avanzado de buena fe a la Compañía Minera Intergaláctica de Psiclo, de sesenta billones de créditos galácticos (C 60 000 000 000 000), y pagado por transferencia del Banco Galáctico a la orden de la dicha Compañía Minera Intergaláctica en la cuenta del gobierno imperial de Psiclo, siendo, en su totalidad, el pago por la compra de dicho planeta "Tierra, sistema solar, universo dieciséis."
Dries Gloton
Gerente de sucursal
_______________ (Firmado y sellado)
»El Banco Galáctico. Balor, sistema Batafor. Oficinas centrales del Sector 4. Universo dieciséis».
—¿Y cuáles serían los «términos satisfactorios» para su liberación?
—¡Oh! —dijo volublemente Dries Gloton—. Un pago de cinco billones inmediatamente y algún arreglo como de quinientos mil millones mensuales. Eso podría arreglarlo. Verá, legalmente, un préstamo completo debe satisfacerse de inmediato si se han dejado cuotas impagadas. ¡De modo que ya verá qué fácil es tratar con el banco, porque podríamos pedirle la inmediata satisfacción de la totalidad de la deuda! Realmente somos sus amigos, ¿sabe? Siempre nos enorgullecemos no sólo de nuestra honestidad e integridad, sino también de las relaciones con nuestros clientes.
¡Cinco billones!, pensó Jonnie. ¡Quinientos mil millones por mes! Sólo tenían dos mil millones. No tenían industria o ingresos. Ningún recurso que pudieran extraer del suelo alcanzaría el monto necesario en ese período.
Dries vio a través de su consternación bastante bien disimulada.
—¡Tendrían toda una semana! Es muy liberal.
—Y tan pronto como esta conferencia decida el destino de Schleim —dijo Jonnie—, y la relación con los otros combatientes…
—¡Pues entonces el planeta tendrá un título claro! —contestó Dries, triunfante—. Y podrá arreglar la reunión para nosotros. Podremos entregar este papel y todo quedará arreglado.
—El gobierno ganador —explicó lord Voraz— tendría días para discutirlo y ver de dónde va a sacar el dinero.
—¿Y ustedes no podrían prestárnoslo? —preguntó Jonnie.
—¡Oh, no, por desgracia! Ya lo hemos prestado.
—¿Y quién podría comprar este planeta? —inquirió Jonnie.
—Bueno: cualquiera de los combatientes se alegraría mucho de tenerlo. Ellos, a diferencia de ustedes, tienen industria, crédito y beneficios colaterales.
—De modo que después que ganemos esta guerra, si la ganamos, podremos perder el planeta, incluso a manos de los tolnepas —repuso Jonnie.
—Bueno —dijo Dries Gloton con un expresivo gesto de la mano—: El banco es el banco. Los negocios son los negocios.
Stormalong, echado sobre un escritorio de la sala de operaciones, fue arrancado del profundo sueño del agotamiento. Aturdido a causa de días enteros dirigiendo los combates, se alarmó al ver a Jonnie.
—¡Despierta! —decía Jonnie con urgencia. Trataba al mismo tiempo de producir alguna reacción en la comunicadora budista, Tinny.
—¿Qué pasa? —preguntó Stormalong—. ¿Han empezado a atacar otra vez?
—¡Peor! —exclamó Jonnie—. ¡Esos hombrecitos grises…! ¡Tinny, por favor, despierta!
La mujer estaba casi sin sentido después de días de comunicación de combates, sin dormir.
Jonnie había despedido a los invitados con reverencias. Había caminado por la explanada donde ya había anochecido. ¡Mac Adam! Sabía que tenía que encontrar a Mac Adam, del Banco Planetario Terrestre en Luxemburgo, y que tenía que encontrarlo rápido. No iba a arreglar ninguna reunión con el gobierno, pero sí arreglaría una reunión con alguien que conociera los negocios bancarios. Tinny estaba despertando.
—¡Mac Adam! —gritó Jonnie—. ¡Consiga a Mac Adam!
—¿Qué pasa? —preguntó Stormalong. Por lo general, Jonnie era bastante frío y tranquilo—. ¿Qué puedo hacer?
Jonnie le entregó un par de discos, la grabación de la cena.
—Haz duplicados de eso. Es una cena.
Para Stormalong aquello no tenía sentido, pero fue hasta el duplicador de discos y los pasó.
Tinny estaba tratando de despertar a Luxemburgo, canturreando medio dormida las llamadas en pali.
—Si está llamando a Luxemburgo —explicó Stormalong—, se han ido todos. —Después comprendió que Jonnie no tenía ni idea—. Es Rusia —explicó Stormalong—. La gente de Singapur fue allá y no pueden acercarse al lugar. Está todo ardiendo.
Jonnie no comprendía. ¿Una base subterránea en llamas?
—Tú has estado allá —dijo Stormalong—. No sé por qué, pero tenían un material, una cosa negra e inflamable, junto a las puertas de entrada, del lado de fuera. ¿Sabes qué era?
¡Carbón! La base rusa había estado apilando carbón para el invierno.
—Es carbón —dijo Jonnie—. Una roca negra que arde. —Bueno: quienquiera que haya construido esa base lo hizo encima o debajo de una mina de este material y durante los combates debe haberse incendiado. El equipo de Singapur no pudo acercarse. Eran muy pocos y no tenían bombas mineras, y aun si las hubieran tenido, tampoco había agua cerca. Pidieron ayuda. Para acercarse a la base, tenían que apagar el fuego. Luxemburgo era la única zona defensiva que no fue atacada y allí tienen tanques volantes. Hace unas dos horas llenaron esos tanques y volaron a Rusia. No tenemos más informes sobre la suerte de la base rusa. Y en Luxemburgo no queda equipo de defensa.
—¡Pero el Banco Planetario Terrestre tendrá una radio! —repuso Jonnie.
—Sí —asintió Stormalong, dudoso—, pero a esta hora de la noche, no creo que haya nadie. No son parte de la red defensiva.
—Entonces tendré que ir —sugirió Jonnie—. Los aviones que queden…
—¡Un momento! —prorrumpió Stormalong—. Tengo órdenes directas de sir Roberto de que tú te quedas aquí.
—Pero Mac Adam no puede venir si no hay pilotos. ¿No queda ni uno en Luxemburgo?
—Ni uno.
Jonnie estaba desesperado.
—Bueno: por qué no sacar un piloto de Edimburgo y…
—No es posible —adujo Stormalong—. Han llegado allá y la confusión es terrible. Se ha derrumbado toda la red de túneles que hay bajo el peñón. No se puede entrar para ver si queda alguien con vida en los refugios. Han conseguido mangas y equipo atmosférico para insuflar aire para los supervivientes y están sacando excavadoras de Cornwall. Pero necesitan los pilotos como operarios de máquinas. No creo que pudiera persuadir ni siquiera a uno…
—¿Tienes un avión aquí?
—Por supuesto. ¡Tengo cinco! ¡Pero tú no puedes irte!
La mujer se apartó del micrófono.
—Nada. Nadie contesta en la mina ni el banco de Luxemburgo. Después de todo, son las dos de la mañana.
—¡Me voy! —decidió Jonnie.
—¡No! —gritó Stormalong.
—¡Entonces ve tú! —repuso Jonnie.
Stormalong pestañeó. Después de todo, había disfrutado de un par de horas de breves siestas.
—Tendrás que manejarlo todo aquí —dijo—. Estar en el aire y en ese micrófono al mismo tiempo si tienes que defenderte.
—Me llevaría a Tinny y maniobraría toda la red desde el avión —explicó Jonnie—, si tuviera que levantarme y pelear. ¡Pero no es allí donde está la lucha! ¡Está aquí, con esos hombrecitos grises! ¿Puedes mantenerte despierto hasta llegar a Luxemburgo?
Stormalong se encogió de hombros y asintió.
—Muy bien —dijo Jonnie—. Te llevas esas copias que has hecho de la cena, vuelas a Luxemburgo y encuentras a Mac Adam. Tráelo. Dile que yo he dicho que es vital que vea las grabaciones ahora mismo. Y tiene que encontrar la manera de manejar una deuda. Dile eso.
—¿Una deuda? —preguntó Stormalong.
—Sí, una deuda. Y si no la pagamos o encontramos una solución, hemos perdido esta guerra. ¡Aun cuando la ganemos!