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—Vamos a África-dijo Jonnie.
El doctor Mac Kendrick, algo sorprendido, levanto la mirada de su tarea, que consistía en retirar la escayola del brazo de Thor.
Todos los escoceses heridos, salvo Thor, se habían ido del hospital subterráneo. El brazo de Thor había tenido que ser nuevamente fracturado y arreglado, pero ahora estaba bien y una vez ido Thor el hospital quedaría vacío, salvo por Jonnie. El doctor Allen había regresado a Escocia a cuidar de sus pacientes y el doctor Mac Kendrick había estado pensando en imitarle.
Mientras terminaba de romper la escayola, el doctor Mac Kendrick preguntó:
—¿Vamos?
—Sí —dijo Jonnie—. Usted se dedica a huesos, pero es también neurocirujano. Creo que es así como lo llaman.
El doctor Mac Kendrick miró al joven alto, de pie y apoyado en su bastón. Le gustaba ese joven. Le gustaba mucho. En ese momento un médico joven y competente cuidaba de sus pacientes en Escocia y supuso que el arreglo podía prolongarse. Había pensado que le vendría bien tomarse unas pequeñas vacaciones antes de retomar sus instrumentos en la cueva de Aberdeen. Pero ¿África?
Thor flexionaba el brazo, con aspecto complacido. Mac Kendrick le explicó detalladamente los ejercicios que debía hacer para evitar que el músculo se atrofiase. Éste parecía realmente un trabajo bastante bueno.
Jonnie le hizo señas y Mac Kendrick lo siguió hasta la habitación que Jonnie usaba como oficina. Había una vieja mesa de quirófano cubierta de papeles, fotografías y libros.
—Necesito algunos psiclos vivos y muertos —dijo Jonnie. De pie en el vano de la puerta, Thor rió:
—No creí que tuvieses problemas con los muertos. Alrededor del complejo hay cerca de mil.
—Lo siento —repuso Jonnie—. Los arrojaron dentro de un pozo minero de una milla de profundidad y el pozo es tan inseguro que sería un riesgo entrar. Me he pasado toda la última semana buscando psiclos muertos.
—Están los Chamco —indicó el doctor Mac Kendrick.
—Otra vez, lo siento —dijo Jonnie—. Por alguna razón sólo por ellos conocida, el Consejo los hizo quemar.
—¿Y cuál es exactamente el problema? —preguntó Mac Kendrick.
—¿Se ha detenido alguna vez a pensar por qué la Compañía Minera Intergaláctica enviaba los cadáveres a casa? No quieren que haya por ahí psiclos muertos.
—El pastor cortó en trocitos la pareja que encontramos en el avión —explicó Thor.
—Él no estaba buscando lo que busco yo —dijo Jonnie.
El doctor Mac Kendrick sonrió.
—Las autopsias de psiclos muertos. Jonnie, el día que no me sorprenda con algo no será para mí un día completo.
Estaba refiriéndose a un incidente que se había producido una semana atrás, cuando estaba suturando la mejilla de Jonnie: la aguja estaba algo embotada y el reflejo de Jonnie había sido levantar la mano derecha y sujetarle la muñeca para detenerlo.
Mac Kendrick se había sentido algo apenado por lo del brazo y la pierna; temía haber dañado algo al operarlo. Pero el súbito movimiento del brazo y la mano le había dicho que el asunto consistía simplemente en restablecer las conexiones más que en un daño físico. Jonnie había tratado de volver a hacerlo voluntariamente, pero no le fue posible.
—Debe de ser como aprender a mover las orejas —había dicho—. Todo lo que tienes que hacer es descubrir cuáles son los músculos adecuados y cómo moverlos.
Mac Kendrick suponía que en realidad debía quedarse allí y ayudar a Jonnie a recobrarse.
—Bueno —dijo, motivado más por la posibilidad de ayudar a Jonnie que por un interés real en hacer la autopsia de psiclos muertos—: Supongo que podría ir. Pero ¿por qué a África?
Jonnie sonrió e hizo señas a Thor para que se acercara más.
—¡Allí hay una mina psiclo intacta, en funciones!
Thor quedó atónito.
—¿Es que fallamos?
—No es una mina completa. Es un ramal de la mina central que está cerca de lo que solía llamarse lago Victoria. Aquí —y señaló el lugar en el mapa—. Más hacia el oeste, metida en la jungla, había… hay una mina de tungsteno. A los psiclos los enloquece el tungsteno. —Y trazó un círculo en torno a la zona—. Todo esto es jungla. En las fotografías se ve como árboles altos, muy altos, que forman como un paraguas. Miles de años de crecimiento. Un vuelo de reconocimiento no puede siquiera penetrar en esa vasta zona de pantano. Para elegir los blancos nos basamos en los mapas de los vuelos de reconocimiento, y sí, fallamos. Apuesto a que siguen allí, escuchando esa extraña charla en el planetario del piloto y manteniendo sus peludas cabezas psiclo inclinadas, mientras esperan la oportunidad de actuar. Thor sonrió. —Es algo siniestro, Jonnie. Bajamos y los matamos sólo para conseguir unos cadáveres.
—No sólo quiero cadáveres, sino también psiclos vivos. En cada mina hay de uno a seis ingenieros graduados.
—¿Y qué se supone que mostrarán las autopsias? —preguntó Mac Kendrick.
—No lo sé —repuso Jonnie—. ¿Cogerá sus escalpelos y vendrá?
—Usted no me lo dice todo —indicó el doctor Mac Kendrick.
—Bueno, en realidad no —contestó Jonnie—. Esto es muy secreto. Diremos que vamos a hacer una gira por varias tribus. Y si vienes tú, Thor, puedes incluso visitar alguna y fingir que eres yo, como lo hacías en el filón.
—Esto suena muy misterioso —notó Mac Kendrick.
—Lo es —asintió Jonnie.
A Jonnie no le había gustado cómo iban las cosas con el Consejo. Estaba promulgando montones de leyes —era imposible mantenerse al tanto—, y no lo invitaban más.
—¿Y está tratando de descubrir…? —preguntó Mac Kendrick.
—Por qué se suicidaron los Chamco —dijo Jonnie. Y también por qué no estaba haciendo ningún progreso en su intento por desentrañar las matemáticas del teletransporte. Hacía ya una semana que daba vueltas y vueltas sin llegar a parte alguna. No sabía exactamente qué buscaba, pero fuera lo que fuese tenía que estar allí.
—Entonces, ¿África? —repitió Jonnie.
—África —dijo Thor.
—Bueno, África —asintió el doctor Mac Kendrick.