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JUEVES, 11 DE MARZO DE 2010

—¡¿Realmente es necesario todo esto?!

En esta ocasión no hubo ningún desfile de coches de la policía en la calle Livboj. Ulf Karlkvist no quiso ni escuchar cuando Ing-Marie lo llamó; sin embargo, había mandado allí a Anna Eiler, que en ese momento estaba hablando con Klara Hunnevie en la puerta. Detrás de ella estaban Patrik Morrelli y un técnico de la policía vestido de azul, con un maletín en una mano y un espray en la otra.

—No están obligados, pero facilitaría mucho las cosas que pudiéramos entrar un momento —dijo Anna.

Julia, Ing-Marie y Flash estaban junto al seto de la casa, mirando. Anna no los había echado de allí, pero advirtió al trío de que no podían entrar en el jardín.

—Tú ni siquiera habrías estado aquí de no haber sido por nosotras —le contestó Ing-Marie con acritud.

—¿Qué lleva en el espray?

Ing-Marie se dio la vuelta y vio a la vecina anciana, Anna-Maj Hansson, detrás de ella.

—Luminol —contestó Ing-Marie en voz baja.

—Lo utilizan todo el tiempo en «CSI». Es una serie de televisión americana. Se rocían con una solución de luminol y peróxido de hidrógeno los sitios donde se sospecha que hay restos de sangre. Aunque las manchas visibles se hayan limpiado aún queda hemoglobina. Cuando uno la mira a través de una lámpara especial, la hemoglobina funciona como un catalizador. Entonces la sangre limpiada se ve en forma de luz azul.

Anna-Maj Hannson parecía asombrada. Julia reía encantada.

—¿No te parece que has visto demasiada tele? ¿Eh?

Ing-Marie se sonrojó. No respondió.

Permanecieron en silencio observando cómo la conversación entre Klara Hunnevie y Anna Eiler se volvía cada vez más tensa. La mujer embarazada gesticulaba, mientras la otra, desarmada, ponía las manos en alto.

—No entiendo por qué no dejan a esa pobre gente en paz —dijo Anna-Maj Hansson.

Ing-Marie no contestó. Julia murmuró algo inaudible. Al final, parecía que Klara Hunnevie se resignaba. Permitió que el técnico y la policía entraran en la casa y cerró la puerta.

—Ahora empezará el espectáculo —dijo Ing-Marie dando un empujón a Janne Flash, quien preparó su cámara.

Anna-Maj Hansson suspiró y se dio la vuelta.

Julia e Ing-Marie se quedaron esperando. La espera duró menos de cinco minutos. Luego se abrió la puerta y el técnico se alejó cabizbajo. Anna y Patrik se fueron con paso lento un par de segundos después, y Klara salió enseguida detrás de ellos, triunfante.

—¡Esta es la última vez que me acusáis! La próxima vez que queráis poner un pie en mi casa ya podéis traer una orden de registro. ¡¿Me habéis oído?!

Pegó un portazo al mismo tiempo que los policías llegaron donde estaban las dos periodistas y Janne Flash.

—Supongo que el luminol no ha descubierto nada —dijo Julia en voz baja.

Anna le clavó la mirada con unos ojos que ardían de rabia.

—La próxima vez que vosotras, policías aficionadas, creáis que habéis encontrado al asesino podéis iros con vuestras teorías a otra parte. ¡Dejadnos a los policías profesionales hacer el trabajo!

—¡Lo habéis hecho estupendamente hasta ahora! —soltó Julia a sus espaldas cuando Anna se alejaba.