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«Ojalá Julia no se entere de esto», pensó Anna cuando pulsó el altavoz del teléfono para cortar la comunicación con la mujer que había llamado del Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Linköping para informarle de las novedades del caso de Elisabeth Hjort. Patrik Morrelli estaba sentado enfrente de ella, tomando notas.
—Siento haberme perdido el principio. ¿Qué ha dicho de la nota de despedida?
—Que no es ni habitual ni raro, ha sido una respuesta preliminar.
Anna resopló y le sonrió brevemente.
—¿Es que nunca ves series de policías en la tele?
—¿Estás de broma? Me cabreo. Si esto hubiera sido una serie, algún obseso de la informática, aquí en la comisaría, ya habría conseguido comprobar desde hace varias semanas que justo ese papel procedía de un tipo de madera especial que sólo crece en Herrljunga y que el papel se había prensado con una máquina concreta con una presión concreta un día concreto. Luego ese cerebrito habría conseguido rastrear la compra con una tarjeta de crédito que conducía a una dirección determinada que a su vez conducía hasta el asesino…
Patrik negó con la cabeza.
—No, yo prefiero «Bob el Constructor». Me temo que me volvería tonto de remate si viera series de policías.
—¿Y con «Bob el Constructor» no te vuelves tonto?
—No tanto.
Se callaron y miraron sus notas.
—En realidad, de todo lo que ha dicho sólo hay una cosa interesante —dijo Anna.
Patrik asintió.
—Eso mismo he pensado yo. ¿La ausencia de estrés?
Anna se chupaba el labio inferior mientras daba vueltas al bolígrafo entre los dedos.
—Así pues, se puede constatar que Elisabeth no estaba estresada cuando escribió la carta de despedida. No hay en su letra ningún trazo brusco ni ninguna otra cosa que revele nerviosismo. Es decir, que nadie la obligó a escribirla —añadió.
—La cuestión es saber si se trata realmente de una carta de despedida. ¿Qué dices tú? ¿Damos un paseo hasta la casa de Klas Hjort para intentar aclararlo?
—No me parece mal.
Ya se habían levantado para salir cuando vieron que Ulf Karlkvist venía echando chispas por el pasillo.
—Vamos a ver a Hjonåker —dijo—. Ahora.