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Antes de desaparecer había estado dos semanas de baja. A juzgar por las fotos, Elisabeth Hjort debería haber cogido la baja mucho antes.

Julia cogió una fotografía de la familia y observó a los hijos de la mujer asesinada. Sabía que los niños tenían cuatro y siete años, pero la fotografía que tenía en las manos debía de haber sido tomada antes. Seguro que precisarían buena parte de su energía. Se fijó en el mayor. Erik. Un rubiales con la pelambrera del padre y los ojos castaños de la madre. Su hermano pequeño, Elias, también tenía los ojos castaños, y además había heredado el pelo castaño y rizado de su madre. «¡Qué niños tan guapos!», pensó con la esperanza de que no fuera Klas Hjort el que había asesinado a su mujer. Sería trágico que perdieran a sus dos padres.