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LUNES, 4 DE ENERO DE 2010
Puse la mesa cerca de la ventana: una taza, un vaso de zumo de naranja, y coloqué pan, queso y embutido. Me senté, y contemplé una ciudad dormida con las ventanas llenas de candelabros de Adviento y estrellas de Navidad antes de abrir el periódico del día. Leí sobre el hallazgo del cadáver de Elisabeth Hjort mientras tomaba el café de la mañana. Me imaginé que era mi padre quien estaba allí, en vez del cuerpo que apenas se podía distinguir en la foto. Me lo imaginé atrapado en el hielo, mirando fijamente con los ojos blancos y brillantes a través del bloque helado.
Mi padre tenía miedo al agua. Evidentemente alguien le había hecho una aguadilla de pequeño y después no aprendió nunca a nadar.
El agua estaría bien.
Sí, podría ahogarle.
Me levanté de la mesa y me acerqué al ordenador. Abrí otra ventana y empecé a leer.
Según el registro de la Dirección Nacional de Salud y Bienestar Social, en Suecia mueren ahogadas doscientas cincuenta personas al año. De ellas, poco más de cien mueren en accidentes, y el resto en casos no aclarados o intencionados.
Vi a mi padre en el agua. Sólo se le veía el pelo fino y gris de la nuca, estaba de espaldas, con la cara bajo la superficie del agua.
Me puse de buen humor. Me acerqué a la cafetera y llené la taza, eché un poco de leche y bebí un buen sorbo antes de volver al ordenador, busqué mi cuaderno de notas y seguí leyendo al tiempo que escribía.
Anotaciones en el cuaderno de las magdalenas del 4 de enero:
1. El ahogamiento provoca la muerte por la falta de oxígeno, que causa la penetración de agua en las vías respiratorias y en los pulmones.
2. La penetración del agua en las vías respiratorias provoca una contracción refleja de estas; no hay intercambio de oxígeno y dióxido de carbono, aumenta la cantidad de dióxido de carbono en la sangre y se produce la pérdida de conciencia. Cuando la contracción refleja cede, el agua llena los pulmones y uno muere.
3. Uno puede morir aun cuando no entre agua en los pulmones. En ese caso la falta de oxígeno provoca una parada cardiaca.
4. Hay diferencias entre ahogarse en agua dulce o en agua salada. En agua dulce se llenan los pulmones, lo cual conlleva un aumento de la presión de la sangre, un aumento del volumen de sangre en la circulación y en ocasiones alteraciones del ritmo cardiaco.
El ahogamiento en agua salada provoca la muerte por asfixia.
Asfixia, parada cardiaca. Eso sonaba bien.
Continué la búsqueda en el ordenador. Encontré un curioso artículo en la página web de Discovery Channel. Aparecía junto a un documental que por desgracia no se podía ver fuera de Estados Unidos. Se titulaba: «Las tres maneras más agradables de morir».
Abrí la lista y vi el ahogamiento en el primer lugar. Leí lo que decía en una entrevista uno de los supuestos expertos:
«Ahogarse debe de ser la manera más bella de morir», afirmaba en el artículo.
Deseché la idea de ahogar a mi padre tan deprisa como se me había ocurrido.
Miré la hora de reojo, me levanté, tiré el resto del café y empecé a prepararme.
Cuando ya estaba en la ducha sentí curiosidad por saber cuáles serían la segunda y la tercera en la lista. «Tengo que volver a encontrar esa página», pensé. Tomar nota de todas las alternativas para no emplear ninguna de ellas.
Él no iba a morir de una manera bonita.