VII
¿Habéis localizado al muy cabrón?
No, jefe. Perdimos la pista en la calle Eastbourne.
Anderson permaneció absortó hasta que se levantó de la butaca de cuero.
Si aparece, traedlo de inmediato. No admito ovejas descarriadas, y menos a aquellas que deciden por su cuenta.
Sí, jefe.
¿Lo tenemos todo preparado para mañana?
Claro, jefe. A las siete y media es noche cerrada y la calle está realmente mal alumbrada. Calculamos que a esa hora el agente que vigila la entrada a la tienda habrá terminado con la ronda por lo que tendremos vía libre para poner patas arriba el lugar.
Muy bien. No quiero que quede rincón alguno sin vaciar. El imbécil del matasanos tuvo que acudir por algo a la tienda y no solo para mantener una interesante conversación con el viejo. Lo quiero todo revisado.
¿Alguna otra orden, jefe?
Si os topáis con alguien, matadlo y deshaceos del cuerpo en el Támesis. No quiero testigos indeseados. ¿Entendido?
Alto y claro, jefe.
Espero que esté todo terminado para las nueve. Hora y media es más que suficiente para rebuscar en toda la puñetera tienda. En cuanto terminéis, volved a la fábrica con lo que hayáis encontrado. Estaré esperando.
El jefazo ¿también estará esperando a ver lo que encontremos?
Esperaba que no. Cada vez que posaba la vista en ese, le recorría el cuerpo un abrumador escalofrío. Esa mirada...
No es asunto tuyo; pero, no. Tiene planes.
Si no se equivocaba, el alivio no solo le llenó a él, también a las dos comadrejas que le iban a acompañar el día siguiente.
Sabía que debía preguntar ya que al jefe no le gustaba dejar pingajos al azar.
Jefe ¿y si surge alguna incidente o cosa inesperada?
¿Como por ejemplo?
No sé, jefe, cualquier cosa.
Parecía que en vez de contestar iba a insultarle con las palabrotas a las que ya estaba prácticamente acostumbrado.
Lo dejo en tus manos. Pero no te equivoques, no se te ocurra errar con aquello que decidas o tu lengua dejará de llenarte la boca.
La contestación no le sorprendió, pero le alarmó. Creía capaz de cualquier cosa al animal que tenía por jefe.