IX
Llevaba un par de horas apostado en la esquina situada frente a la tienda del viejo, pero no se decidía a entrar. El miedo le paralizaba.
Un viejo colega había acudido a su escondrijo para avisarle de cuándo podría localizar al librero en la pequeña tienda, pero notaba un hormigueo en la nuca. Un maldito hormigueo que no tenía ni idea de lo que podía significar. Quizá que le estaban siguiendo. Desde la muerte de Jonah veía fantasmas por todas partes.
Decidió lanzarse. Ahora o nunca. Cruzó la embarrada calle y antes de entrar atisbó por la pequeña ventana desde la que se veía todo el interior. Ahí estaba el viejo. Solo.