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El traductor de la mencionada obra M. L. V. Angliviel de la Beaumelle, refiere en una nota que un soldado francés observó a dos paisanos que estaban dando resina a las maderas de una estancia, y que no comprendiendo el objeto, se figuró que se entretenían en pintarla. Llamó a sus camaradas, y se pusieron todos a contemplarlos sin disparar un tiro; pero advertidos los paisanos por sus risadas del riesgo que les amenazaba, trasladaron su taller de pintura a otra parte para ocultarse de la vista y balas de semejantes curiosos. ↵