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Este mentirón corre parejas con los sesenta mil prisioneros españoles, que anunció Bonaparte en el Diario diez de su ejército, que dio tanto que reír a las personas sensatas de París. Este torpe y abominable estilo de mentir lo descubre desde luego una vergonzosa contradicción en solas dos líneas, porque, si el marqués de la Romana se rindió prisionero al frente de las tropas, no pudo embarcarse sólo con los ingleses. Es también digno de notarse que no se hable de Napoleón, ni de su permanencia en Madrid, ni de las proclamas que indefectiblemente hubiera hecho circular por toda España. ↵