XVIII
Tan pronto como Krishna dejó la corte, Duryodhana les dijo a sus amigos y hermanos:
—Krishna está volviendo a Yudishthira sin haber logrado el objetivo que le trajo aquí y está muy enfadado conmigo. Seguro que incitará a los pandavas a luchar contra mí. Bhima y Arjuna ya están ansiosos de guerra. Yudishthira tomará en consideración las palabras de Krishna, y por supuesto Bhima y Arjuna. Yo les maltraté durante los últimos años y ahora tienen de su lado a Virata y a Drupada, que son amigos de los pandavas por dos razones: porque son sus parientes y porque también les hostigué en el pasado; todos ellos estarán deseando la guerra. Dussasana y Radheya, por favor, apresuraos y haced inmediatamente los preparativos para la guerra. Por favor, anunciad a las tropas que mañana tienen que salir de Hastinapura.
A la mañana siguiente el ejército de los kurus comenzó su marcha hacia Kurukshetra.
La larga noche había acabado y Duryodhana, por la mañana temprano, fue a inspeccionar el ejército. Tenía muchos amigos que se habían puesto de su lado para morir por él. Estaban:
Kripa, Drona, Salya, Jayadratha, Sudakshina, Kritavarma, Aswatthama, Radheya, Bhurisravas, Sakuni, Bahlika y Somadatta. Estos eran los héroes que habían sido asignados para dirigir cada akshauhini. Había un magnífico orden de batalla.
En medio de los reyes que se habían reunido, Duryodhana se aproximó a Bishma. Fue y se detuvo ante él con las manos juntas. Después de saludarle, le dijo:
—Mi señor, mira a este ejército, encaminándose hacia Kurukshetra como una gran hilera de hormigas. Este ejército necesita a un comandante capacitado, ¿cómo podría siquiera soñar en otro comandante teniéndote a ti para que luches por mí? Tú debes guiar a todo el ejército.
Dependo de ti para que nos guíes a través de esta gran guerra, caigo a tus pies con toda humildad. Si te conviertes en el comandante de mi ejército, no tengo nada que temer. Por favor, acepta ser el comandante.
Bishma le miró a él y a todos los reyes que esperaban sus palabras, diciendo:
—Hijo mío, me siento gustoso de hacer lo que deseas, pero debo decirte esto: los pandavas me son tan queridos como tú, no trataré de matar a los hijos de Pandu; sin embargo, lucharé con mi máxima habilidad. Destruiré al ejército de los pandavas a un ritmo de diez mil por día. No hay nadie que me pueda igualar en todo este mundo, excepto Arjuna. El es muy superior a mí y es el único que puede vencerme o matarme, también hay otra condición que tienes que cumplir si quieres que mande tu ejército. Tienes que elegir entre si lucharé yo o Radheya. El y yo no nos llevamos bien, siento decírtelo, pero quiero evitar desavenencias posteriores.
Duryodhana no sabía qué hacer o qué decir, esto no era la corte, donde podía ofenderse y marcharse. Tuvo que callarse. Radheya le salvó la situación, sonrió a su querido amigo y le dijo:
—Duryodhana, por favor, no te preocupes, no me siento ofendido en lo, más mínimo. Al contrario, me siento muy feliz, te prometo que no lucharé mientras Bishma esté vivo. Cuando muera, entraré en el campo de batalla y lucharé por ti. Yo tendré el placer de matar a Arjuna ya que tu abuelo ha decidido no matar ni herir a ninguno de los pandavas.
Bishma recibió el baño de la coronación y en medio de grandes celebraciones fue coronado como comandante en jefe del ejército kuru. El ejército emprendió su marcha hacia Kurukshetra.