XIV
Los pandavas se pusieron en camino hacia los valles, despidiéndose de todos los rishis del ashram y sus alrededores. La partida de la gran montaña fue la parte más dura y se volvían una y otra vez para ver la gran montaña llamada Gandhamadana. Lomasa volvió a Amaravati después de desearles parabienes. Yudishthira sintió mucho que se fuera, porque había sido muy feliz en su compañía y había aprendido mucho de él. Los pandavas cruzaron la famosa montaña Prasravana y llegaron a Kailasa, sintiendo como si se hubieran encontrado con un viejo amigo y luego fueron al ashram de Vrishaparva donde pasaron una estancia muy agradable.
Un día Bhima se había ido de caza, andando de aquí para allá, cuando de repente se encontró con una serpiente pitón de tamaño increíblemente grande. El no había visto nunca algo parecido y antes de que se diera cuenta de que estaba en peligro, la serpiente le había atrapado. En el momento en que la pitón tocó su cuerpo, Bhima sintió que toda su fuerza le abandonaba y enroscándosele le tenía sujeto. Toda la inmensa fuerza de Bhima no le valió contra la presión atenazante de la serpiente y estaba sorprendido por aquel reptil. Bhima dijo: —¿Quién eres?, ¿qué tratas de hacer conmigo? Yo soy Bhima, el pandava, el hermano de Yudishthira y he vencido a muchos leones, tigres y elefantes, matándoles sin esfuerzo. Pero tú me sorprendes, ¿qué fuerza especial tienes que puedes vencerme incluso a mí?
La pitón, sosteniéndole firmemente entre sus anillos, le dijo:
—Tengo hambre, ha sido una suerte que llegaras en el momento adecuado. En cuanto a mi identidad es una larga historia. Soy un gran rey que está aquí con esta forma en la tierra por una maldición, esperando la liberación. —La pitón se detuvo por un momento y luego continuó su historia:El nombre del rey Nahusha debe haber llegado a tus oídos. Yo soy Nahusha. Una vez, borracho de poder, en mi arrogancia insulté al sabio Agastya y él me maldijo a estar en la tierra en la forma de una serpiente pitón. Me arrojó de los cielos y aquí he estado desde hace no sé cuánto tiempo, cumpliendo mi penitencia. El sabio Agastya me dijo: "Deberás permanecer en la tierra durante mucho tiempo. Un día el rey Yudishthira, de la raza lunar, será tu salvador." He perdido la memoria y sólo recuerdo esto. El sabio dijo que este rey podría contestar todas mis preguntas sobre ética y que vendría cuando tuviera entre mis anillos al hombre más fuerte de la tierra. Quizá tú seas el hombre más fuerte de la tierra y el hermano de Yudishthira. Quizás haya llegado el momento de mi liberación. Fíjate en mi destino, me complaces y, sin embargo, tengo que matarte aunque no quiero, tengo que hacerlo porque es parte de mi maldición.
Bhima fue tocado por las palabras de Nahusha. Estaba apenado por el monarca caído y le dijo:
—No estoy enfadado contigo en lo más mínimo, sólo siento tener que morir así. Hubiera deseado morir como un kshatrya y no como una bestia. No siento morir, pero siento dejar a mis hermanos cuando tanto me necesitan. Dependen de mí para ganar la guerra, una guerra que es inminente. Por supuesto está Arjuna, él es mi otro hermano y ahora es un maestro excepcional en todas las artes de guerra, habiendo conseguido todos los astras. divinos de los dioses. No importa si muero, mi hermano todavía puede ser el señor del mundo. Mi Draypadi y mi madre me echarán de menos y mis hermanos que me quieren lamentarán mi muerte, siento dejarles a todos y morir, pero no le tengo miedo a la muerte. Sin embargo odio tener que morir antes de cumplir mi promesa a Draypadi de que rompería los muslos de Duryodhana y de que me bebería la sangre de Dussasana. No importa, no se puede vencer al destino.
Bhima estaba firmemente agarrado por los anillos de Nahusha y no podía moverse.
Nahusha tampoco quería matarle, pero tenía que hacerlo. Estaba tratando de convencerse a sí mismo para hacer esta obra tan desagradable.
Yudishthira vio algunos malos augurios y preguntó a todo el mundo dónde estaba Bhima. Draypadi le dijo que Bhima se había ido de caza y que había pasado mucho tiempo, Yudishthira se preocupó y salió en su busca. Siguiendo sus pasos y viendo los arbustos y las ramas rotas, supo el camino que había tomado Bhima. Siguió andando y, de repente, vio a Bhima cogido en los anillos de la tremenda pitón. El corazón de Yudishthira casi dejó de latir. Estaba horrorizado por la visión. Levantó su coraje decaído y se aproximó, a los dos, preguntándole a Bhima:
—Hijo mío, ¿qué te ha ocurrido? ¿Cómo te has dejado atrapar as, í? ¿No has podido liberarte por ti mismo?
Bhima le contó todo y le dijo que su fuerza no valía de nada. Yudishthira se dirigió a la serpiente y le dijo:
—Yo no sé quién eres, pero observando tu fuerza, veo que no puedes ser una serpiente ordinaria. Nadie ha podido oponerse a la fuerza de mi hermano. Yo soy su hermano mayor Yudishthira; por favor, dime qué comida quieres. Te traeré lo que desees, pero, por favor, suelta a mi hermano, él me es muy querido.
Nahusha respondió: —Yo soy Nahusha.
Yudishthira se postró inmediatamente ante él. El nombre de su antepasado le era familiar. Era un habitante de la morada de Indra, su nombre era muy conocido en la tierra y ahora era una serpiente pitón. Yudishthira no podía creer lo que escuchaban sus oídos. Nausha le contó la maldición de Agastya y su promesa de que Yudishthira le liberaría de la maldición, y le; dijo:
—Mi única oportunidad de liberación es ahora. Tengo en mi poder; la vida de tu hermano. Si respondes todas mis preguntas sobre ética, yo liberaré a tu Bhima y tú podrás liberarme de la maldición.
Era una situación extraña. Yudishthira tenía que responder preguntas de ética, cuando la vida de su hermano estaba en juego.
—Qué así sea —dijo Yudishthira—. Trataré de contestar todas tus preguntas tan bien como pueda. —Rogó a su padre, el Dharma, para que diera claridad a su mente y le dijo: Estoy preparado para contestar tus preguntas.
Nahusha le hizo preguntas muy interesantes. La primera de ellas fue: —¿Cuál es la definición de un brahmán?
—Un brahmán —dijo Yudishthira—, es alguien que tiene estas cualidades: sinceridad, generosidad, compasión, aversión por la crueldad y capacidad para hacer tapas. Esta persona y nadie más es un brahmán.
Después Nahusha le preguntó: —¿Cuál es el conocimiento supremo? Y Yudishthira le contestó:
—Brahmán; en él no hay miseria ni felicidad: ambas son iguales para el que le conoce.
Por esto, cuando alguien alcanza el conocimiento supremo, nunca es infeliz.
Nahusha le hizo preguntas similares concernientes a la sociedad, a la división de las cuatro castas y otros puntos importantes de conducta y códigos de vida. Las respuestas eran agudas y certeras, pero también se podía ver la humildad, la extrema humildad de aquel hombre en la manera en que daba las respuestas. Yudishthira nunca dijo: "Esta es la respuesta a tu pregunta." El decía: "En mi opinión, esta parece ser la respuesta más satisfactoria." Uno sentía pedirle prestada una hoja al libro de este rey para aprender a dar opiniones de manera gentil y delicada, sin ofender al oyente. Era un gran arte el que había dominado Yudishthira, el arte de la gentileza, el deseo de no herir a nadie, ni siquiera con sus palabras.
Nahusha estaba complacido con aquel gran sabio y le dijo:
—Eres un gran hombre, eres más grande que todos los hombres sabios que me he encontrado hasta ahora. Me siento feliz de liberar a tu hermano. Después de haberte conocido, ¿cómo podría matar a tu hermano?
Yudishthira se sentía muy feliz al ver que Bhima estaba libre y estaba contento de haber encontrado a aquel rey sabio. Mientras estaban hablando, Yudishthira casi se había olvidado de que la vida de Bhima estaba en juego. Las muchas preguntas del rey eran tan interesantes y fascinantes que Yudishthira estaba disfrutando mucho. Ahora era Yudishthira quien quería hacerle muchas preguntas al sabio Nahusha, a las que él respondió con agrado. El tiempo pasó rápidamente para ambos. Entonces apareció un carro en el cielo que se posó en tierra junto al lugar donde ellos se encontraban. El rey Nahusha rompió su piel de serpiente y tomó la forma majestuosa que tenía antes de la maldición. Subió al carro tras despedirse de los hermanos y, en pocos momentos, el carro se perdió de vista. Los dos hermanos, abrazándose, volvieron al ashram con sus mentes aún sobresaltadas por aquella extraña experiencia.
Los pandavas habían pasado casi un año en el ashram de Vrishaparvan en las faldas de la montaña de Prasravana y reanudaron su viaje hacia los valles, viajaban rápidamente y pronto llegaron al río Saraswati. Cruzaron el río y llegaron a Dwaitavana, su antigua morada.
Fue allí donde Vyasa les visitó para pedirle a Yudishthira que mandara a Arjuna al norte para realizar tapas y agradar al Señor Sankara. Todo aquello parecía ahora muy lejano. Había pasado mucho tiempo, ya habían transcurrido once años del exilio. Sólo tenían que pasar un año más en el bosque y un año más disfrazados. Eran casi felices y parecían no pensar en nada más que en una cosa: la guerra que iba a ocurrir muy pronto entre los pandavas y los kurus. El rostro de Bhima se iba alegrando gradualmente, la nube se había disipado y tenía mejor aspecto. Así pasaba el tiempo para los pandavas.