VII
Sanjaya fue inmediatamente al palacio de Dhritarashtra y anunció su presencia.
El rey le dio la bienvenida con ansiedad y Sanjaya dijo: —Yudishthira se postra ante ti y se interesa por tu bienestar y el de tus hijos y amigos. Sus hermanos y Krishna están muy bien, pude sentirme muy bien en la agradable atmósfera de paz y justicia que encontré allí.
Era como el aliento dulce y limpio de las montañas. No me gusta tu comportamiento y tus palabras, tuve que hacer un trabajo muy desagradable por tu culpa; eres injusto y tus hijos son unos pecadores. A pesar de lo cual esperas gozar de esta tierra, me sorprende tu optimismo.
Le di tu mensaje a Yudishthira. Su respuesta te la daré mañana en la corte, ahora quiero ir a descansar, estoy cansado física y mentalmente. Por favor, permíteme marcharme.
Sanjaya se fue, dejando a Dhritarashtra terriblemente contrariado por las palabras que pronunció. Ansiaba conocer la respuesta de Yudishthira y el cuerpo del rey ardía como si tuviera fiebre. Trató de dormir pero no pudo, así que, desesperado, llamó a Vidura. Vidura llegó rápidamente y le preguntó por qué se le había mandado llamar. La condición en que se encontraba el rey era realmente lamentable, y dijo:
—Vidura, Sanjaya ha vuelto de Upaplavya, me dirigió palabras muy duras y se fue sin darme siquiera una pequeña indicación de la respuesta de Yudishthira. He tratado de dormir, pero no puedo, tú eres mi único amigo y me has amado a pesar de todas mis faltas. Debes consolarme y hacerme dormir; no puedo dormir.
Vidura dijo:
—Mi señor, hay cinco tipos de personas que no pueden dormir. Un hombre que desea la mujer de otro, no puede dormir. Un ladrón no puede dormir. Un hombre que ha perdido toda su riqueza o uno que piensa que perderá toda su riqueza no puede dormir. Un hombre fracasado no puede dormir, ni tampoco el débil oprimido por otro más fuerte. Espero que ninguna de estas descripciones te encajen. Seguramente la codicia y la avaricia no son cualidades que se pueden hallar en ti.
A Dhritarashtra ya no le resultaba extraño el sarcasmo de las palabras de Vidura.
Comprendió la perspicacia de su hermano y le dijo:
—Por favor, dime cómo puedo dormir.
Vidura le sonrió con compasión matizada de escarnio y le dijo:
—Mi señor, ¡no has podido dormir durante los últimos años! Desde el momento en que los pandavas, conducidos por los rishis de Satasringa vinieron a Hastinapura, no has podido dormir. Incluso tu insomnio viene de más atrás. Recuerdo que el día en que nació tu hijo Duryodhana, me llamaste a tu presencia y me preguntaste: "He oído que mi hermano Pandu ha tenido un hijo. ¿Crees que habrá problemas por la herencia del trono debido a esto?" Desde aquel día, los celos se han hospedado en tu corazón y no te dejan reconciliar el sueño. Desde hace muchos años, he estado tratando de transmitirte sentimientos de justicia, pero eres un pecador y has sido responsable de los sufrimientos de los pandavas, como lo serás de la inminente destrucción de los kurus. ¿Cómo puede dormir un pecador como tú?
"Yudishthira siempre te ha tenido el respeto que se le debe a un padre y te considera como su padre. Pero tú siempre te has portado con él como un ladrón. No me sorprenden tus sufrimientos. Me pides que te diga cómo puedes dormir: Si decides devolverle a Yudishthira su reino, podrás dormir como un niño inocente. Por favor, hazme caso; tú no eres sabio, eres un tonto.
Dhritarashtra dijo:
—Querido hermano, dime cuáles son las cualidades distintivas del sabio y cuáles las del ignorante.
Vidura le dijo:
—Te diré cómo debe ser el sabio. Un hombre debe aspirar a los más altos ideales de la vida. Las aspiraciones de un hombre así son: conocimiento de sí mismo, esfuerzo, paciencia y constancia en la virtud. Un hombre así es un sabio. Ni la ira, ni el gozo, ni el orgullo, ni la falsa modestia, ni la vanidad pueden distraerle de su propósito. Siempre hace sus acciones pensando servir a los dos mundos. El deseo no tiñe sus acciones. Se deleita con las acciones honestas y ama el bien. Tampoco le afectan los honores ni las ofensas. Es tranquilo, fresco e inagitable como un lago en el curso del río Ganges.
"Por otro lado, también son fáciles de enumerar las cualidades del ignorante. En lo que a él respecta las escrituras son un libro cerrado. Es vano y orgulloso, y cuando quiere obtener algo, nunca duda en emplear medios deshonestos. Tiene maña para desear lo que no tiene derecho a desear y los poderosos le hacen sentir envidia. Déjame que te diga un atributo peculiar del pecado. Un hombre comete un pecado y muchos cosechan los frutos que resultan de su pecado, pero al final, ese pecado se le atribuye sólo a él, mientras que los muchos que disfrutaron de los frutos de su pecado, escapan impunes.
"Un rey sabio debe comprender el dos con la ayuda del uno. Debe controlar el tres a través del cuatro, tiene que conquistar el cinco, conocer el seis, abstenerse del siete y serfeliz.
El uno representa el intelecto, el dos el bien y el mal, el tres son: amigo, extraño y enemigo.
El cuatro son: regalo, conciliación, desunión y serenidad. El cinco son los sentidos, el sexto: pactos, guerras, etcétera, y el séptimo: mujeres, dados, caza, hablar con rudeza, bebida, severidad en el castigo y malgastar la riqueza. Esto significa que uno debería saber discriminar entre lo correcto y lo incorrecto usando el intelecto. El amigo, el enemigo y el extraño pueden ganarse por uno de los cuatro: el regalo, etcétera. Los sentidos deben estar bajo control y un rey debe saber hacer pactos y demás estrategias políticas, lo cual es esencial.
Naturalmente debe evitarse el siete, si el rey aspira a ser sabio.
"El veneno sólo mata a un hombre, del mismo modo que un arma. Pero los malos consejeros destruyen todo un reino junto con el rey y sus consejeros. El bien más alto es la justicia y la paz suprema es el perdón. La alegría suprema es el conocimiento y la felicidad suprema es la benevolencia.
"Un rey puede fácilmente llegar a ser grande con sólo dos cosas: abstenerse de hablar con rudeza y prescindir de aquellos que son malvados. Tres crímenes se consideran horribles: el robo de la propiedad de otros, ultrajar las esposas de otro hombre y engañar a los amigos.
Tres cosas destruyen el alma: la lujuria, la ira y —la codicia. Tres cosas son esenciales: proteger a un seguidor, a alguien que busca protección y a alguien que ha venido a tu morada.
"Un rey aunque sea poderoso, nunca debería consultar con estos cuatro: un hombre insensato, un hombre que se demora, un hombre indolente y un adulador. Hay cinco cosas que se deben adorar: el padre, la madre, el fuego, el preceptor y el alma. Un rey que desea ser grande debe evitar seis faltas: el sueño, la modorra, el miedo, la ira, la indolencia y la tardanza. No deben dejarse estas seis cosas: verdad, caridad, diligencia, benevolencia, perdón y paciencia. Un rey debe renunciar a las siete faltas. Ocho cosas glorifican a un rey: sabiduría, alta cuna, autorestricción, conocimientos, valor, moderación al hablar, hacer regalos con discriminación, y gratitud. Este cuerpo humano es una casa con nueve puertas, tres pilares y cinco testigos, y está presidido por el alma. El rey que conoce esto, es sabio. Estos diez no saben lo que es la virtud: el intoxicado, el distraído, el iracundo, el hastiado, el enfadado, el famélico, el afligido, el codicioso, el amedrentado y el lujurioso.
"Un hombre que no se apena cuando le ocurre una calamidad y hace, mientras tanto, todo lo que puede con sus sentidos bajo perfecto control y que soporta la miseria con paciencia, es el mejor de los hombres. Quien no guarda malicia hacia otros, sino que es amable con todos, quien no habla con arrogancia y quien perdona una desavenencia es alabado en todas partes.
"Un rey que busca prosperidad deberá tomar sólo aquello que puede ser cogido y que sea beneficioso. Al igual que la abeja recolecta el polen sin destruir la flor, así debería el rey pedir las tasas a la gente sin injuriarles. Se deben coger flores, pero sin arrancar las plantas de raíz.
"Un hombre sabio debe aprender buena conducta, buenas palabras y buenos actos de todas clases, al igual que el recolector recoge los granos de cereal del campo que abandonan los segadores. La virtud es preservada por la sinceridad, la erudición por la aplicación, la belleza por la limpieza del cuerpo, el alto linaje por el buen carácter. El linaje, en el caso de quien tiene mala conducta, no impone respeto. Un rey o un hombre que envidia la riqueza de otros, o la belleza, el poder, el alto linaje, la felicidad, la buena fortuna y los honores, sufre una enfermedad incurable. La buena conducta es esencial para el hombre. La intoxicación de riquezas, debe censurarse más severamente que la del vino, a un hombre intoxicado por la prosperidad no puede hacérsele razonar hasta que no tiene un fracaso.
"Igual que la luna en la quincena iluminada, las calamidades aumentan para el que es esclavo de los sentidos. El rey que desea controlar a sus consejeros antes de controlarse a sí mismo, o el rey que desea someter a sus adversarios antes de controlar a sus consejeros, lucha una batalla perdida, desgastando sus fuerzas.
"Un rey debería someter primero su propio ser, considerándolo como su enemigo.
Entonces nunca fracasará en someter a sus consejeros y más tarde a sus enemigos. Gran prosperidad aguarda al que ha sometido sus sentidos, o controlado su alma, o a quien tiene capacidad dé castigar a los ofensores, o a quien actúa con discernimiento, o a quien es bendecido con la paciencia.
"Nuestro cuerpo es un carro: el alma interior es el conductor y los sentidos son sus corceles. Conducido por estos excelentes corceles, cuando están, bien disciplinados, el sabio pasa por el viaje de la vida placenteramente y en paz. Sin embargo, si los caballos son indomables y no se les puede controlar, llevan al inexperto conductor a la destrucción en el curso del viaje. Muchos reyes malvados, aun teniendo deseo de conquistar sus sentidos, se echan a perder por sus propios actos, el ansia de gobernar y el apego al reino es la causa de su pecado.
"Controlar el habla se dice que es lo más difícil. No es fácil mantener una larga conversación, articular palabras llenas de sentido y deleitar a los oyentes. Una charla bien intencionada puede hacer mucho bien, e igualmente las malas palabras traen el mal. Un bosque atravesado por flechas o cortado por hachas puede crecer de nuevo, pero un corazón herido por palabras malvadas nunca puede recuperarse. Armas como las flechas y los dardos pueden extraerse fácilmente del cuerpo, pero una palabra clavada profundamente en el corazón como una daga, no es posible sacarla. Las palabras que salen por la boca comoflechas son terribles, heridos por ellas, muchos sufren día y noche. Un hombre sabio no debería disparar tales flechas, para no herir el alma de otros.
"La persona a quien los dioses condenan a la derrota tiene sus sentidos fuera de control y por eso se inclina por los actos innobles. Cuando el intelecto se oscurece y se acerca la destrucción, la maldad disfrazada de virtud golpea fuertemente el corazón y el intelecto así nublado conduce al hombre a la derrota.
"La ablución en los lugares sagrados es igual que la bondad hacia todas las criaturas.
Quizá la bondad por todas las criaturas es superior a lo primero. Mientras se hable de las buenas obras de un hombre en este mundo, durante ese tiempo se le glorifica en el cielo.
"Los dioses no protegen a los hombres blandiendo garrotes en sus manos del mismo modo que los pastores protegen su ganado. A aquellos que desean proteger, les otorgan inteligencia. No hay duda de que los deseos de alguien tienen éxito en la misma proporción a la atención que presta a la justicia y a la moral. Los Vedas nunca rescatan a un hombre falso del pecado. Al oro lo prueba el fuego, a una persona de buena cuna sus modales, a un hombre honesto su conducta, a un hombre valiente una situación de pánico, al que tiene autocontrol los tiempos de pobreza, a los amigos y enemigos las épocas de calamidad y peligro. El sacrificio, el estudio, el ascetismo, los donativos, la verdad, el perdón, la misericordia y la alegría constituyen los ocho diferentes caminos de la justicia. Los cuatro primeros, pueden ser practicados por motivo de orgullo, pero los cuatro últimos sólo existen en aquellos que son grandes de verdad.
"Haz esto durante el día y te valdrá para pasar la noche feliz, hazlo durante los primeros ocho meses del año y podrás pasar felizmente la estación de las lluvias. Hazlo durante tu juventud y te asegurará una feliz vejez, hazlo durante toda tu vida aquí y te asegurará la felicidad postrera.
"Deshaciendo todos los nudos del corazón con la ayuda de la tranquilidad, dominando todas las pasiones y observando la verdadera religión, se aprende a considerar lo agradable y lo desagradable como nuestro propio ser. No debemos responder a las difamaciones o reproches de otros. Aunque sea raro decirlo, cuando un hombre sufre estos reproches en silencio, el que se consume es el injuriador y las virtudes del injuriador, si tiene alguna, pasan a ser del otro.
"Nunca pelees con amigos. Evita la compañía de los viles y bajos, nunca te comportes de modo arrogante o innoble y evita hablar con ira. Las palabras duras, queman y destruyen lo más vital del hombre, sus huesos y su corazón. Así pues, el virtuoso debe evitar palabras duras de enfado. Se dice que el silencio es mejor que hablar y si tienes que hablar, es mejor que digas la verdad. Si dices la verdad, es mejor que digas lo que es agradable. Y si has de decir algo agradable es mejor decir aquello que va de acuerdo con la moral.
"El ascetismo, la automoderación, el conocimiento, los sacrificios, los matrimonios puros y los donativos de alimentos, todos son señales de una buena familia.
"Los hombres mueren y vuelven a nacer una y otra vez. Cíclicamente crecen y envejecen. A menudo preguntan y son preguntados. Una y otra vez se compadecen y son compadecidos. Felicidad y miseria, abundancia y escasez, ganancia y pérdida, vida y muerte, son compartidos por todos en su debido orden. Un hombre con autocontrol nunca debería regocijarse ni apenarse.
'.'La ira es como una bebida amarga, ácida y caliente, y tiene penosas consecuencias. Es un tipo de dolor de cabeza que no nace de ninguna enfermedad física. Los sabios pueden tragársela, pero no cualquiera puede hacerlo. El exceso de orgullo, el exceso de charla, el exceso de comida, la ira, el deseo de disfrutes y los desórdenes intestinales, son seis espadas afiladas que acortan el período de vida asignado a las criaturas. Son éstas las que matan y no la muerte.
"Se dice que los reyes tienen cinco tipos de fuerza. De todas ellas, la fuerza de los brazos se considera la inferior. La adquisición de buenos consejeros se considera como el segundo tipo de fuerza. La adquisición de riquezas es la tercera clase y la cuarta es la fuerza del nacimiento que se adquiere naturalmente de los padres y abuelos. Sin embargo, la mas importante y superior a todo tipo de fuerzas es la del intelecto.
"Quien nunca se deja llevar por la ira y quien considera que un trozo de barro, una piedra y el oro, tienen el mismo valor y a quien le da igual lo agradable y lo desagradable, como quien está totalmente apartado del mundo, es un verdadero yogui. La inteligencia, la tranquilidad mental, el autocontrol, la pureza, la abstinencia de palabras rudas y el no desear hacer nada que desagrade a los amigos, estas son las siete cosas que se consideran como el combustible de la llama de la prosperidad. La virtud es eterna y los placeres y dolores son transitorios. La vida de hecho es eterna, pero sus diferentes fases son transitorias.
Abandonando las cosas pasajeras, entrégate a lo eterno y haz tuya la alegría, que es la más grande de todas las adquisiciones. Reyes ilustres y poderosos han gobernado esta tierra tan llena de riquezas, gloria y gozo, volviéndose todos así víctimas del Destructor Universal. Se fueron, dejando tras ellos sus reinos y sus inmensos placeres. A pesar del lujo y de toda la educación que se recibe con tan ansioso cuidado, cuando uno muere, lo cojen y lo llevan a la pira funeraria con los pelos desgreñados y con llantos piadosos arrojan el cuerpo a la pira como si fuera un trozo de madera. Luego, mientras los pájaros y las bestias salvajes se dan un festín con los restos de su cuerpo, otros disfrutan las riquezas del muerto. Sólo dos cosas se van con él al otro mundo: sus méritos y sus pecados. Después de arrojar su cuerpo, parientes, amigos e hijos retroceden sobre sus pasos igual que los pájaros abandonan un árbol sin flores ni frutos. Al hombre arrojado a la pira funeraria sólo le quedan sus propias acciones. Por eso el hombre debería ganarse el mérito de la justicia, con paciencia y cuidado.
"Se dice que la vida y el alma son como un río. En el río de la vida las aguas son los cinco sentidos, sus cocodrilos y tiburones son el deseo y la ira. Haciendo del autocontrol el barco, debemos cruzar los remolinos que representan los repetidos nacimientos. En el río del alma, los méritos espirituales constituyen sus baños sagrados, la verdad sus aguas, el autocontrol sus orillas y la ternura sus olas. Los justos se purifican mediante un baño en este río, porque el alma es sagrada y el mérito supremo es la ausencia de deseo.
Dhritarashtra le dijo:
—Háblame más del alma, dime cómo podré encontrarme en este cuerpo con el antiguo y Eterno Uno. Dime lo que es la muerte.
Vidura dijo:
—Mi señor, he nacido en la orden de los sudras y por lo tanto no puedo aventurarme a decir más de lo que ya he dicho. El anciano y eterno rishi Sanatsujata, te hablará de estos temas, le llamaré ante ti.
Vidura meditó en el gran rishi y éste viendo que le llamaba la mente de Vidura acudió allí. Vidura le dijo:
—Hay una duda en la mente del rey que sólo puede ser aclarada por ti, reverendo. Por favor, háblale.
Dhritarashtra expuso al rishi sus dudas sobre la muerte y el anhelo de Brahman.
Sanatsujata dijo:
—Te daré mi opinión. Los sabios piensan que la muerte resulta de la ignorancia. La ignorancia es la muerte y por lo tanto el conocimiento, la ausencia de ignorancia, es la inmortalidad. La muerte no devora a las criaturas como un tigre; su forma es inconcebible. Por eso, para salvar este hecho, algunos imaginan que Yama es la muerte, pero esto, sin embargo, es mera elucubración mental. La búsqueda de Brahman o conocimiento de sí mismo es la inmortalidad. El imaginario dios Yama tiene sus dominios en la región de los pritris. A sus órdenes, la muerte, en forma de ira, ignorancia y codicia, aparece entre los hombres.
Dominados por el orgullo, los hombres caminan por los senderos del mal y ninguno de ellos tiene éxito en alcanzar su verdadera naturaleza. Oscurecido su entendimiento y dominados por las pasiones, dejan sus cuerpos y caen repetidamente al infierno, seguidos siempre por sus sentidos y así es como la ignorancia recibe el nombre de muerte.
"Los hombres que desean —los frutos de sus acciones, se dirigen al cielo cuando llega el momento, dejando sus cuerpos; no obstante no pueden evitar la muerte, porque cuando se acaban los méritos de sus acciones, caen y vuelven a nacer inevitablemente. Las criaturas encarnadas, por ser incapaces de obtener el conocimiento de Brahmán y por su conexión con los disfrutes mundanos son obligadas a pasar por una rueda de renacimientos, arriba y abajo y alrededor. La natural inclinación del hombre a perseguir cosas irreales sólo se debe a la seducción de los sentidos. El alma constantemente afectada por la persecución de objetos irreales adora sólo los disfrutes que la rodean. El deseo de disfrute es el que primero sacude al hombre. La lujuria y la ira le siguen pronto. Estas tres cosas conducen a los hombres tontos a la muerte. Sin embargo, aquellos que han conquistado su alma, escapan a la muerte por la autorrestricción. La ignorancia, asumiendo la forma de Yama, no puede devorar al hombre que mata el deseo mediante la autorrestricción. ¿Qué le puede hacer la muerte a una persona cuya alma no ha sido confundida o seducida por el deseo? A éste la muerte no le causa miedo.
Por lo tanto, si se ha de destruir el deseo, que es ignorancia, no debe permitirse ni perseguirse ningún deseo, ni siquiera el más pequeño.
"El alma que está en el cuerpo, cuando se asocia con la ira y la codicia y se llena de ignorancia se dice que encuentra la muerte. Sabiendo que los deseos aparecen en el camino, si un hombre se apoya en el conocimiento, no debe tener ningún miedo a la muerte. Y al igual que el cuerpo se destruye cuando se le pone bajo la influencia de la muerte, la misma muerte se destruye cuando cae bajo la influencia del conocimiento.
Cuando el rishi acabó de hablar, Dhritarashtra le preguntó: —¿Cuál es el objeto del ascetismo o mauna? He oído que hay dos tipos de mauna: restricción del habla y meditación. ¿Cuál es superior? ¿Puede una persona sabia obtener un estado de quietud y alcanzar la emancipación por el mauna? ¿Cómo se puede practicar?
Sanatsujata le contestó:
—El objeto del ascetismo o mauna es alcanzar aquello que está más allá del alcance del lenguaje y de la mente. El verdadero mauna no sólo consiste en la restricción del habla, sino en la absoluta restricción de todos los sentidos y de la mente. El aspecto, forma o naturaleza del mauna debe ser necesariamente la pérdida de toda conciencia de lo objetivo y lo subjetivo, y la concentración de toda la conciencia solamente en Brahmán. Cuando se alcanza tal estado, se alcanza Brahmán. Brahmán es 1 símbolo védico AUM que representa lo grosero, lo sutil y lo causal. El mauna se obtiene por la inmersión gradual de 1 grosero en lo sutil, lo sutil en lo causal y lo causal en Brahman.
"Hay seis clases de renunciación y todas son recomendables. La primera es: no experimentar nunca alegría en ocasiones de prosperidad. La segunda es: no entregarse a los sacrificios, oraciones y actos piadosos con deseo de los méritos que de ellos urjan. La tercera es: abandonar el deseo o apartarse del mundo. La cuarta es: no apenarse ni permitir que el dolor nos aflija cuando fallan nuestras acciones, y si ocurre algo desagradable no se debe sufrir por ello. La quinta clase consiste en n pedir ni siquiera a nuestros propios hijos, esposas y a otros que nos puedan ser queridos. El sexto es dar a una persona que lo merezca.
"Brama no es fácil de alcanzar. Después de que se han restringido los sentidos y que se ha sumergido la voluntad en el intelecto pero, el estado que sigue es el de total ausencia de pensamientos mundanos. El conocimiento que conduce a la obtención de Brahmán sólo es asequible por la práctica del Brahmacharya.
"Brahmmcharya significa búsqueda de la verdad. Aunque reside en la mente y es inherente a ella, el conocimiento de Brahmán todavía está inmanifestado, sólo se manifiesta con la ayuda del intelecto puro y el Brahmacharya. Aquellos que desean obtener el estado de Brahma subyugan todos los deseos y, dotados de justicia, consiguen separar el alma del cuerpo como una pala sale de un montón de tierra. Un hombre así purifica su cuerpo y es verdaderamente sabio. Pues mediante el Brahmacharya se convierte en un niño libre de toda pasión y por fin triunfa sobre la muerte. Mediante el t abajo los hombres obtienen mundos perecederos; sin embargo, a quien se le bendice con el conocimiento, obtiene el esta o de Brahmán que es eterno.
Dhritarashtra le dijo:
—Dices, m señor, que un hombre sabio percibe la existencia de Brahmán en su propia alma. Dime cuál es la verdadera puede y no está bien. Nunca he faltado a los deberes de un kshatrya. Puede que no sea un kshatrya, pero mis acciones sí lo son, mi nacimiento no es tan importante como la lealtad a mi amigo. Nunca he injuriado al hijo de Dhritarashtra y siempre he considerado que es mi maestro y mi señor. Para agradecerle haré cualquier cosa y mataré a los pandavas en combate singular. Sé que puedo.
Bishma se mofó de él y ni siquiera se dignó dirigirse a Radheya, sin mirarle le dijo a Duryodhana:
—Durante los últimos años este hombre sólo ha estado hablando de cómo va a matar a los pandavas, pero hasta ahora nunca hemos tenido oportunidad de ver su bravura. Arjuna es por lo menos dieciséis veces mejor que él y poniendo tu confianza en este hombre te has atrevido a insultar a los grandes pandavas. Has cometido un grave error. No deberías tener tanta fe en el valor de este hombre que no es tan bueno como piensas. Ya viste cómo se comportó durante la lucha con el gandharva en Dwaitavana. Viste cómo luchó cuando todos atacamos a Virata; Radheya te ha fallado miserablemente. Sin embargo, no quieres oír ni una palabra en su contra. Lo siento por ti.
Duryodhana no se molestó en responder. Detestaba las palabras de su abuelo, pues él amaba a Radheya como Krishna a Arjuna. Era una amistad que nadie podía comprender, pues tenía algo de divino. Duryodhana estaba resentido siempre con su abuelo porque solía manifestarse de una forma demasiado vehemente en contra de su amigo. Estas escenas eran frecuentes en su corte, y su amigo no gozaba de buena reputación entre los ancianos de la corte. Su padre era la única excepción, ya que quería a Radheya. Pero esto era porque Radheya quería a Duryodhana. Nadie, excepto Duryodhana, quería a Radheya. Así que cada vez que alguien le insultaba, el afecto de Duryodhana por Radheya crecía.
En esta ocasión se volvió dándole la espalda a su abuelo. Bishma dejó de hablar y se sentó. Duryodhana tenía la habilidad de insultar a la gente con una mirada, subiendo una ceja o torciendo burlonamente la esquina de su boca. Usaba este arma muy a menudo, silenciando a los ancianos de este modo mejor que de ninguna otra forma.
Drona dijo:
—Lo que dice el noble Bishma es correcto. No está bien ser tan temerario. Las palabras de Krishna y Arjuna no son meras palabras. Dicen la verdad cuando proclaman que destruirán a los kurus, debemos hacer la paz con ellos. Arjuna aprendió de mí a usar el arco, conozco su valor y ahora sabe más que yo y ha conseguido armas de todos los dioses. Tiene el Pasupata del Señor Sankara. De todas las tácticas militares, lo más estúpido es menospreciar al enemigo, y esto es lo que hemos estado haciendo; por favor, tenlo en cuenta.
El rey pidió a Sanjaya que continuara su narración y Sanjaya les transmitió las palabras de despedida de Yudishthira. Luego le describió el ejército que habían reunido, hablándole de su fuerza y poder. Mientras hablaba vio de nuevo con el ojo de su mente el ejército y de repente le sobrevino un desmayo. Sanjaya cayó sin sentido. Hubo mucha preocupación por el desmayo de Sanjaya. Esto mostraba más claro que sus palabras el terrible aspecto del ejército de los pandavas. Se le reanimó y con una mirada asustada y desencajada, el pobre auriga del rey continuó su plática, hablando de la fuerza de los pandavas y sus aliados. Dhritarashtra, que escuchaba con el corazón acongojado y que estaba aterrado, dijo:
—Oyéndote mi corazón tiembla de miedo por las vidas de mis hijos. Tengo miedo de Bhima y de su juramento, no he podido dormir desde hace muchas noches. Sé de cierto que Bhima matará a todos mis hijos. Sé que mi hijo, mi Duryodhana, morirá con sus muslos rotos, sé que Dussasana yacerá sangrando en el campo de batalla. Me puedo imaginar a Bhima abriendo surcos entre nuestras filas, con su maza levantada. Parecerá el caudal del río Ganges en la época de los monzones desbordándose y arrancando de raíz a todos los árboles de sus riberas. Puedo ver todo lo que va a ocurrir. Tengo miedo. No temo tanto a los hermanos de Yudishthira como a él mismo y su mirada furiosa recayendo sobre mis malvados hijos. Este hijo mío no entrará en razones, aunque todo el mundo le esté aconsejando. No prestará ninguna atención a las palabras de Vidura, que tiene reputación de ser el más sabio de los hombres.
Estas palabras del rey irritaron a Sanjaya, quien dijo: —Tus palabras en contra de tu hijo, mi señor, no son correctas. Tú eres el verdadero pecador y no Duryodhana. El sabio y gentil Vidura te ha estado hablando durante muchos años. Pero no has escuchado sus consejos ni una sola vez. Yo estaba allí cuando se estaba celebrando el juego de dados. En aquella ocasión, Vidura te habló a ti y no a tu hijo. Te pidió que pararas el juego. Un padre, mi señor, es el mejor amigo que puede tener un hombre. A tu hijo, el desafortunado Duryodhana, se le ha denegado ese privilegio. Un padre que traiciona el interés de su hijo en su ansiedad de complacerse a sí mismo y a sus propios deseos, no es un padre. Cuando estaban jugando, Vidura apeló a tu bondad, pero fue como si le hablara a un sordo. Tus oídos estaban abiertos para recibir sólo un sonido, el repiqueteo de los dados contra el suelo. Sólo decías una frase:
"¿Quién ha ganado?" Sólo tenías oídos para unas determinadas frases: las cuantías de las pérdidas de Yudishthira. Estabas sentado en el gran salón dibujando en tu rostro una sonrisa de complacencia durante todo el rato. Siempre has actuado con mala voluntad en lo concerniente a los hijos de tu hermano. Incluso cuando se fueron al bosque no estabas preocupado. Luego comenzaste a preocuparte y me mandaste llamar, ¿lo recuerdas, mi señor? Estabas preocupado, no porque se estaba haciendo sufrir a los pandavas, sino porque habían jurado matar a tus hijos. Tus hijos van a morir. No hay ninguna duda al respecto. Pero no será por sus pecados, morirán por tus pecados. No tienes ningún derecho de culpar a tu hijo Duryodhana por tu estupidez. El tiene amigos que le aman. Tiene once akshauhinis para que le ayuden, se ha ganado el afecto de muchos reyes por su agradable naturaleza y están dispuestos a morir por él; tú, sin embargo, no tienes ni un sólo amigo. Nadie te quiere. Has traído la ruina a la casa de los kurus. Dios te ha dado la terrible aflicción de la ceguera. Pero tú te has ganado para ti mismo una aflicción peor, la ceguera interior. No eres capaz de ver nada como es debido.
"Tus hijos son afortunados. Todos morirán en el campo de batalla y sus pecados serán redimidos. Alcanzarán los cielos que corresponden a aquellos que mueren en el campo de batalla. Sus muertes serán tan nobles que el mundo no recordará sus pecados. El mundo olvidará la ruindad y el egoísmo de Duryodhana debido a la noble muerte que encontrará a manos de Bhima. El valor se aprecia siempre. Radheya es un gran hombre y siempre ha sido justo. El es el mas grande de todos los dadores. No hay nadie como él y está dispuesto a dar su vida por Duryodhana. Los hombres del futuro le recordarán como el hombre más noble que murió en el campo de batalla. Pero a ti, mi señor, se te denegará la muerte, lo cual sería una liberación misericordiosa para ti. Vivirás para ver la muerte de tu querido hijo Duryodhana y la de todos sus hermanos. Lo siento por ti. En los anales del tiempo tu nombre será el más odiado. No escaparás a la censura de la posteridad. Has hecho méritos para merecértela. Te has buscado tu propia ruina. No hay ninguna esperanza para ti.