XXVIII
Después de cruzar el río Ganges, los pandavas se dirigieron hacia el sur y en esta dirección avanzaron hasta que llegaron a Sidhavata. Estaban extremadamente sedientos y cansados. Todos los hermanos, menos Bhima, estaban extenuados, por lo que le dijeron:
—Bhima, el camino es muy largo y estamos cansados, aún tenemos que recorrer una enorme distancia. Por favor, ¿puedes ayudarnos otra vez?.
Bhima, tan servicial como siempre, cargó con ellos igual que lo hiciera cuando iban por el túnel, y con sus largos pasos continuó avanzando hacia el sur. El hijo de Vayu avanzaba aún más rápido que su padre. Su intención era estar lo más lejos posible de Varanavata para cuando rompiese el nuevo día, pues los espías de Duryodhana estaban por todas partes.
La amarga noche ya había pasado y los pandavas ya se encontraban a una enorme distancia de la ciudad de Varanavata. Kunti, que estaba extremadamente cansada, dijo:
—Estoy muriéndome de sed, ya no puedo dar un paso más sin agua. Me echaré a la sombra de algún árbol porque estoy rendida de agotamiento. Ya no me importa si los kurus nos capturan pues me siento completamente exhausta.
Bhima entonces los llevó a un prado cercano y les dijo: —Debéis descansar todos aquí, tiene que haber agua por estos parajes, puedo oír el murmullo de un arroyo. Yudishthira le pidió a Bhima que fuera a buscar agua para su madre, el cual partió de inmediato.
No muy lejos de allí, vio un hermoso lago cuya superficie estaba cubierta con flores de loto y hojas de nenúfares. Era tan bonito que casi no podía creérselo. Bhima estaba también cansado y sediento y en cuanto llegó se puso a beber agua hasta quedar completamente satisfecho. Luego, atraído por aquellas maravillosas aguas incluso se bañó en ellas. Toda su fatiga y somnolencia se disiparon en la alegría de bañarse en aquellas aguas frescas. Luego, valiéndose de una enorme hoja de loto como cuento, tomó agua fresca del lago para llevársela a su madre y a sus hermanos. Les despertó uno a uno y les dio agua, tras lo cual volvieron a quedarse profundamente dormidos.
Bhima permaneció sentado al lado de ellos observándoles como un centinela.
Contemplando el espectáculo que tenía ante sus ojos, Bhima sintió que su corazón se iba a romper en mil pedazos. El aspecto que ofrecían sus hermanos y su madre era patético y desesperado. Para sí mismo, pensaba: "Aquí está mi madre, la hermana de Vasudeva de la casa de los Vrishnis, una reina en la casa de los kurus y la esposa del famoso Pandu, madre de cinco hijos valientes. Pero aquí estamos, huyendo para salvarnos de la crueldad de un hombre a quien llamamos padre. Pero esto es sólo el principio, ya veremos cómo acaba la historia. El mundo verá cómo me vengo de los pecadores que han sido responsables de esta situación.
Todos dormían menos Bhima que montaba guardia; no le parecía prudente echarse a también a dormir. El baño le había refrescado y el agua fría le había quitado el sueño.
El bosque donde estaban descansando se llamaba Hisambavana. Pertenecía a un rakshasa cuyo nombre era Hidimba. El y su hermana Hidimbi vivían en aquel bosque y devoraban a los humanos que cometían la imprudencia de entrar en él. Mientras los pandavas estaban durmiendo Hidimba estaba sentado en la copa de un árbol. De repente le llegó el olor de carne humana. Empezó a mirar a su alrededor y vio a su hermana y le dijo:
—Escucha hermana mía, allí hay unos seres humanos. Les he podido ver desde la copa de un árbol. Mi boca se hace agua de tan sólo pensar en su carne tan deliciosa. Vete y mátalos, luego celebraremos una fiesta, hace ya mucho tiempo que no pruebo carne humana. Te esperaré aquí.
Ella asintió y fue a hacer lo que le había dicho.
Saltando de árbol en árbol, Hidimbi llegó hasta el lugar donde dormían los pandavas.
Allí se los encontró a los cuatro durmiendo junto con su madre y a Bhima montando guardia al lado de ellos. De aspecto le parecieron muy bellos, los más bellos que había visto hasta entonces. Luego sus ojos se detuvieron en Bhima y observando la belleza de las proporciones de su cuerpo, de repente se sintió robada de amor por él. Era el modelo perfecto de la raza humana, con su amplio pecho, su delgada cintura y sus estrechas caderas. La figura de Bhima era tan grácil como la de un lobo, y Hidimbi pensó para sí misma: "Tengo el sentimiento de que este hombre fuerte y apuesto ha de ser mi señor y maestro. Le amo. ¿Cómo puedo obedecer a mi hermano cuando mi corazón se lo he entregado ya a este hombre? El único hombre apropiado para ser mi esposo.
Ella permaneció de pie a una cierta distancia mirándole como prendada. Luego tomó la forma de una mujer encantadora y se le acercó lentamente, muy lentamente. Bhima se giró y se quedó mirándola; su cuerpo oscuro, envuelto en telas inmaculadamente blancas, era de suficiente belleza como para enamorar a cualquiera. Bhima se quedó sorprendido de verla allí y le preguntó: —¿Quién eres tú?, eres tan bella. ¿Cómo es posible que estés sola aquí, en este bosque tan tétrico?
Ella le miró y con voz dulce y cariñosa le dijo: —¿Quién eres tú?, eres tan bello, ¿quién es esa mujer de piel oscura que está durmiendo ahí, quiénes son estos jóvenes? ¿Es que acaso no sabes que este bosque pertenece a un cruel rakshasa cuyo nombre es Hidimba? El come carne humana. Debo confesar que soy su hermana. Os vio desde una cierta distancia y me ordenó que os matara y que os llevara como su plato favorito. Y con esa intención he venido, pero viéndote a ti y la belleza de tu forma, todos los malos pensamientos han quedado a un lado apartándose de mi mente. Me he enamorado de ti. Quiero que seas mi señor y mi amante. Si me rechazas ya no podré vivir. Por favor acéptame; te haré muy, muy feliz.
Bhima le contestó:
—Este es mi hermano, mi hermano mayor a quien honro como a un dios. Esta es mi madre y estos son mis demás hermanos. Ahora dependen de mi fuerza y estoy aquí para protegerles. Así que lo que me pides es imposible, no puedo casarme contigo y abandonarles.
Ella dijo:
—Yo os llevaré a todos lejos de aquí, puedo adoptar la forma que quiera. Me alejaré de mi hermano y me iré contigo a la cima de una montaña, ven conmigo.
Bhima le contestó:
—No estoy tan apegado a esta vida como para abandonar a mis hermanos en busca de mi satisfacción personal. Creo que tu proposición es incorrecta, no puedes pedirme que haga algo que va en contra del Dharma.
Con lágrimas en los ojos, ella le dijo:
—Si te he ofendido perdóname. No quiero hacer nada que te moleste. Os llevaré a todos lejos de aquí, este lugar es peligroso debido a mi hermano. Debemos darnos prisa; por favor despierta a tu madre y tus hermanos, porque mi hermano debe estar a punto de llegar.
Bhima dijo: —¡Nunca!, están durmiendo apaciblemente y no quiero despertarles de un modo violento, en cuanto a tu hermano déjalo de mi cuenta. No soy un cobarde, soy más fuerte de lo que te crees; mi fuerza es inmensa. Yo me puedo encargar de tu hermano.
Cerca de donde estaban escucharon un fuerte ruido. Hidimba esperaba a su hermana desde hacía largo tiempo y como no venía quiso saber la causa de su demora y ahora se dirigía hacia aquel lugar, esa era la causa del ruido. Hidimbi estaba muy inquieta y le dijo a Bhima:
—Todavía estamos a tiempo, mi hermano está ya muy cerca, aún puedo llevaros conmigo lejos de aquí, por favor hazme caso.
Bhima le sonrió y le dijo:
—No te inquietes, tu hermano hoy va a encontrar un rival de su talla. Estoy contento de poder librar este bosque de semejante peste. Fíjate en mis brazos; son lo suficientemente fuertes como para exprimir la vida fuera del cuerpo de tu hermano.
Lágrimas brotaron de los ojos de Hidimbi y le dijo:
—Mi señor, me he enamorado de ti hasta tal punto que ya no quiero perderte. Tan sólo temo por tu vida. Esperaré aquí, viendo cómo matas a mi hermano, y espero que luego me tomes por esposa.
Bhima no respondió, tan sólo le sonrió.
Hidimba se había acercado ya hasta el punto de poder escuchar lo que su hermana estaba diciendo. Sus ojos estaban rojos de ira y le gritó:
—Esta es la forma como traes comida a tu hermano. Te voy a castigar. Primero mataré a este hombre que ha cometido la imprudencia de pensar que es un rival de mi talla y luego me ocuparé de ti. Haré que te encuentres con él en la morada de la muerte.
Luego se acercó a Bhima y éste, sonriéndole, le dijo:
—Por favor, no hagas tanto ruido que puedes despertar a mis hermanos y a mi querida madre. Están muy cansados, así que no te atrevas a despertarlos. En cuanto a lo que has dicho de tu hermana, eso ya es suficiente para que te mate. Voy a liberar a este bosque de un monstruo como tú que no ha hecho más que amedrentar a sus habitantes.
Ambos comenzaron a luchar como dos jabalíes furiosos. Hidimbi les observaba con una expresión de asombro en sus ojos al ver el poder de Bhima. El ruido de la lucha hizo que se despertaran los hermanos y la madre de éste, apareciendo ante sus ojos la escena de Bhima luchando contra un rakshasa. Sentada a un lado, vieron a una hermosa mujer que miraba a Bhima con ojos de enamorada. Kunti se le acercó y suavemente le dijo:
Joven, eres muy hermosa, ¿acaso eres la diosa que protege este bosque salvaje? ¿eres una apsara? ¿Quién eres y qué haces aquí? ¿Por qué contemplas esta lucha feroz? Dime qué sucede.
Con la cabeza inclinada y gestos nerviosos Hidimbi le contestó:
—Este denso bosque, oscuro como una nube de invierno y lleno de agua por todas partes, es el lugar donde vivimos mi hermano y yo. Ese rakshasa que está luchando con tu hijo es mi hermano.
A continuación le contó lo que había sucedido y cómo ella se había enamorado repentinamente de Bhima. Yudishthira y sus hermanos observaban de pie cómo se desarrollaba la lucha y al poco rato Arjuna dijo:
—Bhima, dame una oportunidad a mí porque esto no es justo. Tú has permanecido despierto desde hace ya dos noches y has caminado una enorme distancia cargando con nosotros: debes estar cansado. Yo ya he dormido y me siento fresco; por favor déjame que me encargue de él.
Bhima sonrió y le dijo:
—No te preocupes Arjuna, ya está casi muerto. Una vez que lo coja entre mis brazos ya no podrá escapar de la muerte. Tú tan sólo observa y disfruta; acabaré con él pronto.
Arjuna le dijo:
—Date prisa porque ya está cayendo la noche y ya sabes que la fuerza de los rakshasas aumenta cuando llega la noche. Debes matarle antes de que el sol se ponga por detrás de las colinas.
Bhima cogió a la inmensa forma del rakshasa entre sus brazos y lo estrujó hasta hacer salir la vida de él. Con un terrible grito de dolor Hidimba cayó al suelo muerto. Pero aún la ira de Bhima ardía en su sangre y saltando encima del cuerpo del rakshasa le pateó hasta reducirlo a una masa informe.
Yudishthira abrazó a Bhima y le dijo:
—Me siento muy afortunado de tenerte como hermano. Contigo, con Arjuna, Nakula y Sahadeva para protegerme ¿cómo voy a sentirme solo? Soy más poderoso que todos los devas juntos.
Luego le pidió a Bhima que se sentase y descansase por un rato.
Transcurrido un cierto tiempo Yudishthira propuso irse de allí. Y Arjuna dijo:
—Parece que hay una ciudad en algún lugar cerca de aquí. Vamos a ella.
Y todos emprendieron de nuevo la marcha.
La pobre Hidimbi les seguía y acercándose a Kunti le dijo: —¿Qué voy a hacer?
Yudishthira escuchó su voz y se giró hacia ella, Hidimbi continuó diciendo:
—Tú eres el hermano mayor de Bhima y tú eres su madre, yo estoy enamorada de él y quiero que ambos habléis con él para que me tome como esposa. Ya no podría vivir si él me rechaza. —Luego miró a Kunti y le dijo:— Madre, tú eres una mujer y. debes saber lo mucho que estoy sufriendo. Por favor ayúdame a obtener la felicidad. El es mi señor y os ayudaré a todos a protegeros de los peligros del bosque, os llevaré a cuestas cuando estéis cansados de andar. Por favor, haz que tu hijo me acepte.
Kunti se conmovió por la sinceridad del amor que aquella mujer sentía por su hijo y dijo:
—Yudishthira, esta mujer ama a Bhima. Siento que se le debería conceder su deseo. En cuanto a Bhima parece que él tampoco tiene mucho inconveniente al respecto.
A continuación miró a Bhima, el cual parecía nervioso y algo tímido, los demás hermanos se rieron al verle tan tímido y vergonzoso. Era un nuevo Bhima que nunca antes habían conocido; no sabía dónde poner las manos y sonreía con timidez dándole pataditas a las piedras que estaban en el suelo. Yudishthira le sonrió pícaramente y le dijo:
—Bhima, yo sé qué es lo que te preocupa. Piensas que como yo soy tu hermano mayor, yo debería casarme antes que tú, pero no te preocupes por eso; puedes tomarla como esposa, pues el matrimonio se realiza cuando las dos miradas se encuentran y llegan al corazón. Quiero que seas feliz.
Los dos enamorados se cruzaron una mirada, cambiando enseguida la vista tímidamente. El amor les había descubierto la fragilidad y la ternura que secretamente moraba en sus almas.