II
Un día el sabio Narada vino a la corte de Yudishthira. Draypadi y los pandavas le dieron respetuosamente la bienvenida. El también había oído hablar del Mayasabha y había venido a verlo. Yudishthira estaba muy feliz de enseñarle el salón. Parecía un niño con un juguete nuevo, y estaba muy emocionado con la idea de mostrarle su esplendorosa belleza. Narada contempló el salón y le expresó su entusiasta aprobación. Luego volvieron al lugar donde se habían encontrado y después de pasar algún tiempo sentados charlando de temas sin importancia, Yudishthira le dijo:
—Mi señor, tú has viajado por los tres mundos y debes haber visto muchos sabhas bellos como éste que yo tengo. ¿Puedes hablarme de ellos?
Narada mostrando una amable sonrisa le contestó:
—Sí, he visto sabhas parecidos en otros mundos y te hablaré de ellos, pero puedes estar seguro de que el tuyo es el mejor de todos los de la tierra. No hay ninguno que lo iguale. Te describiré los grandes salones de Yama, Varuna, Indra, Rudra y Brahma, que son los más hermosos que he visto.
Narada le habló de la excelencia de los lugares referidos. Primero le habló del sabha de Indra, y le contó que el gran rey Harischandra de la raza del sol estaba compartiendo el trono con Indra. Continuó después describiendo las otras cortes y cuando llegó a la corte de Yama, Narada le habló de los muchos reyes de la tierra que ahora estaban allí. Era una larga lista encabezada por los nombres de Yayati y Nahusha. Al final de la lista estaban los nombres de los últimos reyes de la dinastía Kuru, tales como Santanu y Pandu. Luego Narada describió la corte de Varuna y de Kubera, tras lo cual puso fin a sus narraciones.
Yudishthira permaneció en silencio durante unos instantes y como Narada esperara a que hablara, Yudishthira dijo: —Mi señor, he estado escuchando atentamente todo lo que has estado diciendo, y he advertido una cosa: la mayoría de los reyes que eran señores de esta tierra están todos en el sabha de Yama y no en el sabha de Indra, como yo había creído durante todos estos años. También me he dado cuenta de algo más, y es que dices que el amigo de Indra, de hecho su compañero de trono, es el gran Harischandra, el rey de la raza del sol. Mi señor, ¿qué buenas obras hizo él que no haya hecho mi padre? ¿Debido a qué tiene él el honor de compartir el trono de Indra? Mi padre era el más puro de los hombres, nunca dijo una sola palabra falsa. Era un santo entre los hombres. Quiero que me digas cuál es la razón que justifica ese hecho.
Narada, que había venido a ver a Yudishthira sólo con ese propósito, le dijo:
—Por supuesto que te lo diré. El rey Harischandra de la raza del sol era el hijo de Trisanku, el favorito de Viswamitra. Harischandra era un monarca poderoso; había conquistado todos los reinos de la tierra y había realizado el yaga llamado Rajasuya y esa es la razón por la que él fue digno de elección para compartir el trono del mismo Indra. El rey que hace el Rajasuya sobresale como alguien diferente. Yo me encontré con tu padre y me dijo: "Mis hijos son ahora poderosos en la tierra. Y si Yudishthira hace el Rajasuya, yo y mi abuelo Santanu podremos ir al Indraloka." Este fue el deseo que tu padre tenía para ti.
Yudishthira, ayudándote de tus cuatro hermanos y teniendo a Krishna de tu lado, será fácil hacer el Rajasuya. Puedes conquistar el mundo entero y harás posible que tu padre y tu antepasado Santanu, junto con sus hijos, entren en el sabha de Indra. Sé que no es una tarea fácil, ese yaga se consigue con gran dificultad, pero si hay alguien que puede hacerlo eres tú y solamente tú. —Después de esto, Narada bendijo a los pandavas y se marchó.