XXIII

EL COMPLOT

Dhritarashtra era sin duda el rey. Pero el reino que poseía había sido conquistado por Pandu. Fue el valor y el genio militar de su hermano lo que había hecho posible que su reino fuera ahora el más extenso de todos. Además de eso daba el hecho de que Yudishthira era un año mayor que Duryodhana, siendo también más popular entre sus súbditos. Bishma, Drona y Vidura elogiaban con frecuencia las virtudes de los pandavas y de Yudishthira en particular.

Naturalmente a Dhritarashtra le hubiera gustado designar a su hijo Duryodhana como heredero al trono de los kurus, pero sabía que no iba a ser muy práctico. Así que tuvo que designar a Yudishthira como heredero legítimo al trono. Los hijos del rey ciego estaban muy furiosos pero no podían decir nada.

Y así pasó un año. Bhima y Duryodhana se convirtieron en discípulos del gran Balarama, que era un maestro en el uso de la maza. Curiosamente Balarama sentía gran predilección por Duryodhana, aunque enseñaba a todos sus discípulos con igual sinceridad.

No obstante, Duryodhana era para él lo mismo que Arjuna para Drona. Amaba a Duryodhana y Duryodhana le amaba a él.

Mientras tanto Drona estaba ya dando los toques finales al adiestramiento de Arjuna.

Ahora ya podía proclamar al mundo entero que no había nadie que pudiera igualarse a Arjuna.

Y dirigiéndose a su discípulo le dijo:

—Escucha, ahora eres el mejor de los arqueros del mundo. Nadie te puede derrotar: nadie excepto UNO.

Arjuna estaba sorprendido y ligeramente confuso por lo que le pidió a Drona que le dijese quién era aquel que todavía le superaba. Drona le miró sonriente y le dijo:

—Conocimiento y humildad deben ir siempre juntos. Nunca te sobreestimes. Son los demás los que han de calificarte como el mejor arquero del mundo, no tú mismo. Pero en lo que respecta a la persona de la que te hablaba, su nombre es Krishna, de la casa de los Vrishnis. El es el más grande de todos los grandes. No hay nadie que le pueda igualar en nada, y no exagero cuando te digo esto. Es tu primo; su padre es Vasudeva, el hermano de tu madre. Si te haces amigo de Krishna, ni Indra mismo, ni todos los dioses de los cielos pueden hacerte daño. Krishna también ha oído hablar acerca de los pandavas y se alegrará mucho de poder ser tu ami g o. Espero que pronto te encuentres con él.

Ya hacía un año que Yudishthira había sido nombrado heredero legítimo al trono de la Casa. de los Kurus. Durante ese año su nombre se hizo muy popular entre la gente del reino.

Y en lo que respecta a Bhima y Arjuna, su valor como guerreros era proverbial. Arjuna había conquistado varios reinos del norte, del sur, del este y del oeste. Los celos y la envidia de los kurus aumentaba día tras día e igualmente le ocurría a su padre el rey Dhritarashtra. Este quería comportarse con los pandavas como un padre, pero viendo cómo los pandavas superaban a sus hijos en valor y en fuerza, de repente le abordaban sentimientos de enemistad y de celos contra ellos. La gente elogiaba con grandes palabras de Yudishthira. Decían: "El rey Dhritarashtra es ciego e ineficaz. Bishma sin duda alguna es muy eficiente, pero ya hace tiempo que renunció a su derecho al trono. Duryodhana no es suficientemente bueno para gobernarnos, así que lo justo es que Yudishthira sea nuestro rey."

Estos comentarios que hacía la gente llegaron a oídos de Duryodhana, lo cual le causaba profundo dolor en sus entrañas. Así pues, escogió un momento en el que su padre estaba solo y se dirigió a él para contarle todas sus penas. Le contó al rey lo que la gente estaba comentando y le dijo:

—Padre, fíjate en las consecuencias de tu decisión. Designaste a Yudishthira como tu heredero y ahora la gente sueña con ver llegar el día en el que va a ser coronado. ¿Por qué lo hiciste?

Dhritarashtra le explicó sus razones, tras lo cual añadió:

—No tenía la mínima intención de negarte tus privilegios.

Pero ahora me encuentro con que estás lleno de envidia y celos hacia los pandavas y particularmente hacia Bhima.

Escucha, no tiene ningún sentido que intentes hacerles daño, están bajo la protección de Bishma y Vidura. Lo mejor que puedes hacer es tratar de olvidar este odio que tienes hacia ellos y tratar de comportarte como un hermano más. La gente de nuestro pueblo ha aceptado a Yudishthira en su corazón y sería un suicidio hacer cualquier cosa. en contra de él.

El príncipe miró a su padre profundamente, su cuerpo le temblaba de furia y apretaba sus manos agresivamente como conteniendo su ira, luego le retiró la mirada bruscamente. Su vista vagaba por todas partes con sus ojos enrojecidos de furia, luego dirigiéndose a su padre le dijo:

—Padre, sé que dices eso porque tienes miedo de que alguien te esté escuchando, pero puedo asegurarte que no hay nadie aquí excepto tú y yo. Puedes ser franco conmigo y decirme cuáles son tus verdaderos sentimientos. Sabes que si Yudishthira llega a ser rey, entonces su hijo reinará después de él y después de él su nieto. El reino caerá completamente en manos de los pandavas. ¿Cómo podemos nosotros, los hijos del rey, estar dependiendo de estos odiosos pandavas? Perderemos nuestra posición de príncipes y tendremos que servirles. Yo prefiero morir antes que depender de los pandavas. Soy el hijo del rey y, como tal, en su. día he de ser el rey. Si sientes algún afecto por mí, debes hacer algo, si no me mataré. No tengo intención de hacer el más mínimo servicio a ese glotón de Bhima.

Dhritarashtra apoyó su mano sobre el hombro de su hijo y le dijo:

—Hijo mío, no te apenes. Yudishthira, al igual que su padre Pandu, se ha ganado la admiración y aprobación de los súbditos del reino con su natural dulzura y gentileza. Si algo le sucediera recaerían las culpas sobre nosotros. Los pandavas son muy populares y Bishma, Drona, Kripa y Vidura están de su parte. No podemos ponernos en contra de ellos. Estas son las razones por las que designé a Yudishthira como heredero al trono.

—Padre —dijo Duryodhana—, déjame decirte algo: Bishma no merece nuestra consideración. Se ha mantenido indiferente hacia nosotros desde que llegaron nuestros primos. Nunca ha tomado partido por uno u otro bando. Cuando Bhima solía molestarnos y hacernos daño, el abuelo Bishma permanecía indiferente ignorando lo que ante él sucedía. Del mismo modo, cuando intenté matar a Bhima él mantuvo la misma actitud indiferente frente al hecho. Tengo el sentimiento de que ya no le importa nada de lo que aquí sucede. En ocasiones le he visto pasearse por los jardines del palacio cerca de las orillas del Ganges como completamente ausente y ensimismado, sin interés alguno por lo que aquí está pasando.

Incluso una vez le sorprendí llorando y le pregunté qué le pasaba. Y secándose las lágrimas me puso el brazo por encima y me dijo: "Nada, hijo mío, nada. Es sólo que estoy cansado; muy, muy cansado". "Entonces, ¿por qué no te vas a descansar por un tiempo?" le dije yo, y los ojos del abuelo se humedecieron. Me dijo: "No, hijo mío, yo no puedo descansar; no debo hacerlo." Luego me pidió que me fuese a jugar y antes de irme me dijo: "No te preocupes por mi descanso, no tardará mucho en llegar." Esto sucedió hace ya algunos años. Para mí es completamente obvio que nuestro abuelo no tiene ningún interés en lo concerniente a nosotros. En su corazón guarda secretamente alguna pena, y ya no le importa lo que hagamos.

Aswatthama es muy amigo mío, su afecto por mí le hace estar de mi parte y me será fiel. Esto hará que Drona se ponga de mi parte también, porque ningún padre se opondría a su hijo. Y una vez que Aswatthama y Drona estén de mi parte, Kripa naturalmente se unirá a ellos, con lo que ya sólo queda Vidura. Este ya es más difícil porque ama mucho a los pandavas; incluso te abandonaría si llegase el momento de elegir entre ellos y tú. Pero, ¿qué puede hacer un hombre nacido en una casta inferior? Sólo puede darte discursos sobre el Dharma. No importa, dejémosle que se vaya con ellos. Padre, tengo un plan: si valiéndote de cualquier excusa pudieses enviar a los pandavas junto con su madre a algún lugar lejos de esta ciudad, por ejemplo Varanavata, yo, mientras, trataría de ganarme el amor y el aprecio de los súbditos del reino. Después de un año la gente ya se habría olvidado de Yudishthira. De esta forma cuando los pandavas regresaran, si regresasen, se encontrarían con que sus días de gloria se habían acabado. Por favor, haz eso por mí. Envíales lejos. Si de verdad me amas sácame esta aguda flecha que se me ha clavado en el corazón, matando mi alegría y robando de mi mente la paz. Hace ya muchísimo tiempo que no encuentro descanso. Por favor, envía a los pandavas junto con su madre a Varanavata y yo me ocuparé del resto. —Y diciendo esto, Duryodhana se fue.

El rey permaneció allí sentado durante 'mucho tiempo dando vueltas en su cabeza a estos malignos pensamientos. Conocía a su hijo y sabía que iba a planear algo para que los pandavas no regresasen jamás, pero no se atrevió a decírselo y este silencio fue para Duryodhana como una aprobación. Ya a Dhritarashtra sólo le cabía esperar que el complot diese resultado con la ayuda de sus truhanes. Sus celos por los hijos de su difunto hermano ya habían crecido hasta hacerse tan violentos como los de Duryodhana. La única diferencia era que él sabía cómo ocultarlo y su hijo no.

Así pues Dhritarashtra mandó llamar a un hombre llamado Kanika. Era un amigo de Sakuni experto en todo tipo de trapizondas y engaños. El rey le pidió consejo acerca de cómo poner en marcha el plan, a lo que Kanika respondió que la única forma de traer la paz a la mente del rey y de su hijo era deshacerse de los pandavas.

—Pero recuerda —le dijo—, has de aprender a ser hipócrita. Tienes que simular que les aprecias al mismo tiempo que buscas los medios para destruirlos, ya que la única cura posible es matarlos. Nunca estaremos seguros si el enemigo vive, pues siempre será una amenaza.

Los árboles se talan mejor cuando son jóvenes que cuando han crecido. Los pandavas se están haciendo cada día más fuertes; mejor es que te protejas a ti y a tus hijos. Acabo de decirte claramente qué es lo que hay que hacer. —Después de haberle dado su consejo al rey, Kanika se fue.

El Mahabharata - Tomo I
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