XXXVIII
Allí estaban todos: Bishma, Drona, Kripa, Bahlika, Somadatta, Vidura y los otros.
Bishma comenzó hablando con su voz profunda y sonora:
—No es justo que continuemos albergando ira contra los pandavas por más tiempo.
Odiarles no es justo. Dhritarashtra y Pandu son ambos sobrinos míos y quiero a sus hijos por igual. Amo tanto a Duryodhana como a Yudishthira, me duele ver esta situación, y siento que ya es hora de que obremos justamente con los hijos de Pandu. Duryodhana, hijo mío, ellos no tienen a su padre, pero tienen tanto derecho como tú sobre este antiguo reino de los kurus. Debes pedirles que vengan a Hastinapura y que compartan este gran reino contigo. Este es el paso que hay que dar y que hará que coseches fama duradera. Cualquier otra idea que tengáis sólo os conducirá a la infelicidad y no solamente eso, sino que os cubrirá de infamia condenando vuestros nombres para siempre. En este corto tiempo de vida que se nos da, hijo mío, el honor de nuestros nombres debe guardarse muy celosamente. Es lo único que vale, ya que si lo pierdes, tu vida será un puro desperdicio. Vives mientras se honra tu nombre y mueres cuando pierdes tu honra ante los ojos de los hombres. Haz lo que corresponde a un príncipe noble como tú. Parece que el destino quiere darte una segunda oportunidad. Es una oportunidad única, ya que generalmente es implacable. Como una palabra que se ha pronunciado, o como una oportunidad perdida, el destino nunca retrocede para reparar algo que se ha hecho mal. Pero en tu caso, el destino se ha mostrado amable. Dios ha permitido que los pandavas sobrevivieran al accidente de la casa de cera; y prefiero llamarlo accidente. Kunti está viva e igualmente los cinco hermanos. Para tu bien, el pecador Purochana está muerto. Si obras con afecto hacia los pandavas, os libraréis de este estigma que pesa sobre el nombre de tu padre y el tuyo propio, como responsables del incendio de la casa de cera. Ahora tenéis la oportunidad de hacer algo para restablecer vuestra reputación. Tú eres un buen hombre. Puedes comprender los caminos del Dharma y debes hacer esto por tu propio bien. Entrégales a los pandavas la mitad del reino y descansa en paz.
Drona era de la misma opinión y dijo:
—Es lo mejor que se puede hacer. El rey debería enviar mensajeros con regalos a la corte de Drupada. Debemos hacer las paces con los hijos de Kunti y pedirles que vengan aquí a Hastinapura. Es el deber del rey ser bondadoso con estos huérfanos.
Radheya, sin embargo, debido a su amistad con los kurus, no estaba de acuerdo con tal decisión. El prefería luchar y expuso la teoría de que era en el campo de batalla donde se tendría que decidir quién habría de gobernar el mundo entero.
Vidura se levantó y dijo:
—Mi querido hermano, todos los que estamos aquí reunidos somos tus buenos consejeros. Queremos salvar tu reputación y la de tu hijo. El gran Bishma y Drona han hablado correctamente. Por favor, no hagas caso a Radheya, es muy impulsivo. Está tan cegado por la ira como tu hijo y no se da cuenta de la gravedad de la situación. Seguro que te agradará más escuchar sus palabras que las mías, pero es a mí a quien debes escuchar.
El incendio de la casa de cera ha marcado tu nombre con el sello de la ignominia. Ahora tienes la oportunidad de limpiar tu alma de toda rencilla maligna. Además aparte del hecho de que lo debido es que entregues la mitad del reino a los pandavas, también hay otra cosa y es que no es aconsejable ponerse en contra de ellos. Ahora son muy fuertes, no como en el pasado, cuando estaban indefensos en tus manos. Además, Drupada y su hijo Dhrishtadyumna, el nacido del fuego, se han convertido en sus parientes al casarse con Draypadi. También tienen el apoyo de Balarama y Krishna. Con Krishna a su lado, con toda seguridad serán invencibles. ¿Quién puede igualar al fuerte y poderoso Bhima cuando está furioso? ¿quién podría desafiar a Arjuna? Hace poco lo han intentado algunos reyes y han sido derrotados por dos veces, comprobando que era imposible. De nuevo te repito que deberías adoptar métodos pacíficos para garantizar la paz en el reino.
Duryodhana y Radheya son demasiado jóvenes para apreciar mis palabras, pero tú eres diferente. Será un bello gesto de tu parte si escuchas el consejo de tu tío Bishma. Ordena que traigan a los pandavas; haz lo que es debido.
Dhritarashtra dijo:
—Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho. Soy de la opinión de que se debe tratar bien a los pandavas. Es una suerte que estén vivos para gozar de sus derechos reales.
El rey pidió a Vidura que llevase ese mensaje a Panchala. Dhritarashtra se vio forzado a aceptar el consejo de sus mayores. No podía satisfacer el deseo de su hijo Duryodhana, desafiando así a los ancianos. Todavía su corazón no se había endurecido tanto en contra de los pandavas. Todavía le quedaba un poco de decencia. Vidura se fue a Panchala donde fue agasajado por Drupada y los pandavas. Krishna se encontraba en Dwaraka y llegó a sus oídos la noticia de que los kurus habían intentado luchar contra los pandavas después de que éstos revelaran su auténtica identidad y que el ejército, de los kurus había sido derrotado. Entonces se puso en camino hacia Panchala junto con su hermano y su ejército. Krishna y Balarama estaban ya en la corte de Drupada cuando llegó Vidura. Las lágrimas resbalaban por las mejillas de Vidura al contemplar a los pandavas.
Estaba sobrecogido de emoción. Nunca apreciamos cuánto valor tienen las cosas y las personas hasta que nos enfrentamos a la posibilidad de perderlas, y así le ocurría a Vidura. Sólo pensar que habían escapado del terrible incendio de Varanavata, le hacía darse cuenta de lo mucho que significaban para él. Vidura ofreció a Draypadi y a los pandavas los valiosos regalos que les enviaba Dhritarashtra. Pasaron algún tiempo dialogando sobre un sin fin de cosas, hasta que finalmente abordaron el tema que preocupaba a todos los allí reunidos: el mensaje del rey. Vidura se dirigió a Drupada y le dijo:
—Mi hermano Dhritarashtra me rogó que os diera recuerdos a todos. Bishma y su amigo Drona os envían, también, sus afectuosos saludos. El rey al igual que los príncipes y ancianos kurus se consideran muy afortunados de poder tener relación con vosotros.
El rey está deseoso de ver a sus hijos los pandavas. Tan grande es su alivio al saber que han escapado de la muerte en Varanavata, que quiere abrazarles con todo su afecto.
En ese instante, una sonrisa ingenuamente traviesa iluminó el rostro de Krishna. La cara de Bhima era todo un cuadro. Arjuna estaba mordiéndose el labio inferior y Yudishthira intentaba no sonreír.
Vidura, como si no hubiera advertido esto, continuó:
—El rey desea que su nuera venga a Hastinapura y complazca a la ciudad, que está muy entusiasmada con la idea de ver a los pandavas y a su esposa. Están delirando de alegría al conocer la buena fortuna con la que han sido favorecidos los pandavas. —Ese fue el final del mensaje del rey, tras lo cual Vidura añadió:— Será para nosotros un gran honor si les permites que me acompañen a Hastinapura.
Drupada dijo:
—Me siento inmensamente complacido y honrado por esta alianza con la noble casa de los Kurus. Respecto a su ida a Hastinapura, quizá no sea la persona adecuada para decidirlo, lo dejo en las manos de Yudishthira y sus hermanos; además, Balarama y Krishna también están aquí: yo me atendré a su decisión.
Entonces Krishna dijo:
—Creo que deben ir a Hastinapura.
Al oír esto Arjuna giró asustado su mirada hacia el dulce rostro de Krishna, pero no dijo nada. Drupada dijo que los pandavas podían irse libremente y complacer al rey ya que éste parecía estar en muy buena disposición hacia ellos.
Vidura se dirigió a los aposentos de Kunti y se postró a sus pies. Las lágrimas de sus ojos humedecían sus pies. Kunti hizo que se levantara haciéndole sentar, y le consoló diciendo:
—Mis hijos están ahora vivos gracias a tu amor y sabiduría. Pienso en ti día y noche; tu devoción hacia nosotros es algo que no puede olvidarse fácilmente. No sé si será seguro ir a Hastinapura; mi mente está alborotada y no puedo pensar por mí misma.
Entonces Vidura le dijo:
—Mi querida Kunti, ningún mal puede acaecerle a tus hijos. No temas, muy pronto les verás como los señores de la tierra.
Los pandavas, acompañados por Krishna, se encaminaron hacia Hastinapura. Pronto llegaron a la capital del reino, donde la gente estaba esperando ansiosamente la llegada de los príncipes pandavas. Hacía mucho tiempo que se habían ido y la ciudad les esperaba bellamente engalanada y con las calles rociadas con agua perfumada. Había flores por todas partes. Vikarna y Chitrasena fueron los hijos de Dhritarashtra que les dieron la bienvenida.
Allí estaba también Drona, junto a Kripa. Pronto llegaron al palacio, donde los pandavas se postraron a los pies de Bishma y Dhritarashtra, y fueron cordialmente recibidos por parte de todos... La princesa de Kasi, que era la esposa de Duryodhana, recibió a la joven esposa de los pandavas, la acompañaban las otras nueras del rey. Luego se postró ante Kunti y más tarde las condujo al palacio de Gandhari. Una vez allí Kunti y Draypadi se postraron a los pies de Gandhari pidiéndole sus bendiciones. Gandhari, que tenía el poder de ver el futuro, abrazó a Kunti y luego a Draypadi. Mientras deslizaba sus brazos por la suave silueta de Draypadi, se decía para sí misma:
—Está mujer está destinada a ser la causa de la muerte de mis hijos. —Luego bendijo a ambas y ordenó que preparasen la casa de Paridu para servirles de residencia.