XX
El rey Virata entró triunfante en la ciudad después de haber vencido a los trigartas.
Había rescatado las vacas y fue recibido por los ciudadanos con gran pompa y esplendor.
Entró en la ciudad rodeado por los pandavas y fue recibido en el palacio por la reina y su hija.
La princesa Uttaraa le contó la invasión del ejército kuru y cómo el príncipe Uttarakumara, él solo, se había ido a luchar contra ellos. El rey se sintió infeliz por aquella calamidad. Se le dijo que Brihannala era el conductor del príncipe y el rey se hundió en las profundidades de la desesperación. Dijo: —¿Qué puede hacer mi hijo contra ellos? Todos los héroes kurus están allí: Bishma, Drona, Kripa y el invencible Radheya han venido a atacarnos. Reunamos rápidamente el ejército y vayamos a ayudar a mi hijo. Pensé que había pasado todo el peligro cuando vencimos a Susarma, no esperaba esta nueva amenaza. Debo reunir mi ejército al instante.
Virata estaba dando instrucciones a sus ministros y a sus hermanos para hacer los arreglos para la segunda campaña. Entonces dijo Yudishthira:
—No te desesperes, sabiendo que Brihannala es el conductor de tu hijo, ya no me preocupa en absoluto. Tu hijo podrá derrotar incluso a Indra o a Yama si Brihannala es su conductor. Conozco a Brihannala y su grandeza, por favor reponte, mi rey, y espera noticias del frente de batalla. Te aseguro que pronto oirás hablar del éxito de tu hijo.
Oyendo las palabras de Yudishthira, por quien tenía un gran respeto, el rey decidió permanecer en silencio. Tenía que tener paciencia. Su corazón estaba lleno de dolor, pero consintió en esperar noticias de Uttarakumara.
Después de unas horas de agonía, llegaron algunos vaqueros ante la presencia del rey diciéndole:
—Mi señor, venimos de las inmediaciones del campo de batalla, vimos el carro del príncipe, conducido por Brihannala, y al vernos, el carro se paró. Brihannala nos dijo: "Id inmediatamente a la ciudad y anunciad que el príncipe ha derrotado a sus enemigos, que ha rescatado las vacas y que la ciudad debe prepararse para recibirle con honor. El príncipe viene en camino a la ciudad después de haber rescatado el ganado de los kurus. Les ha vencido luchando él solo."
Los vaqueros estaban tan emocionados que se repetían una y otra vez. Yudishthira sonrió al escuchar el mensaje y dijo:
—Es una fortuna que el éxito haya cortejado al rey y a su hijo. —Luego añadió:— Pero no me sorprende, sabía que el príncipe estaba seguro de ganar con Brihannala de conductor.
El conductor de Indra llamado Matali e incluso el de Krishna, el mejor de todos los conductores, palidecerían hasta eclipsarse si se los comparase con Brihannala.
El rey deliraba de alegría y dio órdenes de que se decorara la ciudad. Quería que la ciudad recibiera a su hijo dándole la bienvenida de una manera gloriosa. Todas sus órdenes fueron realizadas. El rey estaba feliz, el palacio era un jardín de dicha.
El rey y Yudishthira estaban sentados juntos, los ojos del rey se posaron sobre Sairandhri, la cual estaba de pie a cierta distancia ayudando a decorar la sala, la llamó y le dijo:
—Sairandhri, ve y trae los dados. Estoy muy feliz, quiero jugar.
Yudishthira dijo:
—Si puedo darte un consejo, te recomiendo que no juegues; por favor no juguemos ahora. Los sabios prohíben el juego cuando la mente está exaltada.
El rey le dijo:
—Pero eso es absurdo, no vamos a jugar haciendo apuestas, sólo vamos a pasar el rato mientras llega mi hijo. No hay nada malo en que juguemos. Ven y juega.
Yudishthira le dijo:
—No, mi señor, este juego es una cosa terrible. Sé que Yudishthira perdió su reino, a sus hermanos y también a su esposa como apuestas en este juego de dados. El juego dedados priva al hombre de su sano juicio. Si Yudishthira hubiera jugado en un estado mental normal nunca hubiera sido tan estúpido. El juego se sube a la cabeza como el vino y hace que el hombre haga las cosas más inimaginables, tú estás exaltado y tengo miedo por ti. Por favor, no juguemos.
Pero el rey estaba muy empeñado en jugar, así que Yudishthira tuvo que acceder.
El juego comenzó. La mente de Virata estaba enardecida por la victoria de su hijo.
Yudishthira también estaba tan excitado como el rey. El éxito de Arjuna le había emocionado.
El rey dijo:
—Estoy orgulloso de la hazaña que ha realizado mi hijo, sólo pensar que ha luchado contra todos los héroes kurus me pone muy feliz y emocionado. Estoy orgulloso de mi hijo; ha hecho algo grande, ha realizado lo imposible.
—Yudishthira le dijo:
—Sí, es tu buena fortuna que Brihannala estuviera allí para sostener las riendas de los caballos de tu hijo. Es por eso por lo que el príncipe pudo ganar.
Al rey no le gustaron las palabras de Yudishthira y le dijo: —Dices que no te sorprendes, ¿es que es tan fácil vencer a los héroes del ejército de los kurus? Es una gran hazaña. No haces más que hablar de ese eunuco como si fuera alguien grande. Te lo digo, mi hijo es un gran héroe y le estás insultando a él y a mí, elogiando a ese bailarín más que a él. Esta vez te perdonaré, pero, por favor, cuídate de no desagradarme de nuevo.
Yudishthira sonrió dulcemente y le dijo:
—La verdad, mi señor, nunca es agradable de oír. Te diré lo que debe haber ocurrido: tu hijo ha debido ser el conductor de Brihannala. Seguro que ha sido él, el que ha vencido al ejército de los kurus. Piensa en ese ejército, no pueden enfrentársele ni los devas. ¿Cómo. puede un niño como tu hijo haberles vencido? Sólo Brihannala puede haber logrado esta victoria.
El rey estaba fuera de sí por la ira, cogió los dados en su mano derecha y los arrojó con fuerza contra la cabeza de Yudishthira. Yudishthira trató de evitar que los dados le hirieran, pero le golpearon. Un dado le golpeó en la frente y la sangre comenzó a fluir de su herida.
Lanzó una mirada de dolor a Draypadi y ella vino corriendo a su lado con un cuenco de oro lleno de agua. Yudishthira lavó en él sus manos y Draypadi secó la ceja de Yudishthira con su vestido, tratando de detener la hemorragia.
Fue sólo entonces cuando Virata vio lo que estaba ocurriendo. Le dijo a Draypadi:
—Sairandhri, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué estás secando con tu vestido de seda la sangre de la herida de este estúpido brahmán?
Draypadi dijo:
—Si una gota de sangre del cuerpo de este buen hombre toca el suelo, tu reino no tendrá lluvias durante un año. Cada gota significa un año de hambre. Si esta sangre cae al suelo te matará alguien que ha jurado hacerlo. Para salvarte a ti y a tu reino, estoy evitando que fluya esta sangre preciosa. Virata no le dio ninguna importancia a las palabras de Draypadi, pues aún estaba enfadado con Yudishthira por sus palabras.
Un mensajero entró en la sala y dijo:
—El príncipe ya ha llegado a la ciudad y ha venido hasta las puertas del palacio. Ahora mismo está entrando a la casa del rey con su compañero Brihannala.
Yudishthira le habló en secreto al mensajero y le dijo: —Por favor, haz que no entren juntos en la sala. Haz que el príncipe entre primero y deje atrás a Brihannala, que éste entre dentro de un rato, te digo esto por el bien de tu rey. Su propia vida depende de que hagas lo que te estoy pidiendo. Por favor, haz que Brihannala no entre con el príncipe.
El príncipe Uttarakumara entró en la sala y fue abrazado calurosamente por su padre.
Uttarakumara miró detrás de él y vio el rostro de Yudishthira cubierto de sangre. Su corazón dejó de latir. Estaba horrorizado por lo que estaba viendo y dijo: —¿Quién ha hecho esta cobardía con el más noble de los hombres? ¿Quién ha sido tan desaprensivo e imprudente como para pisar la cola de una cobra? ¿Quién ha cometido este cobarde crimen?
El rey sonrió y le dijo:
—Yo le golpeé con un dado, me disgustó alabando a tu conductor y menospreciando tu valor, por eso le golpeé.
El príncipe le dijo:
—Padre, no sabes lo que has hecho. Por favor, pídele perdón inmediatamente. Por favor, no atraigas la maldición de Dios sobre ti.
El rey estaba confundido por las palabras del joven príncipe. Su ira contra Yudishthira se había desvanecido de algún modo en cuanto se encontró con su hijo. Se dirigió hacia Yudishthira y le pidió que le perdonara. Su sangre ya había cesado de fluir gracias a los esfuerzos de Draypadi. Yudishthira le dijo:
—No estaba enfadado contigo en absoluto, sólo estaba preocupado por tu bienestar. No quería que mi sangre cayera al suelo. Si hubiera ocurrido, hubieras muerto en el acto, pero he evitado la calamidad. Ahora nada puede ocurrir.
El rey no podía comprender las palabras de ninguno de ellos.
Brihannala entró en la sala cuando el rey estaba alabando la bravura de su hijo. El pobre príncipe no se atrevía a levantar la vista y encontrarse con los ojos de Arjuna. Dijo:
—Padre, fui ayudado por una persona divina, no hubiera podido ganar sin su ayuda. El les venció a todos. Uttarakumara le narró todo lo que había ocurrido en el campo de batalla y, sin mencionar el nombre de Arjuna, habló de su valor. El rey estaba emocionado al oír hablar de este ser divino y dijo:
—Quiero encontrarme con esta persona, debo darle las gracias, le daré todo lo que tengo.
Le daré a mi hija, tráemelo. Uttarakumara dijo:
—Le he perdido de vista, tal vez aparezca mañana.
El rey le agradeció formalmente a Brihannala que hubiera conducido el carro de su hijo.
Arjuna dejó su presencia y se fue a los aposentos de la princesa y le entregó las sedas y joyas que había traído para ella. No obstante, Arjuna se había quedado muy intrigado por la conducta de Yudishthira. Cuando Uttarakumara le estaba narrando a Virata los acontecimientos que ocurrieron en el campo de batalla, Arjuna había tratado de ver cómo se lo tomaba Yudishthira. Trató de captar su mirada, pero el mayor de los pandavas había mantenido su rostro oculto, sin girarlo en dirección de Arjuna. Esto le estaba causando mucha infelicidad. Arjuna pensaba ganarse una sonrisa de maliciosa picardía de su hermano y no podía descansar hasta que supiera la verdadera razón de su conducta.
Arjuna fue a reunirse con Bhima y le dijo: —¿Por qué está tan cambiado Yudishthira? No me mira con el afecto que solía hacerlo. ¿Está enfadado conmigo porque luché contra los kurus? Tuve que hacerlo.
Bhima le dijo:
—No puedo explicármelo, ven, iremos a donde está nuestro hermano y le preguntaremos.
Y juntos fueron al encuentro de Yudishthira. El les vio y abrazó calurosamente a Arjuna. Ambos vieron la herida de su frente y le miraron inquisitivamente.
Yudishthira les dijo:
—No penséis en ello ahora, el rey me golpeó con un dado. —Les contó todo y luego, dirigiéndose a Arjuna, continuó: Fui malherido y no quería que lo vieras cuando entraste a la sala, fue por eso que mantuve oculto mi rostro.
Bhima estaba muy enfadado y dijo:
—Si hubieras mostrado tu ira contra ese Virata, hubiera muerto hace mucho. Sin saber quién eres, te ha insultado, no puedo soportarlo. Debemos castigarlo.
Arjuna dijo:
—Mi señor, tu paciencia ha sido tu desgracia durante todos estos años. Mataré a este hombre y a todos sus parientes. Luego mataremos a todos los kurus. No estoy complacido con tu paciencia. Voy a matar a Virata.
Bhima dijo:
—Arjuna tiene razón. Destruiremos a los matsyas y a todos sus parientes y amigos. Por la mala conducta de Virata, Draypadi fue maltratada por Kichaka. Convirtámonos primero en señores de matsya, luego podemos hacernos señores del mundo.
Yudishthira dijo:
—Controlaos, no hay necesidad de matarle, él me insultó sin saber quién era, le daremos una oportunidad. Le mostraremos quiénes somos mañana por la mañana. Ocuparemos el trono, si se atreve a desafiarnos, entonces le mataremos, pero no hasta entonces.
Dejémosle darse cuenta de lo que ha hecho. Si se comporta de forma impertinente conmigo, le mataremos y luego a toda su gente, pero no ahora.