¿Y si no quiero, qué?

 

 

 

Sandy estrujaba entre sus manos la carta con la notificación que Kellan le había enseñado. El “no sé qué” que Kellan quería decirle en esa cena era que los del Ministerio les reclamaban los gastos del destrozo que causaron en los baños del salón de actos, donde se había celebrado el nombramiento del padre de Beth.

Releía el texto sin poder creer que un simple portarrollos de papel higiénico costara más de cien dólares y tenían que reponer los 4 que se habían cargado.

— ¡Venga ya! no puedo creerme que no puedan reutilizar los que ya había —bufó indignada por el elevadísimo gasto que no podía asumir—, que vale que cayeran las paredes de los cuatro cubículos pero joder, no estarán rotos los cuatro, alguno se podrá aprovechar. Se desatornillan y se vuelven a poner.

— Déjalo ya Sandy, por mucho que leas la factura los números no van a cambiar.

— Ay dios mío, ¿¿y los inodoros?? ¿¿Has visto el precio?? —Empezó a hiperventilar— Creo que me va a dar un ictus… uff, uff, uff…

— Tranquila, ¿de acuerdo? Si lo sé no te lo enseño…

— Seiscientos putos dólares por cada retrete para que la gente ponga su culo encima. ¿No es injusta la vida?

— Si es un culo como el tuyo me parecen hasta baratos —sonrió encantadoramente.

— No estoy para bromas Kellan —se puso todo lo seria que sus ganas de llorar le permitían—. Tú eres asquerosamente pudiente y no te importa dejarte más de cinco mil dólares en un aseo de mierda, pero ésto para mí supone un año entero en la más absoluta miseria.

— Jajajajajaja —se carcajeó sin ninguna contención—. Pero mira que eres exagerada.

— Oye, si te vas a reír de mí y mi precaria situación en mis narices dímelo, ¿eh? Así cuando te rompa la cara de un sopapo no tendré remordimientos.

— Me encanta que emplees la fuerza bruta conmigo…

— ¡Que te calles ya, jo! —Empezó a sollozar hipando entre palabras—  ¡Eres un merluzo insensible! Menos mal que le he alquilado el apartamento a Beth, al menos con ese dinero podré medio vivir si me embargan el sueldo.

— Sandy venga ya… —apartó una mano del volante para posarla sobre su hombro— Tranquila cielo, no tendrás que desembolsar ni un solo dólar, ¿de acuerdo? Yo correré con los gastos.

— ¡¿Que tú qué?! —Abrió los llorosos ojos de par en par— No, no y no. Ni se te ocurra decirlo.

— Hablaré con Daniel y le diré que no descuente nada ni de tu nómina, ni de la mía. Les extenderé un cheque por el total de la factura y arreglado, podremos olvidar el asunto.

Cuando Kellan buscó la mirada de su chica, la encontró. Y vaya si la encontró. De un solo vistazo supo que había vuelto a meter la pata hasta la ingle.

— Puedes empezar a gritarme cuando quieras… —preparó sus oídos para la furia que estaba por llegar.

— Para el coche —pidió tajante.

— ¿Cómo?

— Que pares el coche.

— No puedo parar aquí Sandy, estamos en plena autopista.

— ¡¡HE DICHO QUE PARES EL PUTO COCHE!!

Kellan se echó al arcén y pisó el freno hasta el fondo, provocando un chirrido de ruedas digno de cualquier buena película de acción. Los tensores del cinturón de seguridad hicieron su trabajo y devolvieron el cuerpo de Sandy al respaldo del asiento con un tirón seco. Echándole una última mirada asesina, Sandy abrió la puerta y salió del coche.

— ¿¡Pero dónde vas!? —Se alarmó al verla salir sin mirar—  ¿Estás loca o qué? ¡Podrían atropellarte!

Afortunadamente a esa hora no había casi coches circulando y después de echar un vistazo por los retrovisores y comprobar que no había peligro, bajó del coche resoplando para averiguar qué narices le pasaba ahora.

— ¿Me puedes decir qué puñetas…

— ¡¡Ssshhh…!! —levantó una mano reclamando su silencio— Aún no sé qué me ofende más, si el hecho de que alardees del dinero que tienes y que no te importa gastar como si fueran billetes del Monopoli o el gesto tan jodidamente “machista” de querer correr con los gastos como si yo fuera una pobrecita inútil que no tiene dos manos para ganarse la vida.

— Yo no he dicho eso, Sandy —resopló cansado de discutir siempre por lo mismo—. Estás malinterpretando mis palabras, como siempre.

— ¿Qué malinterpreto como siempre, Kellan? —Bufó poniendo los brazos en jarras— ¿¿Y no será que eres tú el que siempre dice las cosas como si fueras un Neanderthal que sigue pensando que las mujeres son el sexo débil necesitado de la protección del macho dominante??

— Repito que yo no he dicho nada de eso, joder —contestó cada vez más cabreado—. Querer correr con los gastos no es llamarte inútil, ni mucho menos decir que no sepas ganarte la vida tu solita.

— ¡Pues lo parece!

— ¡Pues no lo es!

— ¡Pues no digas esas gilipolleces!

— ¡Pues no las malinterpretes!

El atronador ruido del tubo de escape de una moto pasó por su lado levantando un remolino de viento a su paso que alborotó el pelo de Sandy y les sacó momentáneamente de su acalorada discusión.

— Mira, te pido disculpas por lo que he dicho, ¿Ok? —Señaló el coche— Volvamos al centro y lo hablamos allí con más calma.

— Que te jodan —se cruzó de brazos apoyándose en el maletero del coche obstinada a ceder tan fácilmente—. Las disculpas te las metes en tu jodido culo de niño rico.

Otra moto pasó a más velocidad que la anterior haciendo el mismo y ensordecedor ruido.

— Es peligroso estar aquí parados, nena —miró la carretera a su espalda aprovechando para armarse de paciencia—.  ¿Podemos volver al coche, por favor?

— No voy a montarme en tu coche de niño rico y acomodado.

— ¿Ah, no? ¿Y cómo piensas volver al centro?

— Haré lo que hacemos los pobres sin cochazo deportivo.

Se alejó unos pasos del coche pasando por su lado con la cabeza muy alta, se paró en el margen de la carretera y dándole la espalda levantó el brazo derecho con el pulgar de la mano hacia arriba.

— Venga ya. ¿Vas a hacer autostop? —La miró no creyendo lo que veía—  ¿En serio?

— Ya lo estás viendo… —espetó orgullosa— No te necesito para nada.

— Móntate en el coche, por favor —resopló contenido—. Sólo vas a conseguir que te atropellen.

Un par de motos más pasaron por al lado sin detenerse ni siquiera frenar y tan cerca de donde estaban parados que Sandy tuvo que alejarse del margen por miedo a que la arrollaran.

— ¡¡SEREIS GILIPOLLAS!! —Gritó kellan al vacío que dejaron— No sé dónde coño les dan el carnet de conducir a semejante gentuza. ¿Estás bien?

— Sí, estoy bien —recolocó los despeinados rizos lejos de su cara.

— Sube al coche, por favor —volvió a pedir—. No quiero terminar teniendo un disgusto de verdad.

— ¿Y si no quiero, que? —volvió a acordarse de su enfado.

— ¿Si no quieres….?

De repente un grupo de seis motos más pasaron una detrás de otra por donde habían ya tronado sus cuatro predecesoras. El susto que se llevó Sandy cuando empezaron a pasar pitando y profiriendo gritos tan soeces que su mente prefirió no registrar, hizo que se alejara de la carretera y buscara inconscientemente el refugio de los brazos de Kellan. Éste la apretó contra su pecho viendo con indignación la procesión motera que tenían delante.

La última de las motos que pasó lanzó una botella de vodka vacía estrellándose a pocos metros de donde ellos estaban, mientras el sonido de risas y motos se iba alejando.

— Móntate en el coche —le ordenó a Sandy mientras iba decidido hacia su puerta.

— ¿Por qué? ¿Qué vas a…? —preguntó mientras abría su lado del vehículo.

— Móntate de una vez y calla.

El tono no dejaba lugar a discusión. Montó obedientemente y cerró la puerta, justo cuando otro sonido de ruedas chirriantes lanzaba el deportivo de Kellan sobre el asfalto. Pisó el acelerador como si tuviera plomo en el pie y se enzarzó en una persecución trepidante por la vacía carretera que tenía delante.

— ¿Se puede saber qué haces? —Sandy no salía de su asombro.

— Voy a enseñar un poco de civismo a esos descerebrados —cambió de marcha acelerando más el motor.

— ¿Pero qué dices? —Abrió los ojos como platos—  ¿Tú has visto cuantos son? ¡Van a lapidarte!

— Podían haberte atropellado, no les irá mal recibir un pequeño tirón de orejas…

— ¿Pero tú te estás oyendo? Vas a darle un tirón de orejas a una panda de moteros macarras que como mínimo llevarán navajas si no pistolas o… o… metralletas o… ¡Yo que sé!

Dio un volantazo para esquivar a otro coche que ocupaba su carril y siguió su alocada persecución acelerando más. Sandy miraba como Kellan apretaba su mandíbula y hasta podía oír los pensamientos que pasaban por la mente de su chico. No había nada que el terapeuta tolerara menos que la falta de consideración para con las personas, y al parecer ya podían ser cinco o cincuenta los moteros que nada amedrentaba a su caballero de fuerte armadura.

— ¿Has visto la serie “Sons of Anarchy”? —se llevó las manos a la cabeza— Pues está basada en historias reales, ¿sabes? Esa gente mata y tortura y secuestra y… ¡venden droga! Eso debería bastarte para saber que con esa gente no se juega.

— ¿Quién ha dicho que vayamos a jugar?

Sandy seguía sin salir de su asombro. No conocía esta faceta agresiva y desafiante de Kellan. Estaba acostumbrada a su lado sexy y seductor, a su bondad y paciencia, a su simpatía y ternura… incluso conocía perfectamente ese lado troglodita que le hacía decir esas cosas que la sacaban de sus casillas y hacía que aflorara su lado más rebelde y desobediente.

Pero verle así, decidido y concentrado en su objetivo, dispuesto a darse de leches por ella con una banda de moteros matones que casi la atropellan. No pudo evitar que una sonrisa aflorara en su rostro y un sentimiento de felicidad la recorriera desde los dedos de los pies hasta la coronilla. Estaba loca y perdidamente enamorada de ese Neanderthal.

Estaba disfrutando de ese momento de ingravidez que da el ser consciente de lo feliz que era, cuando un frenazo le hizo bajar de su nube de algodón de azúcar y chocarse contra el salpicadero del coche. De nuevo el chirrido de ruedas atronó en el asfalto y cuando ya estaba recuperando el equilibrio en el asiento, un nuevo volantazo la descolocó.

Estaban dejando la carretera por un área de servicio que daba a una gasolinera de paso. Sandy comprendió la maniobra de Kellan cuando vio la fila de motos aparcadas en la puerta de la cafetería. Diez motos todas negras y con sus acabados cromados relucientes brillaban bajo las luces de las farolas. Sólo dos de los diez moteros estaban en el aparcamiento fumando cerca de sus motos.

— Quédate en el coche y no salgas bajo ninguna circunstancia —le ordenó mientras tiraba del freno de mano y apagaba el motor.

— ¿Pero qué coño vas a decirles, eh? No vayas —le agarró del brazo sintiéndose de pronto muy nerviosa—. Vámonos de aquí y olvidemos el asunto, ¿vale? —miró hacia los moteros y de nuevo a su chico sin poder controlar su inquietud— De verdad que no tenemos que demostrar nada, nos vamos y prometo no ofuscarme cuando vuelvas a tratarme como un troglodita, ¿eh? ¿Nos vamos?

— Sandy —la agarró de la mandíbula para que le mirara—. No. Salgas. Del. Coche.

— Pero Kell… —un dedo selló sus labios pidiendo silencio.

— Sandy —volvió a centrar su atención—. Hazme caso por una vez en tu vida —guardó unos dramáticos segundos de silencio—. No salgas de coche. Pase lo que pase. Bajo ninguna circunstancia. Veas lo que veas. Y oigas lo que oigas. ¿Entendido?

— No, no lo entiendo de verdad. ¿Cómo pretendes que me quede aquí cuando tú vas a…?

Kellan no perdió el tiempo en convencer a Sandy. Salió rápidamente sin darle tiempo a objetar. Cerró la puerta y accionó el mando del cierre centralizado dejando a su chica encerrada dentro.

PIP

Cuando Sandy oyó el pitidito intentó abrir su puerta sin conseguirlo. ¿En serio había sido capaz de encerrarla? Miró con estupor como Kellan le daba la espalda casi sin mirarla y se dirigía decididamente donde se encontraban los dos moteros fumando. Su corazón empezó a martillearle en el pecho cuando vio que empezaba a hablar con ellos, señalarles con el dedo y señalar después el coche que habían adelantado tan imprudentemente.

Uno de ellos le hizo frente enseguida, cuadrándose con su oronda panza delante de él, mientras el otro iba dentro del local, supuso que a avisar al resto de sus colegas sobre el “gallito”, que iba a darles un tirón de orejas.

Sandy notó la adrenalina recorrer todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. Intentó volver a abrir la puerta sin éxito. Empezó a dar manotazos al cristal impotente al ver la que se avecinaba y que no podía hacer nada para evitarlo.

— ¡¡Kellan, ábreme la puerta!! —gritó lo más fuerte que pudo— ¡¡Por favor, Kellan!! —Volvió a forzar la manilla sin conseguir nada—  ¡¡Kellaaaaaaaaaaan!!

Del bar salieron cuatro de los moteros que se posicionaron al lado del que estaba plantando cara a Kellan. Lejos de amedrentarse, siguió hablando y volvió a señalarles a ellos y después al coche donde ella estaba. Momento que Sandy aprovechó para volver a dar golpes al cristal y a gritar esperando que la viera y le abriera la jodida puerta.

— Ay Dios mío… ¡¡¡Kellaaaaaaaaan!!! —Sandy ya se temía lo peor—  ¿Qué hago, que hago?? —Intentó centrar sus alocados pensamientos—  ¿¿Qué puedo hacer??

Abrió la guantera buscando algo que pudiera usar para romper el cristal. Estaba vacía y pulcramente ordenada con papeles que no le servían para nada. ¿Por qué no podía haber una pistola o un martillo o una puta piedra que pudiera usar? Por que ésto era la vida real, no una película cutre de serie B.

— A ver Sandy, piensa —intentó calmar los latidos descontrolados de su corazón—. No tiene que ser complicado abrir una puerta desde dentro. Piensa…

Recorrió con los ojos a la vez que con las manos todos los botoncitos y accesorios del salpicadero. Los coches éstos tan modernos siempre tenían un botoncito de centralizado de puertas que podía accionarse sin necesidad de usar la llave, la cosa estaba en saber cuál era.

Accionó la radio, el limpiaparabrisas, tocó el claxon, abrió el cenicero, sacó el cd, puso los intermitentes… Levantó la vista un segundo de su tarea justo cuando el resto de la banda salía del bar para unirse a sus compañeros y rodear a Kellan.

— Joder, joder, joder…. —volvió a tocar a la desesperada todo botón que encontró a su paso cuando de repente, lo encontró.

PIP.

Salió del coche como si estuviera ardiendo. Realmente no había pensado bien qué es lo que iba a decir o hacer una vez estuviera al lado de su chico, la prioridad era salir del coche y una vez lo hubo conseguido ya improvisaría el resto sobre la marcha.

— ¡¡Kellan!! —llegó a su lado y sin querer mirar a los diez hombres que los rodeaban le agarró del brazo— Vámonos por favor.

— ¿No te he dicho que no salieras del coche?

— ¿Y no te he dicho yo que no hicieras nada de ésto? —preguntó con tono autoritario, regañándole.

— Está todo controlado, haz el favor de volver al coche y esperarme.

— ¿Y ver desde allí como te pegan un tiro? No, gracias —tiró de su brazo—. Nos vamos los dos.

— Sandy haz lo que te digo, ¿quieres? —se zafó de su amarre.

— ¡¡Haz lo que te digo yo, joder!!

— Supongo que ésta es la chica… —interrumpió una voz ronca y profunda.

Se hizo de pronto el silencio. Uno de los moteros, el que tenía más pinta de delincuente reincidente, se adelantó un paso en dirección a Sandy y la observó de arriba abajo. Ella, lejos de sentirse amenazada por la mirada, levantó la cabeza y repasó al motero con el mismo escrutinio al que éste la estaba sometiendo.

— Es de armas tomar, de eso no hay duda —sonrió pícaramente.

— No lo sabes tú bien… —añadió de pronto Kellan—  Y más terca que una mula.

—  ¿Pero qué dices? —Sandy seguía igual de sorprendida— ¡¡Encima que vengo a evitar que te maten me pones a parir delante de esta panda de energúmenos!!

— Nadie va a matar a nadie aquí… —el motero levantó las manos pidiendo calma— Creo que te estás confundiendo preciosa.

— ¿Preciosa? ¿Cómo que preciosa? —La adrenalina envalentonó su osadía—  ¿Quién coño eres tú para llamarme preciosa?

— Sandy, vuelve al coche por favor… —Kellan ya veía su plan totalmente arruinado.

— O vuelves conmigo, o no me voy a ningún sitio —le contestó tajante.

— Oye, nena, ¿por qué no haces caso a tu hombre y te metes en el coche? —espetó impaciente otro de los moteros.

— ¿Qué haga caso a mi hombre? —Bufó indignada, mirando a Kellan— Mira, ésto ya se está pasando de castaño oscuro. O vienes o vienes, pero ya.

— Sandy, por favor… —la apartó del grupo intentando minimizar el destrozo—  Hazme caso tesoro, por una vez, ¿vale? Vuelve al coche, luego te explico lo que haga falta, pero ahora necesito que vuelvas al coche y te quedes allí.

— ¡Que no me voy si tú no vienes! —bramó ofuscada.

Otro de los moteros se adelantó e intentó conducir a Sandy hacia el coche

— Vamos tía, métete en el coche de una vez —la agarró del codo como para acompañarla—.  No tenemos todo el día, ¿vale?

— ¡Eh! No me toques —se zafó de su mano.

— ¿Eres sorda o qué?

— ¿Y tú eres gilipollas o qué?

El ambiente se estaba caldeando y Kellan ya no sabía dónde meterse para evitar el ridículo tan espantoso que estaba a punto de hacer.

— Mira colega, vamos con mucho retraso —se dirigió a Kellan—. O le dices a esta loca que colabore o…

ZAS.

Kellan vio casi a cámara lenta como la mano de Sandy volaba hasta estamparse en la cara del motero que le sacaba dos cabezas y que acababa de llamarla loca.

— Loca lo será tu p… —miró al motero con los ojos inyectados en sangre.

— ¡¡SANDY, NO!! —Kellan puso su mano sobre su boca para evitar que terminara la frase—  ¿Se puede saber en qué coño estás pensando?

— ¿Pero no has visto que este tío acaba de llamarme loca?

— ¡¡Es que estas como una jodida cabra, tía!! —Le espetó el motero ya recuperado de la impresión— Mira, ésto no entraba en los planes —le dijo de nuevo a Kellan—. O le dices a tu… “casi prometida” que colabore o se cancela todo ahora mismo.

— Colaborará, os lo juro —prometió al tipo.

— ¿Cómo que “casi prometida”? —Sandy no entendió lo que pasaba—  ¿Kellan?

— Es lo que llevo intentando hacer desde que hemos parado, joder —le enganchó del brazo y la arrastró con él hacia el coche—. Pero como siempre tienes que ir a tu puta bola y no hacerme caso pues veremos a ver si no lo has echado todo a perder…

— ¿Yo? ¿Echar a perder? ¿El qué? —seguía más confusa que nunca.

— ¡Esto, pedazo de… de… cabra! —ya desde donde estaba aparcado el coche señaló hacia el grupo de moteros.

De pronto unas luces se encendieron alumbrando todo el aparcamiento y empezó a sonar por algún sistema de altavoces la canción “Marry you” de Bruno Mars a todo volumen. Los moteros empezaron a seguir el ritmo dando pasos hasta colocarse en sus posiciones y empezaron su particular coreografía al ritmo que marcaba la música.

 

It's a beautiful night
We're looking for something dumb to do
Hey baby, I think I want to marry you

Well I know this little chapel
On the boulevard
We can go
No one will know
Oh come on girl

Who cares if we're trashed
Got a pocket full of cash

We can blow
Shots of Patron
And it's on, girl

Don't say no no no no no
Just say yeah yeah yeah yeah yeah
And we'll go go go go go
If you're ready like I'm ready

 

Es una bonita noche,
estamos buscando alguna tontería que hacer,
hey baby, creo que quiero casarme contigo.

Bueno, conozco una pequeña capilla
en el bulevard,
podemos ir,
nadie lo sabrá,
oh, vamos chica.

Qué importa si nos ponen verdes
tenemos un bolsillo lleno de dinero
que podemos hacer volar,
chupitos de Patrón (marca de tequila),
y está hecho chica.

No digas no, no, no, no, no,
solo di sí, sí, sí, sí, sí,
e iremos, iremos, iremos,
si estás preparada, yo estoy preparado.

 

Sandy tenía la mandíbula totalmente descolgada, estaba viendo a un grupo de diez moteros a cada cual más macarra, bailar perfectamente coordinados lo que se conocía como un Flashmob. Mientras unos subían y bajaban de las motos otros saltaban y giraban al ritmo de la música, haciendo saltar al aire cintas de colores y soltando puñados de confeti  brillante por todas partes.

 

It's a beautiful night
We're looking for something dumb to do
Hey baby, I think I want to marry you

Is it the look in your eyes,
Or is it this dancing juice?
Who cares baby?
I think I want to marry you

I'll go get a ring
Let the choir bells sing like oh
So what you want to do?
Let's just run, girl
And if we wake up
And you want to break up that's cool
No, I won't blame you
It was fun girl

Don't say no no no no no
Just say yeah yeah yeah yeah yeah
And we'll go go go go go
If you're ready like I'm ready

Es una bonita noche,
estamos buscando alguna tontería que hacer,
hey baby, creo que quiero casarme contigo.

¿Es la mirada en tus ojos,
o es la bebida?
¿A quién le importa baby?
creo que quiero casarme contigo.

Iré a conseguir un anillo,
deja que las campanas del coro canten oh,
¿Así que qué quieres hacer?
simplemente vamos a correr chica,
y si nos despertamos,
y quieres romper, está bien,
no, no te echaré la culpa,
fue divertido chica.

No digas no, no, no, no, no,
solo di sí, sí, sí, sí, sí,
e iremos, iremos, iremos,
si estás preparada, yo estoy preparado.

 

De pronto apareció Kellan bailando entre ellos, no había notado cuando se había marchado de su lado, pero allí estaba. Guapo y sonriente, bailando perfectamente integrado en la coreografía y acercándose cada vez más cerca de donde ella estaba, los moteros se pusieron en fila y haciendo unos cuantos pasos de baile finales fueron entregándole cada uno de ellos una rosa. Cuando le tocó el turno al motero al que había abofeteado sintió una repentina vergüenza, pero el hombre le guiñó un ojo paliando un poco su incomodidad.

 

Because it's a beautiful night
We're looking for something dumb to do
Hey baby, I think I want to marry you

Is it the look in your eyes,
Or is it this dancing juice?
Who cares baby?
I think I want to marry you

Just say I do
Tell me right now baby
Tell me right now baby, baby
Just say I do
Tell me right now baby
Tell me right now baby, baby

It's a beautiful night
We're looking for something dumb to do
Hey baby, I think I want to marry you

I'm missing that look in your eyes,
Or is it this dancing juice?
Who cares baby?
I think I want to marry you

 

Porque es una bonita noche,
estamos buscando alguna tontería que hacer,
hey baby, creo que quiero casarme contigo.

¿Es la mirada en tus ojos,
o es la bebida?
¿A quién le importa baby?
creo que quiero casarme contigo.

Solo di, sí quiero,
dímelo ahora mismo, baby,
dímelo ahora mismo, baby, baby.
Solo di, sí quiero,
dímelo ahora mismo, baby,
dímelo ahora mismo, baby, baby

Es una bonita noche,
estamos buscando alguna tontería que hacer,
hey baby, creo que quiero casarme contigo.

¿Estoy echando de menos esa mirada en tus ojos, o es la bebida?
¿A quién le importa baby?
creo que quiero casarme contigo.

 

Kellan fue el último. Justo con los últimos acordes de la canción llegó a su lado, hincó la rodilla en tierra y elevó hacia ella una pequeña caja de Cartier.

— Alexandra Brittany McAndrews Hunt estás como una cabra. Pero más loco estoy yo por haberme enamorado tan perdidamente de tí —abrió la caja y mostró su brillante contenido—.  ¿Quieres casarte conmigo?

— Ay Dios míooooooooo… ¿Pero ésto que es?

— Lo llaman anillo, cielo.

— Ya lo sé joder, pero ésto es un pedrusco que no sé si mi mano va a poder soportar tanto peso.

— Si yo puedo soportarte a tí, tu mano podrá con él, seguro.

Sacó el solitario de su caja y se lo deslizó por el dedo anular de la mano derecha. Sandy era incapaz de apartar la mirada de los destellos relucientes que la luz sacaba de las facetas de la piedra. Impresionaba.

— ¿Y bien?

— Madre mía Kellan ésto ha debido costarte una fortuna…

— Aún no está pagado —confesó.

— ¿Ah, no? ¿Y por qué no?

— Depende de lo que respondas ahora.

— O sea, que me has pedido matrimonio con este espectacular anillo de compromiso, ¿sin ser tuyo?

— No es eso —resopló, se precipitaba hacia una nueva discusión—. Es sólo que no he formalizado la compra hasta saber si aceptarías.

— ¿Pensando en la posibilidad de devolverlo?

— ¡¡Pensando en tí y en tus cambios de opinión!! —se quejó llevándose las manos a la cabeza y revolviendo su pelo— Es que me vuelves loco Sandy…

Le veía tan nervioso que resultaba hasta gracioso, daba pasos de izquierda a derecha, quejándose de su manera de ser. Realmente estaba adorable.

— Nunca sé por dónde me vas a salir o qué me vas a decir o cuándo me vas a echar la bronca por vete a saber qué…

— No es culpa mía, eres tú el que me saca de mis casillas.

— No, no, no… tú me sacas de mis casillas a mí. Tooodo el día con cambios de humor, toooodo el día desbaratándome los planes, toooooodos los días desobedeciéndome…

La gente que estaba alrededor de ellos, veían la escena como una matrimoniada digna de la mejor obra teatral. Los moteros empezaron a impacientarse mientras el resto de público se debatía entre la risa y la sorpresa ante semejante escena.

— Es que eres muy mandón.

— ¿Mandón yo?? ¡¡JA!! Tú eres una sargento de agárrate y no te menees.

— Bueno, bueno se acabó el tiempo pareja —al final tuvo que ser el motero abofeteado el que pusiera paz entre ellos—. Nos tenemos que ir, así que… ¿Le vas a dar una respuesta ya para que podamos irnos a casa?

— ¿Y si no quiero, qué?

— Con esta mujer es imposible… —bufó el motero mirando a Kellan—  ¿Estás seguro de que quieres casarte con ella?

— Totalmente seguro —asintió.

— Mira que aún estas a tiempo de coger el pedrusco y echar a correr en dirección contraria…

— ¡Eh! ¡No le des ideas, motero de pacotilla! —alejó a Kellan de esa mala influencia.

— ¡¡Pues respóndele y vámonos ya!!

Claro que iba a responderle, sin tardar ni un minuto más.

— Kellan, cariño —le cogió la cara entre las manos—. Claro que quiero casarme contigo.

— ¡¡Por fin, gracias a Dios!! —agradeció al cielo y la rodeo con los brazos— Te quiero tanto mi niña…

— Peeeeeero… —le alejó un poco para mirarle— Ni sueñes que vamos a hacer nada de lo que ha dicho esa canción, ni nos vamos a ir a Las Vegas a casarnos, ni habrá tequila de por medio ni nada de eso.

— ¿Ah, no? —Sonrió mientras volvía a acercarla— Con lo moderna que pareces…

— No, yo soy una mujer tradicional. Quiero una boda tradicional, con pedida de mano a mi padre, iglesia, monaguillos, arroz… y en el pueblo, por supuesto.

— ¿En serio?

— Totalmente —confirmó—. Te perdono lo de la pedida de matrimonio por que no lo esperaba y me ha encantado. Sobre todo verte bailar jejeje, ha sido brutal. Pero que sepas que esperaba una petición formal.

—  Definitivamente me descolocas cada día más —le dijo entre besos—. Será cómo tú quieras, dónde quieras y tan tradicional como quieras. Allí estaré.

— Más te vale. Y Kellan…

— ¿Sí? —la miró totalmente encandilado.

— Quiero separación de bienes, que lo sepas.

— Claro cariño —esa iba a ser la frase que más repetiría en adelante—.  Lo que tú digas…

Se besaron profundamente mientras el público allí congregado aplaudía y lanzaba silbidos y más confeti.

 

No importaba lo diferentes que fueran el uno del otro… Mientras se amaran siempre como lo estaban haciendo en ese mismo instante, protagonizarían la historia de amor más bonita del mundo.

 

 

 

 

Flor de agua
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