Capítulo 43
Cuatro días después de haberla dormido, Dmitri despertó a Honor del sueño inducido por los fármacos.
—¿Dmitri…? —preguntó soñolienta mientras él la acurrucaba en su regazo, pero el vampiro detectó el pánico.
—Estás a salvo —le dijo—. Ha llegado el momento de nuestro primer beso de sangre. ¿Lo recuerdas?
Le había contado todos los pasos del proceso para que no se preocupara cuando, al despertar, descubriera que no tenía un control pleno sobre sus facultades. Su Honor había sido prisionera de unos monstruos.
Ella se aferró a su pecho. El miedo había formado una brillante película de sudor en su rostro.
—No puedo moverme.
—Honor, nena, no puedo despertarte del todo aún —verla así lo destrozaba—. Recuerda, por favor —besó a la mujer que hacía que su eternidad mereciera la pena y la estrechó con tanta fuerza como se atrevió, ya que su piel era ahora muy sensible, mucho más fácil de magullar—. Jamás te haría daño.
Suspiró contra su cuello. El pánico desapareció, aunque su voz seguía siendo pastosa a causa de los fármacos.
—Te amo.
El alivio fue tal que Dmitri casi no podía respirar. Se regaló tres minutos más antes de utilizar uno de los colmillos para hacerse una punción en la muñeca y sostenerla sobre la boca de su esposa.
—Sé que ahora no sabe bien —no lo haría hasta que la transformación estuviese más avanzada—, pero solo tienes que tomar unas gotas.
Honor arrugó la nariz, pero no protestó.
—No es nada sexy —murmuró.
Dmitri se echó a reír, ya mucho más relajado.
—Lo será, créeme —la besó y se obligó a tumbarla de nuevo—. ¿Estás lista?
—Quiero que acabe ya —se acurrucó contra él—. Quiero estar contigo.
Dmitri bajó el brazo para reactivar el fármaco que la dejaría inconsciente una vez más.
—Estaré aquí esperándote cuando despiertes —había esperado cerca de mil años… Nada lo apartaría de su lado—. Duerme. Yo te mantendré a salvo.