Capítulo 41
La princesa batió las alas para ascender y se aseguró de colocarse del lado de su madre para no proporcionar a Neha un objetivo fácil. Jason le dirigió un gesto de aprobación casi imperceptible cuando llegó a su lado, y Mahiya supo que le estaba entregando las riendas de la situación porque entendía que ella conocía a las combatientes mucho mejor que él.
—Estás destruyendo la ciudad —le dijo Mahiya a Neha—. Estás matando a tu propio pueblo.
Con las alas aún resplandecientes, Neha bajó la mirada, frunció el entrecejo y sacudió una mano. Una fina capa de hielo apareció en los lugares donde la horrible red verde de Nivriti hacía burbujear los tejados, los muros y… a la gente. Sin embargo, el hielo empezó a quebrarse en pedazos inertes. Neha sacudió la mano otra vez, pero el fuego que el poder de Jason no había extinguido continuó ardiendo. Estaba claro que la capacidad de la arcángel para crear hielo estaba agotada.
Y no era solo la fatiga lo que afectaba a ambas mujeres.
Las alas y el cuerpo de Neha mostraban heridas abiertas por el ácido; tenía un corte lateral en la mejilla por el que se veía el hueso de la mandíbula; y su ala izquierda mostraba un agujero de un palmo que habría lisiado a la mayoría de los ángeles. Por su parte, a Nivriti le salía un reguero de sangre casi negra de los oídos, la nariz y los ojos, ya que el veneno de su organismo la atacaba de dentro a fuera.
—Tus tropas están diezmadas —le dijo a su madre, deseando que Nivriti se diera la vuelta para observar cuántos de los suyos tenían heridas mortales o muy graves—. Y tú estás a punto de desvanecerte.
Nivriti restó importancia a sus palabras con un movimiento de la mano. Sus ojos se veían rojos debido a la rotura de los vasos sanguíneos.
—Quítate de en medio, niña.
—La niña no soy yo —Mahiya mantuvo su posición y se dirigió a ambas—. Habéis llegado a un punto muerto, y pronto estaréis peleándoos en el suelo mientras los mortales contemplan vuestra batalla como si fuera un espectáculo.
Neha y Nivriti guardaron un silencio glacial.
Luego su madre se echó a reír con una alegría casi maníaca.
—Eso sin duda arruinaría tu cacareada excelencia, queridísima hermana.
—Pero a ti te vendría de perlas —fue la cortante respuesta de Neha, que compuso una mueca de dolor cuando uno de los tendones secundarios del ala izquierda cedió por fin—. Siempre has deseado actuar.
Nivriti se encogió de hombros y se limpió la sangre de la nariz con la manga.
—No fui yo quien dio por cierta una magnífica actuación y tomó como consorte a un hombre que no me amaba.
—No, tú solo llevaste a su hija en tu vientre y permaneciste fiel mientras él copulaba como un semental.
Mahiya tuvo la extraña impresión de estar atrapada en medio de una pelea de críos. Salvo que esa pelea ya había costado centenares, quizá miles de vidas.
—Mi padre —dijo en un tono serio que pretendía interrumpir ese diálogo instigado por el resentimiento— era un hombre lo bastante hermoso para hechizar un corazón de piedra, pero no era fuerte, y no os merecía a ninguna de las dos.
—Mi hija ha dicho la verdad —la expresión de Nivriti mostraba una increíble amargura, una pesadumbre capaz de destruir a una persona desde el interior—. Te hice un favor, hermana. Eris le estaba levantando las faldas a una de las muchas putas que tenía dentro de tu fortaleza cuando fui a rescatarlo. Así que regresé con unos cuantos regalos.
Neha siseó y lanzó el látigo venenoso, pero con lo agotada que estaba el ataque no llegó muy lejos.
—No tenías derecho a juzgarlo.
—¿Cómo osas decir algo así? —Nivriti intentó cubrirla de ácido, pero fracasó—. ¿Tú, que te proclamaste juez y jurado?
Jason, tienes que decir algo. A mí no me escucharán, por más lógicas que sean mis palabras. Lo cierto era que la trataban como a una niña. El punto débil de ambas es el orgullo.
Jason intervino.
—Si deseáis batiros a muerte —dijo con una voz serena y acerada que exigía atención—, nos quitaremos de en medio, pero en vuestra situación actual acabaréis sin duda a puñetazos en el suelo, para diversión de los mortales. Tengo la certeza de que ningún otro ángel o arcángel ha muerto de una manera tan ignominiosa.
Silencio.
Un instante después Nivriti levantó un brazo y lo que quedaba de sus tropas se colocó en formación a su alrededor mientras el ejército de Neha bajaba las armas. Los labios de la arcángel se curvaron en una sonrisa gélida.
—Huye mientras puedas, hermanita. Me aseguraré de que volvamos a vernos.
La sonrisa con la que respondió Nivriti era tan negra como la sangre que manaba de sus ojos.
—Ten por seguro que te estaré esperando.
Tras esas palabras, se dio la vuelta y se retiró mientras sus tropas formaban una guardia negra tras ella.
Mahiya.
La princesa se sorprendió al oír la orden de su madre, pero esa sorpresa no fue nada comparada con la que sintió al oír la voz de Jason.
Ve con ella. Es el lugar más seguro para ti.
Quiso protestar, zarandearlo, decirle que su lugar estaba a su lado, pero él ya se había vuelto hacia Neha. Además, Mahiya comprendió que solo estaban en juego las necesidades y los deseos de una princesa que jamás había tenido un reino que gobernar ni un hombre al que amar hasta que le entregó su corazón a un jefe de espías enemigo con las alas de medianoche.
Aun así, él podría haberse tomado un momento para asegurarle que la encontraría.
Se sintió invadida por la agonía al ver que Jason se alejaba cada vez más. Se mordió los labios y reprimió el impulso de llamarlo a gritos. Ya le había puesto el corazón a sus pies y no pensaba suplicar. Quizá Jason, debido a las profundas cicatrices de su alma, no llegara a amarla nunca como ella lo amaba a él, pero debía decidir libremente si quería o no permanecer a su lado.
Mahiya no se quedaría con él si lo único que el espía sentía era una obligación de protegerla porque ella no tenía a nadie más. Y ahora que esto último ya no era cierto… Tragó saliva y lo buscó con la mente una última vez para liberarlo.
Cuídate, Jason.
El escuadrón de su madre se abrió para permitir que se situara en el centro y luego formó un muro impenetrable tras ella.
Jason se obligó a no darse la vuelta para mirar a Mahiya. Sabía que en ese momento él era lo conocido, lo familiar. Si le pedía a Mahiya que se quedara con él, ella lo haría. Sin embargo, una vez que pasara algún tiempo con Nivriti…
No, no le robaría la oportunidad de forjar una relación familiar, aunque supusiese perder la conexión con ella mientras Mahiya se alejaba con el ejército de su madre y aquello le provocara un angustioso vacío en su interior. Le concedería tiempo y espacio para decidir si quería caminar a su lado ahora que su vida había tomado una nueva dimensión.
Escoltó a Neha mientras Rhys se cercioraba de la retirada de Nivriti, y vigiló el ala dañada de la arcángel mientras esta aterrizaba frente al Palacio de las Joyas. Al ver que se inclinaba hacia un lado al tomar tierra, Jason aterrizó deliberadamente cerca de ella, para que todos los que la seguían achacaran el tropiezo de la arcángel a la torpeza del espía enemigo y no a un signo de debilidad.
El orgullo, como había dicho Mahiya, era una parte fundamental de la naturaleza de Neha.
La arcángel consiguió enderezarse empujándolo y avanzó sin mirarlo hacia sus aposentos privados, pero Jason sabía que marcharse en esos momentos eliminaría cualquier posible avance que hubiera conseguido, así que salió al patio para ayudar con los heridos. El hecho de que los ángeles y los vampiros fueran difíciles de matar no significaba que no sufrieran. Un hombre que sabía cómo inyectar morfina y otros fármacos analgésicos siempre era útil después de una batalla.
Cuando la guardia privada de Neha fue a buscarlo dos horas después, el patio estaba casi despejado, ya que los heridos habían sido trasladados a las habitaciones del interior. Tras despedirse del sanador que le había estado dando indicaciones, Jason entró en el palacio y encontró a Neha sentada en algo similar a un trono a la cabecera de la estancia central. La arcángel se había bañado y se había puesto ropa limpia. Sus heridas estaban vendadas.
Esos vendajes indicaron a Jason que las lesiones se curaban mucho más despacio de lo que deberían… y que Nivriti ya no era un ángel común y corriente.
—Bueno, ¿ahora eres un pacificador? —el tono de Neha era peligrosamente neutro.
—Eres uno de los arcángeles más racionales —dijo Jason, y, a pesar del comportamiento de Neha tras la muerte de Anoushka, el jefe del espionaje no había mentido—. Perderte crearía más problemas de los que solucionaría.
—¿Cuán racional me consideras exactamente? —le dirigió una sutil mirada calculadora.
—Lo bastante para aceptar y aprovechar lo que Lijuan pudiera enseñarte para acelerar la aparición de tus nuevas habilidades sin permitirte caer en su red —dijo. Un disparo a ciegas.
—Así que al fin —dijo Neha en un serpenteante susurro— hemos llegado al fondo del asunto. Por eso estabas tan ansioso por ayudarme, ¿no es así?
—Soy un jefe del espionaje.
La sonrisa de Neha era fría.
—Y pedirte que te comportes de otra forma sería como pedirle a un águila que no se coma a un conejo —recogió a una cría de víbora oropel que reptaba hacia ella por el suelo, se la colocó sobre los hombros y acarició con aire ausente su piel entre amarillo y naranja—. Sí, Lijuan ha sido muy buena vecina últimamente.
Jason ya lo suponía. El trauma de la muerte de Anoushka había dejado a Neha vulnerable frente a una depredadora como Lijuan.
—Me pregunto una cosa… —dijo él.
Neha enarcó una ceja.
—Si Lijuan puede absorber de algún modo los poderes de los demás miembros del Grupo o si está intentando hacerlo —era una teoría incipiente que ni siquiera había mencionado a Rafael—. Si fuera el caso, su oferta para ayudarte tendría más sentido.
—Vaya, vaya, vaya… —Neha se puso en pie y bajó los pequeños escalones que había bajo su trono mientras negaba con la cabeza—. Es una lástima que nunca llegues a gobernar. Sí, la solícita Lijuan pensaba jugármela —esbozó una sonrisa que mostró sus dientes—. Pero olvidó que yo también he jugado a este juego durante milenios y que sé cómo conseguir lo que quiero.
Jason estaba casi convencido de que en realidad no había una fórmula secreta para acelerar el desarrollo de un poder, y de que Lijuan solo había aprovechado el efecto de la Cascada. Con casi nueve mil años, Lijuan había tenido milenios para localizar esos secretos en la biblioteca del Refugio. Además, había recibido su poder en una época en la que ya había varios ancianos en el Grupo, y ellos podían haberle hablado de la Cascada.
Un plan semejante habría encajado a la perfección con la mente inteligente y retorcida de la arcángel de China, pero sacar el tema ahora haría que Neha quedara como una estúpida, así que Jason guardó silencio y decidió informar más tarde a Rafael. Aunque no podía mencionarle la conexión entre Neha y Lijuan, ahora sí podía hablar de las nuevas habilidades de Neha, ya que su demostración sobre la ciudad las había convertido en algo del dominio público.
—Si quieres conservar mi favor, Jason —dijo Neha, y su sari susurró sobre la alfombra mientras caminaba hacia la ventana que daba al jardín del patio—, descubrirás cómo es posible que Nivriti haga lo que hace y luego me lo contarás.
—Si lo hago, me convertiré en parte de tu guerra personal. Y eso no complacería a Rafael.
—¿Y siempre complaces a Rafael?
Jason sabía que esa pregunta pretendía picar su orgullo, pero el hecho era que servía a Rafael por elección, no por necesidad.
—Me marcharé de tu territorio esta misma noche —dijo con voz serena.
Neha sacudió las alas, y la luz arrancó destellos a los filamentos añiles de sus plumas antes de que las plegara de nuevo para volverse a mirarlo.
—Dime una cosa: ¿cuándo adquiriste la habilidad para utilizar las sombras de esa manera?
Jason no dijo nada, pero ella tampoco esperaba una respuesta. Lo cierto era que lo que había hecho aquella noche no era más que una faceta de su fuerza. Podía utilizar el rayo negro de formas mucho más violentas.
—¿Deseas que le lleve algún mensaje a Rafael?
Un suspiro y una leve sonrisa.
—Dile que el impecable servicio de su jefe del espionaje ha hecho que me replantee nuestra disputa. Ya no considero a Rafael mi enemigo —permitió que la víbora descendiera por su brazo y se enrollara en él—. Que tengas un viaje seguro, Jason. Intentaré no hacerle mucho daño a Mahiya cuando la encuentre.
«Intentaré no hacerle mucho daño a Mahiya cuando la encuentre».
Jason sabía que Neha había dicho eso para atormentarlo. No era la primera vez que alguien intentaba hacerlo, pero sí era la primera que lo conseguía. Sabía que, sin importar lo que hubiera decidido, no iba a conceder a la princesa un tiempo con su madre, pero una parte de él utilizaba la provocación de Neha como excusa.
Voló alto y rápido para asegurarse de que nadie lo seguía desde la fortaleza. Cuando estuvo completamente seguro de que estaba solo en el cielo, descendió hasta la abrupta cima de una montaña, donde la hierba brillaba a la luz del amanecer y el viento estuvo a punto de deshacerle la coleta. Sin prestar atención a las gélidas ráfagas, sacó el teléfono móvil y llamó a Rafael.
Este entendió la situación más rápido que Neha, quizá porque se había visto directamente afectado por los sucesos de aquella primavera.
—El mundo se sumió en el caos cuando Caliane despertó —dijo en el instante en que se enteró de la capacidad de Nivriti para herir a Neha—. El caos se achacó a la alteración causada por su despertar, pero ¿y si se debió a la confluencia de dos eventos como la reaparición de una anciana y la de un ángel convertido no se sabé cómo en arcángel?
—Eso mismo pensé yo —dijo Jason al recordar las violentas tormentas que habían sacudido el mundo, la furia con la que se había alzado el mar, los desplazamientos de placas tectónicas o la formación de hielo donde no debería—, pero no percibí la misma intensidad de poder en Nivriti que en los otros miembros del Grupo.
Le había dado la sensación de estar en presencia de «otra cosa».
—Y Neha se habría enterado si su hermana hubiera pasado a formar parte del Grupo —dijo Rafael—. Un arcángel siempre reconoce a otro… pero, por lo que dices, parece que ella ignora el origen de las habilidades de Nivriti.
—Sí. Como melliza de Neha, es posible que Nivriti tenga una capacidad para herirla que ningún otro ángel posee… así como cierta resistencia a sus poderes —los mellizos eran muy, muy raros entre la población angelical, y Neha era la primera arcángel conocida que había nacido en un parto múltiple—. No tenemos forma de evaluar el vínculo que las une.
Hubo una breve pausa.
—Si Nivriti se considera parte del Grupo, intentará unirse a nosotros muy pronto —dijo Rafael en un tono pensativo—. A diferencia de Neha, los demás no tenemos la desventaja de una relación sanguínea. Bastaría una simple reunión para establecer la cuantía de su poder. Por el momento, haz que tu gente las vigile a ambas.
—Así lo haré, sire.
Jason finalizó la llamada y prestó atención al viento en busca del eco de un ejército en retirada… y de la esperanza brillante y testaruda de una princesa cuya presencia echaba de menos.