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Corinne Meilleroux deja su teléfono sobre la mesa y niega con la cabeza, lanzando una ola de exclusivo perfume que llega hasta Pollock.
Él ha estado esperando a que ella terminara la conversación, tiene pensado preguntarle si le gustaría cenar con él alguna tarde.
—No le saco ni gota.
—Ni gota —repite él con una sonrisa ladeada.
—¿No se dice así?
—No es una expresión muy moderna, pero…
—Estaba hablando con Anton Takirov de la NSC, el servicio secreto de Kazajstán —dice ella—. No ha tardado ni un segundo. Me ha contestado que Jurek Walter no es ciudadano kazajo en menos de lo que tardo en abrir el portátil. Yo he sido muy amable y les he pedido que hicieran una nueva búsqueda, pero ese Takirov se ha ofendido y me ha dicho que también tienen ordenadores en Kazajstán.
—A lo mejor tiene dificultades para comunicarse con las mujeres.
—Cuando le he intentado decir al señor Takirov que las pruebas de ADN pueden tardar un tiempo, me ha interrumpido para decirme que tienen el sistema más moderno del mundo.
—En pocas palabras, que no quieren ayudarnos.
—A diferencia del servicio secreto federal de la federación rusa. Actualmente, tenemos una buena relación laboral con ellos. Dimitri Urgov acaba de devolverme la llamada. No tienen nada que coincida con lo que yo les he enviado, pero va a pedirle personalmente a la policía nacional que mire las fotos y repase su banco de ADN…
Corinne cierra los ojos y se masajea la nuca. Pollock la mira, intenta quitarse las ganas de ofrecerle ayuda. Le gustaría ponerse detrás de ella y, poco a poco, destensarle los músculos de la espalda.
—Tengo las manos calientes —informa Pollock justo cuando Joona Linna entra por la puerta.
—¿Puedo tocarlas? —pregunta él con su acento grave y finlandés.
—Kazajstán no nos lo está poniendo fácil —explica Corinne—, pero he…
—Jurek Walter procede de Rusia —informa Joona y coge un puñado de gominolas ácidas del cuenco.
—Rusia —repite ella en tono vacío.
—Habla un ruso perfecto.
—¿Me mentiría Dimitri Urgov…? Discúlpame, pero lo conozco y dudo mucho que él…
—Lo más probable es que él no sepa nada —dice Joona y se guarda los caramelos en el bolsillo—. Jurek Walter es tan viejo que debe de pertenecer a la época de la KGB.