78
Son las diez de la mañana y una escarpada luz de invierno baña a Magdalena Ronander mientras regresa a la policía judicial de su sesión de yoga. Petter Näslund está delante de un mapa detallado del barrio residencial del que los hermanos Kohler-Frost desaparecieron. Con la frente arrugada, va poniendo chinchetas con fotos de las antiguas investigaciones. Magdalena saluda discretamente, deja el bolso en la silla y se acerca a la pizarra blanca. Rápidamente, tacha las pistas que pudieron comprobar el día anterior. Benny Rubin, Johnny Isaksson y Fredrik Weyler están sentados a la mesa de reuniones anotando datos.
—Tenemos que revisar los historiales de todos los trabajadores contratados en el taller Menges durante los años en que Jurek Walter estuvo trabajando allí —dice ella.
—He reunido las conversaciones de ayer con Rikard Van Horn —anuncia Johnny, que es un agente alto y rubio, con el mismo peinado que Rod Stewart llevaba en los años ochenta.
—¿Quién llama hoy a Reidar Frost? —pregunta Petter y hace girar un bolígrafo entre los dedos.
—Yo puedo seguir con ese contacto —responde Magdalena relajada.
—Pregunta si todavía tenemos que buscar a John Blund —añade Benny.
—Joona quiere que nos tomemos en serio todo lo que tenga que ver con el hombre de arena.
—Encontré un vídeo acojonante en YouTube —informa Benny y empieza a buscar en su teléfono.
—¿Podemos saltárnoslo? —propone Magdalena, y entonces pone un pesado archivador sobre la mesa.
—Pero ¿habéis visto ése del payaso que se esconde de los polis lerdos? —pregunta Benny, y suelta el móvil.
—No —responde Petter.
—Normal, porque creo que soy el único de esta sala que tiene posibilidad de verlo —se ríe Benny.
Magdalena no puede disimular una sonrisa ladeada cuando abre el archivador.
—¿Quién me ayuda a estudiar a las últimas personas del entorno de Agneta Magnusson?
Es la mujer a la que encontraron viva en la tumba del bosque de Lill-Jansskogen cuando Jurek Walter fue detenido. Los que estaban enterrados en el tonel de plástico allí cerca eran su hermano y su sobrino.
—Su madre había desaparecido varios años antes y el padre también desapareció poco antes de que encontraran a Agneta.
—¿No desaparecieron todos? —pregunta Fredrik Weyler.
—Su marido no —dice Magdalena sin quitar los ojos del archivador.
—Qué cosa tan enfermiza —susurra Fredrik.
—Pero el marido sigue vivo y…
—¿El yoga te vuelve más flexible? —pregunta Benny dando un golpetazo con las dos palmas en la mesa.
—¿Por qué haces eso? —pregunta Magdalena con interés.