LA INTERVENCIÓN A ESPAÑA ES INMINENTE

El viaje urgente de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría a Estados Unidos solo puede significar una cosa: la intervención a España es inminente. Soraya —que apenas habla inglés— tiene previstas dos reuniones, según ha informado hace escasos minutos La Moncloa. Se verá con el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, y con la directora del FMI, Christine Lagarde. Con la prima en 539, es casi el último cartucho que le queda a España.

En todo caso, es probable que cualquier decisión dramática tenga que esperar al 1 de julio, cuando entra en funcionamiento el fondo de rescate permanente, cuyas limitaciones obligan a que el dinero prestado se canalice a través de los Estados y no directamente por las entidades financieras descapitalizadas. Son los Estados, por tanto, los que asumen la obligación de devolver los créditos.

Lo sucedido hoy en la Comisión Europea es también sintomático. Por la mañana, la Comisión abrió la puerta a que el fondo de rescate se use para recapitalizar los bancos. Esta solución —que evitaría el rescate de España— era la salida deseada por el Gobierno de Rajoy, que lleva semanas intentando que Alemania la permita. Sin embargo, por la tarde esta puerta quedó sellada: tras la presión de Alemania, el vicepresidente de la Comisión y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, descartó esta posibilidad.

Angela Merkel solo está dejando una opción a Rajoy: el rescate con todas las letras. Que España pida prestado al fondo de rescate y después inyecte ese dinero en la banca. Esa opción, la última que desea el Gobierno, implica que tales fondos lleguen a España con condiciones durísimas. En la práctica, vamos a convertirnos en un país sin soberanía donde las decisiones sobre nuestro presente y nuestro futuro las tomarán los acreedores alemanes.

RESCATE A ESPAÑA: DIEZ CLAVES PARA ENTENDER QUÉ ESTÁ PASANDO

1. Que la prima de riesgo lleve varios días por encima de 500 puntos es gravísimo, pero no es lo peor. El problema más urgente no es el déficit público y cómo financiarlo (que también): es el enorme agujero de la banca. Y quién lo va a pagar.

2. Las cuentas que hacen los mercados: si Bankia necesita otros 19.000 millones de euros del dinero público para evitar el colapso, ¿cuántos millones harán falta para cubrir los boquetes del ladrillo en el resto de las entidades financieras españolas? Lo dirán los dos auditores extranjeros que van a evaluar a nuestros bancos y cajas, pero algunos informes ya hablan de entre 40.000 y hasta 200.000 millones de euros; entre el 4 y el 20 por ciento de nuestro PIB. ¿De dónde va a salir esa montaña de dinero? Es ahí donde la prima de riesgo se convierte en un problema aún peor.

3. España no tiene capacidad para conseguir esa financiación en los mercados porque el tipo de interés sería disparatado, imposible de asumir. Y si España tuviera que financiar todo ese sapo sin ayuda, la prima de riesgo subiría todavía más hasta forzar el colapso del país. Que el boquete de Bankia pasara de 4.000 millones a 19.000 millones en apenas una semana no ayuda: da la impresión de que hay un agujero «a la griega», que los balances no son de fiar. Que el presidente diga el lunes en rueda de prensa que no sabe de dónde va a salir el dinero para Bankia ayuda todavía menos.

4. Alemania hace meses que ofrece un rescate al Gobierno; Zapatero dijo no a Merkel en una docena de ocasiones y a estas alturas otras tantas llevará Rajoy. El problema es que un rescate implicaría condiciones durísimas, como las que ya padecen en Grecia, en Irlanda o en Portugal. Con un rescate, las decisiones políticas las tomarían los acreedores y el primer interés del acreedor es cobrar, no el futuro de la economía del país o el bienestar de la población. El rescate es la última opción. El Gobierno de Rajoy es consciente de estas cuentas y por eso está maniobrando para buscar otra salida a la situación que ha provocado Bankia. Ya ha intentado dos cosas: que el fondo de rescate salve a los bancos —sin pasar por el Estado— y también inyectar deuda pública directamente en ellos.

5. Lo de inyectar deuda pública en los bancos parecía una buena idea. La jugada era la siguiente. El Gobierno, en lugar de poner dinero en Bankia (y en los bancos que necesiten capital), pone papelitos: inyecta bonos del Tesoro. El banco lleva esos bonos al Banco Central Europeo (BCE), que se los cambia por un préstamo al 1 por ciento de interés; la deuda pública sirve de aval. Y así, sin necesidad de sacar una montaña de deuda al mercado de una vez, España va pagando el dinero en cómodos plazos a un tipo de interés mucho más bajo. ¿El problema? Que el BCE ha dicho que no.

6. La otra opción —que el fondo de rescate europeo inyecte capital en los bancos sin pasar por los Estados— es incluso mejor. Con esa fórmula, son los bancos a título individual quienes piden el rescate y España no tiene que asumir la recapitalización de su sector financiero: es la UE en su conjunto la que corre directamente el riesgo y la que aporta la financiación necesaria. La idea la propuso el FMI hace unos meses. Ayer por la mañana, la Comisión Europea entreabrió esa posibilidad. Sin embargo, por la tarde el vicepresidente de la Comisión y responsable de Asuntos Económicos, Olli Rehn, cerró esta puerta. ¿La razón? Alemania dice no y la normativa aprobada no permite esta opción.

7. Alemania, por muchos paseos en barco que Mariano Rajoy se dé con Angela Merkel, solo parece dispuesta a aceptar una salida para España: la intervención con todas las letras, el rescate. Si Alemania va a poner el dinero, quiere decidir cómo se gasta y eso en la práctica significa que España pierda la poca soberanía que mantiene. Como Grecia. Como Irlanda. Como Portugal. Si Merkel paga, Merkel quiere mandar. Desde el punto de vista de la canciller alemana, hay pocos motivos para fiarse de España: no se han cumplido los objetivos de déficit, las autonomías afloran deudas imprevistas una vez se ha cerrado la contabilidad, los balances bancarios no reflejan lo que dijeron los supervisores… La confianza en España está bajo mínimos.

8. El Gobierno, a la desesperada, juega sus últimas cartas con Luis de Guindos en Alemania y con otro viaje imprevisto (por mucho que desde La Moncloa se intente vestir la situación de normalidad): el de Soraya Sáenz de Santamaría a Estados Unidos. La vicepresidenta se reunirá hoy con el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, y con la directora del FMI, Christine Lagarde. El viaje de emergencia, dentro de esta situación y con Alemania diciendo no a todo (salvo al rescate), solo puede significar una cosa: que la intervención es inminente. Así lo interpretan fuentes del propio Gobierno y de la oposición.

9. Solo queda una última oportunidad: que sea el FMI quien preste el dinero a España para refinanciar a los bancos. Pero ese dinero, una vez más, vendrá con un manual de instrucciones; con una serie de condiciones, recortes y «reformas», como bien saben otros países que han acabado así. Si es el FMI quien nos rescata, el Gobierno podrá vender la idea de que en realidad no es una intervención. No es gran consuelo: en caso de ruptura del euro, es mucho mejor deber el dinero a Europa que al FMI, un organismo al que ni siquiera Argentina se atrevió a hacer un default.

10. De una manera o de otra, salvo que Alemania dé su brazo a torcer, se agota el poco margen que le quedaba a España y a su soberanía nacional. El país ya está parcialmente intervenido, hablamos del siguiente escalón. En el mejor de los casos, el rescate se camuflará de «recomendaciones» de la UE, que Rajoy aplicará al dictado a cambio de que se mueva el BCE (que hoy no está por la labor). En el escenario más probable, el rescate podría llegar en un mes, en forma de ayuda para la banca: el Gobierno de Rajoy intentará aguantar como sea hasta el 1 de julio, hasta que entre en funcionamiento el mecanismo europeo de estabilidad. Puestos a ser intervenidos, las condiciones de este organismo se supone que serán mejores que las del fondo europeo de estabilidad. En el peor de los casos, el rescate y la intervención del país podrían ser efectivos en cuestión de días, como busca Alemania. Es lo que hay.

BRUSELAS ABRE EL CIELO PARA ESPAÑA

Cosas que pasan en Bruselas (y que cuesta entender fuera de allí): el mismo comisario de Asuntos Económicos que el pasado jueves cerró la puerta a la posibilidad de que la banca española reciba una ayuda directa del fondo de rescate, hoy la abre de nuevo. Falta saber qué dice Alemania de todo esto, que tiene la llave de la salvación de España. Pero que la Comisión Europea insista en esta idea es sin duda una buena noticia para el euro y para España.

Que el fondo de rescate pueda prestar dinero directamente a los bancos que lo necesiten es una salida bastante digna para esta crisis: es la fórmula que está buscando aplicar el Gobierno de Rajoy desde hace semanas. Si se aprueba esta modificación, si Alemania da su visto bueno, el panorama se aclara en gran medida. España podría refinanciar su banca sin necesidad de tener que solicitar formalmente la ayuda de sus socios europeos. En este contexto, en lugar de ser España quien se haga cargo de sus bancos para después acudir a Europa y al FMI, sería el fondo de rescate quien directamente —y sin pasar por el Estado— prestara a los bancos españoles el dinero que necesitan.

Esta solución evitaría formalmente la consecuencia más temida de un rescate al sector financiero: la condicionalidad. Con esta fórmula, España no tendría que rendir toda su soberanía en política fiscal y económica a la troika (el BCE, el FMI y la Comisión Europea), como sí han hecho los tres países ya rescatados: Portugal, Irlanda y Grecia. Sin embargo, aun en el caso de que esta propuesta prospere, falta por conocer la letra pequeña, que en todo caso será durísima. Es muy difícil que Alemania acceda a una solución así, salvo que España ofrezca garantía plena de que aplicará hasta las últimas consecuencias los recortes necesarios para acabar con el déficit público, bajo las directrices de Alemania. Salvaríamos la honra, pero no los barcos. Y aun así no nos libraríamos de la tijera.

QUE NO PAREZCA UN RESCATE

Mariano Rajoy, en el discurso de investidura como presidente del Gobierno: «Vamos a decir siempre la verdad, aunque duela, decir la verdad sin adornos ni excusas; llamar al pan, pan y al vino, vino». Hasta en eso nos mintió. Presentaron la subida de impuestos como un «recargo temporal de solidaridad». Han bautizado a la amnistía fiscal «regularización de rentas y activos». Llamaron a la prevista subida del IVA «un cambio de ponderación en los impuestos al consumo». Y el previsible rescate e intervención de España que está a punto de llegar será camuflado por cualquier otro eufemismo que permita a Rajoy vestir de gran éxito del Gobierno esta catástrofe nacional.

El baile ha comenzado: el Gobierno busca un «rescate blando», un mecanismo de intervención de la UE que permita salvar a los bancos españoles sin que suponga una intervención completa. Todos los esfuerzos diplomáticos están dirigidos en esa dirección: encontrar la forma de que Europa o el FMI presten el dinero necesario a los bancos sin pasar por el Estado; buscar una salida que no sea humillante, un rescate que no parezca igual al que ya padecen Grecia, Irlanda y Portugal; diseñar un disfraz que permita a Mariano Rajoy no pasar a la historia como el presidente que rindió la soberanía económica del país.

¿El problema mayor? Que el mecanismo europeo de estabilidad —el fondo de setecientos mil millones que desde el 1 de julio se ocupará de ayudar a los países europeos en problemas— no permite prestar directamente a los bancos. Tiene que ser el Gobierno del país quien solicite y reciba formalmente la ayuda, y ese rescate supone la intervención. Cambiar esto no es fácil porque este fondo ya está aprobado por varios parlamentos europeos —el de Francia y el de Eslovenia—, y no hay tiempo para reescribir ese tratado. El dinero para la banca española se necesita ya.

A contrarreloj, los equipos negociadores están buscando un subterfugio legal que permita superar este importante obstáculo. Se proponen varias alternativas: que la ayuda a la banca la reciba el FROB —el actual fondo de rescate—. O que el Gobierno cree un nuevo Special Purpose Vehicle: una sociedad instrumental a través de la cual España podría recibir y distribuir el dinero para la banca. Este tipo de entidades son habituales en la gestión de bancarrotas de empresas y sirven para aislar el riesgo: como un parachoques para que las posibles pérdidas que provoque el rescate a la banca salpiquen lo menos posible al Estado. La idea que plantea el Gobierno pasa incluso por que esta sociedad instrumental pueda emitir deuda para aumentar así su potencia de fuego.

En cualquier caso, este rescate «blando» también implicaría condiciones: Alemania —muy presionada por Estados Unidos— ha abierto un poco la mano, pero sigue negándose a que España reciba esta ayuda sin entregar prendas a cambio. De una manera o de otra, España afrontará nuevos recortes y perderá gran parte de su soberanía económica, por mucho que Rajoy asegurara hace una semana que «no habrá rescate a la banca»; por mucho que hoy se pretenda camuflar.

¡QUÉ SUERTE! ¡POR FIN HEMOS SIDO RESCATADOS!

«Las condiciones son extremadamente favorables», los tipos de interés serán «más bajos», «es un apoyo financiero que no tiene nada que ver con un rescate», es «un ejercicio de transparencia», «es bueno para la economía española y es bueno para el euro», «ayudará a las familias y a las empresas», «es el camino a la recuperación y al empleo»… Es, por resumir, tan cojonudo, tan estupendo y tan fantástico que, tras escuchar al ministro Luis de Guindos, no se entiende que el rescate no se haya pedido antes.

«Las noticias que traemos hoy son positivas», dice Luis de Guindos ante la estupefacción de la sala de prensa, que pensaba que estaba ante el ministro del cuarto país de Europa en tener que solicitar un rescate y se encuentra con la celebración de una victoria. Tal vez por eso el presidente de Gobierno, en su infinita modestia, ha preferido que sea su ministro de Economía el que se apunte el tanto. «No me he sentido presionado en lo más mínimo, en absoluto», dice De Guindos al referirse a sus socios europeos, esos amigos que otorgan este generoso apoyo a nuestro amado líder, Mariano Rajoy. ¿Un rescate dulce? No, es mejor aún: es un aperitivo de las victorias que esperan a la Roja en la Eurocopa. ¡Viva el rescate! ¡Viva la virgen del Rocío!

Pregunta un periodista: «Si según usted la sociedad no va a sufrir, ¿por qué no se ha pedido antes el rescate?».

Responde De Guindos: «A usted no le tocaba preguntar ahora».

LA LETRA PEQUEÑA DEL RESCATE A ESPAÑA

Ya es oficial: España es el cuarto país de la zona euro que se acoge a un rescate para salvar sus cuentas. Por mucho que el Gobierno intente disfrazar la realidad, por mucho que sea solo un rescate financiero (como el de Irlanda, ni más ni menos), la realidad es que España pierde hoy gran parte de su soberanía. Aunque no hay condiciones explícitas para la política económica y fiscal del país, las hay implícitas. La UE y el FMI no nos van a regalar 100.000 millones de euros.

El rescate no se condiciona de forma directa a unos ajustes concretos —como a Grecia, Portugal e Irlanda—, pero el propio comunicado del Eurogrupo deja claro que sí hay recortes pendientes: «El Eurogrupo está convencido de que España va a cumplir sus compromisos sobre el excesivo déficit y con las reformas estructurales, con el fin de corregir los desequilibrios macroeconómicos en el marco del semestre europeo. El progreso en estas áreas será vigilado muy de cerca y regularmente revisado en paralelo a la asistencia financiera. Traducido: si no se cumple pronto con el déficit, el grifo para la banca también se cierra.

En próximas fechas, tal vez la próxima semana —hay quien dice que será mejor que llegue antes de las elecciones griegas—, Mariano Rajoy nos develará a los españoles la cara oculta de esta «ayuda» exterior. Aunque el rescate no esté formalmente condicionado, sí lo está implícitamente: el dinero para salvar a nuestra banca no saldrá gratis para la sociedad. Desde hace años, desde Alemania recetan a España cuatro medidas para el ajuste fiscal, para cuadrar las cuentas públicas. Cuatro grandes recortes de los que Rajoy nos hará tomar dos tazas: pensiones, funcionarios, IVA y prestaciones por desempleo.

El Gobierno da por descontado dos de estos tijeretazos —subida del IVA y recorte a funcionarios— y se resiste como puede a los otros dos: a tocar las pensiones y las prestaciones para los parados. «Las dos primeras están ya casi descontadas, pero las otras dos provocarían serios problemas sociales», asegura un alto cargo del Gobierno.

Subida del IVA. No se trata solo de subir otros dos puntos el tipo máximo, del 18 por ciento al 20 por ciento o al 21 por ciento. También pasa por cambiar determinados productos y servicios del IVA reducido al IVA normal. Por ejemplo, los hoteles y restaurantes. En gran parte de Europa pagan el IVA normal. Aquí, por ahora, es IVA reducido.

Recorte a funcionarios. Casi con seguridad, se congelarán las nuevas plazas y también se recortarán los salarios, probablemente mediante reducciones en las pagas extras y en los complementos. La línea roja está en los despidos: en reducir el número total de trabajadores públicos, no solo eliminando interinos. No sería novedad en un país intervenido: ya ha pasado en Irlanda, en Grecia y en Portugal.

Pensiones. Es uno de los recortes que el Gobierno intenta evitar, consciente de su tremenda impopularidad. Hay tres ingredientes en esta receta: elevar aún más la edad de jubilación —en Irlanda, por ejemplo, ya están en los 68 años—, acelerar la entrada en vigor de la jubilación a los 67 y, como última opción, recortar las pensiones que ahora mismo se pagan.

Prestaciones por desempleo. En dos formatos: endureciendo las condiciones para acceder al seguro de desempleo y reduciendo su cuantía y duración.

Además de estos cuatro duros recortes que se baraja, prepárense también para la pedrea: tasas, copagos, peajes, privatizaciones… El Gobierno español pretende pasar a la historia como el primero en Europa que afrontó una intervención sin perder el poder y sin dar siquiera la cara —que Rajoy no comparezca es insultante—. Después de todas sus mentiras, a pesar de su reciente mayoría absoluta, ¿tendrán la legitimidad social necesaria para convencer a los ciudadanos de que acepten un ajuste así?

LAS SIETE GRANDES MENTIRAS SOBRE EL RESCATE ESPAÑOL

Luis de Guindos: «Es un apoyo financiero que no tiene nada que ver con un rescate». «No hay ni el más mínimo rescate al respecto».

Falso. El dinero sale de los fondos europeos de rescate y se presta al Estado, no directamente a los bancos, como pretendía España. Aunque las condiciones sean un poco diferentes a las de los otros países rescatados, la realidad es que España se ha convertido en el cuarto país de Europa en recurrir a estas ayudas, tras Grecia, Irlanda y Portugal. Así lo ve toda Europa y la prensa internacional.

Mariano Rajoy: «Lo que hay es una línea de crédito».

Falso. No son los bancos los que piden el dinero prestado a Europa, se comprometen a devolverlo y pagan los intereses. Es España, a través de una entidad pública: el FROB. La mayoría de los bancos no recibirán préstamos desde el FROB —no los podrían devolver—, sino inyecciones de capital.

Mariano Rajoy: «No afecta al déficit público».

Falso. Todo el dinero que pida prestado al FROB irá a la deuda pública y sus intereses, al déficit. Si se alcanzan los 100.000 millones y el tipo de interés, como se dice, es del 3 por ciento, supondrá 3.000 millones de euros más en el déficit anual: por comparar, es dos veces lo que ahorró Zapatero congelando las pensiones en 2010.

Mariano Rajoy: «El que ha presionado he sido yo. A mí nadie me ha presionado».

Falso. Europa —especialmente Alemania y los países del norte— ha presionado a España para que acepte esta opción. Dentro del desastre, el procedimiento de rescate no es especialmente malo: había opciones mucho peores. Pero tampoco es el modelo soñado por el Gobierno español, que habría preferido una intervención del BCE o un rescate directo a los bancos sin que el Estado tuviera que avalar la operación.

Luis de Guindos: «Ayudará a las familias y a las empresas». «Servirá para que vuelva a fluir el crédito, para que crezca la economía y se cree empleo».

Falso. El dinero público inyectado a los bancos irá a provisiones de pérdidas, no al crédito. De hecho, a corto plazo lo más probable es que el crédito se restrinja aún más porque todas las entidades financieras —las buenas, las regulares y las malas— tendrán que aumentar aún más sus provisiones, por lo que no podrán prestar.

Cristóbal Montoro: «No van a venir los hombres de negro».

Falso. La temida troika —el FMI, el BCE y la Comisión Europea— también va a aterrizar en España. Serán ellos quienes decidan la reestructuración del sector financiero y vigilen «de cerca y regulamente» el cumplimento de los compromisos españoles contra el déficit.

Luis de Guindos: «Las condiciones se les van a imponer a los bancos».

Falso. España va a tener que firmar un memorandum of understanding: un tratado, como el de Grecia, Irlanda y Portugal. Y en el propio comunicado del Eurogrupo queda claro que la ayuda al sector financiero está condicionada al cumplimiento de los compromisos anteriores de España en la lucha contra el déficit. No hay condiciones explícitas, pero sí las hay implícitas. En breve veremos nuevos recortes y subidas de impuestos, por mucho que el Gobierno hoy los niegue con la misma contundencia con la que antes negó el rescate.

ESPAÑA NECESITA OTRO RESCATE, UNO MORAL

En el Congreso de los Diputados no hay tiempo para una comisión de investigación sobre Bankia o para una comparecencia del presidente del Gobierno explicando el rescate a España. Están muy ocupados con otras cosas. Hoy llega al parlamento la ley contra las pitadas al himno. Se ha tramitado de urgencia.

En el resto de Europa, un rescate suele conllevar la caída del Gobierno o la convocatoria de elecciones anticipadas. No así en España. Aquí el rescate es un éxito y no merece siquiera que Rajoy lo explique ante la cámara donde reside la soberanía popular, que no es el estadio donde juega la selección en Polonia.

El máximo responsable de los jueces españoles sigue encastillado y en el Supremo debaten qué hacer. No acaban de tener claro si es delito gastar varios miles de euros del dinero de los españoles en cenar con su amigo: un escolta ascendido a asistente personal y jefe de seguridad al que le han dado más medallas que a Rambo. De la responsabilidad política mejor no hablamos. Como dice el Gran Wyoming, dimitir en España es como cenar a las 7: algo que solo se hace en el resto de Europa.

El consejero de Economía de la Comunidad de Madrid, Percival Manglano, presume ayer por la mañana del éxito del rescate: «Es una buena noticia porque la bolsa está subiendo y la prima de riesgo está bajando». Por la tarde, la Bolsa baja, la prima sube y el consejero calla.

La policía detiene en Fuenlabrada a un hombre por abuchear a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Es la misma Esperanza Aguirre que no hace tanto aplaudía los abucheos a Zapatero como una muestra de libertad de expresión. Es una libertad de expresión no transitiva.

Pese al éxito de esa «línea de crédito» que nos han dado, la prensa internacional ya habla de que hará falta un segundo rescate para España. Tienen toda la razón, pero no solo es cuestión de dinero: hace falta un rescate moral de este país si no queremos que se hunda en un pantano.

DIEZ CLAVES SOBRE GRECIA, EL RESCATE A ESPAÑA Y LA CRISIS DEL EURO

1. La situación en Grecia es una bomba. Hasta los conservadores de Nueva Democracia ya plantean que hay que renegociar la deuda y esto no gusta nada a Alemania y al resto de los países de su entorno, que amenazan abiertamente con sacar a Grecia del euro si no cumple con las condiciones pactadas. Es un juego del gallina —dos coches lanzados uno contra otro donde pierde quien pega un volantazo— en el que nadie parece querer ceder en su órdago: ni Grecia, que está desesperada, ni Alemania, que quiere dejar claro quién manda y no parece dispuesta a aceptar una renegociación griega que considera un chantaje.

2. Si Grecia sale del euro y deja de pagar parte de sus deudas, ¿quién garantiza que no pasará igual con otros países europeos? De ahí, de la falta de una respuesta creíble de la UE ante esta pregunta, llegan todos los problemas que sufrimos con la prima de riesgo en el Mediterráneo. Si Grecia vuelve al dracma sería catastrófico porque, además de las tensiones en los mercados, podría provocar pánico bancario. Muchos ahorradores e inversores de los países cuestionados —Portugal, España, Irlanda e Italia— correrían a sacar su dinero del banco para llevarlo hacia refugios más seguros: hacia Alemania, Estados Unidos, Suiza o el Reino Unido. Ante tal situación —como pronosticó Krugman hace ya un mes— solo se pueden hacer dos cosas: o masivas inyecciones de dinero por parte del BCE y demás bancos centrales o imponer límites al movimiento de capitales. Hace dos días, Reuters avanzó que estos planes ya están en marcha. La misma agencia ha publicado hace unas horas que los principales bancos centrales del mundo están trabajando ya en un plan de contingencia por si Grecia sale del euro.

3. La propia directora del FMI, Christine Lagarde, ha advertido en repetidas ocasiones que el futuro del euro se decide en los próximos tres meses, pero el fin de la moneda única podría llegar incluso más rápido. El ministro de Asuntos Exteriores español, José Manuel Margallo, ve al FMI demasiado optimista: «El destino de la UE se juega en estos días, quizás en estas horas. El plazo de tres meses que dio Lagarde quizás es demasiado largo».

4. La posibilidad de una ruptura del euro penaliza a la prima de riesgo de España (y a la de Italia) por motivos obvios. El fin de la moneda única y la vuelta de la peseta provocarían una devaluación cercana al 33 por ciento, según los cálculos de Fitch. Los acreedores que prestaron a España — tanto al sector público como al privado— se verían forzados a cobrar en esa moneda devaluada, por lo que podrían perder gran parte del dinero.

5. Una ruptura desordenada del euro (¿es posible acaso hacer tal cosa de forma «ordenada»?) sería terrible para los países ricos. El nuevo marco se revalorizaría tanto que griparía las exportaciones alemanas, el motor de su economía. Además, los bancos alemanes y franceses tienen invertidos en Italia y España 730.000 millones de euros; Estados Unidos se juega 450.000 millones. Si el euro explota, provocaría una enorme onda de choque. Lo que pasó con Lehman Brothers parecería una bromita en comparación.

6. Entonces, ¿por qué Alemania no da su brazo a torcer con la minúscula Grecia? ¿Por qué jugar a la ruleta rusa cuando los riesgos son tan grandes? Hay que situarse desde el punto de vista alemán. Si Alemania paga, Alemania quiere decidir. Desde su perspectiva —y algo de razón no le falta—, los países mediterráneos han despilfarrado, han engañado en sus cuentas, han gestionado la economía de forma irresponsable y no han arreglado las cosas cuando aún estaban a tiempo. Angela Merkel tiene una estrategia: aprovechar la presión de la prima de riesgo para apretar las tuercas a sus socios bajo su modelo económico. Tensar la cuerda, probablemente sin permitir que se rompa (o al menos eso esperamos todos). Para entender la posición alemana y saber cómo piensan los hombres de negro, conviene leer la entrevista publicada hoy en El País al presidente del Bundesbank.

7. Pero el plan de rescate parcial a España no solo ha fracasado por Grecia y la crisis del euro: hay otros motivos que explican ese nuevo récord de la prima de riesgo. Los detalles sobre el préstamo de hasta 100.000 millones de euros para España aún no están definidos por completo, pero todo apunta a que el rescate será una deuda preferente. Es decir: que en el caso de que España tuviese problemas para pagar —que es el «riesgo» que tanto se nota en la prima, en los intereses— primero cobrarían los fondos de rescate y después los demás. En total, entre el BCE y el nuevo plan se calcula que el 15 por ciento de la deuda española estará pronto en manos de acreedores preferentes. Al 85 por ciento restante no le hace nada de gracia ser los segundos en la cola si hay problemas.

8. Además, la UE no entiende los mensajes políticos que envía Mariano Rajoy para intentar salvar su cara ante los españoles. Presentar el rescate como un gran éxito de España y decir que fue el presidente español quien «presionó» a Europa irrita a muchos líderes europeos. Ya llueve sobre mojado. Es el mismo Rajoy que votó en contra del plan de recortes de Zapatero en 2010 (a pesar de que Merkel lo llamó para pedir que lo apoyara); el mismo que hace tres meses dijo que incumpliría el compromiso del déficit por una cuestión de «soberanía nacional»; el mismo que ha recuperado la deducción por vivienda en el IRPF, a pesar de que no hay técnico que defienda esta desgravación; el mismo presidente que retrasó durante tres meses los presupuestos generales del Estado porque tenía elecciones en Andalucía; el mismo que desafió al gobernador del BCE y no quiso nombrar al frente del Banco de España al mejor candidato de todos, a González Páramo: alguien que podía llamar a Mario Draghi para pedir ayuda y que al menos le cogiera el teléfono.

9. ¿Es posible un segundo rescate integral a España, uno al estilo de Portugal o Grecia? Sin duda. Si el tipo de interés del bono español sigue subiendo y España es incapaz de financiarse en los mercados, tendrá que recurrir al rescate con todas las letras, como ofrece desde hace tiempo Alemania. Lo que se ha hecho con España no deja de ser un experimento: intentar que la financiación del fondo de rescate no secara la financiación privada, como pasó con el resto de los países rescatados. De momento, la prueba no parece funcionar y la prima ha seguido subiendo, aunque no se sabe si es por Grecia o porque el plan no funcionará en ningún caso.

10. Irónicamente, la mejor solución para España pasa por que se deteriore la situación en Italia. Si solo cae España, el parche del fondo de rescate llega. Si a España se suma Italia, la factura ya empieza a ser demasiado grande y Alemania tendría que plantearse otras opciones que no pasen por el modelo de rescate actual —con intervención de la troika y penitencia en el pago de intereses—. De lo que no nos vamos a salvar, eso seguro, es de la letra pequeña del rescate: de esos nuevos recortes que Bruselas y Berlín exigen y que llegarán sí o sí en cuestión de días o semanas. ¿En el Consejo de Ministros de hoy? Podría ser, aunque lo más probable es que los principales tijeretazos se descubran después de la votación de Grecia, cuando ya haya terminado el partido del siglo del euro de esta semana.

LOS SIETE MAGNÍFICOS DE BANKIA

La imagen es de hace poco más de un año: es la foto de esa boda que ahora Esperanza Aguirre dice se celebró «a punta de pistola». De los siete, cuatro eran militantes del PP. Solo uno contaba con formación financiera. De izquierda a derecha, un repaso a los méritos y salarios de estos siete novios para siete cajas que han dejado el mayor agujero financiero de la historia de España.

1. Atilano Soto. Militante del PP desde 1978, desde los tiempos de Alianza Popular. Doctor en Filosofía y licenciado en Sociología. Preside la Caja de Segovia desde 1997 y hoy sigue en el cargo. Durante años compatibilizó el puesto con el de presidente de la Diputación de Segovia (1991-2003), presidente de la Federación Regional de Municipios y Provincias de Castilla y León, presidente del Patronato Provincial de Turismo, consejero delegado de la empresa Segovia 21 y unos cuantos cargos más hasta superar la decena. Solo como consejero de BFA, la matriz de Bankia, cobró el año pasado 128.000 euros por trece reuniones, aunque lo que cobra en total es un misterio. UPyD ha presentado una demanda ante la Fiscalía para aclarar de dónde sale el resto de los salarios y las pensiones millonarias que paga —con el dinero de todos— la Caja de Segovia.

2. Agustín González. Militante de Alianza Popular desde 1983. Presidente de Caja Ávila, alcalde de El Barco de Ávila, presidente de la Diputación de Ávila, presidente de ASIDER —la asociación que gestiona los fondos europeos en la zona—, presidente de la mancomunidad de servicios de Barco y Piedrahita, presidente de la Fundación Cultural de Santa Teresa, consejero de la corporación Madrigal y consejero de BFA, entre otras muchas cosas. En total, llegó a ejercer trece cargos simultáneos. En una entrevista, hace unos meses, aseguró que «solo cobra un sueldo como presidente de la Diputación», lo que después se demostró falso: solo entre Bankia y Caja de Ávila cobró el año pasado 224.094 euros en dietas, pensiones y remuneraciones varias. Antes de dedicarse a la política, trabajó como maestro en su pueblo. No tiene formación conocida en economía ni en finanzas.

3. José Luis Olivas. Estudió Derecho pero apenas ejerció la abogacía. Comenzó su carrera política en la UCD a los 25 años para después pasar al PP. Fue concejal en Valencia, consejero en varias carteras de la Generalitat Valenciana con Eduardo Zaplana, secretario general del PP en la región, y en 2002 se convirtió en presidente de la Generalitat tras el nombramiento de Zaplana como ministro de Trabajo. Dejó el puesto a Francisco Camps en 2003 y poco después fue nombrado presidente de Bancaja y del Banco de Valencia —ya quebrado—. En 2011 ganó 1,62 millones de euros como vicepresidente de Bankia.

4. Rodrigo Rato. Militante de AP desde 1979. Es licenciado en Derecho en el ICADE y tiene un máster en Administración de Empresas en Berkeley (California). Al menos es el único de todos los que aparecen en la foto que tiene formación económica: en 2003, con 53 años y ya como vicepresidente del Gobierno, se doctoró en económicas por la Universidad Complutense. Tras su paso por el Gobierno, fue nombrado director gerente del FMI, un puesto que abandonó, por la puerta de atrás y por motivos aún por explicar, antes de que terminara su mandato. ¿Su sueldo del año pasado? 2,32 millones de euros. Bankia está negociando con él una indemnización de 1,2 millones por la dimisión.

5. Juan Manuel Suárez del Toro. Ingeniero industrial. Presidente de Caja Insular de Canarias y, al mismo tiempo, presidente de Cruz Roja Española desde 1994. ¿Su sueldo en Bankia? 235.000 euros el año pasado.

6. Jaume Boter de Palau. Fue presidente de Caixa Laietana desde 2004 hasta 2011. Antes fue vicepresidente de la caja (desde 1998). Es floricultor y perito agrario de profesión, y miembro de varias asociaciones culturales de Mataró.

7. Fernando Beltrán. Presidente de Caja Rioja desde 1995 hasta 2011. Abogado laboralista, experto en expedientes de regulación de empleo y convenios colectivos. Es vocal en varias comisiones de la CEOE. En 2009 fusionó su bufete de abogados con Garrigues.

LOS ESTAFADORES QUE MINTIERON A LA UE GANAN EN GRECIA (Y LA UE LO CELEBRA)

Gana la derecha en Grecia, la misma derecha que engañó a Europa y manipuló las cuentas públicas con la bien pagada ayuda de Goldman Sachs; fue en esa estafa a la UE y a los griegos donde nació esta crisis del euro de nunca acabar. Gana el candidato de Angela Merkel y Alemania al fin es generosa: ya no hará falta sacar a Grecia de la moneda única y habrá concesiones en el plan de rescate, ese mismo plan de rescate que hace unos días era pecado mortal tocar. Gana Andonis Samarás, el coherente político que en 2010 votó en contra del plan de rescate y ahora lo presenta como la única alternativa al caos.

En Grecia el sudoku político es hoy mucho más sencillo que en las elecciones de hace unos meses, pero todavía faltan algunas piezas por encajar. A pesar de un sistema electoral donde el más votado se lleva un bonus de cincuenta escaños —un sexto del parlamento—, el partido Nueva Democracia (30 por ciento de los votos) no alcanza la mayoría absoluta. El socio obvio es el Pasok (12 por ciento). Pero los derrotados socialistas no quieren cavar aún más profundo en la sima electoral en la que están, ejerciendo de mamporreros de la derecha y la troika. Venderán muy caro su apoyo y aun así tendrán deserciones de sus propias filas con cada medida dura que el nuevo Gobierno tenga que aprobar.

Algunos diputados del Pasok han puesto hace unas horas una primera condición para entrar en el Gobierno, que parece imposible: que también entre en el pacto Syriza y sea así un Gobierno de unidad nacional. Pero Syriza (26 por ciento) no está por la labor: consolidado como el principal partido de la oposición, puede capitalizar un descontento que en Grecia no va a frenar.

Probablemente el nuevo Gobierno llegará pronto y los remilgos del Pasok sean más una estrategia negociadora que un verdadero veto; tal vez con ellos entre también Izquierda Democrática. Con todo, el problema político de Grecia continuará. Habrá al fin un Gobierno pero no contará con un sólido respaldo social. Con una abstención del 40 por ciento y menos del 50 por ciento de los votos dentro de esa hipotética coalición entre Nueva Democracia, Pasok e Izquierda Democrática, seguirá siendo muy difícil sacar adelante los nuevos recortes que la troika quiere imponer a esta castigada sociedad.

Hay que seguir de cerca lo que pasa en Grecia. Puede que en España, en unos años, todo ese complejo escenario político y ese fragmentado parlamento nos resulten familiares.

POR QUÉ SUBE LA PRIMA DE RIESGO: CUATRO TEORÍAS

Es la misma prima de riesgo que se calmaría cuando cambiáramos la Constitución; la misma que tenía nombre y apellidos y se llamaba Rodríguez Zapatero; la misma que bajaría en cuanto gobernara Rajoy, en cuanto se aprobara el plan de rescate a la banca, en cuanto pasaran las elecciones griegas… Es la misma prima de riesgo que continúa disparada, agotando todas las excusas y coartadas, asfixiando nuestro presupuesto público, hipotecando nuestro futuro. ¿Por qué sigue subiendo? ¿Por qué subió ayer cuando se suponía que debería de bajar? Cuatro teorías —todas basadas en las hipótesis de varios economistas informados con los que he charlado en las últimas horas— para explicar el porqué. Probablemente la respuesta correcta sea una mezcla de las cuatro en proporciones hoy difíciles de calcular.

1. La prima sube porque es un buen negocio. El mercado de la deuda soberana está hoy casi cerrado para España. Desde que las agencias de calificación nos quitaron los galones, los inversores más estables —fondos de pensiones y similares— ya no pueden entrar porque, por norma, solo pueden comprar valores etiquetados como seguros. Solo se están cubriendo las subastas de la deuda —hoy habrá otra— gracias a los propios bancos españoles y poco más. El rescate de la banca ha secado aún más la financiación privada. Apenas se mueve dinero en el mercado secundario y todos estos ingredientes conforman el caldo de cultivo ideal para que los especuladores hagan un gran negocio hundiendo al bono español mientras el BCE se niega a actuar.

2. La prima sube porque no se conocen los detalles del rescate. «No se sabe de dónde va a salir el dinero, si va a ser del fondo temporal, o del fondo permanente de rescate, o qué efecto tendrá sobre la deuda pública española», dijo ayer muy contundente el presidente del Banco Mundial. Robert Zoellick lo explica muy clarito: «Europa ha desaprovechado una bala». «La ejecución de la iniciativa fue extremadamente pobre». «Es alucinante que estemos hablando de poner 100.000 millones encima de la mesa y el mercado lo tome como algo negativo». De todos los detalles por conocer, hay uno fundamental: si Alemania permitirá (como pide Obama, Francia y el FMI) que el fondo de rescate preste directamente a los bancos sin pasar por los Estados y evitar así que España se hunda, arrastrada por una deuda privada que se convierte en deuda pública (como ya pasó con Irlanda). Hoy todo apunta a que Merkel no va a pasar por ahí.

3. La prima sube porque el Gobierno no ha entregado prendas (y lo ha hecho fatal). El FMI y Bruselas piden a Rajoy que suba el IVA, que acelere la reforma de las pensiones, que rebaje los sueldos a los funcionarios y que reduzca las prestaciones por desempleo (entre otras cositas más). En lugar de eso Rajoy subió el IRPF (y al mismo tiempo lo bajó con la deducción por vivienda), enredó con el copago y recortó las becas y la inversión. «Está haciendo lo mismo que intentábamos nosotros», explica una persona del equipo económico de Zapatero: «Recortar poco y que parezca que hace mucho, pero el mercado no se lo va a tragar». Alemania tampoco se lo traga, no ve avances sustanciales en la lucha contra el déficit, no se fía de las cuentas públicas (y menos aún de las autonomías) y por eso no va a dar ni agua a España hasta que vea medidas drásticas. Por eso el BCE tampoco actúa: porque la prima de riesgo es la medida de presión con la que Merkel quiere disciplinar a sus socios del sur (incluso a riesgo de que la cuerda se rompa).

4. La prima sube porque puede que España no vaya a pagar. Es una profecía autocumplida: cuanto más sube la prima, más probable es un default (un impago), porque los intereses aumentan y hacen más insostenible la situación. A esta tesis se sumó ayer Wolfgang Münchau, uno de los columnistas más influyentes del Financial Times, a propósito de la encrucijada de la eurozona y el permanente veto alemán a todo lo que suene a unión bancaria o eurobonos: «¿Qué pasa si no hay un acuerdo? En ese caso, creo que Italia y España tendrían que dejar la zona euro. (…) Si Italia y España abandonan el euro, es probable que también recurran a un default en su deuda. Tal acto probablemente provocaría el colapso del sistema financiero europeo, algo que en última instancia también repercutiría en Italia y España. Pero, irónicamente, una salida italiana o española del euro probablemente terminaría por dañar a Francia y Alemania más que a Italia o España». Se supone que esto debería de ser una buena señal.

Y una última razón, que es el gran motivo y está presente desde que esta crisis empezó: la prima de riesgo sube porque tenemos una unión monetaria pero no una verdadera unión económica con un tesoro común. Krugman hoy lo explica muy bien.

¿TAMPOCO PUEDEN QUEBRAR LAS AUTOPISTAS?

No hay dinero para rescatar a las familias, a los parados, a los hipotecados, a los enfermos, a los ancianos… No hay dinero para nadie, pero siempre hay excepciones. No solo son sistémicos los bancos, a los que no se puede dejar caer, cueste lo que cueste. En este capitalismo de bingueros, donde los beneficios son privados pero las pérdidas son públicas, tampoco pueden quebrar las concesionarias de autopistas. El Gobierno prepara un nuevo plan de rescate para estas ruinosas inversiones. Será el tercero en apenas unos años. En 2009 y en 2010 —con inusual consenso parlamentario— el Congreso aprobó sendos paquetes de ayudas millonarias para las autopistas. No fue suficiente y El País publica hoy que el Gobierno estudia cómo tapar con dinero de los contribuyentes ese enorme agujero: son 3.800 millones de euros.

¿Acaso no puede quebrar una autopista? Desde el Gobierno temen que, en caso de bancarrota, la Administración acabe en el juzgado y tenga que hacerse cargo en cualquier caso de la deuda. Hay argumentos legales para ello: las concesiones se hicieron sobre cálculos de tráfico que jamás se cumplieron, la ley del suelo de Aznar disparó los costes de expropiación de los terrenos y las cuentas, por tanto, jamás salieron. Puede que sea así, que no haya otra salida, pero no es un gran consuelo tener que elegir entre lo malo y lo peor. ¿Acaso las autopistas que generan más ingresos de lo esperado devuelven ese dinero a la Administración?

Con estos obscenos rescates se corrompe una de las reglas más elementales del capitalismo: que el que invierte tiene derecho a ganar porque se arriesga a perder su dinero. Nuestro capitalismo enfermo cada día se parece más a la física y a sus contradicciones. Las reglas que funcionan en las grandes estrellas no rigen igual para las partículas subatómicas. Si debes cien mil euros y no puedes pagar, tienes un gravísimo problema. Si debes mil millones, el problema es de otro.

EL AGUJERO DE BANKIA EN NÚMEROS QUE SE ENTIENDEN

Hay una foto para la historia. Siete encorbatados, tan contentos. De los siete, cuatro eran militantes del PP. Solo uno contaba con formación financiera. Son los siete magníficos, los siete fundadores de Bankia, los siete genios que nos han dejado en herencia un inmenso agujero a repartir a escote entre todos los contribuyentes. Hoy BFA —la matriz de Bankia— vale menos que nada: menos 13.635 millones de euros.

Para los que se pierden con las grandes cifras, 13.635 millones son:

• 30 veces más que lo que Sanidad ahorrará con el medicamentazo (440 millones de euros).

• 82 veces más de los recortes en becas para este año (122 millones).

• 71 veces más que los recortes a la minería (190 millones).

• Más del doble de lo que el Estado recaudó con la última subida del IVA (6.500 millones).

• Casi nueve veces más de lo que ahorró el Gobierno de Zapatero con la congelación de las pensiones (1.530 millones).

• 24 veces más de lo que el Estado ha recaudado en los primeros cinco meses del año con la última subida del IRPF (559 millones).

• 2,2 billones de las (futuras) pesetas.

• 290 euros por español, niños incluidos.

Los 13.635 millones de euros no son el único agujero. A esta cifra hay que sumar el robo que supone para toda la sociedad que haya quedado también arruinada la obra social de las cajas, algunas de ellas centenarias.

Un aplauso para los siete magníficos. Se lo han ganado.

ESPAÑA, INTERVENIDA

Viendo la velocidad a la que llega lo inevitable, solo sorprende una cosa: el empeño del Gobierno de Rajoy en negar la realidad. Estaba cantado: el rescate millonario a la banca no saldrá gratis. Como era de esperar, la ayuda viene con condiciones y no son solo para el sector financiero. Como toda Europa recordaba (y el Gobierno negaba), las recetas de la Comisión Europea son órdenes y no consejos o sugerencias. Como muchos nos temíamos, los sacrificios más duros serán para los españoles, no para los verdaderos culpables.

Esta madrugada se confirmó la catástrofe. España queda en manos de la troika —la UE, el FMI y el BCE—, que mandará cada tres meses a sus «hombres de negro» a revisar nuestras cuentas, además de supervisar a la banca. Las consecuencias directas de esta situación no solo van a ser la subida del IVA y el recorte a los funcionarios que ayer anunció el Gobierno. Sobre la mesa están recortes en las pensiones o en el subsidio de desempleo, como ha confirmado el vicepresidente de la Comisión europea, Olli Rehn. No es una intervención equivalente a la de Grecia, Irlanda y Portugal, pero es una intervención en cualquier caso: una vuelta de tuerca más en ese proceso que comenzó con Zapatero en mayo de 2010, que cambió nuestra Constitución el pasado verano y que ahora, tras el naufragio de Bankia, alcanza un grado más.

El Gobierno tendrá que presentar este mismo mes un plan para los próximos dos años. Entre mañana miércoles, con Mariano Rajoy en el Congreso, y el Consejo de Ministros del viernes 13, seguramente conoceremos el resto de los recortes. Están ya cantados: subida del IVA (probablemente del tramo máximo, además de cambios entre los tipos reducidos), despidos de empleados públicos, recortes para los funcionarios (en la jornada laboral y probablemente también en el sueldo), aumento de tasas y copagos, recorte en las pensiones (o acelerar la entrada en vigor de los 67 años, o ambas medidas al tiempo), eliminación de la deducción por vivienda (tal vez retroactiva)…

En resumen: todo lo que el PP dijo que no haría mientras ejerció la oposición y que una y mil veces negó en el Parlamento.

De Guindos está contento: «España logró dos buenos acuerdos». El Gobierno, aún más: presume de haber cumplido «en seis meses» la mitad de las promesas de Rajoy en la investidura. Los éxitos son tan apabullantes que sorprende que no lo celebremos en Cibeles: ¡Campeones, oe!

¿PALABRA DE RAJOY?

Es el mayor recorte de gasto público de la historia de España: 65.000 millones en dos años y medio. La cifra es tan apabullante que solo admite una comparación posible, una equivalencia de dolorosa simetría: es casi idéntica a la factura del rescate a la banca (60.000 millones es el último cálculo). Hace apenas un mes, antes de irse a la Eurocopa, Mariano Rajoy nos contó que «esa línea de crédito» solo tendría condiciones para los bancos y no para los ciudadanos. Fue otra mentira más. Otra de tantas.

España está intervenida y ayer en el Congreso la troika se hizo carne. Y vísceras. Y sangre. Nada se salva de la tijera, tampoco la imagen de Rajoy, que sale del Parlamento cruzado de costurones. No hay crítica más letal contra el Gobierno que sus propias palabras pronunciadas hace no tanto. Subir el IVA es «un disparate en tiempos de crisis», «afecta fundamentalmente a pensionistas y parados», es «la puntilla para nuestro comercio, nuestro turismo y nuestra industria». Bajar el sueldo a los funcionarios es «recortar los derechos de los más débiles». «Yo no soy como usted, que le subió el IVA a la gente y no lo llevaba en su programa», le dijo Rajoy a Rubalcaba en el debate electoral, en noviembre. «Yo lo que no llevo en mi programa no lo hago».

El presidente esbozó ayer dos excusas para justificar esta flagrante estafa democrática. La primera: no podemos rechazar estos sacrificios porque «no tenemos esa libertad». La segunda: «Las circunstancias han cambiado». Tiene parte de razón en ambas. España ha perdido la poca soberanía y libertad que aún mantenía porque las circunstancias han cambiado: a peor desde que Rajoy gobierna. La herencia económica que el PP recibió de Zapatero (y de las autonomías) fue la más nefasta de la democracia, pero la gestión de la derecha ha agravado el problema. El PP estaba convencido de que la mera aparición mariana en La Moncloa serviría para «recuperar la confianza» y ese dogma de fe ha resultado falso; nada peor que creerte tu propia propaganda. El mejor resumen de la gestión de Rajoy está en la prima de riesgo y en su evolución frente a Italia e Irlanda. En noviembre del 2011, España pagaba menos por su deuda que ambos países. Hoy Italia paga casi un punto porcentual menos (e Irlanda casi medio punto menos) en el bono a diez años. En esta Eurocopa, los italianos nos ganan por goleada.

Frente al discurso de Rajoy, y sus excusas, Alfredo Pérez Rubalcaba explicó bien los muchos errores cometidos por el Gobierno en estos meses, pero le faltó una respuesta más contundente ante los recortes recién anunciados. El líder del PSOE, encorsetado con esa «oposición responsable» y pactista que gran parte de sus votantes no entienden, quiso hacer el debate del estado de la nación nunca convocado. Rubalcaba perdió así otra oportunidad de canalizar el descontento de una sociedad cada día más alejada del Parlamento. Si el recorte que anunció Zapatero en mayo del 2010 fue una de las razones que provocó el 15-M, las consecuencias de este 11 de julio del 2012 también se verán en la calle.

La crisis en 100 apuntes
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