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La crisis de la deuda en cinco preguntas
1. ¿Qué clase de unión inane tiene Europa cuando es incapaz de solucionar una crisis provocada por el rescate de un país tan pequeño como Grecia, que solo supone el 2 por ciento del PIB europeo?
2. ¿Por qué se ponen condiciones leoninas para el rescate a los ciudadanos griegos (unos 110.000 millones en préstamos) y, sin embargo, fue incondicional el salvavidas lanzado a los banqueros europeos (311.400 millones en inyecciones directas de capital y un total de 3,7 billones de euros sobre la mesa, si contamos también avales, préstamos y otras ayudas)? ¿Por qué apenas se exigieron «reformas estructurales» al irresponsable sector financiero?
3. Después de casi tres años de sacrificios para «calmar» —sin éxito— a los mercados, ¿qué más pruebas necesitamos de que esta política de la austeridad anoréxica no funciona? Si el problema fundamental es el miedo de los inversores a un impago por la falta de crecimiento, ¿cómo puede ser la solución una política de ajustes que congela el gasto público y, como consecuencia, gripa la recuperación de la economía?
4. ¿Cuántos «lunes negros» son necesarios para que Angela Merkel afloje la mano y permita a la UE y al Banco Central Europeo hundir a los especuladores? ¿Harán falta dos nuevas guerras mundiales y otra gran depresión para recuperar la solidaridad europea?
5. Si, como dice el PP, la solución a la crisis de la deuda es tan simple como adelantar las elecciones y echar al Gobierno, ¿por qué Portugal, que convocó elecciones anticipadas y cambió un Gobierno socialista por otro de derechas hace un mes y medio, es hoy un bono basura? ¿También tiene la culpa Zapatero (o Rubalcaba) de la situación de Italia?