28
Cajasur y el cura banquero
La ruina de Cajasur ha costado de momento 523 millones de euros en dinero público. Una bagatela, apenas un tercio de lo que el Gobierno ha recortado a los pensionistas. Demos gracias al Señor, su gestor. «Por encima de todo quedará patente que la Iglesia ha actuado movida por la ética que brota del Evangelio», dice el untuoso obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que absuelve de todo pecado a los curas que han dirigido Cajasur hasta su exitoso final. «La Iglesia ha estado dispuesta a perderlo todo, con tal de salvar los puestos de trabajo», remacha el señor obispo, que no detalla a qué «todo» se refiere: si pensaban tapar el tremendo agujero con el dinero de la banca vaticana, si van a compensar al Estado pagando de una vez el IBI, como todo cristo.
Pero, antes que al obispo, me gustaría escuchar la explicación del cura Miguel Castillejo, el hombre que gestionó Cajasur durante casi treinta años, el de los polvos del ladrillo de los que ahora vienen estos lodos, el mismo que pagaba dietas millonarias a los consejeros de la caja por asistir a una exposición o a la coronación de la Virgen de la Fuensanta. El cura Castillejo está callado, pero sigue cobrando una generosa pensión vitalicia de casi 250.000 euros al año que no solo disfrutará él, sino que heredarán sus cuatro hermanas hasta que la última de ellas muera. Completa la jubilación con la presidencia de una fundación que lleva su nombre, con sede en el palacio de Las Doblas, que donó a la causa el constructor Sandokán, involucrado en la Malaya. Castillejo, el cura banquero, es «un humanista, y entre sus grandes amistades están Averroes y Tomás de Aquino», dice de él su hagiógrafo. En la web fundacionmiguelcastillejo.es ponen que la página está «en construcción». ¡Pues ya tardan en montar una nueva promotora!