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Los enfermos que no salen en la foto
Las listas de espera para operarse en los hospitales catalanes se ha disparado un 23 por ciento en seis meses y el Gobierno de Artur Mas ha actuado con contundencia. ¿Dando marcha atrás en los tijeretazos y reabriendo esos quirófanos que ahora cierran por las tardes? No. Cambiando el sistema de cómputo para sacar a muchos enfermos de la foto y así bajar la fiebre a esta estadística. El método no es original: sigue los pasos del Gobierno de Esperanza Aguirre, que hasta ahora era el único que se saltaba los criterios de medición de listas de espera que aplican las demás autonomías. Aguirre se comprometió en su primera campaña electoral, la del Tamayazo, a dimitir si a los dos años de gobernar no reducía las listas de espera a menos de un mes. Cumplió la promesa a su manera. Cambió el sistema de medición para que el mes de plazo contara desde la última cita con el especialista: desde la visita del paciente al anestesista, justo antes de operarse.
Pero volvamos a Catalunya. Unas horas antes de que la Generalitat confirmara que los recortes en la sanidad ya se notan, el líder de CiU en el Congreso, Duran i Lleida, contraatacó por el flanco derecho en busca de los culpables. «En España hay más inmigración de la que debería haber», criticó Duran que, como toda la derecha catalana (y gran parte de la izquierda), parece estar también obsesionado por el voto racista que pueda robar el partido de Anglada. Duran vuelve a ese discurso en el que se culpa al extranjero del deterioro de la sanidad y la educación públicas. Es falso por dos razones. La primera: que la inmigración está bajando desde que empezó la crisis. La segunda: que son los políticos que recortan, y no los inmigrantes, quienes de verdad degradan los servicios sociales.