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El cóctel fiscal
Tras un mes de agitación, el cóctel de la subida fiscal queda así: una parte de IRPF (5.700 millones de eliminar los 400 euros), otra parte de IVA (5.150 millones), unas gotitas en las rentas del capital (800 millones) y una rebaja para pymes y autónomos (-700 millones). ¿Subir los impuestos vuelve a ser de izquierdas? Depende de la receta. La que propone el Gobierno, de momento, es tan ortodoxa que la podría haber firmado el PP si no estuviese tan ocupado con la caja B de la Gürtel.
Pero el combinado aún está por terminar. Habrá que esperar a que se enfríe en el Congreso de los Diputados. «Habrá cambios, o eso espero», me cuenta un diputado socialista, que confía en que la negociación parlamentaria matice una subida de impuestos que, por ahora, no pagarán precisamente los más ricos. Sin embargo, las modificaciones que pueden arañar los demás partidos de izquierdas en el Congreso no pasarán de aceituna con palillo; la nada con sifón. El Gobierno, que también puede pactar con el PNV, no se atreve con las SICAV, considera intocables los actuales tramos del IRPF y ni se plantea crear un nuevo tipo para las rentas superiores a los 160.000 euros, como han hecho los peligrosos comunistas del Reino Unido.
Con la actual subida fiscal, las clases medias son las más afectadas, especialmente por la supresión de los 400 euros. Resulta irónico, sin embargo, que haya hecho falta que el Gobierno eliminara esta rebaja del IRPF para que al fin todo el mundo admitiese que esta medida, tan criticada, beneficiaba especialmente a los mileuristas y a las clases medias. «Nos quedamos solos defendiéndolo», se queja una fuente oficial. El trago ahora es amargo.