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Los huevos y el Deutsche Bank
Un bonito ejemplo sobre el honrado mundo de los mercados financieros. El principal banco alemán, el Deutsche Bank, ha reconocido que varios de sus clientes han apostado quinientos millones de euros contra varios valores de bolsa en España. Esta operación financiera perfectamente legal supone que estos clientes del Deutsche ganarán un pellizquito si las cosas van aún peor por aquí, si la cotización de estas empresas empeora. Por supuesto no es nada personal, solo negocios; una operación cotidiana a la que los bancos españoles también juegan y que el Deutsche Bank solo ha desvelado porque, desde hace unos días, obliga a ello la CNMV.
Irónicamente, como recuerda el diario inglés Daily Telegraph, el Deutsche Bank es una de las instituciones financieras que el Gobierno alemán ha protegido con una reciente regulación contra cierto tipo de ataques especulativos. Para completar el cuadro, estas apuestas a la baja contra empresas españolas no llegan desde Alemania, sino de su sede en el Reino Unido.
Recordaba hace poco Manuel Marín, ex presidente del Congreso, que el mundo desarrollado ha sido capaz, por razones de salud pública, de poner un código en cada huevo para saber su origen. Si podemos con los huevos, «¿cómo no vamos a ser capaces de controlar la transacción financiera internacional?», se preguntaba Marín. La respuesta es sencilla: por supuesto que se puede controlar, otra cosa es que se quiera controlar. Y otra más difícil todavía: que todos los países estén de acuerdo en cómo hacerlo o que baste con una norma improvisada. A diferencia de los huevos, las operaciones financieras internacionales se suelen mover bajo las reglas del eslabón más débil de la cadena. De poco sirve que España o Alemania intenten regular el casino si en Reino Unido las normas son otras. Por separado, las pequeñas naciones poco pueden hacer contra el gran mercado financiero global. Y así nos va.