La buena chica
y
la chica mal encarada
Norteamérica: montes Ozark
ubo una vez una anciana que habitaba en mitad de la espesura y que tenía dos hijas. Una de ellas era una buena chica, pero la otra era muy mal encarada. Pese a ello, la anciana quería más a la mal encarada. Así que obligaba a la buena chica a hacer todas las faenas de la casa, incluso a partir la leña con un hacha roma. Mientras, la chica mal encarada se pasaba el día tumbada, tomando el sol y sin hacer nada de nada.
Un día la buena chica salió a recoger madera, y enseguida se tropezó con una vaca. La vaca le dijo:
—Por lo que más quieras, ¡ordéñame, que tengo las ubres a punto de reventar!
Así que la buena chica ordeñó a la vaca, pero no bebió ni una gota de su leche. Pronto vio un manzano, que le dijo:
—¡Por el amor de Dios, coge esas manzanas, que estoy a punto de desplomarme con tanto peso!
Así que la buena chica cogió las manzanas, pero no se comió ninguna. Y después se encontró con una hogaza de pan de maíz que estaba horneándose, y el pan le dijo:
—¡Por Dios santo, sácame, que me estoy quemando!
Así que la buena chica sacó el pan del horno, pero no se comió ni una miga. Un viejecito se acercó justo en ese momento y le tiró encima un saco de monedas de oro, que se le adhirieron por todo el cuerpo. Cuando llegó a casa, la buena chica se dio cuenta de que iba dejando monedas de oro a su paso, como un ganso al que se le desprenden las plumas.
Al día siguiente, la chica mal encarada salió de la casa, porque quiso hacerse también con algo de oro. Pronto vio una vaca, que le dijo:
—¡Por lo que más quieras, ordéñame, que tengo las ubres a punto de reventar!
Pero la chica mal encarada se limitó a darle una patada en la barriga y pasó de largo. Después se topó con un manzano, que le dijo:
—¡Por el amor de Dios, coge estas manzanas o me desplomaré bajo tanto peso!
Pero la chica mal encarada no hizo nada, aparte de reírse y de pasar de largo. Por último se encontró con un pan de maíz que estaba horneándose, y que le dijo:
—¡Por Dios santo, sácame, que me estoy quemando!
Pero la chica mal encarada no le hizo caso alguno y pasó de largo. Un viejecito se le acercó justo en ese momento y le tiró encima un caldero lleno de alquitrán, que se le pegó por todo el cuerpo. Cuando la chica mal encarada llegó a casa, estaba tan negra que la anciana no la reconoció.
La gente del lugar hizo todo lo que estuvo en su mano, pero solo lograron quitarle una parte del alquitrán, y la chica mal encarada quedó muy fea a partir de ese día, además de que siguió sin hacer nada de provecho. Le estuvo muy bien empleado a la mala pécora, todo hay que decirlo.