CAPÍTULO LXX
Del peligro que corrieron los navíos al pasar por la boca de la Sierpe; y cómo se descubrió Paria, que fue el primer hallazgo de Tierra Firme
Luego que surgieron los navíos en el cabo del Arenal, el Almirante mandó las barcas a tierra por agua, y para tomar lengua de los indios, mas no pudieron hallar ni una ni otra cosa, por ser aquella tierra muy baja y deshabitada. Por lo cual, al día siguiente mandó que fuesen a cavar algunos pozos en la arena, y por su buena suerte los hallaron hechos y llenos de agua buenísima; pensaron que sería obra de los pescadores.
Tomada el agua que necesitaban, el Almirante acordó pasar a otra boca que se veía hacia el Noroeste, a la cual después nombró Boca del Dragón, a diferencia de aquella donde estaba, que la llamó Boca de la Sierpe; estas bocas estaban formadas por los dos cabos occidentales de la Trinidad, y otros dos de la Tierra Firme; una de ellas al Norte, y la otra al Mediodía. En medio de aquella donde el Almirante había fondeado, se veía un alto peón, al que llamó el Gallo. Por esta boca o canal que denominó Boca de la Sierpe, de continuo iba el agua hacia el Norte con tanta furia como si fuese la boca de un caudaloso río; por esto le dieron aquel nombre, a causa del espanto que allí tuvieron; pues estando asegurados con las áncoras, vino un golpe de corriente por la parte del Mediodía, con mucho más ímpetu que el acostumbrado, y con grandísimo ruido, porque corría de dicha boca hacia el Norte. Y como del golfo que ahora llamamos de Paria salía otra corriente en contra de la mencionada, se juntaron como los luchadores, con grandísimo estruendo, e hicieron que el mar se elevase a guisa de un alto monte o cordillera, a lo largo de la boca[183]. Dicho monte de agua fue en dirección a los navíos, con grande terror de todos que temían los trastornase. Pero quiso Dios que pasase por debajo; o por mejor decir, que los levantó sin hacerles daño, bien que a un navío le soltó las áncoras de tierra, y lo despidió del lugar en que estaba, hasta que con las velas huyó de aquel peligro, con grandísimo miedo de anegarse. Muy luego, pasada la furia de la corriente, viendo el Almirante el riesgo en que allí estaba, emprendió el viaje hacia la Boca del Dragón, que está entre el cabo del noroeste de la Trinidad y el oriental de Paria, y navegó al Poniente, porque pensaba que ésta era isla, y esperaba encontrar por donde salir, a la parte del Norte, hacia la Española. Aunque en la costa de Paria había muchos puertos, no quiso entrar en alguno, pues todo el mar era puerto, por estar circundado de la Tierra Firme.