CAPÍTULO XIII

Cómo el Almirante, no quedando de acuerdo con el Rey de Castilla, decidió marcharse a ofrecer a otro su empresa

Mientras que esto se trataba, los Reyes Católicos no estaban siempre fijos en un lugar, con motivo de la guerra que hacían a Granada, por lo cual se dilató largo tiempo su resolución y respuesta. Por esto, el Almirante vino a Sevilla, y no hallando en Sus Altezas más firme resolución que la vez anterior, acordó dar cuenta de su negocio el Duque de Medina Sidonia[94]. Pero después de muchas pláticas, viendo que no halló modo de concluir, como él deseaba, en España, y que tardaba mucho en dar ejecución a su empresa, resolvió irse al rey de Francia, al cual había escrito acerca de esto, con propósito de, si allí no fuese oído, pasar luego a Inglaterra en busca de su hermano, del que no tenía noticia alguna. Con tal designio fue a la Rábida[95], para llevar su niño Diego, que le había dejado allí, a Córdoba, y después continuar su camino. Pero Dios, a fin de que no quedase sin efecto lo que había dispuesto, inspiró al guardián de aquella casa, llamado fray Juan Pérez[96], para que trabase mucha amistad con el Almirante, y le agradase tanto la empresa de éste, que se doliera de su resolución y de lo que España perdería con su marcha; por lo que le rogó que de ninguna manera cumpliera su propósito, pues él iría a ver a la Reina, de la que esperaba que, por ser como era su confesor, daría fe a lo que le dijese acerca de aquello. Porque, aunque el Almirante estaba ya fuera de toda esperanza, y enojado, viendo la poca voluntad y seso que encontraba en los consejeros de Sus Altezas, sin embargo por el deseo que, de otra parte, había en él de dar esta empresa a España, se acomodó al deseo y a los ruegos del fraile; pues le parecía ser ya natural de España por el gran tiempo que llevaba ocupado en su empresa, y por haber tenido hijos[97] en ella; lo cual había motivado que desechara las ofertas que le habían hecho con otros príncipes, como él mismo refiere en una carta suya, escrita a Sus Altezas, que dice así: «Por servir a Vuestras Altezas yo no quise entender con Francia, ni con Inglaterra, ni con Portugal, de los cuales príncipes, Vuestras Altezas vieron las cartas, por manos del doctor Villalón».

Historia del Almirante
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