CAPÍTULO XL
Cómo el Almirante salió de las islas de las Azores y llegó con temporal a Lisboa
El domingo, a 24 de Febrero, el Almirante salió de la isla de Santa María para Castilla, con gran necesidad de lastre y leña, de cuyas cosas, por el mal tiempo, no se había podido proveer, y estando a distancia de cien leguas de la tierra más vecina, vino una golondrina al navío, la que, como se pensó, los malos tiempos habían empujado al mar, lo que se conoció luego con más claridad, porque, al día siguiente, que fue el 28 de febrero, llegaron otras muchas golondrinas y aves de tierra, y también vieron una ballena.
A 3 de Marzo tuvieron tan gran tempestad que, pasada la media noche, les desgarró las velas, de modo que teniendo la vida en gran peligro, hicieron voto de enviar un peregrino a la Virgen de la Cinta, cuya venerada casa está en Huelva, adonde aquél debía ir descalzo y en camisa. Tocó también la suerte al Almirante, como si con tantos votos como le tocaban, Dios glorioso quisiera demostrar serle más gratas las promesas de él que las de los otros. A más de este voto, hubo también otros de muchos particulares.
Corriendo sin un palmo de vela, con el mástil desnudo, con terrible mar, gran viento, y con espantosos truenos y relámpagos por todo el cielo, que cualquiera de estas cosas parecía que se iba a llevar la carabela por el aire, quiso Nuestro Señor mostrarles tierra, casi a media noche, de lo que no menor peligro les resultaba, de modo que, para no estrellarse, o dar en paraje donde no pudieran poder salvarse, que necesario que diesen un poco de vela, para sostenerse contra el temporal, hasta que quiso Dios que llegase el día, y amanecido, vieron que estaban cerca de la roca de Cintra, en los confines del reino de Portugal. Allí fue precisado a entrar, con miedo y asombro grande de la gente del país, y de los marineros de la tierra, los cuales corrían de todas partes a ver como cosa maravillosa un navío que escapaba de tan cruel tormenta, especialmente, habiendo recibido nuevas de muchos navíos que, hacia Flandes y en otros mares, habían perecido aquel día.
Después, entrando en la ría de Lisboa, lunes, a 4 de Marzo, surgió junto al Rastello, y muy presto mandó un correo a los Reyes Católicos, con la nueva de su venida. También escribió al Rey de Portugal, pidiendo licencia de arribar junto a la ciudad, por no ser lugar seguro aquel donde se hallaba, contra quien le quisiera ofender con falso y cauteloso pretexto de que el mismo Rey lo ordenaba, creyendo que con hacerle daño podía impedir la victoria del Rey de Castilla.