Notas Parte 2
[1] Ésta es una de las tesis esenciales del presente ensayo. El papel central que asume la modernidad informática —a través de todos los recursos cuyo desarrollo veremos en estas páginas— es sofocar la libertad del sujeto. Al idiotizar al sujeto, controla el surgimiento de actos libres. Con la obliteración de todo acto libre se elimina la libertad, que yace en los fundamentos de todo acto de rebeldía. No hay rebeldía, no hay acto de insubordinación al poder, sin la dinamización de ese núcleo de libertad que late en cada sujeto y lo e-yecta a la comunicación con el Otro. Mi acto libre reclama y requiere el del Otro. Es una relación de ida y vuelta. El Otro —si encuentra el núcleo de su rebeldía— deberá referirlo a mí, que le doy completud. Es un poco el juego de espejos que encontramos en Levinas pero virado hacia la praxis. No sólo el rostro del Otro me completa, sino que —juntos— debemos llevar ese reconocimiento a la transformación de un mundo estructurado para impedirlo. <<
[2] Don Francisco de Quevedo Villegas, Obras completas. Obras en prosa, textos genuinos del autor, descubiertos, clasificados y anotados por Luis Astrana Marín, edición crítica con más de doscientas producciones inéditas del príncipe del ingenio y numerosos documentos y pormenores desconocidos, M. Aguilar, Madrid, 1932, p. 45. El señor Astrana Marín goza desde hace tiempo —y mucho— de ser un abominable traductor de Shakespeare. A tal punto que, si alguien cita erróneamente al genio isabelino, se le dice: «¿De dónde sacaste esa cita? ¿De Astrana Marín?». Se le ha llegado a llamar el Jack el Destripador de Shakespeare. Tal vez sea exagerado pero nadie, en sus cabales, utiliza las traducciones de este buen señor si decide montar —hoy y desde hace mucho tiempo— una obra del autor de Hamlet y Macbeth. Es decir, del gran Billy, como se le suele decir entre bambalinas. Observemos, sí, que llama a Quevedo príncipe del ingenio, ya que si el Fénix era Lope, el príncipe es Quevedo. <<
[3] Francisco de Quevedo Villegas, ob. Cit., p. 47. <<
[4] Acaso personas muy sensibles lean esto y se horroricen. Mas tengan en cuenta que están leyendo a uno de los más grandes ingenios del Siglo de Oro español. Un solo culo prefabricado en algún gimnasio, falsedad de falsedades, está a millones de años luz de la prosa de Quevedo Villegas. Y ésos son los culos con los que la TV funcional al sistema idiotizante nos abruma. <<
[5] Francisco de Quevedo Villegas, ob. Cit., p. 47. <<
[6] Ibid. <<
[7] Rodolfo Mondolfo, Breve historia del pensamiento antiguo, Losada, Buenos Aires, 2002, p. 77. <<
[8] Nadie podrá negar la jerarquía de Rimbaud y Verlaine, que unieron fuerzas en este poema que de lo sublime se desliza a esas zonas de dudoso gusto que la buena burguesía rechaza. Para atribuir los méritos correspondientes digamos que las dos cuartetas son de Verlaine y los dos tercetos de Rimbaud. Surge, así, un perfecto soneto cuyo único punto discutible es acaso la materia tratada. Y la ausencia de la gracia de Quevedo. Pero es inescindible dar cuenta de él. No quiero dejar pasar el final magnífico de la novela de Leopoldo Marechal Adán Buenosayres, que otorga a los ingleses el poder de cederle al pedo una dignidad que sólo ellos parecieran destinados a entregarle. «Más feo que un susto a medianoche. Con más agallas que un dorado. Serio como bragueta de fraile. Más entrador que perro de rico. De punta, como cuchillo de viejo. Más fruncido que tabaquera de inmigrante. Mierdoso, como alpargata de vasco tambero. Con más vueltas que caballo de noria. Más fiero que costalada de chancho. Más duro que garrón de vizcacha. Mañero como petiso de lavandera. Solemne como pedo de inglés». Así termina la novela. Una novela religioso-metafísica de más de seiscientas páginas. Bravo, maestro Marechal. Cómo se empeña la cultura académica de este país en olvidarlo. ¿Habrá sido usted peronista en algún momento de su vida? <<
[9] Muy especialmente —por ahora— el culo de las mujeres. Los hombres también se hacen el culo para que los jeans les calcen mejor, pero no es una tendencia que aún tenga demasiada fuerza. Aunque, lo veremos, los culos masculinos son también atractivos para las mujeres y son capaces de entablar, sobre ellos, interminables conversaciones. Sobre todo las mujeres norteamericanas. <<
[10] Karl Marx, El capital, tomo I, volumen I, Libro primero, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, p. 43. <<
[11] Hay una excelente edición de las Normas de Sloterdijk, de la editorial Siruela, Madrid, 2003. Este trabajo es valioso para el tema del humanismo. Pese a ello, en nuestras últimas páginas desarrollaremos una visión del humanismo desde Suramérica que sólo tangencialmente tendrá algún punto de contacto con las ideas de Sloterdijk, tal vez preso al fin del universo de su maestro Heidegger, al que, sin embargo, notablemente llama filósofo campesino. Tal vez Sloterdijk esté más lejos de Heidegger de lo que algunos pensamos, y otros también. Debiéramos decir que sí, que lo está. <<
[12] Ver su notable Romanticismo, una odisea del espíritu alemán, Tusquets, Fábula, Buenos Aires, 2012. <<
[13] Peter Sloterdijk, Crítica de la razón cínica, Siruela, Madrid, 2006, p. 225. <<
[14] Ibid. <<
[15] Sigmund Freud, El malestar en la cultura, ob. cit., p. 48. <<
[16] Peter Sloterdijk, ob. Cit., p. 227. <<
[17] Ibid., p. 236. <<
[18] Luego del Código Hays todo cambió en Hollywood. Fue el triunfo aplastante de todos los elementos conservadores de la sociedad. Sostengo que fue una estupidez para Hollywood como industria. Los europeos aprovecharon la situación y abordaron temas más maduros, arriesgados y hasta obscenos. Muchas de sus hermosas estrellas empezaron a mostrar eso que las mujeres de Hollywood mantenían oculto. En Francia: Jeanne Moreau, Magali Noel, Martine Carol, Françoise Arnould, Marina Vlady y otras valiosas gemas cuya visión los espectadores agradecían. Ingmar Bergman fue astuto en extremo: mezcló el prestigio intelectual con la procacidad de los desnudos. Desde Un verano con Monica, donde Harriet Anderson se exhibía en el afiche con un pulóver detrás del cual no se adivina un soutien sino los pezones jóvenes y turgentes de la niña traviesa sueca. Hasta El silencio, que se estrenó como «prohibida para menores de 22 años» y que yo no pude ver e imaginaba que todo tipo de ignominias se sucederían en esa película. Más aún cuando mi hermano (diez años mayor que yo) y sus amigos volvían del cine diciendo: «Pero en la escena del palco cogen en serio». Y además, como si fuera poco, ¡Brigitte Bardot! Y Dios creó a la mujer. O La mujer y el pelele. Nosotros nos consolábamos con los libros de la colección Pandora. Pero no con Disparen sobre el pianista en que una infinitamente pajerizante Michelle Mercier se metía desnuda en la cama de Charles Aznavour, un petiso ridículo que no la merecía. Pero el más avispado de todos fue Bergman. Porque logró hacerse llamar «el genio sueco» y que todos —intelectuales e irredentos pajeros— fueran a ver sus películas. En cuanto al Códico Hays, fue una catástrofe. Porque las yankis estaban bien dispuestas a ponerse en bolas y abordar temas escabrosos. Y si no, hay que ver Baby Face, con la gloriosa Barbara Stanwyck. Que nos lleva al tema del sexo utilizado para trepar en la vida. Baby Face es de 1933. La chica está dispuesta a cualquier cosa con tal de abrirse vertiginosamente paso en un mundo de hombres, de hombres malos, sedientos de sexo, del sexo de Barbara. Que lo da, pero a quien le conviene. Lo más intolerable para los censores fue que el film pasaba de piso en piso del alto edificio de la corporación exhibiendo así claramente que cada polvo de la baby face era un piso más en su indetenible ascenso. Esto, para la época, era pornografía pura. Y más con la Stanwyck, que tenía una voz de Brooklyn gruesa, poco cultivada, que no alentaba dudas sobre su condición de mujer fácil. Pero esa baby face habría de convertirse en una de las más grandes actrices de Hollywood. Para mí, en la más grande. <<
[19] O, si se quiere ser educado, los pechos, denominación absurda, porque los hombres tienen pecho, sólo pareciera que tienen uno en tanto las mujeres tienen dos, pero ¿esos dos sólo añaden uno al pecho del hombre o son por completo diferentes? Son —afortunadamente— diferentes de toda diferencia. De modo que jamás apelaremos a esa expresión púdica e impropia, confusional. Las mujeres tienen tetas, lolas, senos o gomas. Algunas de estas denominaciones provienen del lenguaje popular, pero justamente por eso deben ser tomadas en cuenta. Ese lenguaje, aunque pueda ser ofensivo en ciertas circunstancias, es revelador en otras. El lenguaje de las canchas de fútbol es misógino y homofóbico. Sin embargo, desborda ingenio aun en varias de sus dolorosas ofensas, que suelen ser inagotables. Cuando el Bambino Veira fue acusado de seducir a un pibe, no bien entró en la cancha la siguiente vez se escuchó un cántico unánime, atronador: «Todos contra la pared, ¡llegóoooo el Bambino!». <<
[20] Peter Sloterdijk, ob. Cit., p. 238. <<
[21] Ibid. <<
[22] Un querido amigo y notable filósofo me advierte: «No sé, José, es un momento ficcional que sobra o deberías abreviarlo». Tal vez tenga razón. Me han señalado la abundancia de malas palabras en este texto. También la abundancia de textos ficcionales en todo el ensayo. No estamos de acuerdo. ¿Por qué no intentar nuevas formas del ensayo? ¿Por qué no tirar por la borda el palabrerío decente y no temer que uno perderá la «seriedad académica» de un texto por escribir palabras tan paganas como «culo» y «pedo»? Pagano es lo «irreligioso». Pero también es lo «pasional». Seamos pasionales. Nada es peor que la hipocresía. Además, un escritor es alguien dispuesto a utilizar cualquier palabra si le sirve. <<
[23] Peter Sloterdijk, ob. Cit., p. 240. <<
[24] Ibid. <<
[25] Ibid., p. 241. <<
[26] Ibid. <<
[27] Ibid., pp. 242 y 243. <<
[28] Ibid., p. 243. <<
[29] La palabra «heces» utilizada para nombrar cautelosamente a la mierda entrega un significado polisémico a la cuestión. Es más llevadero comerse las eses que las heces, pero lo más atractivo pareciera ser comerse el país. En los países del Caribe, la palabra comemierda tiene varios usos que aquí sería largo detallar. Pero que hay comemierdas nadie lo duda, los hay. La novela El coronel no tiene quien le escriba, una verdadera obra maestra de Gabriel García Márquez, termina con la palabra que tratamos en una acepción contundente. La mujer le pregunta al coronel, que se lo ha jugado todo a la riña de gallos, qué comerán de ahí en más. El coronel responde: «Mierda». Y termina el relato. <<
[30] Además de las fuentes propiamente religiosas (las Escrituras y las definiciones dogmáticas de la Iglesia Católica), Santo Tomás se apoya en la obra de algunos autores: Aristóteles en filosofía y San Agustín de Hipona en teología. También son citados frecuentemente Pedro Lombardo, teólogo y autor del manual más usado en la época (aunque la obra de Pedro Lombardo es, sobre todo, una recolección de textos de otros autores), los escritos del siglo V atribuidos al Pseudo Dionisio Areopagita, y Maimónides, estudioso judío no muy anterior, del que admiraba su aplicación del método. Maimónides es un teólogo y un filósofo cuya importancia no se reduce a las influencias que haya podido tener sobre Santo Tomás. A su vez, las influencias de Aristóteles —a quien Tomás en la Summa llama el filósofo— son tantas que las enseñanzas y duros dictámenes del Doctor Angelicus han pasado a tener la habitual denominación de pensamiento aristotélico-tomista. <<
[31] Cito de memoria el monólogo de Pacino. También le agregué varios elementos que no perjudican su centro esencial. Busqué la transparencia de las propuestas del Demonio. Esas transparencias las tornan más diabólicas. Conjeturo que el Demonio —de existir— ha de ser transparente en sus tentadoras ofertas. Es Dios el que —sin temor a no ser comprendido— incurre en opacas paradojas que los teólogos dedican sus vidas a descifrar. El excelente film The Devil’s Advocate de 1997 fue dirigido por Taylor Hackford, un director correcto que contó con dos actores formidables. Al Pacino hacía tiempo que no ofrecía una performance tan perfecta, llena de humor. Es un Diablo que desafía a Dios y conoce como nadie las debilidades de los seres humanos: «Vanidad —dice al cerrar el film con una sonrisa triunfal—, mi pecado favorito». Y luego Charlize Theron ofrece aquí, joven, su primera gran actuación para la pantalla. El Diablo de Pacino es ordinario, carece por completo de esprit de finesse. A él se habrá parecido el Demonio que se le aparece a Stavroguin, gigantesco pecador, en Los demonios, la poderosa novela de Dostoyevski. «¿Tú eres el Demonio?», pregunta Stavroguin. «¿Te parezco ordinario? ¿Esperabas otra cosa? ¿Un demonio más suntuoso? Soy el Diablo que te mereces. No esperes nada mejor». Esta novela inmortal, en Dresde, entre 1871 y 1872, fue escrita por el tormentoso genio de Dostoyevski en tanto huía de sus acreedores. <<
[32] Santo Tomás de Aquino, Suma de teología, IV, Parte II-II (b), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1997, p. 426. Como Suma de teología nos suena muy castizo nos referiremos a la obra de Tomás de Aquino como Summa Theologiae, que no es exactamente su nombre en latín pero no entrega ese aroma de traducción española, que tiene, sin embargo, el sabor perverso de hacérnosla sentir más cercana de Torquemada. <<
[33] Santo Tomás de Aquino, ob. Cit., p. 428. <<
[34] Ibid., p. 167. <<
[35] Ibid., p. 453. <<
[36] Según María Moliner, «venéreo» es lo relacionado con el placer o el trato sexual. Se aplica particularmente a las enfermedades contagiosas que se contraen en ese trato. <<
[37] Santo Tomás de Aquino, ob. Cit., p. 455. <<
[38] Desarrollando algunas precisiones de un texto de Ortega Noriega, Erika Gretchen Almady Sánchez escribe: «Es importante señalar que durante el siglo XVI en Occidente, principalmente en España y, por lo tanto, en sus colonias, la Iglesia Católica desempeñaba un papel muy importante dentro de la organización política, económica y social, así como en la vida cotidiana. Era comandada por eclesiásticos, célibes por excelencia, quienes se encargaban de transmitir la imagen de un ser que no conoce el apetito sexual y es enemigo de los placeres de la carne, imagen que repercutió directamente en la forma en que debía ser llevada la sexualidad “correctamente” durante dicha época, haciendo del acto sexual una actividad pecaminosa, al grado de degenerar al ser humano. “En este contexto no resulta desatinado pensar que la sexualidad fuera reprimida y el coito sin fines reproductivos representara un pecado. Paradójicamente, la prostitución era tolerable porque se creía que con ella se evitarían violaciones mayores, como el incesto y el estupro, entre otros, ideas arraigadas desde el siglo XIII por Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica , documento que sintetiza el pensamiento religioso occidental” (las cursivas son nuestras). Ver S. Ortega Noriega, “El discurso teológico de Santo Tomás de Aquino sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales”, en Vida cotidiana y cultura en el México virreinal», Antología, Seminario de Historia de las Mentalidades, México, INAH (Científica), 2000, pp. 27-73. Para el texto de Erika Gretchen Almady Sánchez consultar scielo. Unam. mx. <<
[39] Santo Tomás de Aquino, ob. Cit., p. 455. Las cursivas son de Tomás. Es una modalidad de estilo que ha elegido: todas las citas de San Agustín van en cursivas o bastardillas. Si las bastardillas fueran de Agustín, tal vez su dureza podría explicarse por la fe del converso. Agustín fue un gran pecador y lo dice en sus Confesiones sin veladuras, de aquí la fascinación del texto. <<
[40] Ibid., pp. 457 y 458. <<
[41] Ibid., p. 462. <<
[42] Ibid., p. 463. <<
[43] Ibid. <<
[44] Heidegger ha llevado a cabo algunas atinadas reflexiones sobre la verdad profunda del pensamiento y la encrucijada del mundo medieval: «El cristiano ve la humanidad del ser humano, la humanitas del homo, en la delimitación frente a la deitas. Desde la perspectiva de la historia de la redención, el hombre es hombre en cuanto “hijo de Dios” que oye en Cristo el reclamo del Padre y lo asume. El hombre no es de este mundo desde el momento en que el “mundo”, pensado de modo teórico-platónico, es solamente un tránsito pasajero hacia el más allá (…). En el sentido amplio en que ya se ha citado, también el cristianismo es un humanismo, desde el momento en que, según su doctrina todo se orienta a la salvación del alma del hombre (salus aeterna) y la historia de la humanidad se inscribe en el marco de dicha historia de la redención». (Martin Heidegger, «Carta sobre el humanismo», en Hitos, versión de Helena Cortés y Arturo Leyte, Alianza, Madrid, 2001, pp. 264 y 265). Recortemos la frase «El hombre no es de este mundo». Así, a secas, pareciera un despropósito. Pero ¿acaso no es cierto? ¿Es de este mundo el hombre que espera ser redimido de sus pecados en un más allá que le ha sido prometido, que desconoce pero en el que cree? Si un hombre cree —y el hombre medieval creía— que le espera un más allá de plenitud, ¿cómo no tolerar los sufrimientos de este mundo? La plenitud prometida, el Reino de los Cielos que espera al final de toda vida y de la misma historia humana constituyen una teoría de la paciencia, de la resignación. No debo esperar nada de este mundo. Sólo incertidumbres y sufrimientos. Pero, por ser un hombre de Dios, un buen cristiano, me ganaré el Cielo. ¿Qué pueden importarme los sofocamientos de este mundo de pecados irredimibles? Debo obedecer a la Santa Iglesia. A sus pastores. Cada sufrimiento que acepto y tolero me acerca a Dios. ¿Cómo no aceptarlo, tolerarlo? <<
[45] Santo Tomás de Aquino, ob. Cit., p. 464. <<
[46] Ibid. <<
[47] Ibid., p. 467. <<
[48] Ibid., p. 472. <<
[49] Ibid., p. 473. <<
[50] Ibid. <<
[51] Ibid., p. 475. <<
[52] Ibid., p. 483. <<
[53] Ibid., p. 485. <<
[54] Ese pasaje en que el Aquinate explica que una de las formas no naturales de realizar el coito, a la que llama vicio sodomítico, se realiza entre varón y varón o mujer y mujer me recuerda un viejo chiste que expresa la vida pastoral. Ya se sabe el valor de un buen chiste. Al ser un hecho social expresa tanto de la sociedad como las carcajadas que despierta. Es así. Hay alarma en el Vaticano. En un pueblo de Italia se realizan todo tipo de actos contra natura. El pecado y la lujuria reinan. Deciden enviar a un joven sacerdote. Se reúne de inmediato con el Monseñor de la comunidad y le hace saber su misión. «Es cierto cuanto le han dicho», dice el Monseñor. «Pero yo carezco ya de fuerzas para evitarlo. Compruébelo por usted mismo». El joven sacerdote sale a recorrer el pueblo y, en seguida, encuentra a una pareja, a la luz del día, llenos de gozo y lujuria extrema, entregados pasionalmente al deleite carnal. «¡Santo Dios, protégeme!», exclama y huye. Camina unos metros más y encuentra a dos mujeres entregadas también a los placeres de la carne, a la lujuria extrema. Se horroriza y huye. Cuando cree estar a salvo y tranquilo se da de narices con dos varones que, olvidados de todo, a la luz del día, fornican gozosos, profiriendo gritos de placer. «¡Santo Cielo!», exclama y huye esta vez hacia la iglesia del Monseñor. Entra apresuradamente. «¡Monseñor, Monseñor!». «Sí, hijo mío». «Todo era cierto. Esto es horrible». «Serénate y cuéntame». «Primero vi a él con ella. Luego a ella con ella. Y por fin a él con él». «Hijo, suerte que has demorado un poco; si no, me encontrabas a mí conmigo mismo». Durante estos días en que los escándalos sexuales sofocados durante siglos por el Vaticano salen a la luz como un tsunami imparable, el chiste tendría otro remate. Eludiría el juego hábil de los pronombres personales (él con ella, él con él, ella con ella), pero expresaría la dura realidad. El Monseñor diría al joven cura: «Hijo, suerte que has demorado un poco; si no, me encontrabas a mí con el monaguillo». <<
[55] Martin Heidegger, Introducción a la metafísica, Nova, Buenos Aires, 1959, p. 75. El pensamiento de Heidegger sobre la técnica es muy complejo y no puedo tratarlo aquí. Pero es cierto que su visión cuasiapocalíptica de un mundo sometido a los poderes de la cibernética ya se ha cumplido. Comprendo que los ecologistas recuperen a Heidegger como uno de los suyos. Comprendo que dejen de lado su compromiso nacionalsocialista ante todo lo que se encuentra en él y no en otros. Nadie, en la filosofía, anticipó como Heidegger los temas que aquí tratamos. El mundo se acerca a su fin devorado por la técnica. En la entrevista que concedió a Der Spiegel (con la condición de que se diera a conocer después de su muerte) dice verdades imposibles de no atender. No soy precisamente un heideggeriano, pero respeto a un hombre que se anticipa —desde el pensar— a su tiempo y ve el perverso y oscuro camino que transita el ente antropológico. «Der Spiegel: ¿Y quién ocupa ahora el puesto de la filosofía? Heidegger: La cibernética». (Martin Heidegger, Entrevista del Spiegel y otros textos, Tecnos, Madrid, 1996, p. 74). No hay que olvidar que la sensibilidad de Heidegger ante estos temas proviene de su condición de filósofo-campesino. Detesta el desarrollo de la técnica influido por su elección existencial agraria. «Donde el hombre vive ya no es la Tierra», dice también en el reportaje de Der Spiegel. Pero esa posición agraria, que facilitó su nacionalsocialismo, lo abrió a una visión sobre la devastación técnica de la Tierra que no ha hecho más que verificarse. También Cornelius Castoriadis, en Figuras de lo pensable, entrega una metáfora escalofriante: el hombre vive dentro de una casa de chocolate a la que va devorando. Esa casa, fatalmente, caerá sobre él. <<
[56] Es un lindo modo de nombrar la mierda. Tiene algo cándido, infantil. Todos los niñitos, siempre, y también siempre en el momento inoportuno, piden caca. «Mamá, quiero caca». No tengo noticias de alguno que haya dicho «Mamá, quiero hacer mierda». La «mierda» es —hegemónicamente en el lenguaje— un lugar al que mandamos a quienes nos tienen hartos. Debe estar lleno de gente eso. <<
[57] Biblia de Jerusalén, Levítico, 18. <<
[58] Friedrich Nietzsche, El Anticristo, Bureau Editor, Buenos Aires, 2001, p. 12. También, Biblioteca Edaf, Madrid, 2004, p. 22. <<
[59] La Pontificia Universidad Lateranense (Pontificia Università Lateranense o Lateranum) es una universidad de derecho pontificio con sede en Roma, Italia. La universidad también recibe la sesión central del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. La universidad es conocida como «Universidad del Papa». Gran Canciller de la universidad es el Vicario General del Santo Padre para la diócesis de Roma, por lo que la universidad está directamente bajo la autoridad del Papa. La universidad puede presumir de cuatro santos entre sus exalumnos. Hoy en día la Pontificia Universidad Lateranense tiene una población estudiantil de más de 100 nacionalidades (www.pul. it). En un seminario sobre ¿Existe verdadero amor en el acto homosexual?, llega a severas conclusiones. El tema sobresaliente del seminario es: Homosexualidad: alteridad, intimidad y castidad. El expositor anticipa el desarrollo de sus temas. Así: «Llegando al final de este seminario sobre la Homosexualidad es hora de darles la palabra a los clásicos, en este caso concreto a San Tomás de Aquino. Busco conocer qué entiende por pecado contra natura, amor y placer; y bajo esta luz analizar si el practicum homosexual puede constituir una comunión interpersonal. Para esto preguntaré al Aquinate qué es el verdadero amor y qué entiende por plenitud del placer para constatar, después, si puedo encontrarlos en los actos homosexuales (…). Si toda experiencia de amor verdadero implica siempre un bien, ya que amar es querer el bien para la persona amada habría que preguntarse: ¿qué bien puede implicar el acto homosexual?, ¿acaso el hecho de ser un acto contra natura no lo descalifica como bien? Nos encontramos pues en el acto homosexual con el amor de un bien no conveniente, que daña y deteriora al hombre (…). Es importante estudiar el placer y cómo lo entiende Tomás, ya que los homosexuales sostienen que el fundamento de su acción es el encontrarse juntos y que el bien que los une es el gozo de la mutua gratificación. ¿Tiene esta afirmación sustento?». Y se llega a la frase que da fin al seminario: «Iluminados por la reflexión del Aquinate constatamos que: Primero, los actos homosexuales se encuentran entre los pecados contra natura. Segundo, que si el verdadero amor implica el bien para la persona amada, esto no lo encontramos en la relación homosexual que, por el contrario, deteriora al hombre al no tomar en cuenta la diferencia y alteridad de la persona amada. Tercero, como afirma Santo Tomás, el pleno placer se da sólo en el gozo que sigue a los placeres naturales que deseamos según la razón. En el acto homosexual no puede darse un verdadero gozo ya que la intimidad que se crea es una ficción que no se apoya en la diferencia corporal sino en la complacencia afectiva, en el juego sexual cerrado donde el cuerpo es usado como objeto por la satisfacción afectiva que produce. Por lo tanto, podemos afirmar que no existe verdadero amor ni pleno placer en el acto homosexual» (ver Pontificia Universitas Lateranensis, homosexualidad). <<
[60] Toby Green, La Inquisición. El reino del miedo, Vergara, Buenos Aires, 2007, pp. 69 y 70. Sobre este libro, el escritor inglés Frank McLynn (en algo más que un comentario de solapa extraído de un texto que publicó en Arts & Books), dice: «En un excelente comentario cuasifreudiano, Green observa que la neurosis, la represión y una concepción distorsionada de la sexualidad eran factores clave en la mentalidad de los inquisidores. Desgraciadamente, los descendientes de estos oficiales aún están entre nosotros y trabajan en la Bahía de Guantánamo». <<
[61] Santo Tomás de Aquino, El ente y la esencia, Aguilar, Buenos Aires, 1963, pp. 62 y 63. <<
[62] Ibid., pp. 67 y 68. <<
[63] Alicia Gallotti, Kama sutra para la mujer, Booket, Buenos Aires, 2013, p. 89. <<
[64] Sigmund Freud, Obras completas, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012. Como todos los libros de esta editorial, las obras de Freud en cuatro tomos están adecuadamente cosidas, tarea por la que, en la medida de mis limitadas posibilidades, seguiré bregando. Ni siquiera el «buen pegado» que alegan algunos editores conseguirá reemplazar la jerarquía del cosido. Al menos podría aceptar que la norma rija para algunos libros. Otros, los libros basura de «investigación» periodística o abierto amarillismo y otras ebriedades, pueden ir pegados. Sería valioso plantearles a los escritores que tienen que ganarse el cosido de sus libros entregando a las editoriales elementos de jerarquía. Aunque no tengo esperanzas de que esto importe a muchos. Pero los verdaderos escritores, los que todavía creen que el libro debe ser un objeto de arte, no pueden cejar en este empeño. La amenaza de Internet se cierne sobre ese amado material que ha dado sentido (o uno de ellos y entre los más valiosos) a nuestras vidas desde niños. El libro pegado, por mejor que se haga esa tarea o por más que se haya mejorado, termina perdiendo sus páginas, se abre, se descompone y deja de ser un libro. El libro cosido, nunca. <<
[65] Sigmund Freud, ob. Cit., tomo II, p. 1354. <<
[66] Ibid. <<
[67] Ibid., tomo II, p. 1356. <<
[68] Ibid. <<
[69] Ibid. <<
[70] Ibid., p. 1357. <<
[71] Veremos, más adelante, la hipótesis del autoatentado. Como fuere, creemos que aún el autoatentado requirió una complicidad del terrorismo islámico. Es inimaginable que un agente de la CIA se inmole incrustando un avión contra un edificio. Las mismas convicciones cristianas de los norteamericanos les velarían o impedirían ese pedido. Ahí es donde entra la complicidad —o más— del islamismo terrorista. Pero la «operación» fue planeada por la CIA y Bush-Rumsfeld-Condoleezza. Si no, véanse los inmensos beneficios que el atentado les entregó. Nada menos que la guerra de colonización que el Complejo Militar Industrial requería. Volveremos largamente sobre estos temas. <<
[72] Hemos utilizado la palabra alemana ersatz porque —al menos durante una década— crecimos con ella. Pero no queremos dar por supuesto que el lector deba conocerla. Además, seguramente lo han notado, yo eludo las jergas, sobre todo las provenientes de la semiología, que han ido a dar forma al lacanismo, sin las que no podría existir. Ersatz es —a todas luces— una palabra alemana. La usábamos sobre todo en Fenomenología e Historia de las Religiones. La palabra se traduce —y bien, creo— como: 1) sustitución, 2) compensación y 3) reemplazo. Ersatzdienst significa prestación sustitutoria. La frase en que recurrimos a ella postulaba que son innumerables los ersatz de la divinidad que hay en el mercado. Y enumeramos algunos. En los sesenta —en Fenomenología e Historia de las Religiones— buscábamos los ersatz a que se apelaba para sustituir a la divinidad. Eran infinitos. También, creo, porque encontrábamos a «dios» por todas partes. O a lo absoluto. Teníamos razón. El ser humano es un ente con sed de absoluto. Habitualmente la religión busca canalizar esa sed. Pero no puede evitar ofrecer y, al mismo tiempo, reprimir. Los otros ersatz de lo absoluto son más tentadores. Las ceremonias de la destrucción son todas ersatz de lo absoluto. Porque el más poderoso es la Muerte, ese absoluto que asegura la calma eterna. O lo que el gran Raymond Chandler (si alguien duda sobre la grandeza de Chandler que lea El largo adiós, una de las hondas novelas del siglo XX) llamaba El sueño eterno. Jugábamos con la palabra. Nos divertían sus usos múltiples, su fecunda polisemia. «Esa mina con la que andás es un ersatz de la que te dejó y a la que realmente amabas». «El fútbol es un ersatz de todas las cosas de este mundo». «Dios es un ersatz de nuestro miedo a morir». «Perón es un ersatz de la combatividad de las masas». «La masturbación es un ersatz del coito». «Sí, pero ahí uno está tranquilo, tiene el control. En el sexo siempre te tenés que aguantar a otro en un mundo en que todos están locos». Woody Allen, creo, ofreció la mejor defensa de la masturbación: «¿Qué tiene de malo masturbarse? Es sólo tener sexo con una persona que uno conoce bien y desde hace mucho tiempo». <<
[73] Michel Foucault, Seguridad, territorio, población, curso en el Collège de France (1977-1978), edición magníficamente cosida, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, p. 159. <<
[74] Ibid., p. 159. <<
[75] Si consideramos el «poder pastoral» como la expresión de todo el poder represivo de la cristiandad, debemos atenuar este juicio. Poder pastoral e Inquisición están en un pie de igualdad o son funcionales entre sí. Como sea, Foucault le dedica un espacio casi nulo a la Inquisición. <<
[76] Michel Foucault, ob. Cit., p. 212. <<
[77] Ibid., p. 213. <<
[78] Ibid., p. 214. <<
[79] Edgardo Castro, Vocabulario de Foucault. Temas, conceptos y autores, Siglo XXI, Buenos Aires, 2011, p. 311. <<
[80] No quiero dejar de señalar que en el libro de Dreyfus y Rabinowitz, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, hay un texto excepcional: «El sujeto y el poder». Trata muchos de los temas aquí desarrollados. Remitimos —para completar lo dicho en estas páginas— a nuestro ensayo La filosofía y el barro de la historia, en que las páginas que se extienden de la 516 a la 651 están dedicadas a Foucault. Tal vez algunos de los textos de este ensayo hayan sido ya utilizados en aquél. Pero éste es éste, aquél es aquél. Lo que significa: son dos libros distintos. Como sea, no creo que sean muchos los textos que aquí se repiten. <<
[81] Michel Foucault, Historia de la sexualidad, la voluntad de saber, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, pp. 67 y 68. Raro: un libro de Siglo XXI sin coser. Resultado: lo tengo deshecho. <<
[82] Ibid., p. 68. Hemos subrayado la expresión «mal venéreo» porque ya la hemos encontrado en el Aquinate pero no con el objeto de señalar una enfermedad muy real y muy terrible como lo era a fines del siglo XIX, sino meramente como sinónimo del acto sexual. O sea, del acto venéreo. <<
[83] Ibid., pp. 69 y 70. <<
[84] Ibid., p. 72. Las cursivas son nuestras. No en ars erotica, sino en la relación del placer con una ley absoluta de lo permitido y de lo prohibido. Durante siglos, para la cristiandad, esa ley —que Foucault extrañamente no menciona— fue la magna obra de nuestro amigo el Doctor Angelicus, el Aquinate, Santo Tomás de Aquino: la Summa Theologiae. En ella se reglamentaba todo lo permitido y todo lo prohibido y se advertía acerca de las espantosas enfermedades que acosaban a los que se sometían a la lujuria de la carne, a los vicios contra natura, al vicio sodomítico. <<
[85] Ibid., p. 73. <<
[86] Ibid. <<
[87] Ibid., p. 85. <<
[88] Ibid., p. 87. <<
[89] Ibid. <<
[90] Ibid., p. 90. <<
[91] Michel Foucault, El poder, una bestia magnífica, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012, p. 45. <<
[92] Rubén H. Ríos, Michel Foucault y la condición gay, Campo de ideas, Madrid, 2007, pp. 64 y 65. <<
[93] Ibid., p. 65. <<
[94] Ibid., p. 59. <<
[95] El concepto de «represión» es complejo en Foucault. Reprimir no es sólo castigar, sino también seducir, agradar. En esto se ha acercado brillantemente al modo actual de la represión. Cada vez que hablemos del culo-idiotizante estaremos hablando del culo-represivo. Hace años escribí —creo que en mis Escritos imprudentes I— un texto que prenunciaba la tesis de este ensayo: Nos van a entretener hasta morir. Este aspecto gozoso de la represión es importante porque el marxismo suele manejarse con la idea de la represión violenta del sistema de producción capitalista. «Suele», dije. Lo hemos visto: no hay en esto nada que ya no haya dicho Heidegger. Esa deconstrucción del sujeto lleva a los representantes de la French Theory a dejarnos desarmados ante el sujeto de la dominación. De Foucault siempre se recurre a una de sus fórmulas más célebres. El poder engendra la resistencia al poder. Esto es lo que dice Hegel cuando postula que toda determinación engendra su propia negación. Lo mismo sucede con Hardt y Negri: el imperio engendra la multitud. Al menos Hardt-Negri se formulan el problema que aparece aquí: ¿cómo transformar la multitud en sujeto? Pregunta que responden tarde y mal. Foucault no llega a desarrollar qué es esa «resistencia al poder». Esta condenación de la modernidad occidental capitalista (que compartimos pero buscando primero al sujeto que pueda encarar esa resistencia al poder) lleva a Foucault a una entronización del ars erotica oriental, en tanto el perverso Occidente, dominado por el demonio de la técnica (otra vez Heidegger), sólo habría provocado una scientia sexualis. <<
[96] Hay soluciones defensivas para el hombre. Por ejemplo: trasladarle la responsabilidad a la mujer. Señalarse expresivamente su miembro viril triste y decaído y decirle: «¿Y? Hacé algo. ¿O tengo que hacerlo todo yo?». También es cierto que se ha avanzado mucho en esto. Pero sólo entre hombres y mujeres sensibles e inteligentes que asumen la situación como algo que les sucede a los dos: «¿Por qué nos pasa esto?». El tema es largo. No puedo tratarlo con extensión aquí. <<
[97] Vatsyáyána, Kama sutra, Devás, Buenos Aires, 2009, prólogo y traducción de Susana Aguiar, con ilustraciones de Sanyú, p. 11. Vatsyáyána pasa por ser el laborioso autor de la obra. <<
[98] Ibid., p. 12. <<
[99] Ibid., p. 13. Recordar que aquí estamos siguiendo el Prólogo de Aguiar. <<
[100] Ibid., p. 35. <<
[101] Ibid., p. 38. <<
[102] Ibid., p. 43. <<
[103] Ibid., p. 83. <<
[104] Ibid., p. 38. <<
[105] Desde niño escucho hablar del Salto del Tigre. Algo que revela que el Kama sutra, si bien es un libro que se ocultaba, era clandestinamente conocido y nada impedía que algunas de sus figuras o posiciones salieran a la luz. Recuerdo un chiste que acaso muchos conozcan. Otros no. Una pareja se va de viaje de luna de miel. ¿Alguien todavía se va de luna de miel? Sigamos. La hija le escribe a la madre numerosas cartas. Todas terminan igual. Luego de describir los hermosos paisajes, comidas y albergues que conoce en ese periplo feliz, siempre le dice a su mami: «¡Ah, pero lo mejor de todo es el Salto del Tigre!». Nunca le aclara qué es eso. Intrigada, la madre le envía un telegrama: «Nena, ¿qué es el Salto del Tigre?». En su siguiente carta, la niña describe el hecho: «Yo me acuesto desnuda boca arriba sobre la cama y Raúl (supongamos que el novio se llama Raúl) se trepa hasta lo alto del ropero. Desde ahí se me tira encima y… Bueno, madre, el resto es puro éxtasis». Pasa un tiempo. La niña no recibe ninguna carta de su madre. Hasta que, por fin, llega un telegrama: «Nena, urgente, volvé. Tu papá está hospitalizado. Se rompió las pelotas contra la mesa de luz». La vetustez del chiste se nota en la cuestión del ropero. ¿Dónde hay un ropero en estos tiempos? Cabe imaginar que la casa de los padres era muy antigua y aún conservaban uno. Sí, por qué no. <<
[106] Vatsyáyána, Kama sutra, ob. cit., p. 84. <<
[107] Ibid. <<
[108] Ibid., p. 85. Las cursivas son nuestras. <<
[109] Tuve alguna vez un amigo veterano atormentado por un problema de impotencia. Lo solucionó. Cierta vez me dijo: «Mirá, hoy, con todo ese asunto de que casi no queda un tipo que no sea puto o alguna otra cosa, las minas se enloquecen con cualquiera que vaya para adelante. Con el dedo gordo del pie las dejás locas». Ignoraba que era ya una herramienta aconsejada por el Kama sutra. Tal vez él la descubrió ahí y su vida triste se trocó en alegre y dislocada. Que, también, se le dislocó el dedo gordo tardó en confesármelo. De todos modos, ese «amigo veterano», se fue de este mundo como tantos de mis amigos veteranos. Se les da por morirse. Qué cosa. Uno no sabe por qué a tipos tan inteligentes se les da por morirse y asunto acabado. Para peor, morirse se dice también «estirar la pata». De modo que mi amigo no sólo estiró la pata, sino que se quedó, ahora sí, impotente para siempre. Con la pata estiró el dedo gordo. Durante la escritura de este libro, al leer seriamente, el ancestral, mítico Kama sutra, advierto que era un campeón. Lo que se dice un pachá. <<
[110] Vatsyáyána, Kama sutra, ob. cit., p. 145. <<
[111] Vatsyáyána, Kama sutra, ob. cit., p. 163. <<
[112] Ibid. <<
[113] Ibid. <<
[114] Ibid., p. 164. <<
[115] Ibid. <<
[116] Ibid., p. 165. <<
[117] Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Estrada, Buenos Aires, 1940, p. 3. <<
[118] Buenos Aires, 22 de enero de 2001, de un reportaje al filósofo argentino León Rozitchner en Página/12. León Rozitchner fue velado en la Biblioteca Nacional que dirige Horacio González. Algún tiempo antes había asistido a un acto que lo contaba como expositor. El acto no fue anunciado por la prensa libre. González había tomado la decisión de cambiarle el nombre a la hemeroteca porque ese nombre era el de Gustavo Martínez Zuviría, cuyo seudónimo de escritor era Hugo Wast. Martínez Zuviría había sido —como se destacó en el acto— un eficaz director de la Biblioteca Nacional bajo la gestión de Pedro Pablo Ramírez, integrante del GOU. Se alejó durante la presidencia de Perón por las buenas relaciones del General con el Estado de Israel y los judíos de la Argentina. (Perón habrá sido muchas cosas, buenas y malas, pero nunca fue antisemita). Porque —es hora de decirlo— el señor Hugo Wast era un feroz antisemita. Antes del acto, tomé un café con León. Nos conocíamos desde hacía ya mucho tiempo. «¿Qué pasa, León? ¿Estás con la izquierda peronista?». «No, pero ahora los comprendo». Hablaron Horacio Verbitsky, León y cerró Horacio González. Horacio, con esa sencillez que lo hace tan querible, dijo: «Martínez Zuviría hizo bien su trabajo aquí. Pero era antisemita y eso no lo podemos permitir en la Biblioteca Nacional». Se cambió el nombre de la hemeroteca por el de Ezequiel Martínez Estrada, ferviente antiperonista, que se pasó en cama enfermo todo el gobierno de Perón, pero era un buen hombre y un notable ensayista. Esto no lo sabe la comunidad judía, su clase media sobre todo, que cree que todo el peronismo es nazi. No todo, el que probablemente van a votar: sí. <<
[119] Ponemos la palabra chiste en bastardilla porque, creemos, éstos no son chistes, sino agudas observaciones de la realidad. Como la mayoría. Supongo que está clara mi admiración por los buenos chistes como instrumentos cognitivos. <<
[120] AA. VV. Lo corrieron de atrás, Minerva, Buenos Aires, 1974, p. 61. Obsérvese el pudor aún vigente que obliteraba escribir completa la palabra culo. <<
[121] Ibid., p. 61. <<
[122] Ibid., p. 62. <<
[123] El Canal Encuentro es un esfuerzo del Estado argentino por mantener una programación digna, tanto de ellos como de los espectadores. Llevo (llevamos, no sólo yo hago el programa) nueve temporadas en el aire. ¡Nueve! Cuando me entrevisté por primera vez con Daniel Filmus y Tristán Bauer sólo yo confiaba en el proyecto. También —hay que reconocerlo— ellos se la jugaron. ¿Un programa de filosofía por TV? La TV argentina se hizo y se hace para un personaje que no existe: Doña Rosa. Personaje creado por el machismo de Bernardo Neustadt, Doña Rosa era una boba señora de barrio a la que había que darle basura porque no entendía otra cosa. Y así habrá de seguir eternamente hasta que no se le dé otra. Ocurría algo distinto: los que quieren dar basura para que nada cambie porque adhieren al sistema miserable bajo el que se cobijan y se hacen millonarios sin pensar, sin arriesgar, son los basureros. Doña Rosa no existe. La creó la mediocridad de los mediocres del medio. La gente de la TV se ha dedicado a ganar dinero. Y la TV no debiera ser eso. ¿Por qué los mejores canales de la Argentina son estatales? Encuentro y Canal 7. ¿Por qué no hay un solo programa cultural en la TV abierta? ¿Por qué los multimedios que dicen luchar por la libertad y la democracia le abren las puertas a Tinelli? Porque Tinelli les es funcional. La finalidad del poder no es educar, no es despertar conciencias, es idiotizarlas. Filosofía, aquí y ahora se ve en toda Suramérica, en Barcelona, en Madrid. Aquí, muchos preparan sus exámenes de filosofía con el programa. Otros lo graban de principio a fin. Otros decidieron estudiar filosofía impulsados por el programa. A veces necesito redondear un concepto de Kant o de Foucault y recurro a Internet. Aparezco yo. Es, como situación, algo rara. Ese tipo que está ahí —que soy yo— me tiene que explicar a mí —que también soy yo— la duda que tengo. Por qué no. Tal vez cuando grabé el problema tenía claro el asunto. Ahora no. Que quede claro: no hay ultraculos en Filosofía, aquí y ahora. Sólo el mío, que soy gordo de caderas, herencia de mi madre. Pero no creo que nadie vea el programa por eso. <<
[124] Si le sobra tiempo, se puede consultar la versión de Los originales: Nena mala. También se ha burlado de ella, entre tantos otros, el grupo Las Culisueltas. Internet es un cambalache. Uno puede saltar de lo ridículo, de lo patético, de lo idiota a lo sublime con sólo presionar el mouse un centímetro abajo. O arriba. Por ejemplo: ahí nomás, compartiendo la grilla con la chica Caniggia, está la Sinfonía 9 de Beethoven o Yuja Wang con el N.º 3 de Prokofiev o Bernstein con la Sinfonía 5 de Mahler o Argerich con la sonata en si menor de Liszt. Haga lo que usted haga, lo están vigilando. Ya veremos esto. Hoy, el Big Brother es, más que nunca, la mirada absoluta. La del poder, cuál otra. <<
[125] Es decir, la eliminación de todo atisbo de conciencia crítica, la reducción de los espectadores a la simple condición-cosa de mira-culos. La cosificación de las conciencias por medio de los culos cosificados, de los culos-mercancía. <<