Capítulo 17
Yo supe que Lisa hablaba en serio en el momento en que ella salió de la vanidad, ¡apenas vestida! -en aquella camisola negra reveladora que Karen Penn le regaló para su cumpleaños treinta y nueve. Yo estaba sorprendido, aunque no debería haberlo estado. Quiero decir, yo recordé la mirada en los ojos de Lisa cuando ella vio a Kaziana con Drannin aquella primera vez, y, después de todo, nosotros habíamos hablado sobre la idea un poco... Bueno, Lisa debe haber captado la expresión en mi cara (aquella noche en el Ark Angel), porque ella rió y comenzó a acusarme de no cumplir con mi promesa. Pero yo le dije que de ninguna manera. Y, bueno, sólo digamos que puse mi corazón entero en lo que naturalmente siguió.
Los Diarios Completos del Almirante Rick Hunter
Hubo una muchacha en el pasado de Rick, una pilluela, un espíritu libre de California, rubia color miel, llamada Jessica Fisher, la hija mayor de Alice Fisher, una vieja amiga de Pop. Rick la había conocido poco después de que Pop había llevado al circo del aire a Sacramento en busca de espectadores con algo de dinero extra del período de guerra en sus bolsillos.
Rick acababa de cumplir nueve años, y él y Jessica fueron presentados como primos. No había llevado mucho tiempo, sin embargo, comprender que no había ningún lazo de sangre verdadero entre ellos, especialmente después de que Pop y Alice habían decidido dar a conocer su propio romance a puertas cerradas. Rick, de echo, había estado allí cuando las cosas habían comenzado entre su envejecido padre y la independiente Alice, la noche en que los cuatro se habían ido a San Francisco y "el Visitante" -el SDF-1- había hecho su gran aparición. Por supuesto, muy pocas personas se dieron cuenta de que habían visto una nave en los cielos aquella noche, y el gobierno de Russo se las había arreglado para mantener el proyecto Macross en secreto por los próximos cinco años. Pero Pop y Alice parecían haber sido tocados por algo en el aire, porque su relación había cambiado de esa noche en adelante. Rick, también, había sido transfigurado por el evento. Al joven as del vuelo en el que él rápidamente se estaba convirtiendo, le había gustado pensar al cielo como de su propiedad -si bien Neasian y otros pilotos militares pudieron haber disputado el título- y repentinamente en ese mismo cielo él había vislumbrado un poder que sobrepasaba todo. El impacto en su joven mente fue tan devastador como estimulante, pues mientras que Pop había hecho lo mejor que pudo para mantener a su hijo único resguardado de los pleitos que habían plagado la Tierra en ese tiempo, "el Visitante" había dejado en claro que no habría ningún escondite fuera del alcance de la guerra.
Jessica, irónicamente, había adivinado la verdad acerca de lo que ellos habían testimoniado. Apuesto a que fue una astronave alienígena, ella le había dicho a Rick. Y ha venido a mostrar a todos en la Tierra que la guerra no es la única manera en que se consigue cambiar las cosas, que hay una gran variedad de poderes en el universo que nosotros nunca comprenderemos si continuamos pensando que la guerra es la respuesta.
Ella era casi tres años mayor que Rick y mucho más preocupada sobre tales cosas. Y después de que Pop decidiera permanecer en California en lugar de llevar al circo a otra parte, Rick a menudo se sentaría a los pies de Jessica durante horas, escuchando cuidadosamente lo que ella tenía que decir sobre el odio y la injusticia y la codicia, y él prestaría mucha atención a las cosas que ella leyera en voz alta de novelas y textos y de algunos de los libros de Alice sobre filosofía y religión. Más allá del año de escuela secundaria al que él había concurrido en Sonoma, el tiempo con Jessica se acercó a la educación estándar que Rick hubiese recibido; para cuando él había cumplido catorce años, él estaba completamente enamorado de ella.
El que ella todavía fuera casi tres años mayor que él hizo las cosas extremadamente complicadas, porque para entonces muchachos mayores habían comenzado a aparecer en la casa hacienda de Sacramento, tipos quienes se quedarían de visita en la casa de Jessica y le llenarían la cabeza con una gran cantidad de palabrería acerca de lo que ellos iban a hacer cuando se uniesen a la guerra.
Rick ya había tratado en innumerables ocasiones de expresar sus sentimientos -él hasta había llegado a escribirle un poema- pero las palabras sólo no lograron ir más allá de sus labios. Al mismo tiempo él había tratado sin éxito de arrinconarla para que confesara su amor eterno hacia él. Había habido algo de asimiento de manos y besos a la ligera pero nada de ello se aproximaba a la pasión que Rick había decidido que ambos estaban destinados a compartir. Así, invariablemente, cuando cualquiera de los presuntos novios de Jessie estaba a mano, Rick podía ser encontrado recluido en su habitación, donde él estaría de malhumor por una hora o dos o miraría con fijeza a todos los trofeos y medallas que sus destrezas como piloto le habían hecho ganar y preguntándose por qué no estaban surtiendo efecto. Pero él ciertamente no estaba por sentarse allí afuera en el porche y vomitar una gran cantidad de disparates sobre cuántos aviones enemigos él se proponía derribar cuando su turno llegase. ¿Y qué estaba haciendo Jessie escuchando todas las mentiras con las que esos personajes la estaban alimentando, en todo caso?
La verdad, como se revelaría, era que ella no había estado escuchando. Una noche ella había seguido a Rick de regreso a su habitación para decirle precisamente eso, ¡y maldita si ella no había sido consciente de los sentimientos de Rick desde el principio! ¿Pero cómo pudiste pensar si quiera por un minuto que yo estaría impresionada por toda esa charla de guerra? Ella le había preguntado. Yo no quiero a ese tipo de héroe en mi vida, Rick. Quiero enamorarme de alguien que no tenga miedo de buscar diferentes respuestas. Alguien como tú.
Durante los próximos seis meses Jessica lo había guiado lentamente en las alegrías del amor y el descubrimiento sexual, pero para cuando el invierno había llegado fue evidente que ellos no estaban destinados a ser amantes, que era más importante que su amistad sobreviva que cualquier otra cosa. Así Jessie había seguido la búsqueda del héroe sensible de sus sueños, y Rick se había entregado por completo al vuelo acrobático con fervor renovado. Pero válgame Dios, ¡cómo habían rugido sus hormonas durante esos seis meses demasiado breves! Ni siquiera Minmei o Lisa lo encenderían del modo en que Jessie lo hizo.
Y por extraño que parezca, era Jessie en quien él estaba pensando ahora, abriendo con láser un camino a través del verde follaje de un nuevo mundo, mirando con fijeza las nalgas bien formadas y vestidas con un mono de Marie Crystal.
¿Qué rayos me está pasando? Rick se preguntó, alejando sus ojos. Él no se había sentido tan lujurioso desde que Sue Graham había tratado de seducirlo una tarde en el salón de situaciones del Ark Angel.
Rick se detuvo en seco en el estrecho sendero, sólo para causar que Karen Penn choque contra su espalda.
"Perdóneme, señor," ella dijo. "No lo vi dar una señal de alto."
"Yo, em, eso es," Rick comenzó. "Escuche, Capitán, por qué usted no continúa al frente por algún tiempo."
"Con mucho gusto, señor," ella dijo, rozándolo al pasar, cara a cara. ¡Caracoles! él pensó. Dos mujeres para mirar lascivamente ahora.
Angelo Dante llevaba la punta de la avanzada, el resto del grupo de exploración humano y XT desplegado detrás en un cúneo rezagado. Los VTs Alpha-Beta estaban reconfigurados a Battloid en un lugar plano del suelo donde ellos los habían dejado sólo momentos antes. El terreno era una zona templada y ondulada, arbolada de abetos análogos, estridente con los reclamos de pájaros negros que se recluían a las partes más altas de la bóveda. El sol era intenso en donde brillaba; el aire era aromático, enriquecido con el perfume de la vida. Exploraciones iniciadas desde el SDF-3 habían indicado la presencia de un nexus de bio-energía intenso en la región, pero varias pasadas de menor grado habían revelado poco para agregar a lo que ya había sido recogido de los registros de datos de la nave, y por eso Rick había ordenado bajar a los Veritechs.
Él no estaba seguro de qué le había hecho pensar en Jessie después de todos esos años. Era verdad que la discusión con Lisa había provocado una cascada de pensamientos coléricos, pero apenas él había bajado la cubierta corrediza del VT en la bahía de lanzamiento ellos se habían quitado de su mente. Y las nalgas de Marie Crystal no habían sido responsables, tampoco, no importa cuan placenteras hayan sido. Porque a pesar de toda la lujuria, Rick estaba experimentando oleadas de nostalgia también. Un anhelo por un presente alternativo más simple.
Él ciertamente percibió que algo en el aire lo había causado, o tal vez fueron los árboles mismos y los recuerdos de las secoyas de California del norte y los fuegos hogareños cuyo aroma a pino lo evocó.
Recuerdos de la Tierra antes de la guerra.
Jack Baker apareció de la maleza a unos cuantos pasos detrás de Rick -lo saludó, y vino a colocarse junto a él. Rick no sólo vio algo de él mismo en el joven hombre sino que notó la misma nostalgia en los ojos verdes de Baker. Él siguió la trayectoria de la mirada de Baker hasta las nalgas de Karen.
"¿Qué está pasando por su mente, Capitán?"
Baker tenía el rostro enrojecido cuando se volvió. "Solicito el perdón del Almirante, señor. Supongo que sólo estaba soñando despierto."
"¿Soñando despierto, Baker?"
"Fantaseando, en realidad, señor." Él hizo un gesto circular con su mano. "Es este lugar, Almirante. Me recuerda tanto al lugar donde fui criado. Carolina del Norte, señor, -antes de Dolza, quiero decir."
"Usted se está preguntando cómo hubiera sido si las cosas hubiesen ocurrido de manera diferente para la Tierra."
Jack lo miró penetrantemente. "Eso es, señor. Sigo pensando que este planeta trata de hacernos acordar de lo que perdimos."
***
En un rincón oscuro de la galaxia perdido para el SDF-3, dibujadas las siluetas contra el telón de fondo turbulento y malévolo de la Estrella de Ranaath, flotaban los primeros frutos casi terminados de los esfuerzos de minería y manufactura de Haydon IV: naves -sólidamente proporcionadas- con cascos esféricos sin rasgos característicos escoltados y asistidos por cientos de zánganos de clase obrera.
Dentro del Ark Angel, Vince, Cabell, Penn, y el equipo de Nichols se estaban fortaleciendo con café fuerte cuando una transmisión inesperada fue recibida de Haydon IV.
"¿Veidt, eres tú?" Vince preguntó apresuradamente, los ojos fijos en la pantalla de comunicaciones del cuarto de situación. Ellos habían pasado parte de la campaña de los Sentinels juntos, pero Vince no había visto al Haydonita en años. Aun así, excepto por el color del sensor de su frente, una cierta cordialidad en sus transmisiones, y el contoneo definido en su planeo, Veidt era casi idéntico a otros innumerables seres "masculinos" en Haydon IV.
Una voz sintetizada respondió por Veidt. "Sí, Comandante. Es bueno volver a verlo."
"Y a ti, también," Vince dijo. "Sólo desearía que fuera bajo circunstancias diferentes."
Debajo de la estática de la señal, la expresión de Veidt comunicaba una sonrisa irónica. "Tú disciernes mis propios pensamientos."
Durante horas el Ark Angel había estado saludando a la Conciencia sin tener respuesta. La nave insignia de la flotilla Karbarriana había estado intentando lo mismo y finalmente había emitido al mundo artefacto reconfigurado un ultimátum: Liberen a todos los prisioneros Karbarrianos para las 1200 horas estándares o sufran las consecuencias de un ataque masivo. Cabell había apelado a la legación Karbarriana para que reconsiderara su posición, pero la amenaza se mantuvo como fuera despachada.
"¿Sabes del ultimátum?" Vince preguntó.
"Acabo de enterarme de él, sí. Pero deben convencer a los Karbarrianos de rescindirlo."
Cabell se inclinó por la cámara. "Ustedes no les dejan alternativa, Veidt."
"Trataré de explicarles," el Haydonita dijo después de un momento. "Estén notificados, sin embargo, de que Vowad y yo nos hemos comunicado con ustedes bajo iniciativa propia corriendo un gran riesgo personal. Si mi rostro abruptamente desaparece de la pantalla, ustedes entenderán por qué."
"Entonces ahorra tus pensamientos," Vince dijo. "Creemos que tenemos una idea correcta de lo que ha estado sucediendo." Rápidamente, él resumió el argumento al que Louie y Cabell habían llegado. Veidt escuchó en silencio. "Sólo necesitamos saber a dónde estas naves que ustedes están fabricando son dirigidas," Vince concluyó. "Tienes nuestra palabra de que no interferiremos con la Conciencia en modo alguno. Sólo queremos permiso para seguirles los pasos, si eso es posible." Veidt negó con su cabeza. "Eso es totalmente imposible, Comandante. Su nave es inadecuada para tal viaje."
Vince miró con cólera la pantalla. "Trata de comprender nuestra posición, Veidt. Esta puede ser nuestra única oportunidad para localizar al SDF-3. Piensa en Rick y en Lisa y en la tripulación. Ellos son nuestros amigos, Veidt, y están en problemas."
Las facciones de Veidt lo traicionaron un poco. "Yo también podría solicitarles que evalúen las cosas desde nuestro punto de vista, Comandante. Para comprender luego de miles de años que tu único propósito había sido funcionar como cuidadores para una raza que, si no te creó, entonces seguramente cambió la dirección de tu proceso evolutivo." El Haydonita hizo una pausa. "Y ahora, aún en presencia de esta comprensión, ser inútil."
Vince volvió la cabeza a la cámara para echar un vistazo a Cabell y a Penn. "Lo sentimos, Veidt. Pero todo esto no significa que podamos ser espectadores pasivos y no hacer nada."
Los hombros del Haydonita parecieron encogerse bajo su manto. "La Conciencia debe ser persuadida para que libere a todos los no-Haydonitas -inmediatamente."
"La Conciencia ya no nos responde, Comandante," Veidt transmitió con un toque de impaciencia. "Estamos respondiendo a ello. En todo caso, todos los no-Haydonitas serán liberados a su debido tiempo. Entretanto, todos están siendo bien cuidados. Exedore y los Sterling están bien de salud: inclusive me he encargado de que sean equipados con un dispositivo de monitoreo enlazado a la propia Conciencia."
Louie asentó una mano sobre el botón interruptor de la consola de comunicaciones y volvió su espalda hacia el transmisor óptico. "Pregúntele si él nos puede poner en línea con Exedore."
Vince estudió el rostro de Louie por un momento, luego reactivó el audio del sistema. "Escucha, Veidt, ¿no nos permitirías al menos ponernos en comunicación con Exedore y Max, sólo para darnos el gusto de saber que ellos están bien?"
Veidt computó la viabilidad. "Puedo arreglarlo," él dijo, finalmente.
Con su espalda todavía vuelta hacia la pantalla, Louie sonrió. "Eso quizá sea todo lo que necesitemos," él susurró.
***
Exedore, Max, Miriya, y las hijas de los Sterling escuchaban atentamente mientras Cabell los ponía al corriente de los sucesos del momento y la historia especulativa de Haydon IV. Los cinco estaban apiñados alrededor de la pantalla, manos asidas a los brazos del otro en excitación contenida.
"Sí, sí, todo cuadra precisamente con los hechos," Exedore le estaba diciendo al viejo sabio. "El experimento diseñado por Haydon finalmente ha tenido éxito. El Invid ha salido del continuo y ha abierto una brecha hacia un nuevo reino. Y el SDF-3 está atrapado allí." Él sacudió su cabeza en asombro. "Esto podría explicar todas las irregularidades, Cabell -este estrechamiento de la trama cósmica."
"Nosotros pensamos igual," Cabell dijo. "La creación de esa brecha como tú la llamaste, posiblemente ha condenado al mundo que nosotros conocemos al colapso final. Es como si el 'triunfo' de Haydon hubiese vuelto a toda la vida en evolución en este Cuadrante obsoleta. Sólo se necesitaba una para lograr aquella transición." El Tiresiano negó con su cabeza. "Para el resto de nosotros, una patada en el traste y una acelerada muerte caliente."
"Oigan, muchachos," Dana interrumpió, "traten de no parecer tan alegres con ello, huh."
"Una interrupción dura, pero ellos tienen razón sobre ello, Teniente," Louie dijo, su cara sonriente y con anteojos apareció en pantalla de repente. "¡Louie!" Dana dijo a gritos.
"¡Hola!, Dana. Te dije que me verías de nuevo dentro de poco." Dana recordó la fiesta de despedida que la pandilla de Louie había organizado para el Decimoquinto a bordo de la nave de Wolff. La remembranza despertó el recuerdo de Jonathan y su última noche juntos. "¿Así que en dónde ibas a trabajar, mecánico?" ella preguntó.
Louie sonrió falsamente. "No hay tiempo para tocar ese asunto ahora, Dana." Él miró a Exedore. "Necesitamos saber si el dispositivo que Veidt les entregó puede obtener acceso a la Conciencia."
El Zentraedi se rascó su greña de cabellos rojos tipo paja. "Sólo dentro del limite de sus capacidades."
"¿Pero tú puedes entrar?" Louie presionó.
"Sí, pero no veo-"
"Vamos a descubrir a dónde Haydon se dirige por las buenas o por las malas, Exedore. Los Karbarrianos, Dios los ayude, están finiquitando sus planes. Pero su ataque nos va a proveer de la distracción que necesitamos."
"Bueno, estamos listos aquí abajo," Dana se entusiasmó. Avistando la preocupación de Max y Miriya, Vince dijo, "Ahora mira, Dana, no intentes nada arriesgado. Veidt ya nos ha dicho que ustedes serán liberados."
"Discúlpeme, Comandante" Dana replicó con un gesto de rechazo en la pantalla, "pero no confiamos aquí abajo. Además, no hay nada de malo en crear un segundo frente de distracción mientras ustedes ejecutan su operativo, ¿no es así? Quién sabe, hasta podríamos ser capaces de poner un par de llaves inglesas propias."
"Dana," Max y Louie dijeron al mismo tiempo. Max hizo un gesto a Nichols para que continúe.
"Hay una cosa más que vamos a intentar primero, Dana," Louie le dijo. "Tenemos a alguien a bordo que podría ser capaz de decirnos a dónde fue la Regis."
Dana le lanzó una mirada dudosa. "¿Sí? ¿Qué harías, Louie, traerías contigo a un Invid a lo largo del paseo?"
Louie pasó la mano sobre su barbilla hendida. "Nunca tuvo un pelo de tonta, Teniente."