Capítulo 23

Supuse que quizá los SDFs necesitaban algún nuevo tipo de unidad-parche -digo, un dispositivo de transposición espacial con una diagonal de color rojo a través del mismo.

Jack Baker, Ascendentemente Móvil

Una vez, arrojada dentro de una zona de peligro en su armadura potenciada como un avispón Robotech gigante, Kazianna Hesh habría sentido el impulso de gritar un grito de combate Zentraedi. ¡Enemigo, prepárate para morir! ¡Los Quadronos llegaron!

Pero no aquí, no hoy -si "hoy" significaba algo en lo que los humanos llamaban nuevo-espacio. Ella no era libre para desperdiciar su vida en una batalla espléndida nunca más, tenía obligaciones y prioridades incluso sobre la gloria militar -un hijo que proteger.

Así, ella era cien veces más peligrosa que la Kazianna de antaño.

Con quince mecha Zentraedi detrás de ella, había una división uniforme de ocho trajes armadura potenciados y ocho Battlepods. Ocho hombres, ocho mujeres; aun Exedore no podía decir por qué el mecha en configuración de traje respondía mucho mejor a las mujeres, que los pods a los hombres. Era simplemente así. Ellos descendieron en formación de asalto frontal al planeta que había aparecido de ninguna parte.

Los humanos y algunos de los otros podrían extasiarse a causa del lugar y sus bosques y mares, pero aquello sólo era otro mundo alienígena para ella, con nada de la grandeza peligrosa de Fantoma o la dignidad austera de Tirol. Tal vez había algo en el nuevo-espacio que gustaba menos de los gigantes que del resto.

Si lo fuere, esa cosa debería cuidarse; su enemigo era Kazianna Hesh, pareja del poderoso Breetai y la madre de su hijo.

El escuadrón Zentraedi se dirigió hacia la guía de Rick Hunter, y Kazianna estableció contacto por la frecuencia táctica de él. A su dirección, los gigantes aterrizaron en y alrededor de la altura del terreno donde los Battloids del primer grupo habían situado una guardia.

En tierra, Kazianna y sus mujeres permanecieron encerradas en sus trajes, pero los pods se abrieron para permitir el desembarco del personal de los Sentinels: Baldan, Kami y Learna, Lron y Crysta, y varias de las Amazonas Praxianas. Ninguno de ellos parecía dañado en absoluto por el paseo.

Kazianna había tomado simpatía por las mujeres guerreras, había encontrado un parentesco espiritual con ellas, tan pronto como ella las conoció. En realidad, las antiguas Quadronos y las Praxianas habían hecho un brindis de camaradería en el club de recreación del entrepiso del SDF-3.

Ahora, sin embargo, las Praxianas estaban perturbadas, casi indigno de un soldado. Kazianna supuso que era comprensible con Gnea, su líder y una de las grandes heroínas de la guerra, perdida. Cuando uno tenía afán por una pelea, eso siempre ponía a la disciplina en segundo plano. No había dudas de que ellas se calmarían tan pronto la sangre comenzare a fluir.

Ahora el único problema era encontrar a alguien con quien luchar. Abajo, al nivel de los tobillos de Kazianna, Rick Hunter estaba averiguando precisamente cuán determinados los ánimos vengativos Praxianos podían volverse.

"¡Como ustedes quieran!" Él lo vociferó con las venas resaltando en su sien y cuello; eso finalmente los hizo callar. "¡Yo no las traje aquí abajo para que ustedes puedan atacar en todas las direcciones y terminar perdidas, también! ¡Están aquí para observar y aconsejar, así que la que no pueda seguir ordenes regresará arriba en un pod!"

Eso las calmó. Brudda, su líder de sección, tomó un aliento profundo y saludó. "Entendido, señor. Nos ponemos bajo su comando."

Rick se forzó a calmarse, también. "Gracias. Lron, Baldin; por acá, por favor." No tenía sentido repasar todo el asunto dos veces. "Kazianna, hazme saber si no puedes oírme."

Zentraedi y Sentinels se reunieron delante de él; Jack, Karen, y el resto del grupo de exploración restante formaron un semicírculo por detrás. Las mecha, con las armas listas, levantaron un círculo alrededor del grupo, manteniendo vigilancia en todas las direcciones.

"Ustedes conocen los hechos principales." Rick señaló la ruta que su equipo de reconocimiento había seguido. "Estábamos avanzando a través de un área densamente arbolada de alrededor de dos kilómetros y medio a lo largo de aquel valle, con el Sargento Dante al frente. Gnea se adelantó para caminar en una posición más cercana, a unos tres metros más o menos detrás de él.

"Cuando entramos a un área herbosa abierta, ambos el sargento y Gnea fueron envueltos por lo que parecía ser una versión algo diferente del fenómeno luminoso que-"

Sí. ¡Rick, había estaba hablando burocráticamente en el TIC demasiado tiempo! Él comenzó de nuevo. "De lo que pudimos ver, esta granizada de luz remolineó descendiendo sobre ellos, y los perdimos de vista. Al mismo tiempo, los sensores registraron una lectura de vida descomunal, pero allí no había ningún organismo grande a la vista.

"La luz se había ido en un par de segundos, y con ella Angelo y Gnea. Registramos el área -no había trampas, grietas camufladas, u otros indicios. Hasta hicimos volar el suelo y disparamos con láser cerca de los árboles; ellos eran sólidos.

"Los voy a separar en unidades de búsqueda. Los Battlepods y Quadronos se desplegarán sobre el terreno; los Battloids volarán en reconocimiento y para cubrirnos. Espero que los sentidos extendidos de los Garudianos, que las habilidades de rastreo y caza de los Karbarrianos, o que los procedimientos de exploración de las Praxianas descubran algo que no percibimos."

Él miró a Baldan. "Y estaba pensando -quizá si existiese algún equivalente de las Autopistas Cristalinas aquí. . ." Baldan inclinó su destellante cabeza. "Haré lo que pueda, Almirante."

Rick comenzó a terminar con las asignaciones. Los contingentes mixtos se dividieron en grupos para ingresar a la zona-objetivo.

***

"¡Oh, rayos!"

Angelo Dante se arrodilló con la caja de su rifle presionada contra su mejilla, meneando el cañón de acá para allá en la niebla blanca como la leche. No es que allí hubiese algún objetivo cerca; sólo era algo para hacer mientras él intentaba ordenar las cosas. "No de nuevo," él rechinó.

Como la mayoría de las Amazonas más jóvenes, Gnea había desarrollado una preferencia por las armas de gran poder de fuego y modernas sobre las armas tradicionales de su Hermandad. Ahora, sin embargo, por razones que ella no podía entender claramente, ella dejó de lado su pistola ametralladora y tomó su alabarda entre manos, dándole un giro preparatorio, la larga y curva cuchilla dejando un rastro plateado en el aire. "¿Quiere decir que usted ha encontrado este fenómeno antes, Sargento?" Como la de él, la voz de ella no produjo ecos. Ella se preguntó si ellos estaban al aire libre.

"No. Sólo cosas extrañas como esta, señora. Simplemente no es militar."

Y ello siempre sonaba tan extremadamente inaceptable en un reporte después de la acción. Como cuando Angelo y los otros ATACs pasaron por toda aquella mierda en la nave madre de los Maestros. Nexos de energía vivos y música mental y horticultura alienígena. ¡Traten de redactar eso sin que algún oficial de escritorio del estado mayor se ría de ustedes!

Todo estaba demasiado confuso como para explicar a alguna dama de otro planeta.

Gnea dio media vuelta, haciendo girar su arma lanza para tenerla en porte elevado, y mantuvo guardia en la dirección opuesta. "¿Qué es lo último que recuerda?"

"Uh... Nos estábamos moviendo a través de aquel claro, y yo sentí algo un poco extraño, similar a la manera en que la electricidad hace que tu pelo se pare, sólo que estaba dentro de mi cabeza. Así que-"

Él odiaba herir los sentimientos de una mujer, pero- "Así que yo le di a usted la señal para retroceder, sólo que usted no lo hizo." Él estaba haciendo un movimiento circular con una mano.

Ella le dio un vistazo a ello sobre su hombro. "Oh, sí; su señal de campo UEG. Me tomó un momento recordar lo que significaba; en nuestro ejército ese el gesto para intervalos cercanos."

Es lo que se consigue mezclando diferentes servicios, él pensó agriamente, pero lo mantuvo para sí. "Así que cualquier cosa que esa ventisca haya sido, te atrapó, también." Él comenzó a tratar de encontrar a alguien en la frecuencia táctica.

Gnea no percibía nada en las cercanías; la visibilidad parecía como si fuese de varias docenas de metros, pero era imposible hacer una estimación exacta, careciendo de cualquier punto de referencia. Ella colocó el mango con púas de su alabarda en el piso cerca de sus pies (al menos, ella asumió que eso era un piso; era brillante y liso, como una baldosa única y blanca).

"Sargento, pienso que eso nos habría atrapado no importa cómo. Y no creo que algo haya pasado por todo este problema sólo para dañarnos."

Bueno, ella era una persona audaz, él tenía que reconocerle eso. Todas las frecuencias estaban en silencio, y por eso Angelo se puso de pie, el rifle a nivel de la altura de la cintura, cubriendo su campo de fuego. "Tal vez no. Aunque a ciertos alienígenas que he conocido les gusta colectar especímenes."

Él extrajo una señal luminosa del saquillo de su cinturón, la golpeó para encenderla, y la dejó caer al suelo. "Lo que haremos es salir bien hasta que podamos, mantener la señal visible, y ejecutar un modelo de búsqueda en círculos."

Ella frunció el entrecejo. "¿Quiere decir separarnos?"

"¡Diablos no! ¿Qué cree que es esto, la película de un acuchillador?"

"Excelente." Ella movió rápidamente la alabarda a su alrededor de nuevo, trayéndola en guardia. Angelo pensó, si esto es una película, al menos el acuchillador está de mi lado.

"Sólo," Gnea continuó, mojando un dedo índice y levantándolo, "Parece que siento una corriente de aire viniendo de esa dirección. ¿Deberíamos comenzar allí?"

"Es buena como cualquiera."

Ambos se movilizaron para tomar la punta al mismo tiempo, entonces se miraron mutuamente. No era posible decir quién excedía en rango a quién. Gnea superaba a Angelo por algo más de media cabeza; por su buena apariencia y reputación y de lo que él ya había visto de las Praxianas, él estaba dispuesto a creer que ella podía arreglárselas sola. Pero todavía, ella estaba cargando ese disecador de ranas mientras que él tenía un rifle con su selector puesto en fuego continuo. "Mira, ¿si no te importa?"

Gnea asintió con la cabeza con gracia reservada. "Por supuesto." Ella sabía que algunos machos humanos aún albergaban actitudes extrañas con respecto a las hembras. Pero al menos éste era rápido para reaccionar, dispuesto a asumir un trabajo peligroso. Tal vez él hasta era tan competente como él parecía pensarlo.

Angelo se encontró fijando la vista en esos ojos inhumanos de ella, ojos que pertenecían a un ave de rapiña. Él se forzó a desviar su mirada de ellos. Ambos se pusieron en marcha con Gnea vigilando detrás, caminando de costado con una especie de pasos de cangrejo. Sus pasos sonaban solitarios y pequeños. A treinta pasos (menos para Gnea) la señal luminosa se debilitaba detrás de ellos, pero la corriente de aire era más fuerte. "¿Por cuánto tiempo se mantendrá encendida?" ella preguntó.

"Quince minutos, en todo caso. Mantengámonos en marcha."

"Sí, pero arroja otra señal."

Él lo hizo, no es que hubiera mucho por lo cual volver. Otros treinta pasos y el aire tenía un matiz frío y diferente.

"Una salida, quizá," Angelo murmuró, encendiendo una tercer señal. Antes de que él tuviera que esforzarse por agarrar una cuarta, algo se apareció en la niebla delante de ellos. Con escala tan desfavorable para juzgar, él pensó al principio que eso era una ciudad o al menos un edificio.

Ellos se acercaron lo suficiente para divisar detalles. Cuando ellos finalmente lo pudieron observar claramente, se detuvieron en sus huellas. La boca de Angelo estaba completamente abierta. "Vaya, esto es increíble."

Gnea colocó en su hombro su alabarda: "Creo que usted también debería levantar su arma, Sargento. A lo que sea que haya hecho esto, dudo que una miradita le importe mucho, y nosotros definitivamente no queremos ofenderlo."

Angelo nunca había sido muy entusiasta sobre recibir ordenes de las mujeres excepto cuando ellas tenían sentido aplastante. Como ahora. Él bajó su arma, y prosiguieron adelante, caminando lado a lado.

"Sabe usted, esto califica como robo de propiedad gubernamental," se le ocurrió a él observar.

Gnea sonrió inesperadamente. "¿Y usted ha traído consigo la prueba de propiedad?"

Eso lo hizo vacilar. "No creo que ellos hayan puesto números de serie en los dispositivos de transposición."

Los conductores de Protocultura -o más bien, la funda que los contenía, lo que los ingenieros llamaban el alojamiento- estaban apilados ante ellos, grandes como un edificio. De algún modo, al descubierto como lo estaban, ellos eran menos abrumadores que en la sección de conductores del SDF-3. Sin embargo, ambos no podían ver el extremo lejano desde donde ellos estaban de pie.

Por supuesto, la pregunta del millón era cómo rayos los conductores habían llegado allí -dondequiera que "allí" fuera- y quién o qué lo había hecho. Angelo imaginó que la respuesta contribuiría mucho a dilucidar lo que le había sucedido al SDF-3 y qué era todo ese asunto del nuevo-espacio.

"Son nuestros, de acuerdo," Gnea dijo. "¿Ve usted aquel multifaseador? Es el trabajo del Doctor Lang."

Fugitivos por primera vez desde que ellos habían estado en línea, los dispositivos de transposición estaban completamente oscuros, inertes. Como tantos otros dispositivos Robotech, el alojamiento había sido drenado de toda la Protocultura. Sólo a diferencia del resto, la estructura física había sido robada, también.

"Tal vez haya otro cerca de aquí en alguna parte," Angelo dijo en tono meditativo cuando él y Gnea comenzaron un lento tour alrededor del enorme alojamiento de los conductores. Para él se asemejaba a una gran ciudad cerrada de cúpulas, de megabloques, y de múltiples carreteras.

"¿Otro conjunto de dispositivos de transposición?"

Él chascó su lengua. "Sí. Los dispositivos que el viejo SDF-1 perdió tiempo atrás en el 2009, cerca de Plutón. Quizá algo de por aquí los está colectando."

Ellos completaron un rodeo precavido al alojamiento de los dispositivos de transposición sin encontrar nada más. Gnea señaló hacia una escalera que guiaba hacia las pasarelas de servicio. "Podríamos ver algo desde allí arriba."

"Vale la pena intentarlo."

Ellos se abrieron paso hacia la pequeña meseta que era el techo de la funda de contención primaria. Pero allí no había nada para ver; ellos ni si quiera pudieron avistar las señales luminosas. Angelo gritó en la niebla inverniza a través de las manos acopadas, y Gnea disparó tres disparos espaciados, pero no hubo respuesta de ningún tipo.

"Supongo que podríamos explorar más allá," Gnea aventuró. "Huh uh," Angelo dijo firmemente, sentándose con su rifle atravesado sobre sus muslos. Él buscó su cantimplora. "Ahora que los encontramos, voy a sentar mi trasero justo aquí encima de ellos hasta que nos lleven a casa."

"Sí, pensé que usted se podría sentir así."

Oh, sí, presumida. Como si ella tuviese todo resuelto. Él se detuvo antes de tomar la tragantada de agua, no obstante, ofreciéndole a ella de forma automática el primer trago. "¿Sedienta?"

Gnea inclinó su cabeza hacia él. "Tengo mi propia agua, gracias." Ella giró su cadera para mostrarle la cantimplora en su cinturón. Era una cadera delicada, en armonía con el resto de ella. "¿Usted pensó que una Praxiana no estaría equipada?"

"No. ¿A quién le importa? Haga como usted guste." Él golpeó con cólera a la cantina.

Ella se agachó, sosteniendo su alabarda verticalmente. Los machos eran tan difíciles de comprender, especialmente los machos humanos. Ella recordó el amartelamiento entre Jack Baker y ella. Por supuesto, aquello había tenido mucho que ver con la Compulsión que Tesla había obrado sobre ambos. Pero eso le había enseñado algo de la desconcertante, inquietante, y no siempre manejable naturaleza de las relaciones entre los sexos.

"Si lo he ofendido de algún modo, Sargento, le pido su perdón."

¡Santo cielos! ¡Ahora él realmente se sentía como basura! "No, usted no hizo nada malo señora -uh, Gnea."

Ella inclinó la cabeza sabiamente. "He oído que usted estuvo muy abatido por la oficial Dana Sterling. Tales cosas pueden ser penosas." La cara de Angelo se volvió morada. "¿Qué harían ellos, anunciarlo por el sistema de altavoces?"

En realidad, él había hecho ciertas incursiones con su ex Comandante Jefe en el viaje fuera de la Tierra. Ellos siempre habían tenido un tipo de amistad feudista, y cuando Zor Prime murió en la explosión final que liberó a la Flor de la Vida a través del planeta, Dana y su suboficial de más alto rango parecieron juntarse tan naturalmente como imanes.

Entonces, por supuesto, ellos habían llegado a Tirol, y Dana había conocido a Rem. Viendo lo que había entre el clon y Minmei, Dana se había forzado a sí misma a mantenerse alejada de ellos. Las cosas entre ella y Angelo no volvieron a ser las mismas, sin embargo. Él se imaginó que parte de la razón por la que ella se había quedado con sus amigos era porque él -y Rem y Minmei, en cuanto a eso- estaban viajando en el SDF-3.

Así que, ahora eso era charlatanería general, ¿huh? Angelo consideró a Gnea, acuclillándose en ese traje suyo -en parte armadura, en parte uniforme, en mayor parte piel- y se dio cuenta con mal humor de lo que verdaderamente lo tenía encolerizado de ella.

"¡Hei!" ella dijo, haciéndolo sonar como una palabra de reniego. "¡Ahora he metido la pata de nuevo! No quise enfadarlo."

Pero él sacudió su cabeza. "Basta ya, ¿está bien? No es importante." él se puso de pie simplemente para hacer algo.

Gnea se puso de pie, también, y ellos estuvieron cara a cara. Casi tocándose -él pudo ver latir el pulso en la garganta de ella y sentir el propio. Ella olía exótica y excitante.

Fijando sus ojos en aquellos ojos característicos de las aves, él se oyó a sí mismo decir, "No quiero pensar en. . . en. . ."

Ella hizo el sonido sibilante de un raptor y agarró fuertemente los arneses del hombro de él. Angelo extendió su mano por detrás del cuello de ella y trajo sus labios hacia los suyos. Él imaginó que ellos probablemente lucían graciosos, pasándose sus manos libres por todas partes mutuamente, besándose y jadeando mientras se mantenían bien agarrados a sus armas y tratando de mantener la vigilancia con un ojo -en caso de que las impías hordas de XT viniesen al ataque sobre la colina.

"Hey, antes de que alguien resulte muerto," él logró sacar por el lado de su boca, y cuidadosamente echó a un lado su rifle. La alabarda de ella aterrizó encima de él.

Ellos se estrecharon en sus brazos mutuamente con una pasión que ninguno de ellos había sentido alguna vez. Sólo eran gemidos y manoseos torpes, ni uno familiarizado con las ropas del otro.

Descendieron hasta la superficie de la funda de contención, todavía besándose y acariciándose. Estaba fría y, una vez que ellos estuvieron desnudos, resbaladiza. Eso lo hizo más divertido.

Angelo había oído de experiencias trascendentales, pero nada como esto. Parecía como si el mundo entero estuviese volviéndose más brillante, convirtiéndose en una nova.

Aguarden un segundo, aguarden un segundo; ¡Así es!

"¡Angelo!" las uñas de Gnea se clavaron en su hombro; él rodó sobre sí y se encontró mirando fijamente hacia arriba en la cara de una deidad. Sin el uniforme en presencia de Dios. Él se preguntó si eso era una ofensa de corte marcial.

Aquello era un rostro formado de la bruma blanca, una cabeza humanoide y pelada, vagamente y sin embargo obviamente femenina. Parecía ocupar el cielo entero.

Ellos oyeron su pensamiento: ¡LA VIDA ES CONSUMIDA EN LA VIDA!