Capítulo 3
La moción para dejar a la Tierra irradiada antes que dejarla a la Invid Regis fue aprobada por un margen estrecho. La votación se mantuvo en secreto, y aún tenía que ser revelado el fallo del voto persona por persona. De los diez miembros del Consejo Plenipotenciario, se cree que hubo dos abstenciones la de Stinson y la de Longchamps. Obstat, Huxley, y otros han indicado en otra parte los fundamentos de sus fallos individuales. De los miembros participantes del comando de la REF, siete votaron a favor de usar los misiles Neutron-S, cinco en contra. Es del todo irónico que la decisión de irradiar a la Tierra haya sido tomada en Tiresia, donde, siglos antes, los Maestros Robotech habían condenado a Optera a sufrir un destino similar.
Ahmed Rashona, Ese Paso por la Noche: El SDF-3 y la Misión a Tirol.
Lisa soñó un túnel en el cielo, un pasillo radiante extendiéndose infinitamente a través de los cielos. Abrigador para sus manos y sus pies desnudos, seguro y envolvente, impregnado de aromas de primavera y verano. En un extremo su padre le decía adiós, una figura aplastante en su túnica del Gobierno de la Tierra Unida con sus adornos de galones y cintas en el pecho; en el otro extremo había un fragmento de cielo nuboso que pudo haber pertenecido sólo a una Tierra antigua.
Se le ocurrió a ella que no podía tener más de diecisiete años, retornando a la Isla Macross después de su primer licencia real. ¿Estaba este alfombrado debajo de ella, entonces? ¿El resplandor caliente de las luces de cierto aeropuerto o de las pistas de aterrizaje de los jet?
¿Pero entonces, dónde estaban las aeromozas; dónde estaban sus guías? ¿Y cómo ella podía esperar encontrar su asiento sin una tarjeta de embarque?
Ella palpaba los bolsillos de su largo abrigo al tiempo que caminaba, el pánico la estaba alcanzando. La luz adelante era casi demasiado intensa para contemplar, como el propio sol en una tarde despejada en el Pacífico Sur cuando no había ni una brisa en el mundo.
La arena caliente estaba haciendo su pase de prisa, pero era a la voz a la que ella estaba respondiendo ahora. El pánico se evaporó, quedándose detrás de ella fantasmal y difuso, y el calor moderado retornó. La voz de su madre, su mano artrítica saludando en la luz al final del pasillo. Su guía, sin duda, una sonrisa ampliándose al Lisa dejar atrás los años; las muertes y desapariciones que arruinaron su jardín. Una niña al ella acercarse a la luz, la Tierra demasiado distante para tocarse...
¡Estoy muerta! ella pensó cuando el ruido la inundó y el aire expandió sus pulmones, trayendo vida renovada a su excitado corazón. Un sueño, ella se dijo, uno recurrente que su mente reservó para la transposición.
Todos los tenían, esas pesadillas y visiones, breves excursiones a cielos o infiernos privados. Cordón espacial, lo llamaban algunos de la tripulación. Con un componente fuera del cuerpo siempre presente, un accesorio de vida futura.
Sólo esta vez ella había muerto, y eso nunca había sucedido anteriormente. Una pena la recorrió, un profundo sentimiento de pérdida, cierto tipo de nostalgia terminal. ¿Había sido aquella agitada por el sueño? ¿O había surgido de otra fuente que ella había descubierto dentro de sí?
Roy estaba repentinamente en su mente, su centro brillante en el universo, su héroe de apenas cinco años de edad. El pensamiento de tener que abrir sus ojos la llenó de temor. Pero ella debía abrirlos.
Y el pesar se propagó.
El puente del SDF-3 estaba tan oscuro y silencioso como una tumba. La transpiración brotaba de las palmas de sus manos como astillas de hielo.
"Teniente Toler," ella dijo. "¿Señor Hakawa?"
"Aquí, Señor," alguien respondió desde una estación de trabajo detrás de la silla de comando. Ella llamó al resto -Williamson, Price, Martino- y uno a uno ellos respondían, renacidos de los sueños. Lisa abrió la línea de comando incorporada en el brazo de la silla y llamó al Dr. Lang en ingeniería.
"Todos los sistemas están apagados, Señor," dijo una voz en la oscuridad -Price, Lisa aventuró correctamente. "No hay respuesta de ninguna de las copias de respaldo: es como si estuviésemos desconectados."
"Es un disparate," Lisa retornó. "Obviamente no estamos ingrávidos, Señor Price. Y a menos que hayamos de algún modo destransposicionado en la superficie de la Tierra, me gustaría aventurar la suposición de que algunos de los sistemas están operacionales."
"Sí, señor."
"¿Es que ninguno guarda una maldita linterna aquí arriba?" ella dijo, tanteando cautamente el camino al alejarse de la silla. Lejos hacia su derecha ella oyó un siseo neumático, una rasgadura de Velcro. "Todos quédense en su sitio," ella dijo hacia el sonido. "Todavía estamos en alerte máxima, caballeros. Además, no quiero que ninguno se lleve por delante un mamparo." Ella dirigió su voz a estribor, hacia la estación de Toler. "Señor Toler, usted es el más joven entre nosotros. ¿Cómo es su visión?"
"Más que perfecta, señor," Toler le dijo, un quiebre en su voz en la última palabra.
"¿Cree usted que puede abrirse camino hacia la escotilla y liberar el seguro?"
"Con mis ojos cerrados, señor."
Todos rieron, y la tensión se alivió un poco. "Si, bien, usted puede mantener sus ojos abiertos, Teniente. Esto no es una prueba de su agilidad. Sólo quiero saber si toda la nave se encuentra en este aprieto."
"Comprendo, señor."
Lisa oyó a la silla de Toler girar. Unos segundos más tarde se oyó el ruido sordo de pestillos retrayéndose. El aire se disturbó al deslizarse y abrirse la escotilla y el sonido de media docena de voces ingresó desde el cuarto de operaciones. Toler y alguien más hicieron sonidos de sobresalto. "¿Qué sucedió?" Lisa preguntó.
La voz de un hombre rezongó: "¿Quién está allí?"
"El Teniente Toler. ¿Quién está allí?"
"El Comandante Forsythe, Teniente. Hágase a un lado."
"¡Señor!" Toler replicó con energía.
Lisa oyó una reunión resonante de carne y hueso y un consecutivo respingo de dolor. "Maldición, muchacho," su segundo comandante calvo dijo, "¡No me tiene que saludar!"
Precisamente entonces las luces de emergencia se encendieron, por grupos a la vez, rojo y sombrío a lo largo del puente. Un estremecimiento leve barrió a través de la nave, y sirenas aullaron en el medio, indicando estaciones de batalla.
"Mucho mejor," Lisa se entusiasmó. "El mostrarnos debilitados enviaría un pésimo mensaje a la Regis."
Forsythe atravesó la escotilla, echando a Toler una mirada penetrante antes de unirse a Price en uno de los monitores delanteros.
"Todavía estamos inmóviles en el espacio, señor," Hakawa actualizó. "Potencia auxiliar lista y para todas las estaciones de prioridad, pero toda exploración, ECM, y sistemas de defensa están no operativos."
"¿Podemos determinar nuestra posición?" Forsythe preguntó. "Negativo, señor. Guía, telemetría, y navegación espacial están todavía no operativos."
Lisa cambió fruncidas de ceño con Forsythe y dio un vistazo por sobre su hombro al oficial de guardia. "¿Bueno, al menos podemos echar una mirada al exterior, no es así?"
"Sí, señor."
"Levante la cubierta delantera, Señor Hakawa," Forsythe dijo impacientemente.
Lisa apenas podía refrenarse. Era casi como si ella pudiese desechar esta última confusión del modo en que un ciclista podría quitar importancia a un neumático pinchado después de un viaje de mil kilómetros. La Tierra, después de cerca de quince años. Con nada imprevisto esperándoles esta vez: sin saltos accidentales a Plutón, sin civiles que rescatar, sin ataques sorpresa de cruceros alienígenas. La REF sabía a quién y qué ellos habían venido a buscar: la Regis y el mundo que ellos habían perdido por ella. Ellos conocían, también, a los Shock Troopers y Pincers que ellos enfrentarían, y ellos sabían cómo combatirlos.
Y lo mejor de todo, ellos sabían que tendrían éxito.
Seis años de esfuerzo se habían ido en éste único día, y la flota que era el resultado de ese trabajo sería desplegada delante de ellos, conjuntos de armas y mechas de combate apuntando hacia el Punto Reflex. La Tierra, Lisa dijo para sus adentros nuevamente al retraerse los escudos del puerto de observación delantero. ¡La Tierra!
Una luz de cierto tipo comenzaba a infiltrarse en el puente, sólo que no era ni el calor moderado de bien venida del Sol ni la brillantez reflejada de su mundo blanco y azul.
Era la luz alienígena al final del túnel de Lisa en el cielo. Era la luz de la muerte.
***
En el balcón de comando del cavernoso Centro de Información Táctico de la fortaleza, Rick Hunter miraba fija e incomprensiblemente a los monitores adheridos al mamparo del costado del puerto.
"Lo siento, señor," un técnico de menor rango apostado en una consola cercana repitió, "pero los ópticos están en línea. Esta es la vista externa. Señor."
En el ajuste de fase, con la iluminación satánica de las luces de emergencia, la habitación podía haber sido una esquina del infierno. Rick habría considerado que aquello era justo eso: el infierno de su cordón espacial dado forma durante la transposición. Pero a diferencia del túnel recurrente de Lisa, la visión fantasmagórica de Rick no requería de un salto para encenderla. El conjunto, el marco, los miles de elementos separados que la componían podían todos ser rastreados hasta los Pozos de Genesis en Optera. Tu podrías distanciarte de ella, pero voltéate y el temor podría estar allí, esperando por ti, atrayéndote de regreso a su abrazo siniestro.
Un intercomunicador zumbaba insistentemente a espaldas de Rick. "Comando Uno," él oyó a su asistente decir al final. "El Doctor Lang, Almirante," el coronel continuó, llevando el móvil hacia él.
"¿Qué diablos ocurre?" Rick gritó en la bocina del intercomunicador. "¿Dónde estamos?" Él dio un vistazo a los monitores otra vez antes de proceder. "Luce como neblina allí afuera, Lang. ¿Es eso posible?"
"Me gustaría complacerlo, Almirante," Lang dijo, "pero, desafortunadamente, hay poco humor en la situación. Y si es en realidad una neblina, como usted sugiere, es de la clase quantum. Tenemos soporte de vida, pero no por mucho, como estoy seguro que usted está consciente. "
Las botas de Rick continuaron golpeando el piso por mucho tiempo después de que Lang hubo terminado. Los dos hombres habían crecido distantes uno del otro en Tirol, Lang como cierto Prometeo con su matriz facsímil de Protocultura, y Rick ocupado con Roy más que a menudo. El mago de la Robotechnología se había vuelto más extraño mientras que Rick se había vuelto más gris.
"¿Cuán pronto puede retornar la potencia a los mecanismos de mando?" Rick demandó.
Iba a ser la batalla final de la REF, él pensó, la que iba a decidir sus destinos, a retornarles su mundo o a enviarlos de regreso a Tirol, una Tierra irradiada en su estela.
Lang lanzó su patentada risa maníaca por el auricular. "Tal vez usted debiera abandonar su puesto por un momento y venir aquí abajo, Almirante. Hay algo que me gustaría mostrarle."
"No tengo tiempo para esto, Lang," Rick le dijo. "Sólo dígame dónde estamos." Él oyó la urgencia en su voz y notó que su asistente lo estaba mirando con aire preocupado.
La risa de Lang se apagó al aclarar su garganta. "Tal vez no le guste la respuesta, Almirante. "
La empuñadura del teléfono de Rick se volvió más fuerte. "Usted déjeme ser el juez de eso."
Lang hizo silencio por un momento, luego dijo: "En ninguna parte."
***
Era a menudo sugerido, a voces acalladas, que el Dr. Emil Lang dirigía la nave. No en el sentido de que él tenía que ver con las decisiones de comando o de la navegación espacial, pero sí en el sentido de manejar la nave, abasteciéndola de combustible. Se decía en las mismísimas reuniones en ingeniería que los hornos Reflex y los mecanismos de mando de la Protocultura eran sólo maquetas de simulación construidas para dejar a los ignorantes tranquilos -cuando en realidad el mismo Lang era los mecanismos de mando. Lang plegaba el espacio; Lang hacia saltar a la fortaleza de reino en reino.
Lang estaba enterado de todos los rumores pero hizo poco para desalentarlos. Los mitos concernientes a sus poderes y proezas han estado en formación desde el primer día en que él puso un pie dentro del caído SDF-1. Nadie lo ha visto adquirir el impulso mental de la Protocultura que ha alterado la dirección de su vida, pero ellos han leído el cambio en sus reformados ojos. Y si sus ojos no lo hubiesen traicionado, aún si él no hubiese recibido el impulso, ellos lo habrían inventado para el mito, testificarían que sólo él entre los terrícolas fue destinado a ver más profundo y más claro que el resto, que la Protocultura tenía una afinidad natural con él.
Pero esas eran precisamente el tipo de cosas que señalaban qué gran distancia él aún tenía que recorrer. Los mecanismos de comando de la nave, él rió para sus adentros. Apenas. La conducción de la nave, tal vez; el instinto de la libido preconsciente del SDF-3...
Lang alzó sus ojos para mirar los monitores otra vez. En pantalla estaban vistas remotas de dentro del corazón de la planta de energía de la fortaleza; hecha sin peligro para los ojos de un mortal, para uno que no miró por mucho tiempo en el ojo desnudo de Dios y vive para describirlo. Pero allí había un arbusto ardiente ahora, no diez mil estrellas o cielos dorados, simplemente la ausencia de esas cosas. Lo que Lang vio en cambio fue una reflexión de su propio orgullo, la arrogancia que lo había dominado por los pasados cinco años. A él y a Cabell y al clon de Zor, Rem, cosechando la Flor de la Vida de los campos reforestados de Optera, consiguiendo con paciencia el secreto de las Formas de su corazón trifoliado, creando una matriz de su propio diseño. Y ahora esto.
Lang vio su rostro en la pantalla del monitor y rió a carcajadas. Las Formas le estaban enseñando una lección.
Él estaba todavía riendo cuando Rick Hunter entró precipitadamente, abriéndose paso dificultosamente por el caos, técnicos y sus perplejos asistentes moviéndose frenéticamente de estación a estación.
"¿Para qué me trajo aquí abajo, Lang?" Rick vociferó, recorriendo a pasos regulares detrás de la silla de Lang y mirándolo hacia abajo con ira.
La mirada vuelta hacia arriba de Lang era ilegible al tiempo que indicaba las pantallas. Su humanidad así como su edad parecían haber sido detenidos por los contactos continuos con la Protocultura.
"Vea por si usted mismo, Almirante."
Rick extendió sus manos encima de la consola y se inclinó por una traducción de computadora mejorada en pantalla del fuego subatómico de los motores. Él mantuvo la posición por un momento, luego dio un vistazo a Lang con disgusto. "Yo no veo nada malo, Doctor."
Lang bufó. "No, por supuesto que usted no podría, Almirante." Rick estaba acostumbrado al tono condescendiente.
"Explique." El Robocientífico suspiró y apagó el monitor con un golpe ligero de un dedo índice encorvado. "Se ha desvanecido, Almirante -la Protocultura. Desapareció. "
Las cejas oscuras de Rick sobresalían. Él extendió la mano para reactivar la pantalla, pero la poderosa mano de Lang la contuvo.
"Fíese de mi palabra, Almirante, la Protocultura se ha desvanecido." Habría sido inconsciente hablar sobre la presencia sombría de los espectros de vestiduras oscuras que Rem le había enseñado a reconocer. "Sí, exactamente como desaparecieron del SDF-1," él añadió, discerniendo los pensamientos de Rick.
"¿Pero cómo?" Rick comenzó. "¿Por qué?"
"Para enseñarnos una lección, creo yo."
Rick sacudió su cabeza. "¿Una lección?" Él movió su brazo a través de un gesto que lo circundó todo. "Escúcheme, Lang. Rheinhardt y el resto de la flota están allí afuera esperando por nosotros. ¿Entiende usted lo que eso significa?"
El científico lo miró misericordiosamente. "Se lo aseguro, Almirante, la flota no está allí afuera."
"¿Entonces donde diablos estamos?" Rick dijo, al final. "Y no me diga que en ninguna parte."
Lang cruzó sus brazos y halló la intensidad de la mirada de Rick. "Está bien. Es posible que todavía estemos en el hyperespacio, aunque no hay ninguna evidencia para apoyar la hipótesis. Es también posible que hayamos muerto, como algunos del personal de la nave están sugiriendo. O que hemos saltado de alguna manera a un vacío en el espacio intergaláctico, tal vez saltado más allá de la onda de expansión del mismo big bang."
Rick quedó con los ojos muy abiertos. "¿Quiere usted decir que hemos saltado fuera de la galaxia?"
Lang se encogió de hombros. "Es simplemente una teoría entre muchas. Un salto más allá del tiempo tal vez explique cómo y por qué la Protocultura se desvaneció, aunque nuestra propia existencia parecería contraindicarlo."
Rick se tambaleó hacia atrás hacia una silla adyacente a la de Lang. "Pero-pero allí afuera tiene que haber algo."
Lang sacudió su cabeza. "No según nuestros instrumentos. Hemos fracasado por completo, Almirante. Ni siquiera un cuándo que yo pueda determinar. Lo siento, pero no hay otro modo de expresarlo."
Rick se volvió para enfrentarlo. "Entonces pónganos en alguna parte, Doctor."
Lang frotó su barbilla. "¿Lo que usted me pide hacer es un mundo para usted fuera de la nada?"
Rick forzó su aliento. "Sí, maldita sea. Háganos un mundo si tiene que hacerlo."