Capítulo 14

Debo admitir que hasta yo estoy algo aturdido por la repentina reaparición de esta confortante oscuridad y estas estrellas distantes, porque no puedo menos que recordar lo que le dije a Hunter aquel día en ingeniería: ¿Qué quiere que yo haga -que le diseñe una galaxia? Palabras en ese sentido, en todo caso. Hunter, como de costumbre, no supo cómo tomar el comentario. ¿Pero puede ser que yo haya conseguido en realidad hacer precisamente eso? ¿Finalmente la Protocultura me ha dotado de la habilidad para Influir, como Zand siempre afirmaba que lo haría? ¿Y cuál, entonces, resultaría mi próximo paso? ¿Imponer mi voluntad sobre las leyes de este dominio o simplemente pensar en traer a la vida un mundo para nosotros orbitar?

Dr. Emil Lang, El Nuevo Testamento

Los escáneres indican una profusión de formas de vida, milord, Vard le había dicho. Tal vez éste resulte un tesoro sumamente valioso, ¿eh?

Zor no podía revocar su réplica ahora -un vistazo, una mirada colérica, cierto sonido evasivo. Era cierto que algunas veces eran encontrados o descubiertos tesoros, pero frecuentemente eran el resultado final de la codicia, del pillaje, de la extracción premeditada . . . "¿Qué es lo que tienes reservado para nosotros?" Él preguntó a un arco de luz reflejada afuera del puerto de observación. "¿Un descubrimiento que nos recompensará con riqueza y fama, las acoladas de nuestros padres distantes? ¿O un mundo que sacará a relucir lo peor en nosotros, un mundo para la ocupación?"

El planeta era el quinto de esta estrella que los mapas llamaban Tzuptum, un vagabundo exuberante con una sola luna achatada por los polos para alumbrar sus cielos nocturnos. Zor tenía una preferencia por tales asociaciones celestiales y se estremeció al acordarse de las largas noches de Tirol, la opresiva proximidad de Fantoma. No era digno para las criaturas conscientes estar subyugadas así, hechas girar en la sombra de algo monstruosamente enorme. El pensamiento y la meditación requerían una interacción más sutil de fuerzas: de vientos y mareas y ritmos naturales. A la falta de eso prosperó un impulso de dominar, de absorber el poder de ese otro más grande, de extender la influencia en la más ruin de las maneras, de conquistar todo aquello que amenazare con obscurecer. . .

Él acercó su cara a la transparencia del casco, como si sus ojos le pudieran decir algo que los escáneres no podían. ¿Pero qué había allí para distinguir desde aquí? Él se preguntó. Los saludos habían proseguido no contestados, y sin embargo allí había, como Vard había indicado, abundante vida de una clase compleja. Por lo tanto las formas de vida del planeta eran o pretecnológicas o atecnológicas. Primitivas fue la clasificación operatoria empleada por los ciber-sistemas de la nave, pero Zor no era tan tonto como para aceptar eso como descriptivo en modo alguno.

Quizá ellos tienen razón en no respondernos, él pensó. Su modo de decir que ellos no tienen ningún interés en lo que sea que estemos ofreciendo ... Pero algo le dijo a él que allí había más de esto que de aquello. Desde algún lugar dentro de él surgió una creencia de que las formas de vida dominantes en este mundo estaban simplemente demasiado involucradas consigo mismas para responder. Aquel abismo en los densos bosques de abajo, un experimento de imponente diseño estaba tomando forma. Y tal vez aun ahora esos seres estaban maldiciendo su desdicha, condenando el hecho de que en este vasto universo alguien los había hallado -¡los había descubierto!

Las naves de descenso estaban alistadas, Vard le estaba diciendo desde la escotilla. Con los saludos aún ignorados, el Comando General de la nave estaba recomendando acompañamiento por zánganos de efecto superficial y una dotación completa de soldados armados. Lo que el Comando General llamaba procedimiento standard de operación.

El método había sido empleado en docenas de mundos sin ningún efecto nocivo permanente, pero Zor no pudo reprimir un sentimiento de que tales técnicas podrían resultar calamitosas aquí. Él pudo argumentar el punto, por supuesto, pero el Comando finalmente se saldría con la suya.

Él volteó para dar al planeta un vistazo final antes de salir y seguir a Vard por el pasillo. En lugar de la expectación que él normalmente experimentaba antes de un descenso sintió aprensión.

"Tú serás otro desde hoy en adelante," él dijo en voz alta, inseguro de si sus palabras fueron dirigidas al planeta o a él mismo...

***

Rem había sido hallado yaciendo inconsciente en un pasillo del nivel de recreación.

Y el Dr. Wenslow, experto de vasto alcance en navegación espacial, había detectado un planeta orbitando la vacilante segunda estrella desde la derecha de Lang.

Los dos mensajes habían llegado simultáneamente al despacho de la cubierta inferior de Lang, donde Rick y el científico todavía estaban estudiando las cartas de navegación estelar y los índices. Mientras Rick atendía al primero, Lang enlazó los sistemas con Wenslow para ver por sí mismo lo que estaba allí afuera.

"Lo hemos llevado a la enfermería, señor," una teniente llamada Clay reportó por el intercomunicador.

"¿Alguna idea de qué lo causó?" Rick preguntó.

"Todavía no, señor. Él fue hallado fuera del salón de música." Rick contuvo un reniego a medio formar. El salón de música, él pensó. ¿Esta era la "emergencia" por la que él se había excusado poco más de una hora atrás?

"¿Estaba solo? ¿No había nadie más cerca?"

La teniente aclaró su garganta. "El Señor Grant y la Señorita Minmei estaban dentro del salón, señor. Pero ellos aparentemente no tenían conocimiento de la presencia de Rem."

"¿Minmei?" Rick dijo. "¿Ella estaba allí?"

"Sí, señor. Cantando, señor."

La boca de Rick se abrió. "Usted debe haber entendido esa parte al revés, Teniente."

"No me parece, señor. Ella estaba cantando con el Señor Grant y las dos mujeres Tiresianas."

Rick pasó una mano por su cabello largo. ¿Qué diablos le estaba sucediendo a su nave? Él se preguntó. ¿Qué les había hecho este lugar -esas luces- a todos? Él exhaló lentamente y puso en escena su voz de mando. "Teniente, quiero que usted encuentre alguna excusa para mantener a Rem bajo estricta observación médica por las próximas, digamos, dos horas." Rick echó un vistazo a su reloj. "No será liberado hasta las 1900 horas."

"Sí, señor."

Rick se comunicó con seguridad inmediatamente después e instruyó al jefe de la estación de ese lugar para que el paradero de Rem fuese monitoreado discretamente en todo momento hasta que reciba otras instrucciones.

"Y coloque a alguien a vigilar a Minmei también," él agregó como una idea posterior.

Tanto llevado a cabo, él volteó hacia Lang, quien le regaló una sonrisa enigmática.

"¿En realidad nos hemos conseguido un planeta?" Rick dijo.

Lang se encogió de hombros. "Así parece." Él activó una pantalla en su escritorio y llamó con señas a Rick. "Casquetes polares, cadenas de montañas, una zona ecuatorial verde, condiciones atmosféricas semejantes a la de la Tierra . . . Hecho a nuestra medida, ¿no concuerda usted?"

Rick levantó una ceja, una mano extendida sobre el panel de control del sistema de intercomunicación de nuevo. "Sí, demasiado a la medida," él comenzó a decir cuando el puente respondió.

"Puente, Comandante Forsythe."

"Raul, Hunter. ¿Podrías comunicarme con Lisa?"

"Lo siento, Rick. Ella no está aquí. Podrías verificar en la guardería." Rick sintió su rostro sonrojarse. Otra "emergencia," indudablemente, como la necesidad de Rem de un paseo por la nave y el repentino impulso de Minmei por cantar. "Raul, ¿qué rayos está ocurriendo aquí? ¿Está todo el mundo volviéndose propenso al lugar? ¿Quién está dirigiendo esta nave, en todo caso?"

Forsythe estuvo en silencio por un momento. "¿Qué pregunta quieres que responda primero, Rick?"

Rick dejó salir un exasperado suspiro. "Pásalo por alto, Raul. Sólo estáte listo para recibir los rumbos del nuevo curso. Y cuando el Almirante regrese, dile que quiero verla en la sala de instrucciones, ASAP."

Forsythe anunció el fin de la transmisión, y Rick dio media vuelta volviéndose hacia Lang. "¿Sugerencias, Doctor?"

"Supongo que podría ser una trampa de algún tipo, un intento para atraernos," Lang empezó. "Pero no veo que tengamos muchas alternativas. Si el planeta está habitado además de ser hospitalario, tenemos una posibilidad de aprender algo sobre este lugar, tal vez hasta una salida de él. Ciertamente más de lo que nosotros aprenderemos de estas estrellas que algo ha tenido a bien proveer."

Rick estudió la expresión de Lang. "Lo dice en serio, ¿no es así?"

Lang asintió con la cabeza.

"Muy bien. Ordene a navegación espacial que nos trace un curso hacia él."

***

Mientras los propulsores reflex llevaban al SDF-3 hacia un planeta que aparentemente se había lanzado a la existencia sólo momentos antes, el Ark Angel, recientemente reaparecido en el espacio normal, estaba marchando rápida y amenazantemente hacia un mundo que había viajado cientos de miles de parsecs para situarse en el filo oscuro de la aniquilación.

La legación Terrestre había procurado convencer a Karbarra de detener su mano guerrera, ojalá que hasta que Haydon IV tuviera una oportunidad para responder a los cargos levantados contra él. En esto, el Ark Angel prometió actuar como mediador y árbitro. Pero había sido terminante que Karbarra estuviese ausente por algo más que una venganza de sangre. Los ursinoides habían acordado no obstruir a los representantes de la Tierra de comunicarse con los Haydonitas pero habían asegurado a todos que una flotilla de naves Karbarrianas sería transposicionada a la popa del Ark Angel y que cualquier hostilidad que Haydon IV dirigiese contra ellos sería respondida del mismo modo.

Vince, Jean, Harry Penn, Scott, Cabell, y Nichols y sus socios adictos a las interfaces habían pasado la mayor parte del viaje desde Tirol reunidos en la sala de situación de la nave espacial, discutiendo opciones estratégicas y especulando sobre el paradero actual del SDF-3.

Scott, su cuerpo calurosamente alambrado a un surtido de estimulantes líquidos, pensó que él podría simple y espontáneamente quemarse antes de que la junta finalizara. La breve reunión con sus padres sólo había agravado la preocupación que él sentía por sus amigos desaparecidos, y para rematar él finalmente había llevado su tortuosa relación con Marlene a su predecible fin.

De regreso en el Angel después de la casi desastrosa cumbre en Tiresia, él había ido a la celda de ella -contra su mejor juicio- donde una cosa había llevado a la otra, y finalmente los había encontrado a ambos apretados contra un lugar del mamparo inaccesible a los ojos fisgones de las cámaras de seguridad, haciendo el amor con intensidad animal. Sangre verde o no, Marlene era una mujer de necesidades humanas y pasiones bajas. Y mientras Scott todavía estaba deliciosamente aturdido por el sensual entrelazamiento de ellos, el encuentro lo había dejado más confundido que nunca.

"Siento que suene de esta manera, Cabell," Vince estaba diciendo, "pero nosotros no hicimos el salto desde la Tierra para enredarnos en los asuntos del Grupo Local. Nosotros regresamos por el SDF-3, no para auxiliar a Karbarra en su ofensiva por el control de las rutas espaciales."

Los ojos claros de Cabell se estrecharon. "Tal vez no, Comandante, pero sugiero que ha llegado el momento de que la Tierra se considere parte del Grupo Local. Después de todo, fue por la insistencia de su Consejo Plenipotenciario que esta máquina de guerra fue construida en primer lugar."

Los Terrícolas aguardaron.

"Yo le haría notar a usted que el SDF-3 tenía la capacidad para transposicionarse a la Tierra poco después del fin de la campaña de los Sentinels. Usted podría haber regresado entonces, con las bendiciones y agradecimientos del Grupo Local, en lugar de anclarse usted mismo en el espacio de Tirol por unos tres años adicionales."

Vince se bufó. "¿Embarcarme en un viaje de cinco años para hallar a nuestro planeta natal ocupado por la Invid Regis?"

"Así que usted optó por vencerla en una guerra," Cabell dijo en un modo casual. "El resultado es el mismo. Tal vez usted tuvo éxito en ahuyentarla, ¿pero a qué costo? La flota que usted insistió en construir ha desaparecido, atomizada. Su planeta está devastado. Y su filosofía de responder al poderío con poderío ha tenido un resultado eficaz en los mundos del Grupo Local." El Tiresiano levantó un dedo acusatorio. "Usted sabía perfectamente cuando dejó Tirol lo que usted había puesto en marcha en Karbarra."

Scott estuvo agradecido por el silencio momentáneo que siguió a las observaciones de Cabell. En el viaje de partida de la Tierra, Vince lo había puesto al tanto sobre los rencores del Grupo Local, pero Scott no había esperado que los alguna vez malhumorados Karbarrianos estuviesen tan radicalmente afectados por sus recientes y súbitos beneficios económicos. Y además de los problemas de una índole localizada, también estaban, al oír a Cabell y a Nichols decirlo, los problemas en el grandioso esquema de las cosas. Scott no pudo seguir la mitad de las pruebas matemáticas que los científicos habían ofrecido como evidencia, pero aparentemente algo había producido un poquito de magia micro y macro universal clandestina, jalando materia en ambos reinos lo que hacía que se acercasen más. Cabell incluso había dicho algo sobre pulsares desapareciendo totalmente en un "Big Crunch" en funcionamiento.

"Yo no veo qué tiene que ver Karbarra o Haydon IV con nosotros," Scott interpuso. "El General Grant ya lo ha dicho, Cabell: Es a la Regis a quien estamos buscando."

Scott notó que Nichols y Cabell intercambiaron miradas.

"Esperábamos que usted nos pudiera actualizar en cuanto a eso, Coronel," Nichols dijo finalmente.

"¿Yo? ¿Cómo es eso?"

"Bueno, usted ha estado teniendo discusiones ... íntimas con la agente secreta de la Regis, ¿no es así?" Nichols preguntó. "Pensábamos que quizás Marlene le había dicho algo en confidencia."

La cara de Scott se sonrojó. Es probable que él haya sabido que no era tan fácil burlar las cámaras de seguridad en la celda de Marlene. "Ella no me ha dicho nada," Scott murmuró, los ojos apartados de la mesa.

Nichols hizo un gesto de descreimiento. "Mayor razón para comunicarse con Haydon IV, entonces."

"Si sólo supiésemos más sobre los descendientes de Haydon," Jean dijo.

Cabell la miró. "¿Descendientes de Haydon? ¿Seguramente usted no se refiere a los hermanos de Veidt?"

La expresión en el rostro moreno de Jean perdió el brillo. "Pues, sí, me refería a ellos."

"Los seres que nosotros llamamos Haydonitas," Cabell dijo, "no están relacionados con Haydon más de lo que lo están los Karbarrianos, los Praxianos, o cualquier otra raza del Grupo Local." Él avistó la mirada de desconcierto de Jean y añadió, "Tal vez yo debiera explicarlo."

Vince dijo, "Tal vez usted debiera hacerlo."

Cabell frotó el costado de su nariz. "Se cree que aquel al que llamamos Haydon ha sido un miembro de un antiguo grupo de viajeros espaciales altamente evolucionados, cuyo nombre colectivo -si en realidad ellos poseían uno- no ha sido pasado hasta nosotros. Tampoco, en cuanto a eso, estamos seguros de si 'Haydon' fue el nombre aplicado a una sola entidad o al grupo mismo.

"Jean, Vince, Scott, todos ustedes han visto algunos de los santuarios erigidos a Haydon, e indudablemente ustedes recuerdan cuan disímiles son unos a otros, excepto por su edad y tamaño enorme. Pero se cree que ninguno representa a Haydon como un ser viviente."

"Pero tiene que haber algún testimonio de él, o de ellos," Jean dijo. "Instrumentos, herramientas, artefactos, esa clase de cosas." Cabell rió entre dientes para sus adentros. "Usted está familiarizada con los Garudianos, Praxianos, Karbarrianos, y cosas por el estilo, ¿no es así?"

Jean asintió con la cabeza.

"Bien, la obra de las manos de Haydon son estas mismas razas." Cabell arregló el cuello alto de su capa. "Vea usted, cada raza planetaria fue en cierto sentido 'alterada' por Haydon. Y cada una perpetuó a Haydon en una forma apropiada a su propia visión del mundo. Así uno oye a los Spherisianos hablar de 'el Gran Formador' o a los Karbarrianos mencionar 'el Gran Presagio,' cuando de hecho todos ellos están hablando de la misma entidad o grupo."

Cabell sacudió su cabeza en un modo propio y divertido. "De dónde vino ese grupo nosotros no podemos comenzar a suponer. Pero de los mitos, de las leyendas, y de las narraciones extravagantes que han sido transmitidas hasta nosotros emergen -'según el cristal con que se le mire,' si puedo tomar prestada una frase Terrestre- dos versiones de los días finales de la raza de Haydon. En una se nos dice que ellos estaban en el umbral de un momento crucial increíble en la evolución auto-generada cuando fueron destruidos en cierta catástrofe que sus propias manipulaciones inadvertidamente habrían causado."

"¿Y la segunda?" Nichols preguntó.

Cabell dejó salir su aliento. "A la luz de los acontecimientos recientes, esta versión es con mucho la más interesante. Por ella se sugiera que la raza no desapareció -aun cuando estemos tan impulsados a creerlo- sino que se puso a sí misma en un estado al cual yo oí una vez al Dr. Lang referirse como animación suspendida."

"Todos estamos familiarizados con el término, Cabell," Vince le aseguró. "¿Pero qué se supone que éstos ... genios están esperando?"

"Un evento," Cabell dijo con una mirada lejana. "Un evento cósmico que alteraría la estructura del espacio-tiempo."

Nichols miró con la boca abierta al Tiresiano desde el otro lado de la mesa. "El Invid," él dijo, echando un vistazo a todos. "¿No lo ven? Su apareamiento con la Protocultura, su transubstanciación. Eso es lo que la raza de Haydon estaba esperando."

Él echó su cabeza hacia atrás y rió. "Ellos se están preparando para despertar. ¡Ellos planean acoplarse al ave fénix Invid y seguirla precisamente a un lugar inaccesible!"