EN EL VÓRTICE DEL HURACÁN
EN abril de 2007, dos años después del libro Cuando el tiempo nos alcanza, publiqué Dejando atrás los vientos, en el que intentaba reflejar mi experiencia de Gobierno. Alguien me advirtió de que el título elegido hacía una más adecuada referencia a mi etapa posterior a la responsabilidad de Gobierno. Es cierto, tal vez debí elegir algo semejante al título que encabeza este capítulo. En la presentación pública del libro manifesté mis temores de que los lectores de mi vida infantil y juvenil se sintiesen defraudados por un libro de más dura lectura, con continuas reflexiones sobre el poder y sus consecuencias. Nuevamente erré la previsión; contra mi pronóstico y mi propia preferencia, los lectores encontraron más interesante el nuevo libro. Las numerosísimas ocasiones en las que tuve contacto personal y epistolar con lectores, anónimos la mayoría, conocidos algunos, expresaban haber leído el libro con pasión y con cierta frustración por que se acabase. Les resultaba ameno y de gran interés.
Eran muchos los que se sentían, mientras leían, absorbidos por un sentimiento de tristeza, porque sentían revivir su juventud al hilo de mi narración.
Otros encontraban lecciones de vida en las reflexiones morales, filosóficas y políticas que acompañan al relato de los hechos. En definitiva, que creían encontrar un tratado acerca del poder político y agradecían el estilo de la escritura que ayudaba a hacer amena una lectura netamente política.