LA MUERTE DE UN TITÁN
EL día 8 de octubre de 1992 muere Willy Brandt, un titán de la política, una personalidad humana fascinante, un amigo de España y un protector del socialismo español. Unos días más tarde, el 17, se celebran en el Reichstag, en Berlín, sus honras fúnebres. Abrió y cerró la ceremonia la Orquesta Filarmónica de Berlín, dirigida por Claudio Abbado, interpretando dos movimientos de la Sinfonía n.º 7 de Franz Schubert. Con breves parlamentos recordaron al amigo y líder el presidente Weizsäcker, el canciller Helmut Kohl, el líder del Partido Social Demócrata (SPD) Björn Engholm, el alcalde de Berlín y Felipe González en nombre de la Internacional Socialista.
La elección de Felipe González en la nómina de oradores resultaba natural para todos, por la personalidad política de Felipe y, sobre todo, porque pocos ignoraban la relación emocional y política que ligaba a Brandt con España. Su discurso conmovió al auditorio porque estuvo centrado en su personalidad humana, en su bonhomía y sus afanes por ejercer la solidaridad con los que sufren. Permanecí todo el acto concentrado en recordar los muchos momentos de conversación con Willy, las discusiones, su magisterio sereno, tranquilo. Recordé tantos pasajes de su colaboración con los socialistas españoles…
Al cumplirse el decimoquinto aniversario de su muerte, la Fundación Friedrich Ebert organizó en Bruselas un ciclo de conferencias como forma de homenaje al político alemán. Fui invitado a participar y tuve ocasión de explanar la gratitud que sentía como socialista español por el legado de Willy Brandt.
Mi aproximación al socialismo se produjo a través de la poesía, a través de las palabras que Antonio Machado dedicó a Pablo Iglesias, es decir, fue por un camino de sensaciones. Hecha la elección por la vía sentimental debía complementarla con una base ideológica. Ésta la encontré en un italiano, Lelio Basso, quien me enseñó que hay que saber mantener una continua tensión dialéctica entre los objetivos de la acción política y las posibilidades que se nos ofrecen en la lucha de cada día. Me apartó tanto de la demagogia como del pragmatismo oportunista, evitándome la tentación comunista y la desviación anarquista.
Sin embargo, no sentía completada mi educación política. Y vino a llenar el componente moral que me faltaba el conocimiento de Willy Brandt.
Su legado es para mí fundamentalmente un legado moral, es un pensamiento cargado de cultura pero que apuesta por las cosas vivas, es un equilibrio del saber y del vivir que me proporcionó la serenidad necesaria para afrontar los problemas como parte de una evolución que tiene historia y hace futuro. Cada uno de nosotros como una individualidad en una larga fila que viene de lejos, de la que somos deudores y que seguirá desarrollándose después de nosotros.
Es la serenidad revolucionaria que nos hace ver con claridad que los viejos trucos de contraponer reforma y revolución quedan superados por una decisión moral: apoyar reformas irreversibles que acerquen a la humanidad a un estado de satisfacción inconformista.
Casi medio siglo de secuestro de la libertad había producido en los españoles comprometidos una acumulación ideológica tan inevitable que no nos permitía caminar por la senda de la realidad. La democracia de los países occidentales era calificada como la democracia formal en contraposición a una indefinida e indefinible democracia real. La vida parlamentaria era considerada un epígono de la burguesía que no satisfacía nuestras ilusiones. Eran los efectos de la dictadura ciega, que nos empujaba a un maximalismo infantil. Brandt nos hizo comprender el valor de la norma, de las formas, del derecho. La democracia es substancialmente el cumplimiento de la norma que se dan a sí mismos los pueblos en régimen de libertad.
Brandt nos abocó a considerar la futileza de los dogmas. Nos hizo ver que no existe una doctrina, sea ésta política, filosófica o religiosa, que valga más que la dignidad de la persona. La lucha por la dignidad de cada persona es un objetivo superior, es el combate principal de la actitud del hombre social.
El pensamiento político de Brandt nos ha puesto en evidencia la escasa visión de futuro del pensamiento conservador y las carencias de la izquierda en la construcción de la sociedad que proclama.
De Willy Brandt conocíamos su participación en la guerra civil española, cuando a un levantamiento militar contra el Gobierno legítimo y democrático de la República los gobiernos democráticos de Europa contestaron con el Acuerdo de No Intervención pero permitieron a las potencias totalitarias, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, apoyar con armas y ejércitos a los rebeldes sublevados. Pero hubo excepciones, treinta y cinco mil jóvenes de cincuenta y tres países acudieron a apoyar a la República Española. Entre ellos, el joven Willy Brandt, exiliado en Noruega, que participó como periodista sin ocultar sus simpatías por el Gobierno republicano.
Conocí en persona a Willy Brandt en Lisboa, en 1974, después de la Revolución de los Claveles que tantas esperanzas suscitó en los demócratas españoles. Supimos que Brandt visitaría Portugal y le confiamos a nuestro amigo Mário Soares nuestros deseos de mantener un encuentro con el dirigente alemán. Éste se produjo en la rua San Pedro de Alcántara, en la sede del Partido Socialista Portugués. Willy Brandt, Mário Soares, Felipe González y quien escribe tuvimos una intensa y emotiva conversación. Cuando Brandt nos abrazó, las lágrimas arrasaban sus ojos, quizás la nostalgia de su estancia juvenil en Barcelona le conmovió. Desde aquel día Brandt sería uno de los más firmes baluartes en nuestra lucha por conquistar la libertad en España y en nuestra ilusión de integrar a nuestro país en la Europa comunitaria.
Por una vez un espejismo se hacía realidad. El horizonte europeo significaba para los demócratas españoles la vía más eficaz de solución de nuestros problemas seculares. Ansiábamos a Europa como antídoto contra los fantasmas del pasado, y Willy Brandt representaba para nosotros una concepción viva, activa de la Europa que soñábamos.
En noviembre de 1975, pocos días antes de la muerte del dictador español, se celebraba en Mannheim el Congreso del SPD. Brandt nos invitó a Felipe González y a mí a participar en el cónclave. Los dos llevábamos años sin pasaporte, las autoridades franquistas no nos autorizaban la salida de España. El canciller Helmut Schmidt se empleó a fondo en el terreno diplomático y presionando al régimen autoritario español logró el permiso para salir de España.
La noche anterior al congreso se celebró una cena en el castillo de Heidelberg. Willy tuvo la gran generosidad de invitarme a la tribuna para dirigir un discurso a los presentes que nada tenía de protocolario. Había comunicado yo a Willy Brandt lo que se avecinaba a la muerte de Franco. Las autoridades de la dictadura habían preparado una intervención llamada Operación Lucero para detener y eliminar a los principales opositores al régimen. Brandt me invitó a explicarlo a los dirigentes socialistas y socialdemócratas de todo el mundo reunidos en Heidelberg, muchos de ellos en los gobiernos de sus países, para que hicieran valer sus presiones diplomáticas sobre el Gobierno de Franco para evitar la barbarie. Así fue, y da idea del importante papel de Brandt en la Transición democrática española.
Un año más tarde, en diciembre de 1976, el PSOE aún ilegal organizó su congreso, no autorizado, en el interior del país, en Madrid. Allí acudieron dirigentes socialdemócratas de toda Europa: Olof Palme, Pietro Nenni, Mário Soares y al frente de ellos Willy Brandt, quien en un discurso vibrante y emocionado dijo a los delegados, que escuchaban entusiasmados:
[…] no me parece exagerado que la opinión pública de España y de Europa considere vuestro Congreso como un acontecimiento histórico.
Con este Congreso empieza un nuevo capítulo de la historia política de España. Comienza a hacerse realidad política concreta el proceso de democratización de España.
En vosotros, compañeros y amigos, se concentran en este momento muchas esperanzas y expectativas, las cuales significan, al mismo tiempo, una grave e histórica responsabilidad, a saber: la responsabilidad de colaborar, sin traumas ni rencores, en la construcción de una España democrática como parte integrante e irrenunciable de una comunidad de Estados europeos. Europa os espera.
Y estad seguros de que en el difícil camino hacia la libertad y la democracia podréis contar con nuestra inquebrantable solidaridad.
Toda la Europa democrática, y no sólo ella, anhela con vosotros una España que discuta francamente sus problemas, que busque soluciones que correspondan a la rica diversidad de sus pueblos y a las tradiciones lingüísticas y culturales de éstos.
Europa necesita a España, así como, a mi parecer, España necesita a Europa. España necesita, con toda certeza, la fuerza vigorosa y el movimiento vital del socialismo democrático.
De nuevo, Europa en nuestro horizonte y bajo el estímulo del hombre europeo, Willy Brandt.
Que Willy Brandt fue un gran estadista queda demostrado por múltiples pruebas. Citaré yo aquí una muestra más en relación con España. Ante preocupaciones semejantes los dirigentes políticos reaccionan con diferentes actitudes, con diversas respuestas. Cuando en los años treinta se planteó a los líderes de las democracias europeas la respuesta a la guerra civil española, temerosos de la posibilidad del predominio de los comunistas, respondieron —liderados por el Reino Unido— con la política de «no intervención», es decir, favorecieron a los rebeldes ligados a las potencias del Eje. Por el contrario, cuando, al final de la dictadura del general Franco, los dirigentes europeos —liderados por Willy Brandt—, preocupados por que a la llegada de la democracia pudieran ser prevalentes los comunistas españoles, decidieron apoyar al socialismo democrático, al PSOE. Aquélla fue una decisión sabia que permitió un desarrollo normalizado de la democracia y que favoreció la integración plena de España en Europa. Rindamos homenaje a la inteligencia y solidaridad de Willy Brandt.
La visión que políticos y periódicos elaboraron de las relaciones de la socialdemocracia alemana y el PSOE es una solemne tergiversación de la verdad. Según los relatos interesados: a) el SPD inundó de marcos alemanes a los socialistas españoles; baste sólo recordar la acusación de financiación a través del empresario Friedrich Karl Flick; b) Brandt y el SPD optaron desde el primer momento por apoyar al PSOE de Felipe González, y c) fue el SPD el artífice de la formación ideológica de los miembros del PSOE. Tres falsedades que chocan de manera frontal con la verdad. En la etapa en la que los partidos políticos eran ilegales, todos intentaban algún apoyo financiero de los partidos extranjeros, ya pertenecieran a sociedades democráticas o no. Una búsqueda legítima para luchar contra la dictadura franquista. El Partido Comunista de España contaba con la solidaridad del PCUS de la Unión Soviética (un dato revelador, cuando el PCE contaba con cien liberados en España, el PSOE sólo contaba con uno), el partido del profesor Tierno Galván disfrutaba del apoyo del SPD de la República Federal Alemana y con el del partido único de la República Democrática Alemana. Hay que reconocer que el profesor era un artista. Por el contrario, el PSOE vivía de los recursos que prestaban los militantes del exilio, del partido y de la UGT, porque nos costó mucho esfuerzo ganar el apoyo de la socialdemocracia europea, particularmente la alemana.
El PSOE, que renovó sus estructuras y sus dirigentes en el Congreso de Suresnes, en 1974, tuvo que pelear por el reconocimiento de los dirigentes socialdemócratas de Europa, entre las opciones del Partido Socialista del Interior (PSI, después Partido Socialista Popular, PSP) de Tierno Galván y el socialismo llamado histórico (Rodolfo Llopis). El partido socialdemócrata alemán puso su confianza en el grupo de Tierno Galván, con el apoyo de la secretaría internacional del SPD, pero esta posición fue evolucionando gracias al empeño de Hans Matthöfer y el sindicato del metal alemán, el IG Metall, de la Federación Alemana de Sindicatos (DGB, por sus siglas en alemán), que nos apoyaron con fuerza hasta hacer cambiar la posición oficial del SPD y la de Willy Brandt.
Fue entonces cuando la Fundación Friedrich Ebert, vinculada al SPD, nos prestó el apoyo para financiar los cursos de formación y las publicaciones que editábamos. Tanto la formación como los escritos publicados eran realizados por miembros del PSOE sin que se produjera adoctrinamiento alguno por parte de los compañeros socialdemócratas alemanes.
Sé que lo que circulaba era una versión bien distinta. Parece que así se escribe la historia. Hace ya tiempo que perdí las esperanzas de que la verdad suene al menos tan alto como lo hace la tergiversación.