Capítulo treinta
CUBIERTA principal entrada al local del servotimón M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0900 horas 7 de julio GMT: 0600 horas 7 de julio
—Suéltame, imbé... —Dugan se tropezó cuando le soltaron.
—Cuidado, Dugan —le advirtió Borgdanov— Y no me llames imbécil.
Dugan se resistió a responderle, asustado por el panorama en tierra que veía por encima del hombro de Borgdanov. Habían aumentado la velocidad.
—¿Esta puerta da a local del servo? —preguntó Borgdanov.
—Sí y hay otra en la sala de máquinas —asintió Dugan.
—Ilya bajará primero —dijo Borgdanov y asintió al sargento. Mientras bajaba con los rusos, Dugan iba reflexionando. A esta velocidad, no tendría ni tiempo para hacerse con los controles, que probablemente estaban en italiano y si obtenía el control, estaría navegando sin rumbo. Acaba de concluir que esta había sido una de sus ideas más estúpidas cuando el sargento se detuvo bruscamente al escuchar voces abajo.
Voces italianas.
Dugan le empujó los últimos escalones y salió corriendo, giró una esquina hacia un pañol con los mamparos de tela metálica. La tripulación se encontraba encima de un montón de amarras y se alegraron al verles.
—Tenemos que liberarles —opinó Dugan— Pueden sernos de gran ayuda.
Borgdanov apuntó al candado pero Dugan bajó rápidamente el arma y señaló a los mamparos de acero que les rodeaban.
—La bala rebotaría —explicó Dugan.
Un hombre señaló a una cadena.
—Matelo —martillo-ahí.
Dugan se subió a un banco de trabajo y cogió un martillo de mango corto. Levantó el martillo pero Borgdanov se lo quitó y destruyó el candado de un solo mazazo. Los italianos salieron corriendo, riéndose y gritando. El capitán apretó muy fuerte la mano de Dugan y frustró cualquier intento por su parte de dar explicaciones. El mayor improvisó y cogió un tripulante.
—¡Silencio o le mataré! —le gritó para que se callasen en ese instante.
—Capitán —dijo Dugan— Los terroristas harán que el barco encalle y harán que explote en menos de diez minutos, provocando así la muerte de miles de personas. Si tienen éxito, ninguno de nosotros podrá escapar a tiempo. Tiene que ayudarnos a evitar que encallemos.
De repente estalló de nuevo un barullo mientras los angloparlantes traducían.
—¡Zitto! —gritó el capitán, restaurando así la calma y se giró hacia Dugan.
—¿En qué podemos ayudar, signore?
Dugan señaló hacia el local del servo.
—Haga que su jefe engrane el servo de emergencia.
—El jefe de máquinas está secuestrado. Pero el primer maquinista está aquí —se giró y se puso a hablar con el hombre que había señalado al martillo.
—Si, Commandante —aceptó y se fue hacia el servotimón.
—¿Qué más? —preguntó el capitán.
—Que cambie el rumbo a babor. Y —señaló Dugan a la puerta de la sala de máquinas— Bloquee esa puerta, o mejor, ponga una cuña. Puede que usen explosivos...
—Signore —afirmó el capitán y levantó la mano— ¿Puedo sugerirle algo? ¿Por qué no nos deja a nosotros que resolvamos estos problemas y usted se concentra en mantenernos a salvo para poder realizar esto?
Dugan asintió impresionado.
—Grazi —le agradeció el capitán y se dio la vuelta para dar órdenes. Unos segundos más tarde, la tripulación formó una línea desde el pañol de amarras y se fueron pasando las pesadas amarras de una mano a otra apilándolas contra la puerta.
Muy inteligente, pensó Dugan. Puede que esto funcione.
“Cubierta A” cerca de la sala de control de carga M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0903 horas 7 de julio GMT: 0603 horas 7 de julio
Aslan desactivó su bomba trampa y bajó por las escaleras. Al final de las escaleras, entró sigilosamente en el pasillo y corrió hacia la sala del generador. Estaba casi dentro cuando la anilla de la granada hizo un sonido metálico contra el mamparo más lejano. Se agachó para mirar por la puerta entreabierta alrededor, inseguro. La granada le decapitó.
Local de servotimón M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0905 horas 7 de julio GMT: 0605 horas 7 de julio
El montón de amarras formaron un enorme nudo gordiano desde la cubierta hasta encima de la puerta y 3 metros de base, una barrera impenetrable. Borgdanov mostró su aprobación.
—Fanáticos tienen que subir a cubierta ahora. Pero tenemos que matarlos sin que haya pelea grande —se nubló la cara de Bordanov— Me preocupa, como has dicho, si balas provocan chispas.
Dugan asintió.
—Yo también, pero tengo una idea.
Se sobresaltaron al escuchar la explosión en la sala del generador.
—Ahora solo quedan tres —afirmó Dugan con cierta satisfacción.
Bogdanov le lanzó una mirada de valoración.
—No eres un tipo tanto tonto, dyed —expresó sin intención de ridiculizarlo— Dime tu idea.
Puente de navegación M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0905 horas 7 de julio GMT: 0605 horas 7 de julio
—¿Qué ha sido esa explosión? —pidió saber Basaev al preguntar por la radio.
—Nada en la sala de máquinas —informó Doku.
—Entendido, Doku —dijo Basaev— Aslan, informa.
Después de ver varios intentos sin respuesta, Basaev se dirigió a los otros.
—Creo que Aslan se nos ha adelantado y ya está en el Paraiso. Doku, ¿cuál es tu situación?
—Sin cambios. Pero la puerta se mueve un poco, como si la hubiesen empujado.
—Entendido, Doku. Shamil. ¿Amenazas cerca?
—Nada —dijo Shamil— ¿Pero qué están haciendo los infieles?
—Jugando a lo loco mientras pierden tiempo —subrayó Basaev— Pronto Alá vomitará en sus almas.
Sala de máquinas M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0905 horas 7 de julio GMT: 0605 horas 7 de julio
De la nariz del jefe de máquinas se caían gotas de sudor mientras dudaba, preocupado de que el beduino volviese. No se parecían en nada a los árabes, ¿pero quién más querría inmolarse a sí mismo? Si giró y siguió trabajando en un tornillo con una regla graduada de acero que sacó de un bolsillo que no habían revisado los terroristas y que lo convirtió en un destornillador improvisado. La agarró con fuerza, quería que el tornillo girase antes de que el borde de la regla se doblase. Si podía quitar el soporte de la balancera quedaría libre.
No tenía reparos, a pesar de sus amenazas. Cualquier cretino podía ver que el beduino tenía la intención de hacerles volar de todas formas y el jefe de máquinas no era ningún idiota. El medidor de oxígeno mostró que había un 21% de oxígeno en los tanques de carga con los ventiladores funcionando en modo aire limpio. Nadie colocaría un tanque lleno en estas condiciones si no estuviese planeando una explosión.
El tornillo por fin cedió y cuando se puso con el siguiente, oyó un golpe sordo. Hubiese sido lo que hubiese sido, ¿haría que volviesen? Se tragó su miedo y siguió trabajando.
En la popa de la cubierta principal M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0907 horas 7 de julio GMT: 0607 horas 7 de julio
Dugan miró al capitán que estaba supervisando a dos marineros corpulentos intentando subir una plancha de acero cuadrada por las escaleras. Esa cosa pesa más de 90 kilos, pensó. Esperaba que no estuviesen perdiendo mucho tiempo con eso.
Los rusos se pusieron detrás de esquinas opuestas del guardacalor, vigilando delante con espejos de mano, mientras voluntarios de la tripulación se ponían a cubierto en la popa. Había once italianos, además de Dugan, divididos en 6 parejas. Cada uno llevaba desde una herramienta hasta pernos del tamaño de un puño. Dugan asintió a su compañero, el segundo oficial, agachado detrás de una bita de amarre.
Dugan se sobresaltó al escuchar golpearse acero contra acero cuando a los marineros dejaron caer la plancha en la cubierta y la deslizaron por el canto hasta la regala de estribor. Después de apoyar la plancha en un manguerote, uno corrió para protegerse detrás del guardacalor y el otro se puso detrás de la plancha mientras las balas chocaban contra el acero. El hombre que estaba detrás de la plancha desenrolló un cabo de su cintura y, dejando al descubierto solo sus brazos, paso una lazada por la plancha hasta dejarla a 15 centímetros de la cubierta. Amarró el cabo al manguerote y así se aseguró de que la plancha no se deslizaría.
—Tutto pronto, Commandante —gritó el hombre.
—Bravo, Mario —respondió el capitán desde su refugio del guardacalor— Uno... Due... Tre... Ora!
A la de tres, se cambiaron los sitios rápidamente. El capitán se agachó detrás de la plancha y echó un vistazo al lado de estribor. Hizo una señal a Dugan.
¿Cómo coño pretende controlar el barco desde ahí? Se preguntaba Dugan.
Al ver la expresión en la cara de Dugan, el capitán señaló al primer oficial que estaba agachado detrás del guardacalor donde la pequeña escotilla de amarras. Dugan sonrió entonces.
Puente de navegación M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0908 horas 7 de julio GMT: 0608 horas 7 de julio
—Shamil, ¿por qué has disparado? —le preguntó Basaev.
—Los italianos están preparando algo en la popa.
—Dispara a discreción. Intimídales. Y no te preocupes, pronto llegará el éxito.
En la popa de la cubierta principal M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0909 horas 7 de julio GMT: 0609 horas 7 de julio
Sonaron las alarmas desde la escotilla de amarras cuando el primer maquinista tomo el control desde el servotimón.
—Tutti pronti, Commandante! —gritó el primer oficial y se agachó detrás de la escotilla.
El capitán replicó con una orden de timón que transmitió el primer oficial al hombre que estaba abajo en el pañol de amarras, el cual a su vez la transmitió a través de la tela metálica al primer maquinista.
Dugan sonrió al notar las el cambio en las vibraciones a sus pies cuando se movió el timón.
Puente de navegación M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0909 horas 7 de julio GMT: 0609 horas 7 de julio
—Yo... yo... no hice nada —explicó el aterrorizado timonel cuando saltó la alarma de dirección y Basaev puso la Beretta debajo de su barbilla.
—Deja al chico en paz —dijo el práctico al silenciar la alarma.
Basaev se volvió al turco.
—¿Qué está pasando?
—Es obvio que han activado el servotimón de emergencia.
—Recupera el control o morirás —le amenazó Basaev— Al igual que toda tu familia.
El turco se encogió de hombros.
—Mi familia está de vacaciones en Chipre, así que pronto me di cuenta de que tus amenazas no eran nada. Y los rusos controlan el timón desde la misma fuente. No puedo anularla, incluso si quisiese.
Basaev vio como la proa caía lentamente a babor y sopesó las posibilidades de éxito de los rusos. De repente, vio algo moverse por su visión periférica.
—¡Deténte! —detuvo al timonel que intentaba huir y levantó la pistola al hombre que se quedó fijamente mirando la puerta. Entonces los brazos de Basaev se quedaron inmovilizados.
—¡Corre chico! —gritó el turco mientras agarraba muy fuerte a Basaev para permitir que el marinero saliese corriendo por la puerta hacia el alerón del puente.
En el alerón del puente, Shamil se giró al escuchar los gritos que provenían de la timonera y al oír unos pasos detrás de él. No tuvo tiempo para reaccionar cuando el joven marinero cruzó corriendo delante de él y saltó la regala. Corrió hacia la borda y vio abajo a unas ondas que se hacían más grandes, la única evidencia de que el marinero había desaparecido. Al escuchar unos disparos en la timonera, corrió hacia allá y vio como Basaev disparaba al estómago del turco y este caía en cubierta.
—Una muerte lenta y dolorosa, puta de los infieles —le insultó Basaev— Desafortunadamente, nuestra partida al Paraíso acortará tu agonía. En lo que te resta de vida, pide a Alá para que te ilumine.
Basaev escupió encima del turco que estaba agonizando y se dirigió hacia el alerón del puente. Shamil siguió a Basaev afuera.
—¿Quién gobierna? —preguntó.
—Los rusos —señaló Basaev el improvisado posición de gobierno y luego miró hacia Sultanahmet. La proa apuntaba ahora hacia la estatua de Attaturk.
—¿Pero por qué tan lento? —reflexionó en alto y luego sonrió— No pueden ver bien por dónde navegan y tienen miedo de que un giro brusco nos colocó de nuevo en el rumbo inicial. Así que aún tenemos tiempo para encargarnos de ellos.
—Shamil —le llamó Basaev— Coge las granadas que sobren. Doku se unirá a ti. Atacareis abajo por los dos lados a la vez, os coordináis por radio. No se podrán cubrirse de una descarga de granadas y cuando se vuelvan al local del servo, lo convertiremos en su ataúd. Múltiples granadas en una caja de acero cerrada acabarán con ellos.
—Doku puede amarrar al jefe de máquinas infiel en cubierta. Después del ataque, forzaremos al infiel para que transfiera el control y si no tenemos tiempo, gobernaremos desde allá. Os cubriré las espaldas y mantendré a los infieles ocupados mientras tú y Doku os ponéis en posición.
—Las granadas y las balas en la cubierta principal incendiarán los gases demasiado pronto —advirtió Shamil.
—Si Dios quiere, el viento mantendrá la popa libre —dijo Basaev— Y no tenemos otra opción.
Shamil asintió y se fue a recoger las granadas a la vez que Basaev cogía su walkie.
—Doku —avisó Basaev— Encuéntrate con Shamil en cubierta. Trae al jefe de máquinas infiel. Shamil te lo explicará todo.
—Sí, Khassan —obedeció Doku.
Basaev entró a buscar un rifle de as alto y se encendieron más alarmas y luces que parpadeaban.
—Por las barbas del profeta. ¿Ahora qué?
Sala de control de máquinas M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0909 horas 7 de julio GMT: 0609 horas 7 de julio
El jefe de máquinas sacó la balancera y deslizó la anilla de las esposas por el extremo justo cuando saltó la alarma de fallo de gobierno que le puso el corazón en la garganta. La alarma se quedó en silencio y las luces de estado de la consola parpadearon en modo “control local”. Sus compañeros de tripulación.
Se detuvo, inseguro sobre cómo impactaría en sus compañeros su plan inicial para dejar apagar todo el barco. Pero necesitaba desviar la atención, algo que obligase al beduini a venir aquí para que así escaparse con lo otros.
Paró los ventiladores de los tanques de carga y destruyó los controles con un extintor de incendios que cogió del mamparo. En la consola, paró el motor y dio con el extintor en la palanca vertical, así la dobló totalmente y destruyó la caja protectora. Unos segundos después, se agachó para entrar en la sala de máquinas vigilando por las ventanas de la sala de control.
En la popa de la cubierta principal M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0909 horas 7 de julio GMT: 0609 horas 7 de julio
El capitán estaba mirando hacia estribor, a la espera de que se viese el mar abierto cuando el timonel impactó con el agua de forma limpia. Unos segundos más tarde, una cabeza emergió por la superficie casi a popa.
—Bravo, Salvatore! —gritó y el otro levantó el puño.
—Martucci � sfuggito! —dijo el capitán ante la alegría de la tripulación
—¿Qué pasa hora? —Preguntó Dugan a Bordganov mientras este miraba hacia delante con su espejo.
El ruso no se volvió.
—Su camarada del puente ha escapado.
—Bien —dijo Dugan ausente— ¿Cuándo vendrán?
—Pronto, dyed. Deberías ponerte en posición —pero Dugan no se movió.
—Recuerda, deja las anillas puestas.
—Será tu plan, dyed, pero no soy un idiota —advirtió Basaev con la mirada puesta en el espejo— Deberías ponerte a salvo —repitió el ruso.
Dugan asintió y se dirigió a estribor como una flecha con la protección mínima de una venteo del tanque. Se agachó ahí detrás; sentía la fuerza del motor a través de la cubierta. Esperaba que los terroristas no tardasen. Se estaba frotando su pierna herida cuando pararon las vibraciones.
—¡A la vía! —gritó el capitán mientras se adaptaba a la parada del motor con diferentes órdenes alternando entre a la vía y un caña un poco a la izquierda, levando con pericia la proa hacia babor pero sin disminuir la velocidad. Este tío es bueno, pensó Dugan.
Puente de navegación M/T Contessa di Mare A 800 metros nordeste de Sultanahmet Hora local: 0914 horas 7 de julio GMT: 0614 horas 7 de julio
—No está —dijo Doku— ¡Ha parado todo y ha destruido los controles!
Basaev vio como la proa caía lentamente hacia babor. La corredera mostraba que navegaban a 6 nudos y bajando.
—¿Y ahora qué hago? —preguntó Doku.
—Olvídate de él. Reúnete con Shamil en la cubierta principal. Desactiva todas las bombas trampa de la sala de máquinas a excepción de la puerta del local del servo y trae las granadas.
—Khassan —interrumpió Shamil— ¿Cómo vamos a cambiar el rumbo ahora sin el jefe de máquinas infiel?
—Mata a los otros y pon la caña totalmente a la derecha, no puede ser tan complicado. Alá nos ha provisto de un objetivo que no podemos fallar. Llámame cuando estés listo para ir a popa.
En la popa de la cubierta principal M/T Contessa di Mare A 650 metros nordeste de Sultanahmet Hora local: 0915 horas 7 de julio GMT: 0615 horas 7 de julio
Dugan se encogió de miedo detrás de donde estaba a cubierto cuando un fuego automático barrió la aleta de estribor. De repente, se detuvo bruscamente el fuego y se puso tenso al escuchar a las dos notas de “preparados” del silbato de Bogdanov.
Borgdanov estaba animado. La ruta de ataque de los fanáticos era obvia. Unas escalas externas sobresalían por los dos lados del guardacalor que ocultaban a la vista de los rusos la parte de proa de los mamparos del tronco de escaleras. Los fanáticos las usarían para subir sigilosamente por cada mamparo y se detendrían justo arriba de las escaleras para coordinar el ataque. Contaba con eso. De hecho, dependía de ello. Su insistente preocupación era cuándo. Ahora sí lo sabía.
Con los disparos a estribor pretendían mantener agachadas las cabezas mientras un fanático se acercaba. El tercer fanático sería el que le daría fuego de cobertura al que atacase por babor y cuando parasen, ambos fanáticos estarían en el lugar adecuado. Borgdanov sonrió. Luego la sorpresa.
Cuando los disparos a estribor pararon, Borgdanov miró al sargento, el cual asintió pensando lo mismo. Bogdanov silbó muy suavemente a los otros y se apoyó contra el guardacalor. La granada lista.
Banda de estribor de la popa del puente de la cubierta M/T Contessa di Mare A 650 metros nordeste de Sultanahmet Hora local: 0915 horas 7 de julio GMT: 0615 horas 7 de julio
—Doku —dijo Basaev— Shamil ya está en posición. Voy para cubrirte.
—Sí, Khasan —afirmó Doku mientras se preparaba para correr hacia la popa.
En la popa de la cubierta principal M/T Contessa di Mare A 560 metros nordeste de Sultanahmet Hora local: 0916 horas 7 de julio GMT: 0616 horas 7 de julio
—¡YA! —gritó Borgdanov cuando cesaron los disparos a babor. El ruso lanzó al aire las granadas con las anillas puestas y cayeron cerca del escondite de los terroristas. Con la muerte a sus pies e incapaces de replegarse, los chechenos salieron de su escondite justo cuando Dugan y la tripulación saltaron adelante, cada hombre gritando mientras salían al descubierto para intercambiar sus escondites con sus parejas y tirando sus misiles justo cuando salieron.
Los asaltantes se quedaron paralizados ante los múltiples blancos y el sonido metálico de lo que ellos tomaron por granadas que se caían en la cubierta a su alrededor. Medio encubiertos, los rusos despacharon a los confundidos chechenos con una sola ráfaga de tres disparos. Cuando Basaev apareció en el alerón del puente de estribor un momento después, un disparo de Borgdanov le dejó estupefacto tirándole hacia atrás.
Los italianos reaparecieron con cautela y luego se alegraron antes de ser silenciados por el capitán, el cual estaba de pie sonriendo al ver una apertura hacia el mar a estribor.
—Paulo —gritó al segundo oficial— La zattera! Subito! Al bote salvavidas. Deprisa.
Según el hombre se movió para obedecer, el capitán le dio órdenes al primer oficial y se puso al lado de Dugan.
—Creo que nos pasaremos el punta —dijo— Pero la corriente es un poco peliagudo y no podemos hacer nada más. Ordené asegurar la caña a la vía y...
—Commandante —dijo el primer oficial— il Capo Macchinista viene.
El jefe de máquinas torció la esquina con las esposas colgando de sus muñecas.
—Bravo, Directore —dijo el capitán y abrazó al maquinista antes de señalarle hacia la popa en donde el primer oficial contaba a los hombres mientras saltaba por la borda nadando hacia la balsa bamboleante.
El capitán se volvió para hablar con Dugan.
—Si el beduino vive, hará explotar el barco. Tenemos que irnos, signori —asintió Dugan y miró con cierta envidia al capitán que se dirigía hacia la regala para seguir a sus hombres por la borda.
Dugan se volvió a Borgdanov.
—¿Crees que está vivo?
—Sé que le di —respondió encogiéndose de hombros— ¿de lleno?, eso ya si que no se.
Dugan salió a toda prisa de su escondite detrás del guardacalor y se agachó junto a la improvisada posición de control que montaron los italianos. Miró hacia abajo por el lado de estribor hacia Sultanahmet e intentó calcular la velocidad del barco antes de volver con los rusos.
—No te sabría decir como de cerca pasaremos de la punta —explicó Dugan— Pero yo creo en 5 minutos es cuando estaremos más cerca. Si el hijo de puta sobrevive y activa la detonación, es entonces cuando lo hará —Dugan añadió— Yo creo que se quedará en el alerón de estribor desde donde podrá calcular mejor la distancia.
—Muy bien, dyed —afirmó Borgdanov y se dirigió hacia el costado de estribor— Nos vamos.
—Espera —le dijo Dugan— Estaremos expuestos si subes por la escala de estribor. Es mejor ir hacia la escalera de babor y de ahí subir al puente de la cubierta. Podrás atacar cruzando o rodeando el puente.
Borgdanov asintió y habló con el sargento en ruso. Entonces, el sargento empezó a correr agachado por el lado de babor, seguido muy de cerca por Dugan.
Banda de estribor del Puente de cubierta de popa M/T Contessa di Mare A 320 metros nordeste de Sultanahmet Hora local: 0919 horas 7 de julio GMT: 0619 horas 7 de julio
A Basaev le dolía la cabeza donde la bala de los rusos le había arrancado su cabellera. Se limpió la sangre de sus ojos y se arrastró por el piso del alerón de puente para mirar abajo por el borde. En la cubierta no se encontraba el cuerpo de Shamil. Vetas de espuma marcaban la estela y de repente apareció una lancha por la popa a la cual se subieron los italianos. ¿Dónde estaban los rusos?
Él sabía. Estaban viniendo. Siempre venían.
Basaev estudió la línea recta de espuma de la estela, luego se alzó con mucha cautela y volvió hacia Sultanahmet y mentalmente extendió la estela. La proa señalaba al mar pero la corriente hizo que el barco bornease hacia estribor y con algo de suerte alcanzaría la costa. Si Dios quiere, tendría éxito. Pero solo si pudiese retener a los rusos.
Puso su rifle de asalto en el modo de disparo único y corrió hacia la pasarela a popa de la caseta del puente. Se apresuró hacia babor por la pasarela y rápidamente dio media vuelta, apuntando su rifle hacia abajo y voló las pinzas metálicas que aseguraban las rejillas de aluminio. Volvió sobre sus pasos arrancando las secciones de las rejillas mientras caminaba hacia atrás tirándolas por encima del candelero cayendo a la cubierta con un ruido metálico. En menos de un minuto tenía un hueco enorme detrás de la caseta del puente, bloqueando así el acceso tanto al alerón de estribor del puente a la única escala que llegaba hasta la caseta del puente.
Después cruzó el puente el costado de babor y dio un portazo a la pesada puerta corredera y la cerró. No podrían cruzar, pasar por encima o rodear el puente para llegar hasta él que estaba en el alerón de estribor del puente. Las puertas exteriores de la caseta de cubierta y las puertas de la escalera central tenían aun bombas trampa en los niveles superiores y si intentaban subir por la escalera exterior de estribor, serían presa fácil mientras disparaba hacia abajo a ellos a través de los escalones abiertos de la escalera. Les podía retener aquí por una hora. Solo necesitaba unos minutos.
Basaev se colocó en lo alto de la escalera, de cara a la costa y de espalda a al puente. Según se iban acercando a Sultanahmet, sus ojos se alternaban entre la escalera y la costa atestada.
Cubierta principal en la banda de babor de la caseta de cubierta M/T Contessa di Mare A 160 metros nordeste de Sultanahmet Hora local: 0920 horas 7 de julio GMT: 0620 horas 7 de julio
Dugan saltó al escuchar ruidos de disparos seguidos de sonidos metálicos que provenían de detrás de la caseta de cubierta.
—OK, creo que no está muerto —afirmó Dugan.
—¿Qué hace fanático? —preguntó Borgdanov cuando la puerta corredera cerró dos cubiertas por encima de ellos.
—Supongo que se está preparando para recibirnos —dijo Dugan— Quizás ya es hora del Plan B. Probemos las escaleras interiores.
Borgdanov asintió y se puso a hablar en ruso. El sargento se fue hacia la puerta de la caseta de cubierta y empezó a intentar a abrirla.
Se quedó quieto y señaló a un alambre fino que se veía a través del agujero estrecho de la puerta abierta. Borgdanov se puso a insultar.
—Bomba trampa.
—¿No puedes cortar el alambre? ¿Y desactivarla? —preguntó Dugan.
—Da —confirmó Borgdanov— Pero se tiene que hacer con mucho cuidado y si hay una, supongo yo que habrá más y no tenemos tiempo. Tenemos que ir arriba. Ahora —dijo y subió por las escaleras exteriores.
Alerón de estribor del puente M/T Contessa di Mare Sultanahmet, a 30 metros de la costa Hora local: 0921 horas 7 de julio GMT: 0621 horas 7 de julio
La multitud se arremolinó y señaló al ver el barco que se acercaba, los vecinos estaban ya acostumbrados a tener muy cerca los barcos y los turistas les siguieron. Las esperanzas de Basaev de hacer encallar se esfumaron, ya inexistentes, al ver que el agua atrapada entre la orilla y el casco plano frenaba el barco y empezó a desviarse. Levantó el detonador y algunos de la multitud lo confundieron con una saludo, pero aquellos que estaban mas cerca vieron la cara sangrienta y el rifle y se dio la vuelta para abrirse camino por la multitud a la vez que su grito perforaba el aire.
—Aallaaahuuu Aak...
La muñeca de Basaev golpeó la regala y el detonador voló por la borda. El práctico bajó su brazo y se hundió en la cubierta, de espaldas contra la borda y sonriendo cuando terminó el grito.
—Akbar.
—¡Qué has hecho, excremento de Satán!
—Como tú... aconsejado... supliqué a Alá. Para... para... tener fuerzas para parar de asesinar... en Su Nombre.
Enfurecido, Basaev disparó a la cara del turco hasta que no hubo más cara. Miró hacia atrás en dirección a tierra y vio el espacio ensancharse mientras que en la orilla los que huían chocaron contra los ignorantes que presionaban más adelante para ver mejor. Se acercó para coger una granada y luego se acordó de que Shamil las había cogido todas. Corrió hacia delante y se inclinó sobre el quitavientos para rociar con balas la cubierta principal y sonrió al ver como las ráfagas hacían que saltasen chispas a través del sistema de tuberías, hasta que su rifle se quedó sin balas porque el cargador lo había vaciado en el turco.
Alerón de babor del Puente M/T Contessa di Mare Sultanahmet a 30 metros de la costa Hora local: 0921 horas 7 de julio GMT: 0621 horas 7 de julio
Dugan llegó al alerón del Puente de babor detrás de los rusos justo cuando se disparaba con fuego automático desde el alerón de estribor. Vieron brevemente al terrorista por las ventanas laterales del puente disparando como un loco a sus pies. Se agacharon antes de que les viese y el sargento corrió hacia delante y se ocultó. Intentó entrar por la puerta corredera del puente, miró a Borgdanov y agitó su cabeza.
Borgdanov asintió y corrió hacia la popa, seguido de los demás. Torcieron la esquina del puente, limitados por el enorme hueco en donde estuvo la pasarela. Volvieron al punto de inicio al ver que comenzaron otra vez los disparos y vieron al terrorista inclinarse sobre el quitavientos y rociar la cubierta principal con balas.
—Por Dios. Hará que exploten los gases. ¡Dispara al bastardo por las ventanas! —gritó Dugan.
Dugan dio marcha atrás desde la ventana con los rusos mientras la pareja abrió fuego continuo al terrorista. Las ventanas del puente estaban laminadas con doble grosor de cristal reforzado y templado, diseñado para resistir a las fuerzas del viento de los huracanes. La ventana del lado de babor astilló como una tela de araña mientras las balas penetraban y llegaban hasta la otra banda de la caseta y traspasaron el cristal del lado de estribor, provocando el mismo resultado. Desviado por el doble impacto, el fuego ruso fue demasiado impreciso y el cristal acribillado a balazos se agarró con tenacidad a su lugar, ocultando su objetivo.
Alerón de estribor del puente M/T Contessa di Mare Mar de Mármara, a 300 metros de la costa del sur de Sultanahmet Hora local: 0923 horas 7 de julio GMT: 0623 horas 7 de julio
Basaev buscó en su bolsillo un cargador nuevo de municiones pero no encontró ninguno, entonces sacó su Beretta y se puso a insultar al jefe infiel por haber parado los ventiladores. El viento disipó los gases y el prenderle fuego a los restos invisibles de bolsas de gases era un simple tanteo. Disparó ahora de forma metódica y cerca del tanque de carga más cercano esperando que los gases prendiesen fuego.
Basaev se movió mientras las balas cruzaban la ventana del puente y trozos de cristales salpicaban su cuello y su cara. Pero no le dio ninguna bala y continuó con sus disparos de precisión, ignorante de la amenaza rusa.
Alerón de babor del puente M/T Contessa di Mare Mar de Mármara, a 300 metros de la costa sur de Sultanahmet Hora local: 0923 horas 7 de julio GMT: 0623 horas 7 de julio
—Necesito un blanco claro —dijo Borgdanov. Mientras él y el sargento sacaban cargadores nuevos de municiones, el fuego que provenía del ala de estribor seguía sin cesar.
Borgdanov le gritó unas instrucciones al sargento y éste empezó a agujerear el marco de la ventana con su mientras Borgdanov dejaba de disparar. En unos segundos, el cristal de la ventana de babor se cayó y el sargento empezó con la de estribor. El cristal de la ventana de estribor se rompió y Borgdanov disparó tres veces. El terrorista se sacudió y cayó fuera de la vista debajo del hueco de la ventana.
Dugan se mostró aliviado pero pronto desapareció al mirar hacia delante. Estaban fuera del estrecho, habían librado el canal de acceso pero aún seguían navegando a tres nudos directos a un fondeadero lleno de barcos que esperaban a un práctico. Entonces miró a popa y vio que estaban ya lejos de Sultanahmet y su multitud de turistas. Se giró al escuchar murmullos en ruso y vio al sargento que cruzó la ventana que estaba destrozada.
—Espera —le dijo— ¿A dónde coño va?
—Ilya va a comprobar fanático —informó Borgdanov.
—No hay tiempo —dijo Dugan y señaló— En dos minutos nos chocaremos con uno de esos barcos y habrá muchas chispas. En esta condición, seguro que salta por los aires Tenemos que alejarnos todo lo que podamos.
—Pero fanático...
—Déjale. Nos hemos alejado de Sultanahmet y hemos frenado la muerte de muchos. Incluso si llegase a explotar ahora, no bloquearía el canal. No tenemos máquina, ni gobierno y tampoco tiempo. Si nos quedamos aquí, moriremos —le explicó Dugan— Así de simple.
El ruso estaba dudando. Dugan calculó por encima de la regala la larga caída hasta el agua y se lo pensó mejor. Al final se fue hacia las escaleras.
—Pero tenemos que hacer algo —advirtió Borgdanov.
—Sí, correr como un loco —afirmó Dugan mientras bajaba las escaleras. Se había olvidado de la herida en su pierna ya que la adrenalina había calmado su dolor.
Corrió hacia abajo tan rápido como sus piernas le permitían. Detrás de él escuchó como los rusos empezaban a discutir. Estaba a mitad de camino de la cubierta principal cuando escuchó como sonaban las botas rusas contra los escalones de acero que había sobre él y que bajaban rápido.
Alerón de estribor del puente M/T Contessa di Mare Mar de Mármara a 500 metros de la costa del sur de Sultanahmet Hora local: 0925 horas 7 de julio GMT: 0625 horas 7 de julio
Basaev estaba tumbado sobre un charco de sangre con sus pies hacia el puente y la Beretta agarrada por sus manos y apuntando hacia la ventana destruida. La escoria rusa llegaría pronto y agradeció a Alá el Misericordioso la oportunidad que le dio de mandar a otro de ellos al infierno antes de morir.
Pero no aparecieron, solo escuchaba los gritos a través de la ventana destrozada y luego el sonido de unas botas pesadas que pisaban las escaleras de acero, primero era un sonido muy alto que luego fue disipándose. Sonrió. La escoria estaba huyendo. Colocó la pistola en su cinturilla y levantó el brazo para agarrarse al pasamanos del quitavientos. Se contuvo el dolor mientras se arrastraba para ponerse de pie.
Costado de babor de la cubierta principal M/T Contessa di Mar Mar de Mármara, a 580 metros de la costa del sur de Sultanahmet Hora local: 0926 horas 7 de julio GMT: 0626 horas 7 de julio
Dugan ya se estaba trepando sobre la regala cuando los rusos llegaron a la cubierta principal. Se detuvo y gritó para alentar.
—¡Espera, dyed! —gritó Borgdanov cuando corrió hacia la regala.
Y un huevo, Ivan, mi reclutamiento ha terminado, pensó Dugan tirándose por la borda.
Cayó al agua de pie y se hundió profundo. Extendió sus brazos para descender más despacio y luego impulsarse hacia arriba. Nadó hacia arriba despacio y se hundía si flojeaba. El chaleco antibalas. Pateó fuerte, se arrancó el casco y arañó el chaleco para buscar las correas. Encontró una y arrancó el velcro para liberar su cintura mientras se caía a pesar de no para de patalear. No había tiempo, pensó y buceó hacia abajo para quitarse el chaleco como si fuese una camisera, con ayuda de la gravedad. Aumentó su esperanza cuando se le deslizaba y se asustó cuando sus brazos se quedaron atrapados.
Sus pulmones estaban a punto de reventar y unas punzadas heladas herían sus oídos cuando finalmente se liberó y se impulsó con fuerza para llegar a la superficie. Pero estaba muy en lo hondo, demasiado cansado y demasiado mayor. Incapaz de reprimir el reflejo respiratorio, tragó agua como si de vida se tratase y sus laringes se contrajeron y se cerraron. Disminuyó su miedo, casi como se lo viese desde un lugar seguro, desinteresado. No vio su vida pasar delante de sus ojos o una luz blanca, solo vio como crecía la oscuridad rota por su último pensamiento consciente.
Por Dios, Dugan. Qué manera más tonta de morir.
Alerón de estribor del puente M/T Contessa di Mare Mar de Mármara, a 580 metros de la costa del sur de Sultanahmet Hora local: 0926 horas 7 de julio GMT: 0626 horas 7 de julio
Basaev se apoyó en el quitavientos y se quedó mirando hacia Sultanahmet por la popa, una alfombra multicolor con detalles mal definidos. Ahora estaba tranquilo al aceptar la Voluntad de Alá. ¿Tenía el turco razón? Le dio vueltas. ¿El odio era ahora su fe? Se sentía cansado, con la pesada Beretta en su mano cuando se giró y apuntó hacia abajo por encima del quitavientos hacia la escotilla del tanque de cargamento más cercano.
—Allahu Akbar —dijo en voz baja y disparó. La pistola se agitó en su mando y la tiró y vio como se caía hacia la cubierta casi a cámara lenta. Nunca vio como caía al suelo porque su intento no fracasó y una enorme explosión sacudió el barco. Lanzó su cuerpo destrozado hacia arriba liberándole del dolor de su corazón. ¿Eso no era el Paraíso?