Capítulo veintinueve
M/T Contessa di Mare Mar Negro a 35 millas náuticas al norte del faro de Turkeli Hora local: 0455 horas 7 de julio GMT: 0155 horas 7 de julio
Salió el sol y Basaev vio como unos puntitos en el radar se convertían en barcos que convergían en el Bósforo. Se dirigió al alerón del puente y su estómago se retorció aún más por los nervios al ver como un petrolero le intentaba adelantar, un competidor para el primer turno para ir al sur. Un turno al que tenía que llegar cuando su objetivo avanzase muy lentamente con turistas infieles y turcos aduladores.
La travesía por el Bósforo “sin dilación o regulación alguna” estaba garantizada por un tratado desde hacía décadas cuando los turcos se propusieron unilateralmente en 1994 regular el floreciente tráfico de petroleros. Sus vecinos del norte aún seguían protestando, a la vez que muchos turcos presionaban por que se prohibiese por completo. La Europa Occidental, hambrienta del crudo ruso, estuvo neutral hasta que se llegó a un compromiso. Los estados ribereños del Mar Negro siguen rechazando las acciones de Turquía, incluso cuando obedecían y los turcos dejaban pasar a los petroleros cumplidores. Un Basaev comprometido terminaría con todo, según la voluntad de Dios. Se dirigió hacia la radio.
—Control Turkeli, aquí el petrolero Contessa di Mare. Cambio.
—Proceda, Contessa di Mare.
—Nuestro tiempo estimado de llegada son las cero setecientos. Solicitamos autorización.
—Llegan pronto, Contessa, —respondió,— de su informe de veinticuatro horas...
—Control, aquí el petrolero Svirstroy —anunció una voz rusa— Contessa no está en la posición de notificación. Llegaré yo primero y solicito el primer turno. Cambio.
—Contessa aquí control. Tiene autorización de paso. Llame a los prácticos de Kavak por el canal setenta y uno. Use el doce en el estrecho pero informe por el trece al faro Anadolu. Cambio.
—Control, aquí Contessa di Mare. Le escucho y así lo aré...
—Svirstroy a Control. Protesto. Dije clara...
—Control, a Svirstroy. Proceda a fondear. Usted va después. Suponiendo que cumpla los requisitos.
Basaev sonrió para sus adentros.
—Gracias, Control. Contessa di Mare, cambio y corto.
—Que tenga un tránsito seguro, capitán. Control Turkeli, cambio y corto.
Basaev vio desde el alerón del puente como subía el práctico abordo y luego entró en el puente para esperar a Shamil, que vestido como oficial de tercera, escoltó al práctico arriba. Se quedó mirando al timonel. El joven italiano se estaba comportando como el jefe de máquinas en la sala de control de máquinas, consciente de que la mínima infracción significaría la muerte de sus compañeros de tripulación.
El práctico llegó y se presentó a sí mismo, pasando su tarjeta de visita a Basaev y Shamil. Shamil se fue a la sala de derrota, aparentemente para anotar el nombre del tipo en el diario de navegación. Basaev se quedó con el práctico para revisar la lista de comprobación de tránsito.
En la sala de derrota, Shamil introdujo el nombre del práctico en un portátil suministrado por los iraníes y sonrió. Imprimió la información, sacó una pistola de un cajón mientras la impresora zumbaba. Cogió el papel impreso. Entró en el puente, se puso detrás del práctico y le apuntó a la cabeza con su pistola.
—Es un arma, capitán —dijo Shamil— Levante las manos muy lentamente.
El práctico obedeció y Basaev le quitó su radio y su móvil. Shamil le entregó la información a Basaev.
—Muy bien, capitán... Akkaya —dijo Basaev después de echar un vistazo a las páginas, de donde sacó unas fotos y se las mostró— Tu mujer y tu hija son muy guapas. Aquí Shamil hizo una llamada —mintió Basaev— Y nuestros colegas en tierra les van a hacer una visita. Su seguridad está en tus manos. ¿Cooperarás?
El práctico asintió, con un rostro ceniciento. Basaev gesticuló para que bajase las manos.
—De acuerdo —siguió hablando Basaev en turco— Procede e informa como siempe. Sin trucos. Hablo tu idioma —el hombre asintió.
—Muy bien, capitán Akkaya. Está al mando.
El práctico asumió el control y Basaev levantó el teléfono de la consola.
—Sala de máquinas —dijo Aslan
—Aslan, arranca la ventilación.
Sobrevolando el Mar Negro Acercándose a la entrada por el norte de los estrechos del Bósforo Hora local: 0825 horas 7 de julio GMT: 0525 horas 7 de julio
Dugan miró hacia la costa turca al escuchar por sus auriculares gritar a los rusos, lo que precipitó una conversación a tres bandas entre Borgdanov y los pilotos de ambos helicópteros. Finalmente, Borgdanov lanzó una mirada de preocupación hacia el otro helicóptero y solo dijo un resignado “da” para que el otro helicóptero se alejase de la costa en dirección al mar.
—¿Qué pasa? —preguntó Dugan después de asegurarse de que los rusos habían terminado de hablar.
—La alarma de reserve en el otro helicóptero —explicó Borgdanov— Solo le quedan 20 minutos en el aire, no más. No hay forma que llegue al Bósforo con nosotros.
Dugan miró confundido a la costa que estaba cerca.
—¿Y por qué se adentra en el mar?
—No tiene a un americano a bordo —dijo el ruso— Y sería un problema grande si aterriza en Turquía. Le dije que se adentrase bien en mar para estar seguro de que está en aguas internacionales. Tiene tiempo suficiente para llegar ahí y sobrevolar mientras la tripulación se despliega la balsa. Entonces amarrará de emergencia. Uno de nuestros barcos de guerra ya está de camino para recoger hombres.
Dugan seguía confundido.
—¿Pero por qué tiene menos combustible que nosotros?
—Porque estuve volando unos minutos sobre el punto de encuentros mientras nosotros le recogíamos —aclaró Borgdanov— Y como iba a ser primero en atacar, llevaba más carga: cinco hombres más y sus armas. Bajo otras circunstancias, no marcaría mucha diferencia, pero con este tiempo... —el ruso se encogió y se calló sin terminar la frase.
Borgdanov empezó a hablar en ruso por su micrófono y Dugan vio que el piloto del helicóptero asintió pero sin decir nada. El helicóptero descendió hasta rozar la superficie del agua y se acercó a la costa turca.
—Creo que apareceremos pronto en radar turco —afirmó el ruso— Pero estaremos tan bajo como sea posible para retrasar lo. Te tenemos abordo y podemos aterrizar cuando sea necesario —sonrió— Siempre y cuando turcos no nos derriben primero y luego hagan preguntas.
Diez minutos más tarde, mientras Dugan veía por la ventanilla de la izquierda del helicóptero como dejaban atrás la costa turca, los rusos se pusieron a gritar otra vez después de que sonase una alarma de forma escandalosa.
—Alarma de combustible —advirtió Borgdanov— Piloto dice no más de veinte minutos.
—¿Entonces aterrizamos? —preguntó Dugan.
—Nyet —dijo el ruso— Estamos cerca. Completamos misión.
Sonrió a un Dugan preocupado.
—No se preocupe, dyed —le pidió— Estos pilotos siempre exageran peligro.
Dugan estaba a punto de discutir eso cuando su teléfono empezó a vibrar.
—Jesse. Gracias a Dios. Cuéntame.
—He llamado directamente a los turcos. El práctico del Bósforo se ha subido a bordo hace una hora. Se está acercando un bote de la Guardia Costera turca, pero el helicóptero tardará. He informado a los turcos que los rusos están de camino. Quieren vuestra ayuda.
—¿Hace una hora? Estarán entonces por la mitad del estrecho. ¿Cuál es el objetivo?
—Braun lo acaba de soltar. Sultanahmet, entre la plaza Attaturk y la terminal del ferry Emin�nü.
Sultanahmet, una plaza llena de atracciones-el palacio Topkapi, la estatua de Attaturk, el gran bazar y la mezquita de Sultanahmet —, todas agrupadas alrededor de la bulliciosa terminal del ferry que seguramente estará rebosando de gente en una soleada mañana de verano.
—¿Los rusos tienen un plan? —preguntó Ward.
—Sí. Interceptarlos en alta mar. Pero ahora, quién coño sabe —dijo Dugan al escuchar otra vez pitar la alarma.
Sobrevolando los estrechos superiores del Bósforo Hora local: 0845 horas 7 de julio GMT: 0545 horas 7 de julio Dugan se quedó mirando hacia delante después de pasar el puente de Fatih Mehmet.
—¡Ahí! —señaló Dugan— Sube y quédate suspendido.
Hacia el sur, casi en el primer puente del Bósforo, había un petrolero con un casco verde que se veía desde lejos y llevaba escrito en letras blancas BARBIERO en su costado. Un bote navegaba a toda velocidad hacia la escala de práctico en el costado estribor del barco. Según se iba acercando el bote, apareció una figura en el alerón del puente de estribor con algo encima.
—Un lanzador de granadas autopropulsadas —informó Borgdanov al ver desaparecer el bote en una bola de fuego. Dugan vio la escena aturdido. El ruso le agitó.
—Dugan, le he preguntado cuánto queda para objetivo.
Dugan vio más allá del primer puente del Bósforo hacia el palacio Topkapi e hizo un cálculo mental rápido.
—Suponiendo que naveguen la máxima velocidad permitida en puerto de ocho nudos, cruzarán el puente en diez minutos. Y unos veinticinco para alcanzar el objetivo. ¿Tiene un plan?
Borgdanov negó con la cabeza tener uno.
—Solo abordar por rappel e intentar matar fanáticos. Si no podemos matar a ellos, colocamos cargas explosivas y saltamos al agua. Morirán personas, pero a lo mejor no tantas.
—¿Y qué hay de los lanzadores de granadas autopropulsadas?
—No creo que sean problema. ¿Qué distancia del puente a proa?
—450, quizás 460 pies, dependiendo de...
—Nyet. En metros, Dugan. En metros.
—Disculpa —dijo Dugan— Unos 140 metros. ¿Por qué?
—Porque los lanzadores solo son precisos a 80 metros. Esto aprendimos en Afganistán donde nuestros helicópteros no tenían problemas hasta que América dio a salvajes misiles Stringer.
Le miró fijamente y siguió hablando.
—Conozco a estos salvajes. No se arriesgarán en volar el barco lanzando granadas autopropulsadas a lo loco por toda la cubierta estando tan cerca de tener éxito. Les rodeamos, escondidos detrás del puente y nos lanzamos por sorpresa cerca de proa. Y después de eso..., —se encogió de hombros.
Vaya mierda de plan, pensó Dugan después de escuchar otra vez el pitido del combustible.
En vuelo sobre el Bósforo Sobrevolando al sur del primer puente del Bósforo Hora local: 0847 horas 7 de julio GMT: 0547 horas 7 de julio
La alarma no paraba de pitar mientras se quedaban suspendidos en el aire detrás del arco del puente.
—¿Atacarán cuando suban a bordo? —preguntó Dugan.
Borgdanov retiró la mirada de lo que estaba haciendo y respondió.
—Nyet. Saben que tenemos que llegar a ellos. Dos defenderán seguramente sala de máquinas con dos en el puente. Quizás bombas trampas —levantó la ceja— ¿Tiene alguna idea, dyed?
—Sultanhamet por la entrada sur del estrecho. Podría anular el gobierno del puente en el local del servo y cambiar el rumbo hacia el Mar de Mármara.
Borgdanov parecía dudar.
—Fanáticos parar motor —dijo.
—Pero estarán en un nuevo rumbo. Un petrolero totalmente lleno no se para en seco.
Borgdanov dudó.
—No sabemos nada de estos controles, dyed. Por ello tiene que venir. ¿Hará esto?
Dugan se imaginó los cuerpos carbonizados en las ruinas de Sultanahmet a la vez que la alarma del combustible definió los límites de sus opciones. Podría bajar balanceándose. Tragó y confirmó que estaba de acuerdo. Borgdanov sonrió abiertamente.
—Muy bien. Entonces Ilya no tendrá que disparate en un lugar doloroso pero poco importante. Viene conmigo. Como ustedes dicen... saltamos juntos.
Qué bien, pensó Dugan.
M/T Contessa di Mare En dirección sur del primer Puente del Bósforo Hora local: 0847 horas 7 de julio GMT: 0547 horas 7 de julio
—¿Estás seguro, Shamil?
—Le vi después de haber lanzado la granada autopropulsada pero le perdí. ¿Crees que no puedo reconocer a un helicóptero ruso?
—Disculpa —dijo Basaev— Me sorprendí. Si los turcos se alían ahora con la escoria rusa, les daré con todas mis fuerzas.
Shamil asintió y Basaev cogió sus binoculares y echó un vistazo hacia delante. Le entregó a Shamil los binoculares.
—La superficie que está más allá del puente.
—Solo veo olas —declaró Shamil mirando por los binoculares.
—O una corriente descendente —dijo Basaev.
Shamil le siguió hasta el alerón del puente. Apenas se escuchaba entre el sonido de ambiente el ruido de las aspas.
—Se esconde detrás del arco —explicó Shamil.
Basaev asintió.
—Una emboscada.
—¿Y qué ahora?
Basaev sonrió.
—Alabado sea Alá por los objetivos rusos Súbete al techo del puente con el Stinger. Dispara a la cola como nos enseñaron los iraníes. Se pondrá a dar vueltas.
Shamil sonrió y corrió adentro mientras Basaev entró para llamar a la sala de máquinas.
—Doku, nos van a atacar —informó Basaev— Te transfiero el control de la máquina. Ya saben de nosotros, así que no tenemos que seguir reglas. Mete a toda máquina, manda a Aslan a la sala de control de carga para prepararse a descargar y coloca bombas trampas en todas las puertas de la sala de máquinas.
—Inmediatamente —obedeció Doku y colgó.
Basaev llamó a Shamil mientras pasaba corriendo a su lado.
—Apunta bien con tranquilidad. Unos pocos en cubierta es una amenaza menor que un helicóptero en llamas.
Shamil asintió enfadado. Basaev sonrió.
—Además, ¿por qué te tienes que divertir tu solo?
Shamil le sonrió y salió corriendo.
Sobrevolando el Bósforo Suspendido justo al sur del primer puente del Bósforo Hora local: 0850 horas 7 de julio GMT: 0550 horas 7 de julio
Dugan se quedó aterrorizado cuando el viento y el ruido arremetieron contra él. El comandante gritó en su oído.
—Cuando diga “listos”, pon brazos alrededor de mi cuello y piernas alrededor de mi cuerpo, como amante. Cuando diga “ya”, yo salto. No se preocupe, tengo todo bajo control —asintió Dugan en silencio y siguió hablando el ruso— Ilya salta primero y sujetará cuerda. Cuando estemos en suelo, desengancho aquí —colocó las manos de Dugan en el gancho del mosquetón— y nos separamos. Rápido. ¿Entendido?
Dugan asintió otra vez y aún estaba reflexionando sobre su locura cuando el sargento desapareció. Segundos después, bajó a toda prisa, una aferrado a Borgdanov muerto de miedo.
—¡Suéltame el brazo, idiota! No puedo controlar la velocidad —gritó el ruso.
Dejó muy clara su postura al estrellar su casco contra la magullada cara de Dugan. Las manos de Dugan volaron hacia su nariz y Brogdanov paró bruscamente su caída, justo encima de la cubierta. Las piernas de Dugan se soltaron y se quedaron suspendidos por el arnés dando vueltas. Cayeron de golpe en la cubierta, Borgdanov encima de él. Dugan se quedó jadeando mientras los rusos se enganchaban a la cuerda repleta de hombres
Cubierta de la magistral M/T Contessa di Mare Cruzando por debajo del primer puente del Bósforo Hora local: 0851 horas 7 de julio GMT: 0551 horas 7 de julio
Shamil estaba sentado, con los codos sobre las rodillas y el Stinger sobre su hombro mientras se acercaban al puente. De repente se vio un hombre en la proa detrás del arco y el helicóptero protegido. El hombre aterrizó de forma limpia en un área despejada de la cubierta principal, justo detrás del castillo de proa y tensó la cuerda para los hombres que le seguían, caían más rápido y sin garbo. Aterrizaron en un montón de extremidades enmarañadas.
Shamil podía ver ahora los patines del helicóptero y esperó impaciente. Entonces estaba allí, apuntó al rotor de cola y disparó. Brotó una bola de fuego y se asustó momentáneamente al ver una llamarada cayendo. Pasó rozando la proa hasta llegar al mar. El helicóptero se movió sin control, lanzando a los rusos de negro agarrados a la cuerda hacia la muerte.
—¡Allah Akbar! —gritó Shamil.
Cerca de la proa M/T Contessa di Mare Justo al sur del primer puente del Bósforo Hora local: 0851 horas 7 de julio GMT: 0551 horas 7 de julio
El sargento soltó la cuerda de rappel y pegó un brinco hacia atrás cuando los dos hombres se golpearon contra la cubierta. Vio como se tensaba la cuerda justo cuando una explosión zarandeó el helicóptero y lo retorció lejos, arrastrando la masa de extremidades entrelazadas y cuerdas enrolladas hacia la regala del barco. Agarró la cuerda con una mano dejándose arrastrar mientras con la otra mano alcanzó el cuchillo de su bota con la que cortó cuerda. A 3 metros de la regala, la cuerda se partió y los hombres se desplomaron.
Se repuso rápidamente, separó a los dos hombres, con una mano arrastró a Borgdanov del chaleco antibalas poniéndolo a cubierto bajo el tecle de tuberías de crujía. Se dio la vuelta y vio como el americano venía cojeando a unirse a ellos.
Cubierta principal M/T Contessa di Mare Al sur del primer puente del Bósforo Hora local: 0853 horas 7 de julio GMT: 0553 horas 7 de julio
Dugan no estaba seguro qué le dolía más: su nariz o la quemadura en su pierna por la cuerda. Los rusos parecían indestructibles. Estaban deliberando juntos mirando hacia popa con un indisimulado odio.
—Muy bien —dijo Borgdanov— Vamos atrás. Ilya primero, luego tú Dugan, yo os cubro disparando. Luego me cubrirá Ilya. Luego repetimos.
—¿Disparos de cobertura? ¡Huele esa gasolina! Un disparo hará que volemos en pedacitos.
—Pero fanáticos lanzaron granadas autopropulsadas y dispararon Stinger.
—Sí —afirmó Dugan— Hacia arriba. Los gases están pegados a la cubierta. Un fogonazo en el puente no les prenderá fuego. El bote no explotó lejos del barco y el helicóptero estaba en el aire, además, la caída disipó los gases.
—¿Me dice esto ahora? ¿Cómo matamos fanáticos?
—No puedes disparar aquí pero sí dentro. Las tomas de ventilación están altas y los ventiladores mantienen una presión positiva dentro para que no se cuelen los gases —Dugan miró a los rizos en el agua— Y hay brisa, así que la cubierta de intemperie de popa estará bien mientras no dispares hacia adelante. Si rebota una chispa aquí en el área de carga podría ser mortal.
—Entonces, avanzamos rápido y esperamos que fanáticos tampoco quieran chispas.
Borgdanov habló en ruso y el sargento corrió hacia la popa.
—Espera —gritó Dugan. Demasiado tarde.
Puente de navegación M/T Contessa di Mare Sur del primer puente del Bósforo Hora local: 0852 horas 7 de julio GMT: 0552 horas 7 de julio
Basaev levantó sus binoculares y vio a un helicóptero volar a toda velocidad a través del cielo de verano hacia Sultanahmet arrojando rusos. Se rió al ver como se caía en plena mar, unas figuras pequeñas en la costa que corrían hacia la orilla para señalar y mirar boquiabiertos, como polillas volando hacia un fuego. Mejor, más gente que moriría.
—Bien hecho —le dijo a Shamil cuando este volvía— Solo han bajado tres y uno está herido. Se arrastran por debajo de las tuberías.
—Ya lo vi. ¿Y ahora qué?
—Les damos algo en qué pensar —afirmó Basaev cuando llamó a la sala de control del cargamento.
—Aslan, ¿preparado? —preguntó Basaev.
—Solo tengo que arrancar las bombas —le confirmó Aslan.
—¿Defensas?
—Las puertas exteriores en esta cubierta están atrancadas. Solo pueden llegar a mí si entran por la caseta de cubierta en la cubierta principal y si suben por el tronco de escaleras central, además tengo la puerta de la escalera de esta cubierta con bombas trampa. Explotarán en su cara. Me cargaré a los que sobrevivan.
—Atráelos entonces hacia ti —le pidió Basaev— Prende la gasolina pronto. Intentarán detenerla.
—Pero dejará un rastro tras nosotros como una mecha.
—Deja que cubra el estrecho y así incremente la destrucción —dijo Basaev— No se encenderá nada hasta que no estemos encima del objetivo y para entonces la inercia hará que completemos nuestra tarea sobrevivamos o no.
—De acuerdo, Khassan —dijo Aslan con cierto tono de inseguridad.
—Mira desde la ventana, Aslan. Es el momento de pillarles cuando estén entre el colector y la regala. Intenta barrerlos por la borda.
—Así lo hare, mi hermano —le aseguró Aslan.
Shamil gritó una advertencia.
—Aslan —gritó Basaev— Prepárate. Ya llegan. Por la banda de babor.
Cubierta principal M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0854 horas 7 de julio GMT: 0554 horas 7 de julio
Dugan echo un vistazo alrededor del pañol de cubierta y vio al sargento agachado detrás de una escotilla de un tanque más a popa. Luego se giró para ver a Borgdanov protegiéndose detrás de un cabrestante. Para ir más rápido, los rusos escogieron la ruta con menos obstáculos cerca de la regala, saltando por encima de sistema de tuberías. Pero como supuso Dugan, el sargento tuvo que correr al descubierto, teniendo un largo sprint a lo largo de toda la regala pasando por el colector de carga.
El sargento se puso en movimiento cuando a Dugan se le erizó el pelo al escuchar r el chirrido hidráulico de las tuberías llenándose. Su advertencia se perdió en el creciente ruido de las bombas de la carga. Dugan corrió detrás del sargento cojeando y gritando. El ruso ya estaba incluso a la altura del colector cuando una casualidad de la acústica le permitió oír los gritos de Dugan. Paró y se giró cuando Dugan llegó, ajeno a la gasolina que ya goteaba de la bandeja de rebose que estaba a su lado, que anunciaba el torrente que se les venía encima. Dugan agarró al ruso y le empujó hacia atrás. Cayeron golpeándose en la cubierta, con el sargento encima, cuando un chorro de gasolina de 20 centímetros de grosor barrió como un cohete en el espacio que ocupaban.
—¡Quítate de encima, gilipollas —gritó Dugan agachado mientras intentaba salir de debajo del ruso. Luchaba por retroceder sus codos librando el chorro de gasolina que disparado por encima de ellos que se estrellaba en la regala y en la cubierta hasta que caía por la borda. Cuando estuvo despejado, se puso de pie y examinó la situación. Miró a estribor cuando llegó Borgdanov.
—Deberíamos haber ido por el interior desde el primer momento. Ahora hagámoslo a mi manera —reclamó Dugan y se fue cojeando al abrigo de las tuberías de crujía sin mirar atrás. Se zambulló hacia popa a través del laberinto, rodeando y estrujándose entre las tuberías, raspándose las espinillas y golpeando el casco mientras los enormes rusos luchaban por seguirle.
Puente de navegación M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0855 horas 7 de julio GMT: 0555 horas 7 de julio
—No puedo verles.
—No te preocupes, Shamil —dijo Basaev— Nuestras defensas son buenas. Son pocos con poco tiempo —hizo una pausa— Dependiendo de su objetivo, ayudas a Aslan o a Doku. Por ahora, vigila las escalas exteriores y mira si se acercan botes o aviones. Coge un walkie. Los turcos saben que estamos aquí y dudo mucho que hablen checheno.
Señaló hacia Sultanahmet.
—Nos veremos en el Paraíso.
Cubierta principal, banda babor de la caseta de cubierta M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0857 horas 7 de julio GMT: 0557 horas 7 de julio
Dugan se puso al lado de la caseta de cubierta y vio como la gasolina se extendía por la estela del barco.
—¡Dugan! Tenemos que llegar al servo. Ahora —gritó Borgdanov para que le escuchase por encima del ruido de las hidráulicas.
—Tenemos que detener esa estela de gasolina —gritó Dugan.
—Nyet. Es truco de fanáticos para retrasarlo.
—Mira, imbécil. Van a inundar el estrecho y una chispa prenderá fuego. Hay cientos de personas allá fuera en los ferris. Tenemos que ocuparnos de esto.
Sin esperar, Dugan entró en la caseta de cubierta, seguido por los rusos. Se detuvo delante de la escalera principal y le hizo señas al sargento para que vigilase la puerta del tronco de escaleras y luego siguió el ruido hasta un pasillo más abajo, seguido de Borgdanov. El barullo en la sala del generador era ensordecedor. Dugan le gritó al oído a Borgdanov.
—Pon bombas trampas en puerta. Yo pararé el generador. Luego nos vamos. ¿Ok?
Borgdanov asintió y colocó con cinta adhesiva una granada sobre la puerta. Terminó y asintió y todo se quedó en silencio cuando Dugan presionó los botones y salió corriendo. Borgdanov le siguió y enganchó un cable de la granada al pomo de la puerta cuando la cerró.
Volvieron sobre sus pasos. El sargento se quedó detrás según pasaron, caminando de espaldas con el arma hacia el tronco de la escalera. Fuera, la gasolina apenas e salía del colector.
—Eso les distraerá —dijo Dugan— o que nos ayudará ya que tenemos que correr hacia popa por la cubierta exterior. No tardarán en dispararnos de nuevo aquí —corrió hacia atrás cojeando antes de que los rusos se lo llevasen, cogiéndole por loas axilas y llevándoselo hacia la popa.
Puente de navegación M/T Contessa di Mare Al suroeste del primer puente del Bósforo Hora local: 0858 horas 7 de julio GMT: 0558 horas 7 de julio
Basaev empezó a darle vueltas a matar sus dos prisioneros. Al menos el práctico turco entendió sus intenciones y podría llevar a cabo alguna acción desesperada. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el gemido de lamento de la hidráulica a punto de apagarse. Corrió hacia la ventana a la vez que el chorreo de gasolina se convirtió en un goteo.
—Aslan, ¿por qué has parado? —le exigió saber.
—No he hecho nada. Han debido de parar los generadores.
—Arráncalos de nuevo entonces. Tenemos que maximizar el incendio.
—Lo intenté, pero ahora los generadores se controlan localmente. Solo se pueden arrancar desde la sala de generadores. Quizás intenten emboscarme-advirtió Aslan.
De repente, Shamil entró corriendo.
—Todos los rusos corrieron a popa.
Basaev lo procesó. ¿Por qué irían los rusos a la popa?
—Doku —le gritó— ¿Me has escuchado?
—Sí, Khassan —confirmó Doku desde la sala de máquinas.
—¿El maquinista infiel está controlado? —preguntó Basaev.
—Está esposado a la consola.
—Déjale. Los rusos te atacarán desde el local del servo. Ponte a cubierto pero con campo de tiro para que mates a cualquiera que sobreviva a las bombas trampa en las puertas. Avisa al infiel de que se mantenga a toda máquina o matamos a sus compañeros n delante de sus ojos.
—Entendido —dijo Doku.
—Aslan, —dijo Basev— apagar los generadores fue pura maniobra de distracción mientras los rusos se iban a popa —explicó Basaev— Vuelve a descargar la gasolina y luego dirígete a popa y lanza unas granadas al local del servo. Nuestros amigos los rusos quedarán atrapados entre ti arriba y Doku que estará en la sala de máquinas.
—Inmediatamente —obedeció Aslan.
Se giró Basaev y cruzó la mirada con el práctico.
—Eres un afortunado —dijo Basaev— Verás la obra de Alá.
—Alá no quiere que asesinéis. El dios al que sirves es tu propio odio retorcido.
Basaev le pegó un puñetazo pero el turco se enderezó. Basaev le enganchó y escupió.
—Has hablado como una mujer, puta de los cruzados.
El práctico estaba tranquilo.
—Mejor ser así que estar gobernado por fanáticos. Preferiría morir.
—Un deseo que puedo realizar —dijo Basaev y sacó su pistola. El turco sonrió.
—¿La muerte te divierte? —le preguntó Basaev.
—Tu arrogancia me divierte. Estos rusos son más inteligentes de lo que crees.
—¿Qué quieres decir?
Sonrió otra vez y Basaev le pegó con la pistola, tirándole al suelo. Apuntó a la cabeza del turco, con los dedos temblorosos pero con la mano firme. Algo no iba bien y puede que necesitase por más tiempo a esta puta turca.