Capítulo veintisiete
17 Saxon Way Gravesend, Kent, Reino Unido Hora local: 1410 horas 6 de julio GMT: 1310 horas 6 de julio
Cassie intentó calmarse, intentando recordar los secretos que la señora Farnsworth le había enseñado. Cantó para sus adentros en la oscuridad, aliviada por las palabras y rígido pincho que tenía escondido entre sus manos. Entonces él apareció allí, diciendo palabras bonitas pero con una sonrisa diabólica. Sintió un dolor agudo cuando le agarró del pelo y le empujó su cara hacia esa cosa asquerosa e hinchada. Venció sus miedos y siguió el ritmo:
Pínchalo Hasta el fondo Con los calzones las rodillas Y corre como el viento
Farley pegó un grito cuando le hincó la aguja en el pene. Se puso a andar a tientas con las dos manos y Cassie le bajó los pantalones hasta abajo y salió corriendo. Farley se lanzó sobre ella, cayó de bruces, sus dedos como garras le agarraban cuando la aguja se enganchó en la alfombra y se quedó atrapado en el lugar por su miembro.
Cassie salió corriendo del armario y corrió por la casa. Vio que la puerta principal estaba cerrada con llave y pestillo y se volvió atrás, corriendo pasó el dormitorio en donde se encontraba Farley gritando. Atravesó la cocina hasta llegar a la puerta del garaje cuando oyó abrirse la puerta del garaje, lo que le puso muy nerviosa. Entró como una flecha hacia la despensa y se encogió entre las estanterías para poder cerrar la puerta justo en el momento en que el tío Karl aparecía por el garaje, con la pistola desenfundada y corrió hacia los gritos de Farley.
Tras desaparecer el tío Karl por el pasillo, Cassie salió de nuevo disparada por la puerta de la cocina que estaba abierta hasta el garaje, pero la puerta se cerró. La puerta trasera con la ventana también estaba cerrada con llave. Su corazón se aceleró. Cassie aporreó el mando de la pared y corrió hacia la enorme puerta del garaje. Mientras se iba abriendo la puerta poco a poco, Cassie se tiró al suelo esperando a que se abriese aún más.
Farley se cogió sus pantalones sangrientos con una mano y agarró su Glock con la otra.
—¿La has cogido? —le preguntó.
—¿La has perdido? Pedazo de imbécil.
—Me apuñaló. Tienes que...
Braun oyó abrirse la puerta del garaje y empezó a despotricar mientras cruzaba la cocina y corría rodeando la camioneta. La puerta estaba a 46 centímetros del cemento y los pies de Cassie desaparecieron por debajo de ella. Pensó rápido. La puta de la Farnsworth correría hacia ella. Entonces dispararía a las dos, metería los cuerpos en la casa y luego se encargaría de Farley antes de que llegase la policía. Aún tenía tiempo. Se arrodilló, a la espera de que la puerta dejase al descubierto su objetivo.
14 Saxon Way Gravesend, Kent, Reino Unido Hora local: 1411 horas 6 de julio GMT: 1311 horas 6 de julio
—Uno. ¿Tu hombre puede darle? —preguntó Anna por su micrófono al doblar la camioneta.
—Si sale antes de que se cierre la puerta. ¿Y la casa?
—Que tus chicos entren después de disparar.
—Enterado —dijo.
De repente, un grito partió el aire y Anna vio como Gillian Farnsworth se ponía de pie y corría hacia la casa.
—Maldita sea —gritó Anna— Retírese, uno.
Anna se dio media vuelta pero Harry ya estaba moviéndose.
Harry la sorprendió en la entrada a la vez que se cerraba la puerta del garaje y la agarró del brazo.
—Ven conmigo, cariño. Sal de aquí.
Gillian se dio la vuelta.
—Déjame ir, idiota. Cassie está ahí dentro.
—Y la vamos a salvar si no metes la pata —le recordó Harry y se la llevó.
Los dos se dieron la vuelta al escuchar como se abría la puerta del garaje y vieron una cabeza rubia que aparecía por debajo. Cassie se había escapado y Gillian le aplastó la nariz a Harry con un codazo digno de un jugador base de la NBA y corrió hacia ella. Harry salió corriendo tras ella, con la sangre chorreando desde su nariz mientras sacaba su pistola y se centraba en la puerta, alerta ante cualquier movimiento.
—¡Salid de la calle! —le gritó Harry a Gillian y se puso delante para protegerlas. Vio los pies de Braun y disparó. Maldijo al ver que los pies desaparecían y la puerta del garaje se cerraba. Retrocedió después de disparar, con su arma apuntando hacia la amenaza.
La señora Farnworth abrazó a Cassie y le susurró palabras de consuelo. A pesar de su aparente tranquilidad, Gillian Farnsworth estaba a punto de estallar de rabia. Anna lo vio en sus ojos cuando tocó la cara magullada de la niña. Solo la necesidad de Cassie contuvo esa ira. Anna se centró otra vez en la tarea que tenían entre manos.
—Buen trabajo, Harry —le felicitó Anna— No nos llevan ventaja y acabarán poniéndose nerviosos.
—¿Cuál es el plan? —le preguntó Ward.
—Dejaremos que se sigan poniendo nerviosos durante un rato hasta que estén preparados para negociar —informó Anna— Con un poco de suerte, se rendirán y les separaremos, haremos que se echen la culpa el al otro.
Los hombres asintieron y luego todos miraron hacia la ventana al escuchar los disparos de Braun desde su escondite.
—Joder —dijo Anna— ¿Y ahora qué?
—Yo creo, agente Walsh, que alguien está asegurándose el monopolio de una información comercializable.
—Asaltad la casa —gritó Anna por su micrófono.
17 Saxon Way Gravesend, Kent, Reino Unido Hora local: 1420 horas 6 de julio GMT: 1320 horas 6 de julio
Braun estaba enfadado pero no estaba nervioso. Tenía la intención de rendirse después de haberse ocupado de algunas cosas. El portátil estaba en la mesita y programado para que se destruyera el disco duro.
—Por fin me la he sacado —dijo Farley mientras se levantaba y empezaba a cojear— ¿Dónde está esa pequeña putita?
Farley estaba distraído y había dejado que Braun se ocupase de Cassie mientras él se recluía en el baño, preocupado por su polla perforada.
—Ha escapado, idiota. Y ahora estamos rodeados.
—¿Qué? —Farley se dirigió cojeando hacia la ventana. Entretanto, Braun empezó a pensar en sus opciones.
Con la chica ya libre, solo podría intercambiar información. Aún le quedaba algo de tiempo para negociar, quizás no más de 24 horas antes del siguiente ataque, ya que entonces el valor de su información se esfumaría según se fuesen apilando las bolsas con los cuerpos. Farley apenas sabía nada pero las autoridades no lo sabían. Malgastarían un tiempo valioso en ese idiota, lo que significaría un retraso muy caro para Braun. Entonces sacó su arma. Tenía que despejar la situación para ellos.
Farley observaba desde dentro, de espaldas a Braun.
—No veo...
Se tiró al ver a Braun reflejado en el cristal de la ventana, justo antes de los ahogados disparos de la pistola con silenciador y el ruido del cristal que se rompía. Farley se levantó de detrás del sofá para responder a los disparos, los disparos de su Glock retumbaban. Braun se arrastró sin que le viese hasta detrás de un sillón, tapando así la única salida, mientras Farley disparaba a la posición en la que estaba antes Braun y corría. Justo atravesaba la puerta cuando el último disparo de Braun le destrozó espina dorsal. Se cayó de bruces, su Glock se cayó contra suelo de madera maciza y Braun se situó en el pasillo y le disparó dos veces en la cabeza.
Braun volvió al salón y vio que el ordenador ya había terminado. La pantalla se apagó justo cuando los proyectiles rompieron las ventanas. No era necesario, pensó y tiró su arma al suelo y se dejó caer en el sofá con sus manos detrás de las orejas y sus ojos cerrados. Se escuchó un estallido y la puerta se rompió en mil pedazos. Era tan predecible que apenas era un reto.
—Estoy desarmado. Me rindo —dijo.
17 Saxon Way Gravesend, Kent, Reino Unido Hora local: 1435 horas 6 de julio GMT: 1335 horas 6 de julio
—¿Y ahora qué? —preguntó Dugan.
Farley estaba encima de un charco de sangre y Braun estaba sentado en una silla en el comedor, atado de pies y manos y vigilado.
—Con un muerto por arma de fuego, la policía local peinarán el escenario —explicó Anna— Nuestra petición por Braun tendrá que seguir los cauces oficiales, pero podemos interrogarle ahora mismo mientras esperamos.
Ward entró.
—¿Dónde está Harry?
—Con Cassie y la señora Farnsworth —respondió Anna— Les acompañará a casa.
Ward asintió mientras ella se giraba hacia los oficiales uniformados que vigilaban a Braun.
—Puede marcharse, agentes. Gracias —le agradeció Anna.
—Un placer ayudarle, agente Walsh —dijo el policía al marcharse.
—Agente Walsh, ¿no es así? —dijo Braun— Te hiciste pasar muy bien por una zorra. ¿Tienes experiencia? ¿Y Dugan es también un agente? Qué bien. Nunca nadie había sido más listo que yo.
Anna sonrió.
—Y aun así estás aquí sentado, atado como un pato para la cena de Navidad.
—Un ligero contratiempo.
—¿Ah, sí? —le preguntó
—No seas tan aburrida, Anna. Sabes que necesitas de mi ayuda y estoy dispuesto a dártela.
—¿A cambio de qué?
—Inmunidad y un jet privado, por supuesto.
—Yo creo que no —respondió Anna.
Braun se encogió de hombros.
—Saquémosle la información a golpes —sugirió Dugan.
Braun se rió.
—Eres un patético aficionado. Estoy entrenado para soportar métodos más duros de los que vosotros os podéis permitir. Por cierto, ¿cuándo puedo ver a un abogado?
Ward agarró a Dugan al ver que se lanzaba sobre él y le empujó hacia el pasillo.
Reyes pensó que la sugerencia de Dugan era más que razonable y le siguió al ver que Ward luchaba por sacar a Dugan al pasillo. Ward le lanzó a Reyes una mirada por encima del hombro y luego le ignoró y se centró en Dugan.
—Tom, contrólate o te largas —le advirtió Ward.
—Ese hijo de...
—Te guste o no, nosotros seguimos unas reglas —le aclaró Ward— No pegamos a los sospechosos o les conectamos cables a las pelotas. Recuerda eso.
—¿Sospechoso? No es un sospechoso. Sabemos que el bastardo está detrás de todo esto y puede que mueran muchas más personas si no habla. Así que a lo mejor tenemos que recordar que el rojo es el positivo y el negro el negativo.
—Me cago en todo, Tom. Nosotros no...
Dugan levantó sus manos en señal de rendición.
—De acuerdo, de acuerdo. Me controlaré.
Ward le lanzó una mirada de valoración y asintió. Luego acompañó a Dugan otra vez a la sala. Reyes les siguió; le estaba empezando a caer bien este tal Dugan.
Los tres hombres entraron en el comedor, seguidos de un agente de la policía local.
—¿Harry Albright? —preguntó el policía al grupo.
—Al otro lado de la calle —respondió Anna.
El agente encendió su walkie.
—Colin. Aquí George. ¿Está ese Albright, el tipo del MI5, cerca tuyo?
—Justo aquí —le respondieron.
—Le ha llamado un amigo suyo de la policía de Londres —informó a través de su walkie— No se ha podido comunicar con él por el móvil pero nos ha pedido que le digamos que un hijo de puta llamado Kairouge se ha colgado. Dijo que suponía que querría saberlo Albright.
—Lo ha oído, George.
—Muy bien. Gracias, compañero.
Según abandonaba la sala George, una carcajada rompió el silencio.
—Esto empeora las cosas —exclamó Braun— Kairouz está muerto. En un ataque de arrepentimiento, sin lugar a duda. Estoy seguro de que mi abogado...
Dugan fue más rápido que Ward esta vez. Tiró a Braun al suelo y se puso encima de él, levantando sus puños otra vez mientras Ward y Lou luchaban por separarle. Dugan gritó que eso era un abuso y le pegó a Braun con ira llena de adrenalina a la vez que intentaba huir de los hombres que le agarraba. Lou presionó fuerte un nudillo detrás de la oreja de Dugan y se desplomó.
—¿Qué... qué coño ha sido eso? —le preguntó Dugan unos minutos después a la vez que Ward sentaba a Braun.
—Punto de presión de sometimiento —explicó Lou— Necesitamos al cabrón consciente, Tom.
Braun sonrió. Tenía todos los dientes enrojecidos.
—¿Estás disfrutando de ello, Dugan? No cambia absolutamente nada. Kairouz se colgó como si de un adorno de Navidad gordo y corrompido se tratase y ahora yo soy intocable. Y el precio por la información ha subido. Tómate unos minutos para pensar en una oferta razonable, ¿por qué no os los tomáis todos? Pero no tardéis. Tic, tac, tic, tac.
14 Saxon Way Gravesend, Kent, Reino Unido Hora local: 1445 horas 6 julio GMT: 1345 horas 6 julio
Cassie apretó muy fuerte las manos de Gillian.
—¿Papá está bien?
—Estoy seguro de que sí, cariño. Solo voy a arreglar todo esto —dijo Gillian y soltó con mucha delicadeza sus manos— Agente Albright.
Harry entró con indecisión, inseguro de si habían escuchado la radio.
—Agente Albright. Quédese con Cassie. Necesito hablar con la agente Walsh.
—Uhm... No se si...
—Gracias —dijo Gillian.
Mantuvo la compostura hasta que hubo salido y luego las lágrimas nublaron su visión a la vez que cruzaba la calle corriendo mientras se tambaleaba, rezando por que hubiese entendido mal. Entró en el 17 y se detuvo. Se quedó mirando al cuerpo de Farley bañado en una piscina de sangre, con su arma cerca en el suelo de madera, al lado de un indicador con número que usaban los técnicos para fotografiar la escena. Entonces oyó la odiosa y burlona voz de Braun desde la puerta y al otro lado del pasillo, al igual que otra que había acallado hacía mucho tiempo.
—... no cambia absolutamente nada. Kairouz se colgó como si de un adorno de Navidad gordo y corrompido se tratase y ahora soy intocable. Y...
En ese horrible momento, sabía que era verdad que Braun había asesinado de alguna forma a la persona más noble que jamás haya conocido. De repente supo lo que tenía que hacer y se dirigió hacia la puerta como se lanza una mangosta a una cobra. Cogió el arma de Farley del suelo.
—¡Tú, gilipollas! —gritó mientras se acercaba a la sala.
Se convirtió en Daisy, disparando a bocajarro, las balas silbando hacia él. El retroceso le hizo perder puntería y el siguiente disparo salió fuera de control cuando la corredera quedó abierta, la Glock vacía. Ella atacó blandiendo la pistola y entre Ward y Lou tuvieron que detenerla.
Lo último que recuerda Daisy era la voz de Anna en su oído.
—Cassie te necesita ahora —dijo la voz, lo que calmó su ira y lo sustituyó un vacío extraño. Daisy empezó a buscar a Gillian mientras se la llevaban dos policías, con el miedo de haber perdido su maravillosa vida para siempre.
Braun se encontraba boca arriba y la sangre que burbujeaba de su pecho. Estaba azul.
—Herida en el tórax —informó Lou— No hay orificio de salida. Quizás ha dado con una costilla. Tengo que cerrarla.
—Tom —dijo Ward— El dormitorio. Vi cinta adhesiva ahí.
Dugan salió corriendo y Anna llamó a los médicos para que se lo llevasen. Cuando volvió, Ward tapó la herida y sentaron a Braun junto a la pared. Rápidamente mejoró y sonrió de forma sarcástica.
—Bravo —les felicitó Braun— ¿Es este el momento en el me embarga la gratitud y les cuento todo?
Lou miró a los otros y giró bruscamente su cabeza hacia la puerta.
—¿ETA del helicóptero? —preguntó en el pasillo.
—Quince minutos —informó Anna— ¿Sobrevivirá?
—Seguramente —dijo Lou— No es que importe ahora.
Asintió.
—Para cuando salga de la operación, estaremos hasta el culo de abogados. Y puede que sea demasiado tarde aun así.
—A no ser que cambie de opinión, tenga una experiencia cercana a la muerte y cosas así —dijo Lou— Que pena que no le podamos interrogar, mientras vemos cómo podemos ayudar a la policía local a preparar el área de aterrizaje para el helicóptero.
Lou se giró hacia Dugan.
—¿Puedes preguntarle, Tom? Ahora bien, mucho cuidado, no se le puede maltratar, aunque bien puede declarar que sí lo hiciste en caso de que no haya testigos ni nada.
Anna se opuso a ello.
—Debería ser uno de nosotros. Tom no ha sido entrenado para llevar a cabo un interrogatorio.
Ward agitó su cabeza.
—No, Anna. Lou tiene razón. Braun no está preocupado por nosotros, pero Tom es una amenaza creíble.
Anna posó su mirada sobre Dugan.
—¿Puedes hacerlo?
Los ojos de Dugan no mostraban duda alguna.
—Por supuesto —dijo muy suave.
Reyes habló por primera vez.
—¿Podría sugerir que parecería más creíble si pareciese como que el señor Dugan se escapó para interrogarle por su cuenta?
—Unos minutos después, Anna vació la casa y pidió a todos los agentes de la policía local que les ayudase a acordonar el área de aterrizaje. Una vez que todos salieron en tropel a la calle, Ward se quedó un rato, con su mano sobre el hombro de Dugan. Se miraron fijamente a los ojos.
—Supongo que a veces tiene que ser el rojo positivo y el negro negativo —dijo Ward.
Dugan asintió y Ward se fue con los demás.
17 Saxon Way Gravesend, Kent, Reino Unido Hora local: 1455 horas 6 de julio GMT: 1355 horas 6 de julio
—¿A dónde se han ido todos y qué estás haciendo aquí? —le exigió saber Braun.
Dugan cerró la puerta y se agachó al lado de Braun, con los brazos rodeando sus rodillas. Sonrió.
—Me quedé para conversar sobre los siguientes ataques. Te ayudará en tu juicio,
—¿Qué juicio? Kairouz ha confesado. Preocúpate por el tuyo propio, idiota.
Dugan cambió de táctica.
—Piensa en las miles de personas que morirán.
La risa de Braun terminó con un tosido sanguinolento.
—No significan nada para mí —respondió— Pareces ridículo, agachado ahí como si se tratase de un vaquero de película. Di algo apropiado. Yippee tie yie yay, ¿quizás?
Dugan se levantó y cogió de los tobillos a Braun, le tiró tan fuerte desde la pared que su cabeza rebotó en el suelo de madera. Dugan le quitó la cinta adhesiva de la herida y se la puso en la cara a Braun.
—Yee ha —respondió y le escupió— ¿Qué te parece eso, gilipollas?
—Ya me has jodido lo suficiente —continuó hablando— Quizás he sido un poco duro, pero no tengo nada que perder. Crees que me interesa algo tus planes diabólicos o tus motivos. Pues entérate, no me interesan. Puede usar la información sobre lo ataques para salvar mi propio culo. Si no me la das, no tengo por qué dejarte vivo. Veré como te ahogas en tu propia sangre y luego volveré a taparte la herida y sentarte. No hay un lado negativo, Karl. No puedo ser más malo de lo que ya soy.
Braun dio un grito ahogado y Dugan le dio una palmadita en su hombro.
—Sé que duele. Y quiero que sepas que aún podemos llegar a un acuerdo. Pero no te lo pienses mucho porque ya estás un poco azul —hizo una pausa— ¿Cuál era esa frase que tanto te gustaba? Ah, sí. Tic, tac, tic, tac.
Los labios de Braun se movieron.
—De... de acuerdo —aceptó al final.
—Muy bien Karl. Empecemos por algo fácil. ¿Cuántos ataques más? Te diré números y tú solo tienes que asentir o negarlo con la cabeza. ¿De acuerdo?
Braun asintió.
—Muy bien, empecemos. ¿Tres o más?
Braun lo negó con su cabeza.
—Bien —dijo Dugan— ¿Dos ataques más?
Otra vez, Braun lo negó con la cabeza.
—Perfecto, Karl. ¿Así que solo hay un último ataque?
Braun asintió. Sus ojos se empezaron a cerrar y su cara se puso azul. Dugan le dio un cachete en sus mejillas.
—Despierta, Karl. ¿Dónde?
Los labios de Braun se movieron y Dugan acercó su oreja.
—Es... Es... Estam...
—¿Estambul? ¿El Bósforo?
Braun intentó asentir. Dugan le pegó más fuerte.
—¿Qué barco? ¿Qué puerto de carga? Dímelo.
Braun abrió sus ojos e intentó hablar mientras salía sangre de su herida.
—O...o... —empezó a decir pero su cabeza se cayó hacia un lado.
Dugan volvió a colocar la cinta en la herida y arrastró a Braun hasta ponerlo de pie justo cuando los paramédicos entraron en la casa. Dugan corrió hacia fuera.
—Un ataque más —gritó Dugan para que se le oyera por encima del ruido del helicóptero— En Estambul.
—Nosotros también tenemos buenas noticias —le gritó Anna— Alex ha sobrevivido pero está muy grave.
Dugan cerró sus ojos y asintió cuando Ward le cogió del hombro. Los abrió para ver como los paramédicos corrían con Braun hacia el helicóptero.
Anna llamó a su propio helicóptero y mientras volaban de vuelta a Thames House, los pensamientos de Dugan se centraron en el este en Estambul, ciudad con 13 millones a horcajadas del tortuoso Bósforo.