Capítulo dieciséis
CASA del Conocimiento Islámico Dearborn, Michigan, EEUU Hora local: 0815 horas 29 de junio GMT: 1215 horas 29 de junio
Borqei se quedó mirando al mensaje, suspiró y marcó un número. Tuvo una conversación en persa, incluidas palabras en clave. Una hora más tarde la madre adoptiva de Yousif fue al médico. Este le dejó entrar en su clínica privada y llamó a su clérigo, Borqei, por supuesto. Borqei informó a la marina que la madre de Alférez de Navío Hamad estaba gravemente enferma. También les dio el número del médico para que lo comprobasen. En unas horas Hamad estaba en un avión desde San Diego, con escala en Los Ángeles.
En los servicios del aeropuerto de Los Ángeles un hombre le pasó a Yousif un sobre por debajo de la pared divisoria. Lo abrió y vio que había un billete a Yakarta, un pasaporte falso y una billetera con dinero, un carné de conducir y tarjetas de crédito. Volvió a aparecer la mano y Yousif le entregó su propia tarjeta de embarque y su DNI. Su asiento en el avión a Detroit lo ocuparía un hombre que se parecía mucho a él. No era que la aerolínea lo apuntarse como no presentado.
Una hora más tarde Yousif se sentó en la terminal internacional. Vestía con ropa de civil y en la mano llevaba la tarjeta de embarque. Estaba un poco desconcertado por su viaje a Indonesia pero confiando en el Imán Borqei.
Costa del Norte de Idi Provincia de Aceh, Indonesia Hora local: 0615 horas 30 de junio GMT: 2215 horas 29 de junio
Sheibani estaba de pie junto a Richards mirando como amanecía. Entretanto, sus hombres colocaban redes sobre los botes amarrados a 50 metros por debajo de las ramas caídas. Un buen lugar para detenerse, pensó, en donde el Mar Andamán se estrechaba al entrar por el estrecho de Malaca. Sheibani se encontraba seguro en la provincia de Aceh, lugar en donde la santa Yihad tenía un fuerte respaldo, ya que era por donde se introdujo el islam en Indonesia.
—¿Es suficiente camuflaje?
Richards asintió.
—Entre los árboles y la red serán invisibles para los satélites.
—¿Y tiene todo lo que necesita?
Richards sonrió.
—Hay suficiente C4 para hacerlos volar y suficiente arcilla como para engañar a sus artificieros.
—No les ridiculice —dijo Sheibani con brusquedad. Engañar a hombres valientes era lamentable. Esperaba que al menos fuesen recibidos en el Paraíso y no iba a permitir que estos infieles se burlasen de ellos.
—Me marcho mañana para recoger a nuestro americano en Yakarta —informó Sheibani— Tiene que terminar antes de que volvamos mañana por la noche.
—¿Qué? ¿Por qué? Tenemos cuatro días.
—Los otros puede que no entiendan, pero este sí. Termínelo y camúflelo.
—Joder —dijo Richards.
Sheibani dejó a Richards trabajando. A la mañana siguiente, según se subía a su todoterreno, el americano había apilado los materiales junto a los botes.
—Me voy a achicharrar bajo esa red de camuflaje —protestó el americano.
—Asegúrese que haya terminado antes de que vuelva.
Sheibani dejó a Richards lanzando insultos y se fue conduciendo por el camino de la selva. Pronto se olvidaron del americano. El éxito era solo cuestión de grado. Incluso si fracasaban en hacerle creer a China en que el ataque fue una artimaña estadounidense para justificar la toma de control del estrecho, el ataque por sí solo serviría para subir los precios de la gasolina y desviar las sospechas de Irán. Sheibani sonrió y se puso a pensar en realizar manifestaciones “espontáneas” en la calle una vez se descubriese la traición americana.
Oficina Central de la Dirección de Investigación Judicial (DIJ) Ciudad de Panamá, República de Panamá Hora local: 1625 horas 1 de julio GMT: 2125 horas 1 de julio
Mientras el teniente Manuel Reyes se estiraba para coger un expediente, la silla crujía.
—Manny, un día te vas a dar con tu culo gordo contra el suelo —le advirtió el sargento Juan Pérez.
—Solo tienes envidia, enano —dijo Reyes con algo de verdad. Con 1,95 de estatura y de fuerte constitución, Reyes destacaba sobre su diminuta pareja. Pérez intentó no responder al ver acercarse al capitán Luna y entregar una carpeta a Reyes.
—¿Qué es esto? —preguntó Reyes.
—Chicos, vais a dar un pequeño paseo en barco —dijo Luna— Una muerte en un petrolero.
—Mierda. ¿Por qué nosotros? ¿Por qué no esos imbéciles de SMN? —preguntó Pérez en referencia al Servicio Marítimo Nacional de Panamá— Espere. Déjeme adivinar. Llega en fin de semana.
—Ya conoce el ejercicio, Pérez —afirmó Luna— Nosotros nos encargamos del juego sucio que sea sospechoso.
—¿Juego sucio? —preguntó Pérez con gran interés.
—Eso parece —confirmó Reyes al retirar la mirada del expediente— ¿Ha leído esto, capitán?
Luna asintió con la cabeza.
—No hay testigos a excepción del tío que informó sobre el accidente. La víctima es un marinero cualificado y en buena forma. Había buen tiempo. Sí, suficiente justificación para que le echéis un vistazo.
Reyes siguió hablando.
—Dijo que cayó contra el cierre de la válvula atravesando su cerebro por el ojo.
—Imposible —dijo Pérez sorprendido— ¿Y no tenía las manos ocupadas? Podría haberse roto un brazo o la mandíbula o incluso haber perdido un ojo. Pero la cosa no pudo llegar hasta su cerebro a no ser que se diese contra ello con fuerza. Parece que le ayudaron.
Reyes y Luna asintieron.
—¿Había algún tipo de animosidad entre la víctima y el testigo? —preguntó Pérez.
—No dice nada el expediente —dijo Luna— El encargado le pondrá al día sobre la ETA. Tenedme al tanto —sonrió abiertamente— Pérez tiene tiempo para coger sus pastillas contra el mareo.
Reyes sonrió. La aversión de su pareja por cualquier cosa que flotaba era una broma del departamento. Pérez se ponía muy malo, incluso cuando se montaba en una lancha en las aguas tranquilas del puerto. Reyes decidió dejarle que se sintiese mal por un rato y luego se ofreció voluntario a trabajar en el caso solo. Se lo merecía tras haber hecho mención a su culo gordo.
—Seguro que esto joderá el fin de semana —murmuró Pérez mientras Luna se empezaba a marchar.
—Espero que no —afirmó Reyes y miró a una foto enmarcada de sus gemelos de ocho años con el uniforme de fútbol— Los niños juegan este fin de semana y no quiero perdérmelo.
Oficinas del Phoenix Shipping S.A. Londres, Reino Unido Hora local: 1545 horas 2 de julio GMT: 1445 horas 2 de julio
Braun sonrió mientras leía. Ahora se encargaba del tráfico de mensajes tanto para el Asian Trader como para el China Star, mandando o modificando mensajes en nombre de Dugan. La artimaña no funcionaría por mucho tiempo pero los ataques eran inminentes. El Asian Trader aumentó su velocidad por indicación de “Dugan” y tenía un nuevo ETA: las 0100 horas del 4 de julio, así estaría preparado para empezar el tránsito por el canal a primero hora de la mañana. El barco llegaría 24 horas antes de que cualquiera de la oficina supiese que había llegado a Panamá.
Accedió a la página oficial de la Autoridad del Canal con las subasta plazas de tránsito, firmando como Dugan. Licitar por una plaza para el 4 de julio era muy difícil. Duplicó la oferta actual y sonrió al ver que no aparecía ningún contendiente. Una vez tuvo la plaza asegurada, detuvo un mensaje saliente que había interceptado y lo guardo. En él se pedía al agente que se dispusiese de un hotel y se recogiese en el aeropuerto a Dugan. Añadió más órdenes para informar a las autoridades que el Asian Trader tenía prioridad en el tránsito y para solicitar que la investigación se pospusiese una vez cruzado el canal. Braun le dio a la tecla de enviar y se recostó satisfecho.
Dugan llegaría después del ataque, justo a tiempo para ser detenido. Una investigación desvelaría la cuenta bancaria de Dugan en las Islas Caimán, la cual le pertenecía por medio de varias tapaderas. Recientemente se habían realizado varias transacciones por un valor de un millón de dólares y procedentes de diferentes fuentes conocidas por su vinculación al terrorismo. El dinero estuvo en la cuenta durante unos minutos antes de que Braun lo retirase, lo que provocó que desapareciese por medio de otra serie de transferencias habilidosas. Tender una trampa era una cosa, pero un millón de dólares no era algo que dejase por ahí fácilmente.
Las cosas progresaban, a pesar de unos cuantos pequeños tropiezos. El China Star y el Asian Trader llegarían a su hora y los chechenos estarían listos para la última fase del plan. No podía pedir más.
Hotel Paladin 4 Place Devereau, Paris, France Hora local: 1615 horas 2 de julio GMT: 1445 horas 2 de julio
Basaev caminó de un lado a otro de la habitación. Estaba impaciente, al igual que todos ellos. Habían estado en el hotel de paso por una semana. Se quedaron totalmente aislados con el fin de estudiar sus anotaciones y documentos de identidad y así estar preparados para cuando embarcasen como un equipo de apoyo para las reparaciones. Sus armas les esperaban en el muelle de carga, ocultas entre las herramientas que se cargarían para el “equipo de apoyo” para que las usaran durante el viaje. Cogerían el primer vuelo desde París y luego irían al puerto de carga tan pronto como supiesen que el barco había llegado a su atraque para cargar. Subirían al barco justo antes de partir, aprovechando que no les revisarían tanto.
Alá que sea pronto, rezó Basaev.