Capítulo trece
M/T Asian Trader China Meridional límites marítimos con Panamá Hora local: 1320 horas 16 de junio GMT: 0520 horas 16 de junio
Medina estaba corriendo por la cubierta. Era una rutina que estaba bien establecida después de dos semanas en la mar. El sol de la tarde le quemaba la espalda mientras corría por la cubierta. Se tiró al suelo y se puso a hacer flexiones cerca del venteo del tanque de lastre. Su ejercicio no atraía otro tipo de atracción más que risas sobre su cordura. Era la mejor forma de seguir controlando lo que se estaba empezando a desarrollarse debajo de la cubierta a sus pies.
Para entonces, la gasolina ya había deteriorado el poliestireno, de eso estaba seguro. En su cabeza había previsto que la gasolina mojase los mamparos de los tanques de lastre vacíos y se evaporase en el proceso. Mientras el sol calentaba la cubierta cada día, el aire que se expandía en los tanques vacíos salía por los venteos, por la noche el agua del mar que pasaba rozando el casco exterior enfriaba el aire e invertía el proceso y succionaba el aire del mar rico en oxígeno. Todos los días se desprendían gases, pero la mayoría se quedaba y rellenaba poco a poco cada tanque desde abajo hacia arriba a la vez que “respiraba” en cada ciclo, convirtiendo así su contenido en vapores explosivos.
Mientras hacía flexiones, acercó su nariz a la cubierta y olió el ligero olor que provenía del venteo más cercano y se hacía invisible en la cubierta antes de ser barrido por una brisa. Sonrió. Los tanques estaban madurando y las posibilidades de que lo descubrieran desaparecieron junto con el viento que disipaba los gases. Su plan funcionaría, inshallah.
Academia Sterling Westminster, Londres, Reino Unido Hora local: 1235 horas 17 de junio GMT: 1135 horas 17 de junio
El coche se detuvo con brusquedad. Farley miró por el retrovisor la cara de Gillian Farnsworth, desilusionado porque ella estaba ignorando sus provocaciones. Salió del coche y se dirigió hacia el colegio. Regresó al coche seguida de una Cassie con una cara triste.
—Llévanos al médico y espera fuera —le ordenó ella— Habremos salido para las dos y media.
Farley gruñó y aceleró con tanta brusquedad que hasta chirriaron los neumáticos. Reflexionaba por el camino el cambio en la mujer en los últimos dos días. Nunca había ocultado su arrogancia o titubeó a la hora de desafiarle, aunque siempre mostró su miedo a pesar de sus palabras valientes. Ahora era diferente, con mayor seguridad. Un cambio muy sutil que lo había notado sin haber hablado con ella. ¿Debería contárselo a Braun? Descartó la idea, estaba claro de que le respondería de forma despectiva.
Giró el volante y detuvo el coche con violencia en el área de espera del edificio del doctor. El ama de llaves ni se inmutó y salió del coche rápido junto con Cassie. Ya recibirá lo suyo, pensó Farley mientras entraban rápido en el edificio. A lo mejor le haría mirar a la vieja zorra mientras le echaba un polvo a la retrasada. Que bonito sería.
—¿Por qué me tienen que pinchar? —lloriqueaba Cassie al abrirse el ascensor en el tercer piso.
—Es una vacuna contra la gripe —mintió la señora Farnsworth— Así que vamos.
Ya les estaban esperando. Les llevaron a la sala de reconocimiento, en donde una enfermera le tomó los signos vitales a Cassie y llevó a la señora Farnsworth al consultorio médico. Anna Walsh estaba sentada frente al médico e invitó a la señora Farnsworth a que se sentara.
—Doctor, ¿me permitiría unos minutos con la señora Farnsworth? —le pidió Anna.
—Por supuesto. Voy a echar un vistazo a Cassie —sonrió el médico.
—¿Sabe usted lo que está pasando, no? —le preguntó Anna cuando el médico se marchó.
—Sé que es del MI5. El señor Kairouz me lo dijo. Supongo que pondrá a Cassie a salvo.
—No es tán fácil —avisó Anna— Si ponemos a salvo a Cassie pensarían que Alex está cooperando, pero no tenemos pruebas suficientes como para detener a Braun o Farley. Seguirían siendo sus objetivos —se inclinó hacia ella y bajó el tono de su voz— Tenemos que acabar con esto y sacar el máximo provecho de lo que tenemos. Esto es lo que vamos a hacer...
Teherán, República Islámica de Irán Hora local: 1605 horas 17 de junio GMT: 1135 horas 17 de junio
Motaki estaba preocupado. La falta de gasolina estaba provocando que se quedara sin apoyo. Antiguos aliados se empezaron a distanciar, los rumores se empezaron a extender y hasta el Imam Rahmani estaba bajo presión. Qué irónico, pensó, que haya tenido tanto éxito a la hora de importar materiales para su programa nuclear y se viese totalmente anulado por algo tan prosaico como la gasolina. Pero, si Dios quiere, eso cambiará pronto. De repente sonó el interfono.
—¿Sí, Ahmad?
—Disculpe que le moleste, señor, pero el presidente Rodríguez está al teléfono.
Suspiró un gracias.
—Señor presidente. Me alegro de que haya llamado.
—Buenos días, amigo —le saludó Rodríguez— ¿Está bien?
Motaki frenó su impaciencia.
—Sí, gracias. ¿En qué puedo ayudarle?
—Es sobre... nuestro proyecto. No he leído ningún informe y...
Tiene serrín en vez de cerebro, pensó Motaki. De esto no se habla por una línea abierta.
—Sí, los envíos de petróleo —dijo Motaki— Lo organizaré todo para que reciba una actualización a través de medios seguros.
—De acuerdo —aceptó Rodríguez— Es solo que no había oído mucho y...
—Nunca molesta, mi amigo —dijo mientras maldecía silenciosamente a Braun— ¿Algo más?
—No. No. Gracias —dijo Rodríguez antes de despedirse educadamente.
Motaki frunció el ceño mientras escribía en el ordenador un mensaje conciso.
Oficinas del Phoenix Shipping S.A. Londres, Reino Unido Hora local: 1330 horas 17 de junio GMT: 1230 horas 17 de junio
Al volver de comer, Braun vio que tenía un correo basura informativo. Se descargó un videoclip de la página de porno y descifró el mensaje incrustado.
CONTACTADO POR NUESTRO AMIGO. PÓNLE AL DÍA PARA PREVENIR LAS REPETICIONES.
Ese maldito venezolano. Al igual que Motaki, Rodríguez tenía un teléfono por satélite pero para evitar usarlo de forma excesiva, Braun lo configuró solo para recibir llamadas. Para evitar problemas, Braun también le dio acceso restringido a una página porno que solo usaría él y así aislar de la operación de verdad. Aun así era un pesado, no paraba de mandarle a Braun estúpidos mensajes y sugerencias hasta el punto en que el alemán ya no se los descargaba más. El idiota ha debido de contactar con Motaki por una línea fija. Había subestimado la estupidez venezolana.
Palacio de Miraflores Caracas, República Bolivariana de Venezuela Hora local: 0845 horas 17 de junio GMT: 1315 horas 17 de junio
Rodríguez contestó al teléfono por satélite tras sonar éste seis veces.
—Señor presidente, discúlpeme —dijo Braun— Estaba esperando que me pusiesen al día antes de informarle.
—Hace bien en recordar quién está al mando, Braun. Ahora, informe.
Braun se contuvo una risa.
—Sí, señor. El China Star llegó al Charag y nuestros amigos chechenos...
—Sí, sí, ¿qué hay de Panamá? —le preguntó Rodríguez.
—El Asian Trader está de camino a Singapur. Todo sigue según los planes.
—Recuerde —dijo Rodríguez— Daños menores. Y no podemos vernos implicados
—No se preocupe señor. Nuestro hombre se suicidará y matará a los de su alrededor, pero nada más. E incluso si sobrevive, no sabe nada.
—¿Sigue todo previsto para el 4 de julio?
—Sí, señor presidente —le confirmó Braun— ¿Algo más, señor?
—No, eso es todo Karl. Pero no pare de informarme.
—Puede estar seguro de que así lo haré, señor.
—Gracias Karl. Eso es todo.
Braun agitó su cabeza y colgó. Maldito imbécil pedante.
Oficina central de la CIA Langley, Virginia, EEUU Hora local: 1115 horas 17 de junio GMT: 1515 horas 17 de junio
—¿Has pillado a algún tío malo hoy? —preguntó una voz familiar.
Ward se rió entre dientes por el teléfono. Mike Hill trabajaba para la Agencia de Seguridad Nacional y se encarga del espionaje por satélite a nivel mundial.
—Aún no, Mike, pero el día es joven. ¿Qué tienes?
—¿Te suena ese edificio londinense que los británicos están supervisando y que la inteligencia británica comparte con nosotros?
—Sí, Phoenix Shipping. ¿Qué pasa con ella?
—Bueno, también mantenemos una vigilancia permanente sobre ese trabajo en Caracas —afirmó Hill— Y El Presidente recibió una llamada codificada por el teléfono por satélite esta mañana, adivina de quién.
—¿Phoenix Shipping?
—Bingo, hermano. Los británicos también estaban controlando la llamada saliente pero no la entrante desde Caracas. Ayudamos a nuestros primos que están eternamente agradecidos, aunque lo disimulan con su flema británica...
Ward sonrió abiertamente.
—Vale, Hill. Lo entiendo.
—Joder, nunca se aprecia a los empollones. Volviendo a lo de antes, la mala noticia es que no pudimos descifrar la llamada.
—Bueno, el haber obtenido esa conexión ya es un logro —confirmó Ward.
—Ah, pero aún hay más —dijo Hill— Antes El Presidente llamó a Irán, mal hecho porque no hablaban por una línea segura. Tomamos nota de un Presidente Motaki cagándose en sus pantalones al mencionar un “proyecto” y que El Presidente no estuviese al día en el proyecto. Motaki le dijo que no tenía por qué preocuparse. Al poco tiempo El Presidente recibió una llamada de Londres —Hill hizo una pausa— Un hombre con dos dedos de frente vería al conexión entre Irán y Venezuela, todo a través del Phoenix Shipping.
—Espectacular —dijo Ward— Cuando nos veamos la próxima vez, mi amigo, las bebidas corren de mi cuenta.
—No seas mezquino. Tienes una cuenta de gastos. Prefiero una cena.
—Hecho —aceptó Ward.