“A DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO”
LAS MUJERES DE FRANCO
La Puerta de Alcalá es uno de los símbolos más reconocibles de Madrid, ciudad fundada en el siglo IX por los árabes, con el nombre de Mayrit, en una antigua villa visigoda. Sobre la Puerta de Alcalá podemos observar todavía los efectos de la metralla durante los bombardeos de la Guerra Civil Española, que llevó al poder al general Francisco Franco.
Una de las diferencias respecto de los otros dictadores de esta serie es que a Franco no le adoraron las mujeres, como sucedía con Stalin, Hitler y Mussolini. El poder que llegó a ostentar el Caudillo no atrajo admiradoras, y él mismo jamás demostró ningún deseo de flirtear ni de ser infiel. Doña Carmen, su mujer, no tenía razones para sentir celos de su marido. En realidad, en la vida de la pseudocorte franquista se respiraba un ambiente muy monacal.
Para el historiador Juan Carlos Losada, “Franco es un caso peculiar entre los dictadores en el tema de las mujeres, las amantes o el sexo. En contraste con otros, no se le conocen romances, aventuras, noviazgos, promiscuidad o cualquier tipo de comportamiento de los que pudiese aprovecharse de su cargo omnipotente como dictador. Era un tipo aburrido, peligrosamente aburrido y gris en todo, incluso en el tema del amor y las mujeres. Tanto es así que incluso corrieron gratuitos rumores de que una herida sufrida en Marruecos le pudo provocar impotencia y que su única hija no sería de él… No es cierto, pero muestra lo frío de su carácter en este tema”.
A los españoles que nacieron después de los años cincuenta y por lo tanto no vivieron la cruelísima represión de la posguerra, Franco, su familia y quienes les rodeaban les resultaban más bien ridículos, absurdos y tragicómicos. Siempre parecían muy distantes, no sólo por la lejanía que inspiraba el poder dictatorial, sino también porque vivían apartados de la evolución que estaba experimentando el país. Se les veía aparecer en el NODO, el noticiario oficial de la época, y todo sonaba forzado, fingido, verdaderamente acartonado. Nos referimos a los últimos años del franquismo, desde finales de los sesenta y principios de los setenta hasta 1975, cuando murió el dictador. Para esa época el régimen se encontraba muy deteriorado y abundaban los aspectos grotescos, pero a pesar de todo siguió siendo una dictadura en toda regla hasta el final.
En una España que despertaba pujante, el régimen era anodino, mustio y parecía que allí nunca pasaba nada. Sin embargo, como veremos, bullían las luchas, las envidias, las miserias y muchas pasiones soterradas.
Francisco Franco y su esposa saliendo de Santa María en 1941.