MIL VECES DEFRAUDADAS
LAS MUJERES DEL ZAR ROJO
Iosif Stalin en 1915.
Estamos en Moscú, en las calles medievales del Kremlin, un sitio que tiene un poder evocador, incluso sobrecogedor. Aquí han sucedido durante siglos acontecimientos de una importancia crucial, no sólo para el devenir de Rusia, sino de todo el planeta. Es éste sin dudas uno de los lugares clave de la historia mundial.
Existen varias explicaciones sobre el significado original del propio término “Kremlin”. En el siglo X se llamaba Kreml a la parte amurallada de una ciudad, y de hecho dos siglos más tarde se construyó aquí mismo un muro de tierra rodeado por un foso. Otras fuentes aseguran que el vocablo es de origen griego y procede de Kremnik, que significa “fortaleza”, o de Krom, “límite”.
Hoy el Kremlin es un conjunto de edificios religiosos y políticos, que ocupa alrededor de 28 hectáreas y que está rodeado por un muro de ladrillo rojo. Su diseño arquitectónico comenzó a gestarse en el siglo XIV, cuando el príncipe Daniel ordenó construir iglesias de piedra para sustituir a las antiguas de madera.
En esta ciudad dentro de otra, Josif Visarionovich Djugashvili, Stalin, gobernó el imperio comunista durante casi cuarenta años, forjando una de las dictaduras más crueles y salvajes de la historia. Hablaremos de las mujeres que lo secundaron y penetraremos en la intimidad de cada una de ellas, para intentar develar los misterios que rodearon al dictador y comprender cómo pudieron enamorarse de un ser tan sanguinario.