Esposa fugitiva

La encantadora Nadia nunca quiso tomar provecho de tan relevante lugar que le había tocado en suerte. Más bien al contrario, cuando Stalin se adueñó del país ella fue muy democrática, incluso podría decirse que era tímida. Romanovna da clara cuenta de esto: “Por ejemplo, como le daba vergüenza que la vieran ir en auto a la academia en donde estudiaba, pedía que la dejaran detrás de la esquina y hacía la última cuadra caminando. En la academia no se sabía que ella era la esposa de Stalin, era ‘Nadenka’ para todos, una muy linda persona. Mi padre estudió con ella, en el mismo año pero carreras paralelas; él decía que era encantadora, muy modesta y amable. Participaba de todas las fiestas estudiantiles, bastante pobres para aquel período. Así era Nadezhda Serguéievna, bondadosa y cálida”.

También era muy estudiosa, en particular teniendo en cuenta que había elegido una difícil especialización (Química). Preparar el examen de ingreso para la Academia de Industria fue un intento por luchar contra la frustración y escapar de la estrecha jaula de esposa del líder. Quería especializarse en fibras sintéticas pensando, con razón, que tenían un gran futuro, y con ello demostraba ser una auténtica bolchevique que rendía culto a la industria y a la tecnología. Únicamente el director de la academia, Nikita Khruschev, conocía la verdadera identidad de Nadia. Ambos se hicieron amigos y Nadia le invitó a casa varias veces. Más tarde él asumió que esa amistad había sido “un billete premiado” que le había salvado de las purgas que cada tanto terminaban con la vida de miles de personas.

La relación de Nadia con Stalin tenía una nota trágica, ya que la joven debía callar y ocultar las constantes humillaciones, y aun el maltrato físico, a los que él la sometía. Finalmente se fue a vivir a la casa de su hermana Ana. Sin embargo, su cuñado, jefe de NKVD, la policía política de Moscú, jamás consentiría mantener oculta en su casa nada menos que a la esposa fugitiva de Stalin. Nadia volvió entonces junto a él, aunque ansiaba el momento de terminar su carrera para poder huir de su lado llevándose a sus hijos.

La vivienda de Stalin y Nadia constaba de un amplio comedor, dos gabinetes y media docena de dormitorios. El de ella daba a los jardines Alexandrovski, mientras que Stalin solía dormir en una cama de campaña en un cuartito junto a su despacho, porque acostumbraba estar despierto hasta altas horas de la madrugada.

Para Reyes Blanc, “Stalin quería que su mujer fuese un ama de casa dedicada a él y al hogar, por lo que boicoteó su carrera político-profesional. Ahora bien, ese papel hogareño que le había reservado la persona que, poco a poco, se iba convirtiendo en el amo de la vida de todos los rusos era inaceptable para Nadia. La reacción ante esa situación opresiva fue enfermiza y se manifestó en un rechazo a sus propios hijos”.

Nadia se fue alejando de Stalin “por razones sentimentales e ideológicas”, expresa Romanovna. “Él la golpeaba, lo cual es muy humillante y no requiere comentarios. Y por otro lado, ella tenía una buena relación con su padre, un hombre muy digno, muy fiel al partido y muy modesto, que no había entrado al partido para sacar un provecho, sino que realmente creía en esos ideales. Nadia se desilusionó por dos motivos; el primero, desde el lado puramente femenino, porque el hombre al que ella amaba la había defraudado. Por el otro lado, desde pequeña estaba comprometida con el partido, participaba de reuniones clandestinas, era su vida, su activa rutina, por lo que su desilusión fue muy trágica. Además, es mi punto de vista pero creo que así fue realmente, ella trabajaba en el secretariado de Lenin, donde la había ubicado Stalin en su momento conociendo su astucia y su visión para muchas cuestiones; pero no por casualidad, sino para controlar lo que ahí sucedía, ya que hubo momentos muy sensibles en cuanto a la posición de Stalin, hablo de 1920 y 1922. Tenía una situación bastante complicada, y para estar al tanto le ayudó a entrar a trabajar allá. Y creo que, cuando ella se dio cuenta de eso, o él le confesó el rol que en realidad estaba cumpliendo, se deprimió mucho. Desde su inocencia, Nadia quería sacarse de encima todo ese peso, esa suciedad y ese desastre. Era muy ingenua, y sus esperanzas también eran vanas ya que era presa de Stalin. No podía escapar de él”.

Tras la boda en 1919, se establecieron en el Kremlin, y a partir de entonces las cosas no hicieron más que empeorar. La feliz comuna igualitaria fue dando paso al desaforado culto a la personalidad de Stalin, y la frustración de Nadia, que era una ardiente revolucionaria y que jamás pudo dedicarse a la política porque su marido se lo impidió, fue tornándose cada vez más intolerable y desgraciada.